Actualizando en tiempo récord. Recomendación: vayan, prepárense un café, sientan su aroma y lean el capítulo. Y luego me dicen qué les pareció. La autora agradece cada comentario en el alma y se motiva a escribir más rápido.
Sin más, disfrútenlo!
Bodas de Sangre
Capítulo 29
La pequeña muerte
Llovía como no recordaba haber visto en mucho tiempo. Como
en Londres, de esa forma en que el cielo se caía a pedazos y parecía que no
habría un mañana. Se dejó caer sobre las sábanas blancas, exhalando profundo,
el aroma de la tierra, la humedad y el fuego en la chimenea llenando sus
pulmones, en esa sensualidad sólo presente en los días de lluvia.
“Yo quería decirte…”
Cerró los ojos. Tenía el cuerpo mojado, el cabello mojado,
la calidez de esa cama casi le parecía una bendición y una caricia.
- Deberías darte un baño- le susurró una segunda persona, la voz negra conjugada
con los pasos que se acercaban en su dirección, uno a uno- podrías empeorar y
de nuevo sentirla… la fiebre.
Asfixiante… Oh,
sí, la fiebre. Esa niebla que parecía cubrirlo todo y cegar sus ojos, como lo
haría la arena de un desierto, de un reloj siempre marcando el curso hacia
atrás. Cegarlo, como un manto oscuro y demasiado pesado. Hyde sonrió mientras
sentía su peso a su lado, cediendo la cama. Y esas manos, siempre tan ásperas,
lo supo antes de siquiera sentirlo: regarían un camino cuando las yemas de sus
dedos rozaran la carne de su pecho, desnuda, que subía y bajaba, errática, por
culpa de esa otra amante, la más cruenta de todas, la fiebre.
- Sólo quiero dormir- musitó, en voz baja y extremadamente
lenta. En una necesidad visceral que le nacía del alma. Sakura no lo sabía,
pero sus caricias se habían hecho unas con los latidos de su corazón.- Déjame
dormir… ven y duerme conmigo, Sakura.
El deseo primitivo de tenerlo cerca. Mucho más fuerte que la
fiebre y el cielo que se caía a pedazos a manera de lluvia. No supo si sonreía. Presentía que sonreía. Sonreía y lo
observaba sólo con jeans mojados, en la cama. No era la suya. Era la cama de Sakura.
Y no sabía cómo habían llegado allí, cómo habían recorrido toda una ciudad con
Hyde a punto del desmayo y las calles enlodadas y llenas de sangre líquida.
Abrió los ojos. Sintió su boca en su vientre y su
respiración, cálida. Hyde sonrió y sus manos se fueron a ese cabello siempre
largo e indomable. Y el instinto ahora le dijo que había algo mal, porque
cuando Sakura se alineó con su cuerpo y lo cubrió, cuando su boca bajó por su
pecho, su lengua devorándolo, marcando un patrón de besos regados, algo le dijo
que hacía mal en desearlo de esa manera. En quererlo de esa manera. Su mejor
amigo por años.
Soltó un quejido cuando Sakura le desabrochó los pantalones.
-Vamos, Hyde… vamos a dormir y a morir un poco, juntos…
Bajó. Todo bajaba, incluso el deseo que se condensaba en su
vientre y enviaba oleadas cálidas hacia el resto de su cuerpo.
- Eres tan sexual…- le susurró el vocalista mientras lo veía
bajarle los boxer y acariciar su erección con la punta de la lengua. Sakura le
envió una mirada perdida y Hyde se preguntó, teniéndolo así, casi muriendo
mientras el placer brotaba en forma de notas graves que salían de su garganta,
cómo es que nunca lo había visto antes. De la forma en que era. La oscuridad de
la noche y la sexualidad de la música que ambos tocaban en carne que se
mezclaba con la lluvia.
Lo observó incansablemente desde una nueva luz que no dejaba
de sorprenderlo. Una dicotomía, luz y oscuridad. Los músculos marcados de sus
brazos se veían cada vez más fuertes cuando sus manos se adherían a la cama, a
sus caderas, guiando el camino. Perdiéndose en él. Hyde gimió de nuevo y sintió
el deseo espesarse en su vientre, expandirse amenazando con desencadenarse.
Tenía una espalda ancha y bonita. Las flores de Sakura tatuadas se expandían
desde sus brazos hasta la parte alta de sus hombros.
Deseo de tenerlo siempre cerca, así, solo para él. El
baterista lo inmovilizó con una mano en su pecho, subió, regando besos que
parecían de fuego. Hyde se reclinó sobre la cama y esa mano que lo detenía
subió hasta alcanzar su cuello, de tal manera en que casi lograba asfixiarlo.
- ¿Qué quieres, vocalista?- lo escuchó decir, a penas,
mientras lo acomodaba entre sus piernas. Era una sensación de asfixia y de
placer tan grande que Hyde cerró los ojos y se concentró en sentirlo.
Manejándolo como quería, con esa fuerza que, esperaba, pudiera destruirlo.
Sakura llegó hasta su boca. Lo besó. Hyde correspondió a ese
beso a oscuras y cuando abrió los ojos de nuevo, se sintió reflejado en un mar
azul que se le hacía desconocido.
- ¿Destruirte?- él prosiguió, pero ya no era Sakura. Era
alguien a quien no deseaba ver y esos ojos azules que tenía, del todo fríos, no
calzaban de alguna forma con el rostro de Tetsu.- ¿Quieres que yo te destruya,
Hyde, como pretendes hacerlo tú conmigo?
Sintió que la sangre se le congelaba con esa mirada. Y la
fiebre volvía, y las gotas caían mientras Tetsuya, de pronto, lo seguía
inmovilizando contra su cuerpo. “¿Por qué?” le preguntó Hyde, incrédulo, pero
cuando quiso apartarlo la mano en su cuello apretó tanto que comenzó a
asfixiarlo.
El bajista le sonrió, presionando sus labios.
- ¿Así? ¿Por mí? ¿Para mi, Hyde?... ¿Qué tal si me das tu
vida a cambio?
¡No!
Despertó. Llovía… Llovía como si no hubiera un mañana.
- Tu familia tiene una casona cerca, estuvimos ahí hace años… necesito que me
digas cómo encontrarla, no puedo regresar con él de esta manera…
Levantó el rostro, respiró profundo, el aroma de la lluvia y
de la tierra mojada en todas partes. “¿Por qué?”. Tenía el cabello húmedo, el
cuerpo casi congelado, poco a poco sus sentidos volvían y comenzaban a llenarse
del olor de la tierra, de la caricia húmeda de la lluvia. De la superficie
rugosa del árbol, en sus espaldas. Y la figura de Sakura, de pie, un tanto
lejana y algo oscurecida por la lluvia, algo confusa, que caminaba de un lado a
otro con la ciudad de fondo. Hablaba con alguien por el móvil.
“Yo quería decirte…”
Parpadeó. El pecho le dolía, la cabeza punzaba, tenía la
vista borrosa. Por un segundo, había cerrado los ojos y había estado soñando.
No podía distinguir qué era sueño y realidad.
- No puedo llamar a un taxi, tardaría demasiado en llegar.
¿Crees que podamos pasar la noche allí?
La ropa oscura, mojada, las gotas caían también por su
cabello siempre largo. Hyde inhaló una bocanada de aire y trató de concentrarse
en él. Sólo en él. No en el dolor que parecía sentir a lo largo de su cuerpo,
no en la memoria de esos sueños estúpidos que lo embargaban. Escuchar su voz y
recordar otro beso. Uno que había sentido tan sólo momentos antes.
“Dime que esto no lo
olvidarás”
¿Cómo podría
olvidarlo, Sakura?
- Vale, creo que recuerdo un poco el camino- preso de un
presentimiento, Sakura volteó en su dirección y se detuvo. Y lo vio,
profundamente con esos ojos negro intenso.- Gracias, Shimada. Te llamaré cuando
estemos allá.
Cortó la comunicación y siguió observándolo. Y entonces, al
igual que en su sueño, Hyde se preguntó cómo es que nunca lo había notado antes:
la forma en que el negro hacía resaltar la piel clara de su rostro y la manera
en que sus labios se apretaban con fuerza, en que su mandíbula se marcaba cuando
parecía preocupado o furioso o tal vez, ambos.
Le latió el corazón, profundamente. El negro y la fuerza…
Como la lluvia que parecía cubrirlo todo, como un manto, morir en sus hombros y
caer por su cabello a medida que Sakura se acercaba.
- ¿Te sientes mejor?
Y de nuevo esa
sensación, de que era el Sakura de siempre, el de años, pero que, a su vez,
había algo irremediablemente distinto en él. El baterista llegó a su lado, bajo
el árbol, se detuvo a sólo centímetros de su cuerpo y le apartó el cabello del
rostro, preocupado. Hyde sintió que sonreía tras aquel movimiento tan familiar.
- No te alarmes- le contestó, notando la voz rasposa- no
planeo morir, de todas formas.
Supuso que lo haría al menos sonreír, pero lejos de eso la
expresión de preocupación en el batero se hizo más profunda. Y era casi
placentero, la manera en que sus manos acariciaban su rostro cuando le quitaba
el cabello. Cuando sus dedos palpaban su frente y alejaban, por unos segundos,
los continuos dolores y el rastro de la fiebre.
- Debes hacerte esos exámenes cuanto antes- Sakura musitó
mirándolo fijamente, mientras le acariciaba las sientes con el frío de su
tacto- Esto no puede ser normal…
Dejó la frase a medias. El vocalista suspiró. Era
íntimamente consciente de la superficie rugosa a sus espaldas y del calor del
cuerpo de Sakura, aunque sus manos estuvieran frías.
- Estaré bien, te lo prometo - le mintió, y fue tan fácil
eliminar la distancia, acercarse a él y abrazarlo, esconder el rostro en su
cuello, besarlo en los hombros y beber de su olor- Sólo déjame dormir… vamos a
dormir juntos, Sakura…
Al igual que en su sueño. Sintió los brazos del baterista
rodearlo, su rostro buscar el suyo y compartir un beso que le supo como a la
bendición de la pequeña muerte: dormir para no despertar, para no pensar,
dormir hasta que el cuerpo renaciera, como cuando la boca de Sakura se
encontraba con la suya y era tan cálido, quedarse ahí, besándolo, abrazándolo…
Como dormir y morir un poco, hasta dejar de sentir los dolores que lo estaban
matando. Rompieron el beso y Hyde sintió que aguantaba el aliento mientras se
perdía en esa mirada tan oscura.
“¿Qué demonios estoy
haciendo?”
- ¿Dormir para no recordar, Hyde?- le preguntó Sakura, casi
susurrando contra sus labios y de alguna manera, como presintiéndolo, como
sabiéndolo, Hyde notó que estaba hablando consigo mismo.
Debía haber algo malo en todo eso. En la forma en que su
cuerpo reaccionaba cuando lo tenía cerca, como arqueándose ante el fuego, ante
el frío, Sakura era todo eso junto. Debía de haber algo malo porque siempre
habían sido amigos y porque otro tipo de contacto estaba vetado. Porque cuando
Sakura lo tomaba así, con propiedad, y Hyde se prendaba de esos ojos, ese deseo
que le nacía y que nunca antes había estado ahí, ese deseo de acercarse y
devorarse su boca no podía ser normal. No. No podía.
Bajó la vista. Debía haber algo malo y sin embargo, quería
tomarlo y que la lluvia lo llenara todo y que no hubiera un mañana.
- ¿Qué vamos a hacer ahora, Sakura?
Estaba claro el cariz
de su pregunta. Lo sintió tensarse. El tacto frío que tomaba su rostro se
alejó.
- Nada- le contestó el batero, y Hyde alzó la vista a él y
vio que había adoptado un rictus tenso y profundo.- Tú y yo ya no podemos ser
amigos, Hyde… No después de esto.
Lo vio de esa forma en que Hyde sabía que estaba buscando
una confirmación, algo que le dijera que estaba pensando igual que él. Pero
Hyde no sabía cómo pensaba. Y el estupor y la duda y la fiebre eran demasiados
como para seguir soportándolos.
Respiró profundo e hizo un rictus de dolor. Y en seguida, el
baterista volvió a tomarlo y acercarlo y esta vez, sus labios se dirigieron a
su frente.
- No tienes que responderme ahora- Sakura prosiguió, en tono
confidente mientras le besaba aquel punto de inflexión donde el dolor surgía-
He esperado toda una vida por ti, Hyde… podría esperar mucho más, si tú me
dices que te quedarás conmigo.
- Sakura…
“Yo quería decirte…”
- Vas a sufrir. No quiero que sufras por mi culpa.
Era terrible escuchar su propia voz como un eco lejano y
premonitorio. Y fue aún más terrible cuando Sakura se separó, sólo un poco, y
volvió a observarlo fijamente de esa forma especial en que el mundo perdía su
eje.
- Yo…- Hyde se detuvo. La voz se le detuvo. La lluvia se
detuvo.- Yo quería decirte…
El dolor… “Te amo y
amo a Tetsu. No, a Tetsu lo odio… Y contigo es todo claro pero él siempre está
presente, ese maldito… y yo mismo, y ese odio contra él y contra mí porque no
puedo detenerlo”
Se vieron de nuevo por un tiempo que pareció infinito. Y era
como si el mundo se detuviera mientras llovía y la ciudad descansaba, a muchos
metros de altura, sus luces opacadas por el gris de la lluvia. O quizás demasiado
brillantes, Hyde no lo sabía muy bien. En algún momento, Sakura apartó la vista
y sonrió con amargura, quizás sabiendo que aquello que quería escuchar y que
Hyde quería decir estaba muy lejos de ser pronunciado. No podía. Aún existían
demasiadas barreras entre ellos. Una en especial.
- Está bien- Sakura musitó mirando alrededor, sonriendo de
esa manera que a Hyde le dolía en el pecho- Está bien… vámonos. Le llamé a
Shimada y nos dejó pasar la noche en la casona de su familia. Vámonos. No te
voy a llevar de regreso contigo, de esta manera.
Hizo el amago de alejarse, y fue entonces en que Hyde pudo
reaccionar. Lo tomó del brazo y lo abrazó por la espalda. La lluvia caía y el
cuerpo de Sakura era tan cálido, tan diferente al suyo.
Acercó su rostro al hueco de su cuello. “Perdóname”, le
susurró, con toda la franqueza que podía reunir. Lo sintió tensarse, respirar
tan profundo como él cuando se encontraban cerca. “Está bien, Hyde” Sakura le
dijo de nuevo, pero bajo el tono de tranquilidad había una decepción tan
latente que el vocalista no pudo menos que sentirse miserable.
Y dolía… su cabeza, su pecho y su corazón. Tres puntos que
dolieron aún más cuando Sakura deshizo el abrazo y se adelantó hacia la
motocicleta. Sabía que ya lo estaba dañando tan sólo con su indecisión, pero no
podía evitarlo. “No deberías estar
conmigo” Hyde pensó en un momento dado, mientras lo veía montarse en la Harley y ponerse en marcha
y mirar en su dirección, de esa forma tan profunda que le llegaba al alma. “No debes estar conmigo, Sakura… sólo
conseguiré destruirte también”
¿Qué podía hacer? ¿Qué camino debía seguir? Se acercó a él
sintiendo el cuerpo débil, la necesidad de cerrar los ojos y abandonarse al
sueño tan latente, tan insistente y tan imperiosa. “Será un viaje corto” Sakura
le indicó, una vez que el vocalista se montó tras él y lo rodeó con los brazos.
Ladeó el rostro, la lluvia caía, la motocicleta ronroneaba entre sus piernas.
Hyde suspiró. Asintió y sin poderlo evitar, le dio un beso en las comisuras de
la boca.
- Realmente- le dijo, acariciando sus labios- Realmente te
amo, Sakura.
Se lo decía al amigo y al amante. Se lo decía a sí mismo
porque no podía ser de otra forma, y ese amor que sentía por él era muy
parecido al que sentía por su hijo. Fuera de todas sus miserias, lo amaba con
lo mejor que podía reunir de sí con los pedazos que aún quedaban. El contacto
fue mínimo y sin embargo, pareció vencer las reservas del baterista, quien, con
la motocicleta aún en marcha, tomó el manubrio con una mano mientras la otra
descansaba en las manos de Hyde que se aferraban a su pecho.
- Todo estará bien, Hyde- le dijo, en respuesta, y cuando le
sonrió y le envió una última mirada, Hyde realmente quiso creer que todo
estaría bien.
***
En ningún momento sintió cariño durante su último recorrido
por la ciudad. A diferencia de las otras veces en que había estado en Osaka,
despedirse de ella era una bendición, una inhalación de aire puro más que una
tristeza o melancolía. Venciendo las reticencias, el bajista fue por última vez
a la casa de su familia para ver a Rei, para despedirse de sus hermanas y de su
madre, e inevitablemente para encontrarse con Ayana.
“Nos veremos en Tokyo”, su aún esposa le dijo a manera de
despedida y de afirmación, de compromiso, con esa sonrisa solícita con que
Tetsu la había visto desde la noche anterior, cuando habían estado juntos.
Tetsuya no quiso discutir sus palabras, mientras salía de las puertas de la
casona y miraba hacia atrás, realmente deseó que su pasado y sus errores se quedaran
allí, entre esas cuatro paredes. Y que nadie más pudiera saberlo, notarlo,
mucho menos Hyde.
Cualquiera excepto Hyde.
- Ya todo está terminado- se dijo a si mismo en un susurro
que esperaba tranquilizar las aguas que por días habían estado alteradas. Tomó
un taxi, fue por sus maletas al hotel y finalmente hizo el camino al aeropuerto
en silencio, tan sólo viendo los paisajes grises de Osaka pasar como ecos de
sus propias vivencias en esa ciudad.
Una vez que llegó al
aeropuerto, sacó el móvil y se decidió a telefonear a Kitamura. “¿El enano sabe
que esta noche regresas?” le preguntó Ken con ese tono de voz simpático tan
característico en él. Viendo el tablero de embarques, algo distraído, Tetsu
sonrió a sus anchas. “Quiero que sea una sorpresa” le contestó, sintiendo la
alegría a raudales. Parecía un niño que regresaría a su hogar. Con Hyde. Junto
a él, todo volvería a estar bien de nuevo.
Kitamura carraspeó del otro lado de la línea.
- ¿Qué sucede?- le preguntó Tetsu, sintiendo, de pronto, un
presentimiento en la boca del estómago. El guitarrista se tardó unos segundos
en contestar.
- Nada, olvídalo, viejo… te pasaré a recoger al aeropuerto,
¿está bien?
Le cambió el tema a propósito. Comenzó a hablar
entusiasmadamente de algunos asuntos de la compañía. Sin embargo, aunque su
tono bromista había regresado, Tetsu sabía que le estaba ocultando algo. Cortó
la comunicación son cierta inseguridad, fue a checar la hora de su vuelo al
lugar de embarques. Cuando le anunciaron que estarían retrazados por la
sorpresiva tormenta en Tokyo, Tetsu estuvo tentado a lanzar una maldición entre
dientes.
Decir que se moría por regresar era quedarse bastante corto.
Sin más opción, mató la hora de espera sentado en uno de los
asientos leyendo el periódico. Nada nuevo. Algunas personas parecieron
reconocerlo, pero nadie se acercó y Tetsu lo agradeció den forma callada. Sabía
lidiar con la fama, sí, pero en momentos como ese, tan sumido en los
pensamientos, sólo quería estar solo.
En algún minuto, inevitablemente, esos pensamientos
recayeron en Hyde. Todo parecía recaer en él. Era inevitable. Y con una alegría
casi pueril, Tetsu se imaginó la sorpresa del vocalista cuando fuera esa noche
a la casa de Sakura a recogerlo.
“Ten cuidado con él,
Ogawa”, sin poder evitarlo, también las palabras de Hiroki hicieron eco en
su mente. “Aún no has terminado de
conocer a Hyde, te lo aseguro”
Negó con una sonrisa. “Es imposible”, se dijo, sin embargo,
el mal presentimiento parecía crecer conforme los minutos pasaban. Sus ojos vagaron
por el aeropuerto y fueron a caer en los grandes ventanales que debelaban una
noche negra, como el centro de las tormentas. Como sus propios temores. En
Tokyo llovía. Tetsu no quería pensar que en ese momento Hyde estaba con Sakura,
cerca, tan cerca que le asqueaba.
Tampoco podía evitarlo.
Los celos y los resquemores, sabía que la relación entre ambos
era demasiado estrecha, pero no había nada de qué preocuparse. Una y otra vez,
se lo dijo porque tenía que convencerse, tenía que calmarse. Incluso si ellos
estaban juntos, si lo habían estado durante esos días de ausencia, si Sakura no
había logrado nada más que amistad en tanto tiempo, entonces, ¿por qué ahora
sería diferente?
Negó de nuevo. Amplió la sonrisa. No… Hyde lo amaba. Lo
amaba tanto que en tres años, a pesar de la separación y el matrimonio de Tetsu,
no había podido ni querido olvidarlo.
Por el alto parlante llamaron a los pasajeros a embarcar el
vuelo hacia Tokyo. Tetsu se puso de pie y aún con la sonrisa en el rostro
caminó con sus maletas hacia la zona de embarque. Una vez que estuvo en el
avión, en el sector de clase alta, se reclinó en el asiento, cerró los ojos,
conectó su reproductor de música, se colocó los audífonos y se abandonó a aquel
proyecto que habían compartido por años. Una banda que había conquistado gran
parte de Asia, la fusión de lo mejor de ellos mismos. Incluso si eran dos
hombres y su relación estaba condenada a ser estéril, la música que Hyde y él
hacían era la combinación perfecta de sus rasgos. Suspiró. Lo escuchó
impresionante, siempre emotivo, en un registro masculino y femenino e
imposible. Hyde era como su propia voz, grandioso e incomprensible,
incomparable… y Tetsu lo amaba por esa genialidad. Amaba al hombre y amaba al
artista y pronto, muy pronto, lo volvería a tener cerca.
- ¡Vaya! Qué cara de cansancio traes, Ogawa- Ken lo saludó
con su típica efusividad un par de horas después, cuando ya estuvo en el
aeropuerto de Tokyo. Se dieron un abrazo de camaradas. Efectivamente, por las
ventanas, se veía una lluvia que Tetsu no había presenciado en mucho tiempo.
El bajista miró alrededor, frunciendo el ceño
- Pensé que vendrías con Yukihiro- le comentó, algo
extrañado. Ken hizo un ligero gesto de contrariedad y negó, falsamente
despreocupado.
- Si querías una comisión de bienvenida me hubieras dicho,
mal agradecido… pensé que con la presencia de tu mejor amigo bastaba.
El bajista rió con suavidad. Lo siguió hasta los
estacionamientos, sin embargo, no se le pasó el detalle que la expresión de Ken
se veía inusualmente contrariada.
- ¿Las cosas van bien entre ambos?- le preguntó, sin poder
contenerse, una vez que estuvieron dentro de su propia camioneta. Ken había
pasado a recogerla al departamento de Hyde.
El guitarrista, quien se había puesto al volante mientras
Tetsu acomodaba las maletas, le envió una mirada lacónica a través del espejo
retrovisor.
- Bien, lo que puedas decir bien… no lo sé, en realidad-
contestó, mientras el bajista iba al asiento del copiloto y cerraba la puerta.-
En fin- sonrió, tamborileando las manos sobre el volante.- ¿A dónde quieres que
te lleve, augusto líder?
Estaba cambiando el tema a propósito, una vez más. Puso el
automóvil en marcha y Tetsu le envió una nueva mirada ceñuda, pero supuso que
había una buena razón detrás del silencio y prefirió no ahondar en ese tema.
Mal que mal, siempre era bueno ser cauto respecto a las relaciones ajenas.
Durante el trayecto, Kitamura lo interrogó sobre su
encuentro con Hiroki y la estadía en Osaka. “Ese maldito bastardo”, murmuró,
cuando Tetsu narró detalles superficiales de su encuentro. Por supuesto que obvio
la desaparición de su hija y el soborno. Ni Ken ni nadie debían saber sobre la
verdad oculta tras los actos de Hiro. Se lo había prometido a si mismo. Los
detalles de la forma que Hyde había entrado a la banda, en que había dejado la
pintura… debía guardarlos, bajo siete llaves.
- De todas formas, es extraña la fijación que ese imbécil tiene
con Haido- comentó Ken mientras se detenían en un semáforo en rojo. Llovía con
fuerza sobre la ciudad.- Si no supiera que al muy imbécil le gustan las
mujeres, te prometo que pensaría que está interesado en él.
No era la primera vez que lo insinuaba. Tetsuya carraspeó y
miró por la ventana la calle. Las gotas prácticamente rebotaban sobre el
firmamento, en una lluvia furiosa que le daba la bienvenida a la ciudad que
había echado tanto en falta.
- Da igual, no creo que lo vayamos a ver en mucho tiempo- el
bajista respondió y se volvieron a poner en marcha. Y mientras Ken le daba una
mirada rápida, debido a la vehemencia de sus palabras, deseó, con todas sus
fuerzas, que aquellas fueran una realidad.
Incluso si tenía que seguir callando la boca de Hiro con
dinero, lo haría con tal de tenerlo lejos. Y de estar tranquilo.
Alcanzaron la calle que daba hacia la casa de Sakura. No
parecía haber mucha gente transitando. Se detuvieron del otro lado de la
calzada y miraron en su dirección. Las luces parecían estar apagadas.
- Debiste haber traído un mariachi para despertarlo o algo-
Ken comentó, haciéndolo reír- Quizás ya están durmiendo, ¿por qué no lo llamas?
- ¿Debería?
- ¡Claro! O también podrías caminar bajo la maldita lluvia y
tirar la puerta abajo. Y rescatar a la damisela, muy romántico, Ogawa.
Ken volvió a reír. Tetsu sólo sonrió, sacó el móvil, marcó
el número mientras sus ojos se quedaban fijos en la fachada de la casa y
esperaba.
Al igual que todos esos infernales días, no tuvo respuesta.
- Está apagado- dijo, casi lapidariamente. Una desazón
inexplicable le subió por la garganta. Abrió la puerta del auto y sin ni
siquiera pensar en que se mojaría se decidió a ir y comprobar por sí mismo
dónde demonios estaba- Espérame aquí.
Kitamura le envió una última mirada antes de que Tetsu
saliera de la camioneta, con paso enérgico, cerrara la puerta del copiloto y
rodeara el auto, para luego cruzar la calle y caminar hacia esa casa que
parecía muerta, con la lluvia cayendo como un golpe fuerte sobre su cuerpo.
Golpeó la puerta de entrada, miró hacia arriba. Incluso en
el interior que se podía vislumbrar a través del balcón no había nadie. Golpeó
de nuevo, y de nuevo, sus manos casi resbalaron por la humedad de la lluvia.
Lanzó una maldición entre dientes, se alejó unos pasos y volvió a observar las
ventanas de arriba. Era una casa clásica, al estilo del baterista. Maldijo por
vez incontable. Seguramente no había nadie.
Sacó el móvil con premura. “Incluso si no quieres
contestarme, tú lo harás, Sakurazawa”, murmuró. No había estado dentro de sus
opciones hacerlo, pero algo le decía que debían estar juntos. A esa hora de la
noche, maldita sea… Casi quiso tirar a la tierra mojada el móvil cuando se dio
cuenta que el número de Sakura también estaba apagado.
- Ya basta, Tetsuya, déjalo. Es claro que no hay nadie.
Se dio vuelta. Ken le había dado alcance, las manos en los
bolsillos. También estaba ceñudo y miraba hacia las ventanas de arriba con
sospecha. Por la expresión de su rostro Tetsu volvió a sentir que le estaba
ocultando algo.
- Tú debiste verlos… se fueron juntos de la compañía,
¿cierto?- conjeturó, a ciegas. La lluvia se le colaba por su ropa, pero no le
importaba. La mirada de Ken se hizo algo incómoda.
- Siempre llegan y se van juntos, eso no es nada nuevo.
Incluso en los tiempos en que Sakura estaba en la banda era así, ¿no?
- ¿Y a dónde demonios fueron? ¿Hyde no te comentó nada?
- Tetsuya- Ken utilizó su nombre completo para enfatizar sus
palabras.- Oye, hermano, cálmate. Deben estar en alguna parte bebiendo o qué se
yo… hoy Hyde no lucía muy bien que digamos. Se encontró con su hijo, quizás Sakura
quiso distraerlo un poco. Será mejor que nos vayamos y esperes hasta mañana.
¿Con Hisashi? Tetsu profundizó la expresión de extrañeza.
Tenía la molesta impresión que durante su ausencia había algo que no calzaba.
Ya sea porque Ken parecía demasiado esquivo o por la ausencia de Hyde… Dios.
Odiaba sentir que los acontecimientos se escapaban de su control.
- No ha sucedido nada entre ellos, ¿verdad?- preguntó, su
voz rasposa por el frío y el desconcierto. Ken suspiró de nuevo. Le envió una
mirada indescifrable.
- ¿Qué es lo que estás pensando? Por dios, Tetsu… párale a
la paranoia y vámonos. Llueve como si se cayera el puto cielo a pedazos.
Se dio la vuelta. Más que nunca el bajista sintió la
angustiante sensación de que algo se ocultaba, algo no calzaba en todo eso. Lo
siguió, sin embargo, mirando por una última vez esa casa a sus espaldas. Días y
noches compartidas y Tetsuya no quería pensar, no quería imaginar qué podría
haber pasado durante esa ausencia.
No…
- Llévame al departamento de Hyde- le pidió a Ken, escueto,
una vez que estuvo de nuevo en el asiento del copiloto y Ken al volante.
Kitamura volvió a mirarlo de nuevo con algo cercano a la incomodidad. Asintió.
“Tus deseos son órdenes, augusto líder” bromeó. Sin embargo, por alguna razón,
Tetsu supo que no había alegría en él.
Todo era lluvia y gris. Pero incluso en esa oscuridad, en
esa abismante noche invernal y tormentosa, dormir en un lugar común, la cama
que habían compartido por años, con su presencia inmaterial a su lado, sería un
pequeño consuelo hasta que lo encontrara y Tetsu estaba seguro, jamás dejaría
de tener cerca.
Necesitaba a Hyde cerca. Costara lo que le costara.
***
No puedes dormir
No debes dormir
Si duermes, él te
estará esperando del otro lado.
No supo cuánto habían tardado, pero ahí estaban. La lluvia
había aminorado, sin embargo, mientras Sakura hablaba con el vigilante de la
casa y le decía que iban de parte de Anis, mientras Hyde escuchaba retazos de
la conversación, se miró las manos. Dolían siempre con el frío. Las vio y creyó
ver un rastro de sangre en ellas, al igual que en el resto de su cuerpo.
Caía…
Parpadeó y respiró profundo. Sentía como si fuera a
desmayarse en cualquier momento. Miró alrededor, una pequeña estancia, tan sólo
un cuarto donde el hombre debía quedarse. Había un pequeño espejo colgado de
una de las paredes, Hyde vio su propio reflejo en él y por un segundo, los ojos
azules que le devolvieron la mirada lograron angustiarlo.
“Tú tienes las dos
cosas que yo deseo, Hyde: la vida… y el amor”
- Estás pálido, ¿te sientes bien?
Levantó la mirada. Se había quedado sentado en uno de los
sillones mientras Sakura hablaba con el otro tipo, pero ahora el baterista
estaba a su lado y lo veía con clara preocupación.
- Dejemos que la lluvia aminore un poco y te llevaré a un
hospital, no puedes seguir así.
- Olvídalo.
- Por dios, Hyde…
- Olvídalo, Sakura- respondió con firmeza. Se puso de pie y
pasó a su lado, sintiendo el cuerpo cansado, como ido- Lo único que quiero es
dormir… vamos a dormir un poco, ¿te parece?
Le sonrió como pudo y se adelantó siguiendo al otro tipo,
quien lo miraba con una muy poco disimulada curiosidad. Sabía que Sakura se
mantenía cerca, preocupado, mientras salían de la estancia y el aire puro de la
lluvia y el aroma a tierra mojada los recibía afuera. Ahora, llovía como una
seda líquida acariciando su rostro. Hyde realmente disfrutó ese pequeño
trayecto desde la pequeña casa a la cabaña un poco más atrás. Disfrutó del frío
y de la lluvia sutil, de sentirse vivo, como pocas cosas había disfrutado tanto
antes.
Miró hacia el cielo… tanto gris. Sakura seguía hablando con
el hombre pero Hyde los escuchaba a medias. Ese cielo… casi podía ver la luna
en el último cuarto coronándolo. Y luego, alguien lo llamaría y caería, como
cuando se había internado en las aguas del lago. Sería demasiado tarde. La
cabeza le dolía tanto… y eran tantos los recuerdos que no podía poner orden,
era como si fueran los de otra persona y sin embargo…
- La casona principal está cerrada, pero confío en que
ustedes puedan estar bien en la cabaña- repuso el hombre, distrayéndolo- Les
puedo traer leña y algunas mantas antes de marcharme.
Se detuvieron ante la fachada de madera. Era una cabaña
hermosa y sin embargo, había algo infinitamente triste en ella. El hombre se
adelantó, sacó un manojo de llaves y abrió la puerta. Al instante, les llegó el
exquisito aroma de la madera mojada.
- Acomódense mientras traigo la leña-repuso el hombre
enviándole una sonrisa cordial a Sakura. Luego, sus ojos pasaron hacia Hyde y
su rostro adoptó una actitud mucho más seria- Quizás también debería traerles
algo de medicina…
- Estoy bien- Hyde se escuchó respondiendo de inmediato, en
cuasi defensa. Se adelantó y pasó a la cabaña. Le dedicó una sonrisa forzada.
Buscó un interruptor y prendió las luces. Las lámparas eran
de aceite, sumamente antiguas. La cabaña era preciosamente rústica y avanzó
como embelezado, como ido. Los escuchó hablar finalmente a sus espaldas y
luego, los pasos de Sakura alcanzándolo y la puerta de entrada que se cerraba.
Y esos brazos, deteniendo sus movimientos, Sakura lo aferró por
los hombros y lo hizo dar la vuelta.
- ¿Qué sucede contigo?- le susurró, de nuevo preocupado,
viéndolo a los ojos. Sin saber porqué, Hyde fue extremadamente consciente de
que ahora estaban solos.
Le sonrió.
- Vamos a dormir, ¿vale?
Se deshizo del agarre y miró a su alrededor, de nuevo. Una
chimenea que quizás funcionaba, a juzgar por el rastro de cenizas a su alredor.
Un sillón de cuero negro, una alfombra de piel y una cama empotrada en uno de
los rincones, también de madera. Caminó hacia ella, quitándose el abrigo y la
remera que cayeron, por el peso del agua, precipitadas al piso.
Llegó al filo de la cama. Una manta mullida la cubría. Se
inclinó y rozó la superficie, cálida, suave y brumosa. Lo sentía en todas
partes y algo dentro de él se removía con la espera.
- Será mejor que te des un baño, estás frío y muy pálido.
Hyde… Hyde, escúchame…
- ¿Juntos?- sonrió de nuevo, se dio vuelta hacia él. Sakura
lo miraba de brazos cruzados, las luces de la cabaña jugando con la oscuridad
de sus facciones. Hyde sintió que reía. Se sentó en la cama y la calidez lo
recibió, como en su sueño.- Ven aquí.
Le estaba haciendo una insinuación clara. Y una parte de él
sintió el deja vu mientras la otra le estaba preguntando qué demonios estaba
haciendo. No podía pensar en nada que no fuera la necesidad de tenerlo cerca.
Arriba. Adentro. Sakura entornó los ojos y realmente fue un deja vu verlo, a
portas de…
- No lo recuerdas, ¿verdad?- musitó el baterista, más para
si mismo e hizo un gesto de negación. Sutil. Sonrió con tristeza- No te
comportes como un niño, Takarai, te voy a preparar el baño.
Desvió la mirada antes de que la tentación fuera más fuerte.
Hyde sonrió aún más profundo, mientras se dejaba caer hacia atrás en la cama y
veía sus movimientos con el deseo naciendo. Se fue a una puerta a la derecha,
el baño, seguramente. No podía recordar de donde conocía la estancia, ni
tampoco porqué sentía que estaba viviendo todo un deja vu. Lo quería cerca. Lo
quería como en su vida había querido algo.
Cerró los ojos. Caía e
impactaba el piso… la muerte, tan placentera…
“No te duermas”
Los sentidos de alerta en su mente estaban activados. Y
antes de sucumbir al sopor del sueño abrió los ojos y se encontró con un cielo
de madera, demasiado alto y abismante, en donde las gotas de lluvia hacían ecos
lejanos.
- Si te duermes- se dijo, a si mismo, otro le hablaba- ya no
habrá un mañana para tí, Hyde…
Soltó un quejido de dolor y se llevó las manos al rostro. La
cabeza parecía que le iba a estallar de un momento a otro, dolía respirar, ver,
vivir… tan sólo podía pensar en que él podía apartar todo. Necesitaba tenerlo.
Lo necesitaba ya.
- Sakura…- dijo, en un solo gemido y su voz fue tomando
fuerza- ¡Sakura!
Era una carrera contra
el tiempo. El lago, tan distante, la noche avanzaba y se devoraba todo. Sería
la última imagen que vería en su vida y había algo poético tras ello. Las
sutiles gotas del rocío caían en la superficie del lago y provocaban pequeñas
ondas. Parecía un espejo negro en que las colinas se reflejaban y Hyde se
detuvo al filo del agua, saboreando el sabor de la muerte.
Avanzó. Un paso tras
el otro. El agua le llegaba hasta las rodillas, de a poco, subía hasta el pecho.
Sus pasos se trababan con el lodo del fondo y cuando creyó que no habría nada
más que esa visión nocturna, entonces, lo escuchó.
Volteó. Ahí estaba. Los
ojos oscuros viéndolo con incredulidad y terror. Hyde le sonrió mientras una
parte de su mente lo repudiaba por haberlo alcanzado tan rápido. Porque después
de verlo, por última vez, morir ya no sería tan fácil.
- Adam…
El susurro del chico
rubio fue uno con el viento nocturno. Corrió hasta él. Ya no estaba en el lago,
estaba en la cima de una azotea con la ciudad a sus pies, en una caída
vertiginosa que le parecía incitante. Dos imágenes encontradas. Tampoco era
Sakura quién trataba de darle alcance, sino
otro chico que también lo había amado. Al que tampoco había podido
corresponder. Hyde le sonrió, dio un paso hacia delante y luego, cerró los
ojos, la sensación ingrávida de no tocar piso lo llenó todo.
Había alcanzado a
verla. El último cuarto de una luna que sangraba.
Se incorporó. El cabello mojado se le venía al rostro,
respiraba entrecortadamente. Se puso de pie, a tientas, las imágenes frente a
sus ojos, la estancia se le hacía borrosa y tan sólo caminaba por instinto
hacia él. Sakura salió de la puerta cuando se encontraron de frente. Y fue tan
sólo un segundo en que Hyde alcanzó a ver sus ojos oscuros que se entornaban
con preocupación antes de eliminar la distancia y darle un beso largo y
profundo, agónico, mientras el baterista lo abrazaba casi por instinto,
firmemente, y su sabor a café le llenaba la boca, bebiendo del aliento que
parecía drenarse ante la amenaza continua de la muerte.
- Tú no lo entiendes- Hyde le susurró contra sus labios, con
la voz rasposa, el dolor y el placer anclándolo a un presente difuso- No lo
entiendes… cuando estoy contigo me siento con vida, de nuevo… quiero sentirme
así, hazlo siempre, Sakura. Te lo suplico.
Jadeaba. Los brazos de Sakura eran fuertes y lo aferraban de
un modo casi placentero, tan real en lo onírico de todo eso. El baterista se
separó un poco y le envió una mirada descolocada, pero antes de hablar prefirió
tomarlo del mentón y bajar de nuevo a sus labios y besarlo, algo más suave,
pero con una cuota de necesidad innegable.
Hyde le echó los brazos al cuello. Cerró los ojos, lo quería
así y sólo así, sin necesidad de más palabras, perderse mientras Sakura le
abría la boca y lo recorría y acariciaba con la lengua. Mientras Sakura gemía y
su agarre en el rostro se hacía más firme para profundizar el beso, hasta
dejarlo sin aire, mientras su otra mano le recorría la espalda desnuda. Así,
tan sólo así… era exquisito sentirlo en todas partes. Su cuerpo firme, todas
esas dicotomías encontradas, porque la ropa del baterista estaba fría y húmeda
pero sus manos, pero su boca y su aliento lo abrasaban con una calidez
inexplicable.
Estás tan vivo… como
yo ya no lo estoy…
Sakura lo hizo retroceder sin que se diera cuenta, a pasos
ciegos. Hyde le quitó la chaqueta, le abrió la camisa con una necesidad única.
Y fue tan placentero abrir los ojos y sentir la piel al descubierto, desnuda,
entre sus manos…
- Me vuelves loco, Hyde- Sakura murmuró y Hyde volvió la
mirada a él. Su espalda chocó con la superficie de la pared de madera, se
arqueó ante el contacto. Sakura lo hizo voltear el rostro para regar besos por
su cuello y sus hombros- Dime que no lo olvidarás… dime que lo deseas tanto
como yo, porque te asfixia… porque te mata…
- Sakura…
El gemido le vino a la boca como un lamento. Detuvo el
camino de los besos y volvió a encontrarse con esa boca, con esa lengua. Tan
sedosa… Hyde gimió de nuevo, le sacó la camisa por completo, a tientas. Le
recorrió el pecho en una caricia agónica. Tan distinto… tan fuerte, la espalda
ancha. Llegó a sus pantalones de cuero, los abrió con una premura que no podía
ser sana. Cambió las posiciones, la fuerza le salió de no sabía donde. Lo
acorraló, se arrodilló contra él. Le bajó los pantalones. Una parte de su mente
le gritaba que no lo hiciera, la otra no sabía qué pensaba. Era instinto, era
ese amor loco que no sabía desde cuándo había estado pero que ahora lo estaba
consumiendo todo.
- No vas a estar con nadie que no sea yo, ¿te quedó claro?-
le dijo Hyde, roncamente, mientras lo miraba hacia arriba y Sakura le sonreía
con deleite. Oscuro, también. Lo tomó por los hombros. Hyde le acarició los
bordes del boxer negro con la lengua, lo escuchó gemir profundamente. Roncamente.
Su vientre se tensaba. Era maravilloso- Sólo seré yo para ti. Me importa una
mierda si eres bisexual… sólo quiero ser yo, batero.
¿Por qué le decía eso? Una de sus manos subió por su
vientre, era la antítesis de la escena que había visto en su sueño. “Detente”,
Sakura le susurró de pronto, cuando le bajó los boxer y lo dejó al descubierto.
Las manos que lo aferraban casi dañaron, pero eso sólo provocó que lo quisiera
más y más. “¡Detente, Hyde!”
Lo apartó, con algo de brusquedad. Lo tomó del brazo y lo
hizo ponerse de pie. “Así no”, Sakura le dijo a manera de respuesta. Lo vio con
intensidad, jadeando como él, mucho más deseable a como lo había visto en la
vida. Lo acercó y le dio un beso suave. Dulce. Algo totalmente inesperado.
- También te amo, niñito rebelde- le dijo, contra sus
labios. Hyde sintió que sonreía- Te amo y te amaré por toda mi puta vida, pero
así no.
Era la primera vez que lo llamaba de esa forma. Hyde sonrió
también y le devolvió el beso tal como él lo quería. Volvió a sentir que lo
atrapaba y lo llevaba de espaldas a la pared, con su cuerpo apresándolo,
pujando. Sakura le desabrochó los jeans y los bajó junto con la ropa interior.
Hyde los sacó a tientas. Le acarició la cara interna de las piernas y luego lo
hizo voltear, de tal forma en que quedó con el pecho contra la superficie de
madera.
- Adoro estas alas- Sakura le susurró, marcando su contorno
con la lengua. Hyde aguantó el aliento cuando sintió su erección contra la
parte baja de su vientre- Eres un demonio- lo escuchó gemir, oscuramente,
mientras se acomodaba- eres un demonio con alas de un ángel…
Lo iba a penetrar. Fue como un presentimiento, Hyde volteó
el rostro y compartieron un beso húmedo. Y entonces lo sintió, la carne dura tratando
de abrirse paso. Sus manos se crisparon sobre la madera, su cuerpo se tensó
mientras el baterista lo tomaba de las caderas para guiarlo. “Tranquilo” Sakura
volvió a decirle en ese transe tan íntimo. Una de sus manos fue hasta su sexo y
lo acarició mientras su boca regaba besos por su nuca. “Tranquilo, Hyde… jamás
te haría daño”
Caía. Impactaba el
piso. La luna sangraba. Estaba muerto… Un gemido de dolor y de placer se le
vino a la boca mientras sentía que lo penetraba, tan lento que abrasaba. Hyde
cerró los ojos, se abandonó a la sensación de ser uno. “Sakura” le susurró,
como perdido, como dañado, sintiéndolo tan adentro… Lo escuchó gemir también
cuando estuvo del todo en su interior.
- Eres tan cálido, amor- el baterista le susurró en su oído
iniciando los movimientos. Y Hyde no supo si era por las embestidas o por
escuchar esa voz tan grave hablándole como un amante, pero el placer fue tanto
que no pudo menos que acoplarse a sus caderas, firmes, con los ojos
semicerrados por el placer y mordiéndose los labios, abandonado del todo a la
sensación de hacer el amor de esa forma. Sin rencores, sin el odio de siempre,
sólo sintiendo que lo amaba… Era tan distinto a Tetsu, era tan distinto a nada
de lo que pudiera haber experimentado antes…
Dos, tres veces… Sakura aumentó el ritmo de las embestidas,
jugó con él de tal forma en que quiso casi gritar del placer. Y era grande, era
tan fuerte y era casi doloroso y a su vez, lo más placentero que había sentido
en toda la vida. “Dime que te vas a quedar conmigo”, el batero le pidió de
nuevo, susurrando en su oído, como muriendo o suplicando y tan fuerte, sus
caderas, su sexo… “quédate conmigo, Hyde”
Deja vú.
Hyde miró hacia atrás y sintió que el placer crecía a
raudales, como un mar que no podía detener a su paso. “Te amo” le susurró
buscando su boca, porque no sabía qué más hacer, no podía decirle nada más. Los
dedos de Sakura casi se clavaban en su carne que quemaba y, de pronto, el
baterista detuvo las embestidas. Se reclinó contra su cuerpo, aún latiendo
dentro de su alma. Hyde sintió en la parte baja de su espalda los movimientos
erráticos de su pecho que subía y bajaba, acelerado.
“¿Es un sí, Hyde?” Sakura le dijo de un momento a otro, la
voz ennegrecida por el deseo. Le volteó el rostro y le dio un nuevo beso en los
labios. Salió de su interior, lo hizo darse la vuelta. Se abrazaron. Se
siguieron besando, casi sin aliento.
- Dímelo…
- Jamás podría irme de ti- Hyde le respondió, finalmente, buscando
sus ojos. Su cuerpo sudaba. Lo vio y no pudo sentir menos que una oleada de
amor hacia él.- Es todo lo que necesitas saber… jamás te dejaría, Sakura.
El baterista le sonrió. Le apartó el cabello del rostro, lo
vio de forma cálida, iba a decir algo más cuando los sonidos de golpes en la
puerta sobresaltaron a ambos e hicieron que miraran hacia ella.
- Debe traernos la leña- Sakura comentó con voz ronca. Lo
vio de nuevo y le dio un beso en la frente- Ve a darte una ducha mientras yo
arreglo esto.
Deshizo el contacto. Hyde se sintió de pronto frío sin su cuerpo,
mientras lo veía tomar su ropa y ponérsela con premura. “¿Qué esperas,
Takarai?” Sakura le preguntó de nuevo, mirando en su dirección. Hyde le sonrió
y caminó hacia el baño. Antes de entrar, sin embargo, le envió una última
mirada a su espalda ancha desnuda y entonces lo supo.
Lo presintió, como se presiente el componente onírico en lo
más profundo del sueño.
Hacer el amor con él… ya lo había sentido antes…
“¿De verdad no lo
recuerdas?”
Entró al baño y se reclinó contra la puerta cerrada. Su
cabeza, de pronto, estalló en un dolor sordo y una vorágine de imágenes que lo
hicieron sisear mientras se llevaba las manos al rostro. “Detente… te lo
suplico, deten esto” Hyde susurró a ciegas. Abrió los ojos en la oscuridad del
dolor y lo vio de frente, observándolo, de brazos cruzados.
Era igual a sí mismo, y a la vez, esos ojos azules que le
sonreían en el espejo lograron aterrorizarlo.
Debía de sospechar algo, Sakura lo supo en cuanto el hombre
lo observó con sus ojos profundos y cansados del otro lado del umbral. Le dio
las gracias mientras tomaba el saco con la leña, la voz, aún ronca por el sexo.
A pesar de las sospechas, el hombre le sonrió con su cordialidad
característica.
- Su amigo- le preguntó, de forma cuidadosa- ¿se encuentra
mejor?
Sakura le devolvió la mirada, esperando parecer impasible.
“Sí, sólo necesita descansar”, le respondió, sin embargo, su pecho se removió
con la preocupación característica.
El hombre asintió. Había un cierto rictus grave en él.
- Quizás usted no crea en estas cosas- repuso, algo tímido-
Pero de dónde yo vengo cuentan que cuando el cuerpo se enferma de esa manera,
es porque está enferma el alma.
- ¿Qué quiere decir?
- Sus ojos- vaciló. Lo miraba profundamente.- Se debe haber
dado cuenta, ¿verdad? Esos ojos… no son como los de usted o los míos.
No sabía de qué le hablaba, y sin embargo, mientras
compartían una última mirada, Sakura sintió que la preocupación se hacía mucho
más espesa. “Gracias”, le repitió, de nuevo. Y cuando el otro asintió, se dio
la vuelta y se fue por el camino cubierto por la lluvia, no pudo menos que
recordarlo: los ojos azules que lo habían visto la primera vez que Hyde y él
habían estado juntos. Tan distintos y a la vez, tan iguales.
“¿Quién eres tú?” Sakura
le había preguntado a portas del sexo. Hyde le sonreía y esos ojos, no parecían
ser los de él… Sakura no sabía de quiénes eran.
“¿Quién quieres que yo
sea, Sakura?”
Cerró la puerta a sus espaldas. Volvía a llover
profundamente, pero Sakura ya no pensaba en ello. Caminó con el saco de leña y
lo dejó frente a la chimenea. Debía empezar a hacer el fuego, y sin embargo, la
preocupación que esas palabras habían despertado no lograba abandonar su mente.
Miró hacia la puerta que daba al baño. Se escuchaba el rumor de las gotas de la
ducha haciendo una melodía con el sonido lejano de la lluvia.
Ese cambio tan repentino, el hecho que no recordara, los
dolores de cabeza tan extraños… Sakura suspiró, se pasó una mano por el
cabello, todo era tan confuso. Se dirigió hacia la puerta, la abrió con
suavidad. El vapor del agua le llegó como la caricia de un amante. Entró y vio
su silueta del otro lado del vidrio que cubría la ducha. Algo difusa, de
espaldas, el cuerpo atlético de Hyde desnudo. Una oleada de deseo puro se
extendió por todo su cuerpo.
Siguió con la mirada el camino del agua que bajaba por su
cabello, por su espalda y por las piernas firmes. Hyde no debía haber notado su
presencia y se llevaba el cabello hacia atrás, en un movimiento lento, acompasado,
hipnótico.
- ¿Quién eres tú?
El vocalista detuvo los movimientos. Ladeó el rostro. La voz
de Sakura pareció reverberar entre las cerámicas del baño y entre ambos, ahora,
que volvían a estar solos. Hyde detuvo la ducha y miró en su dirección. Y sus
ojos, incluso del otro lado del vidrio, se vieron tan azules, como el más
glacial de los hielos.
Le sonrió.
- ¿Viniste a terminar lo que empezaste, Sakurazawa?
Se dio la vuelta, abrió las puertas de vidrio de la ducha.
Estaba desnudo y su cuerpo era lo más deseable que el baterista había visto en
su vida. Sakura lo acarició con la mirada, mientras se acercaba, tan húmedo y
enviando el rastro del calor por todas partes. Hyde se detuvo frente a él y le
sonrió aún más profundo. Se veía tan onírico que incluso dolía mirarlo… Ya sus
ojos no se veían azules, eran castaños, Sakura no sabía de dónde iba todo eso.
- Toda esta ropa… ¿no es injusto que la lleves?- le preguntó
Hyde, acercándose sin abrazarlo del todo. Con parsimonia le quitó la camisa y le
besó los hombros y el cuello.- ¿Qué sucede, baterista? ¿Acaso ya no quieres
estar conmigo?
Lo estaba incitando, saboreaba las palabras como si
desgranara una fruta. Sakura cerró los ojos y aguantó el aliento. Los besos de
Hyde eran suaves y se sentían como descargas de electricidad pura sobre la piel
que iba mancillando. Era demasiado etéreo como para no tratar de abarcarlo, de
acercarse a él, como las luciérnagas a una luz demasiado brillante. Lo tomó de
las caderas, la piel húmeda donde antes se había refugiado pareció astillar de
placer con su calor. Una de sus manos subió a su cabello, lo acarició íntimamente
y Hyde contuvo el aliento con la caricia.
- ¿Por qué te amo tanto?- Sakura le preguntó casi con dolor,
casi sin pensar. Lo alejó y lo miró a los ojos, le acarició el rostro ambiguo,
de facciones imposibles- Todo sería tan fácil si yo no te amara…
Hyde entornó los ojos. “Lo sé” le dijo, gravemente, y fue
tan linda su expresión de dolor que Sakura sintió que le partía el alma.
- No sé que pasará mañana- Hyde siguió diciendo, acompasado-
no puedo prometerte nada… ¿Me querrás aún sabiéndolo? Porque incluso si no
puedo dejarte, es muy probable que yo no sea quien tú quieras…
Siempre mirándolo a los ojos, le rozó los labios con la yema
de los dedos. Le sonrió, un tanto nostálgico, y fue todo lo que Sakura necesitó
para que el deseo rompiera todas las barreras que había levantado. Lo atrajo,
en un beso profundo, pura angustia derramada entre sus labios que casi se
fundían. Salió con él del baño a tientas y lo llevó hasta la cama. Le haría el
amor una y otra vez si fuera necesario, le haría el amor hasta obligarlo a
quedarse así, por siempre, porque no había un lugar mejor para ellos que estar
juntos y ser uno.
Lo hizo caer sobre la mullida superficie, bajo su cuerpo,
aún húmedo, como en la noche anterior, con la sonrisa jugueteando en la boca. “¿Esto
estará bien, Sakura?”, Hyde le preguntó mientras el baterista se sacaba la ropa
y las manos de Hyde recorrían su pecho con una caricia lenta y deliberada. Lo
miró en todo momento a los ojos, como hipnotizándolo, como matándolo de forma
certera. Sakura bajó hasta él, lo besó hasta intoxicarse y entrelazó los dedos
de sus manos, al igual que lo había hecho la primera noche.
- Nosotros…- Hyde susurró, entrecortado, mientras Sakura le
besaba el cuello- No quiero perderte como amigo… pero ya no puedo ni quiero
detenerme…
Lo sintió arquearse. Su cuerpo era maleable, era fuego en
estado puro. “Deja de pensar, Hyde” Sakura le pidió, lo besó y lo tomó para
acomodarlo en su cuerpo. Parecía que hasta habían nacido para estar juntos,
porque cuando Hyde lo rodeaba con las piernas, con esa fuerza que Sakura no le
conocía, lo sabía: eran tan distintos que calzar parecía perfecto.
Lo tomó de las caderas. “Yo también te amo”, Hyde le dijo, sonriendo,
siempre rozando sus labios, rozando la locura y la incoherencia, viendo a los
ojos, mucho más allá de ellos. Sakura le abrió las piernas y ambos gimieron
ante la urgencia. Las caricias de Hyde se regaban en su espalda, Sakura sintió
que le rasgaba la piel marcando un camino por ella, hasta el término de la
espalda, hasta sus caderas y lo atraía hacia sí, demandante, fuerte. “Te quiero
adentro”, le susurró, en una orden, enviándole una mirada del todo oscura. Y de
nuevo, hubo un brillo azuloso en sus ojos cuando Sakura se apartó, tomó sus
piernas y las colocó rodeando su sexo.
La cama sonaba. Hyde se arqueó hacia atrás, con una
elasticidad felina, sonrió y cerró los ojos para sentirlo en pleno. Poseerlo de
esa manera hacía que el baterista pudiera ver todas las expresiones en su
rostro, que se pudiera embriagar de ellas. Sakura contrajo la mandíbula
mientras lo penetraba con cuidado, tan lento que le hacía daño. “Te estás
abriendo para mí, ¿puedes sentirlo?”, le susurró, la voz contraída y afectada.
Hyde asintió y sonrió aún más profundo, levantó el rostro y gimió de forma
grave cuando lo sintió del todo adentro. Se mordió los labios. “Dios… eres
perfecto” el vocalista le dijo, en un gesto de dolor y de placer que lo desarmó
por completo y que hizo que su erección, dentro de él, doliera y palpitara con
fuerza.
Sakura lo tomó de las caderas. Tan estrechas… lo guió hacia
él, en un compás lento y profundo que le nacía del alma. Hyde abrió los ojos,
sólo un poco, lo observó embelezado. Se aferró del borde de la cama con una
mano mientras la otra fue a parar a su brazo, tomándolo también con fuerza, con
esa fuerza de no querer dejarlo ir. “No me dejes, Sakura” le susurró, tensando
la expresión al máximo, arqueándose para gemir profundamente, de nuevo. El
baterista aumentó los movimientos, sus caderas casi chocaban, lo quería tanto…
con el rostro contraído, el cabello disperso sobre las sábanas, húmedo, su
pecho subiendo y bajando, rápido… se moriría así, dentro de él. Una y otra y
otra vez.
Tensó la mandíbula, lo penetraba hasta el fondo, repitió su
nombre en un placer que rasgaba el nirvana. En un momento bajó hasta él, casi
dejándose caer con rudeza. Hyde lo aferró de la espalda, ambos moviéndose,
arriba y abajo. Se vieron y se besaron y Sakura casi le mordió los labios
mientras se venía fuerte, violentamente, mortuoramente dentro.
La pequeña muerte… “Eres mío, ¿verdad?” Hyde le susurró mientras
el orgasmo lo llenaba. Ocultó el rostro en el hueco de su cuello y gimió
profundo, y Sakura sintió como si se viniera por segunda vez, como si las
contracciones alrededor de su sexo pudieran volverlo loco y hacerlo venir de
nuevo. Tan sólo un momento, cerrar los ojos, renacer de esa forma. Con un
último gemido y una sonrisa satisfecha Hyde se dejó caer laxo en la cama,
agotado, sudando, los latidos de su corazón resonando también en el pecho de
Sakura. Lo buscó a tientas y lo siguió besando con los ojos cerrados.
- Eres mío, ¿cierto?- le preguntó de nuevo, abriendo unos
ojos castaños. Hermosos.
Era inútil responderle. Sakura le sonrió y salió de su
interior con cuidado. Hyde suspiró y se acomodó mejor en sus brazos. Era tan
cálido sentirlo así, bajo su cuerpo, mientras la lluvia hacía música afuera y
la tormenta destruía todo.
- Dime que mañana recordarás cuánto te amo- el baterista, le
pidió encontrando al fin las palabras perdidas. Le dio un beso en la frente. Se
separó y lo vio con la vida en los ojos.
La sonrisa de Hyde se hizo más amplia. Lo vio detenidamente,
satisfecho, en la muerte y renacimiento único después del sexo. Le acarició el
rostro. Seguían siendo amigos, sí, pero ahora la complicidad había dado paso a
un sentimiento mucho más profundo. Tanto, que Sakura no sabía cuál era el
término de su cuerpo y el inicio del de él.
- Lo recordaré toda la vida, ¿te parece bien?- le dijo Hyde
finalmente, en respuesta, con la voz ronca por el sexo y el cuerpo sudoroso
entre sus brazos. Y a pesar de la palidez aún en su tono y el atisbo del dolor,
Sakura lo vio brillante. Y jovial y tan suyo. No pudo menos que amarlo hasta el
cansancio.
Dejó de cubrirlo y se acomodó a su lado. Al instante, Hyde
descansó la mejilla en su pecho y cerró los ojos, muriendo una vez más.
“Recuérdalo esta vida y la próxima” Sakura le propuso, en un susurro lleno de
sentimentalismo, acariciando su cabello negro y largo y sedoso, casi líquido.
Hyde asintió. Se dejó hacer mientras Sakura deslizaba las mantas para que los cubrieran
a ambos, mientras le daba un último beso en la frente y mientras Sakura
deseaba, viéndolo de esa manera, que durante la mañana se mantuvieran así, juntos,
y que el nuevo día no se llevara por segunda vez la felicidad que le había sido
tan esquiva durante años.
- Yo quería decirte- Hyde le susurró, antes de abandonarse
por completo al sueño- Quédate conmigo…
Sakura le sonrió. Lo acarició y lo vio por un tiempo
incontable. Y, a pesar de sus temores, sin darse cuenta, también cerró los
ojos, su respiración se igualó al ritmo acompasado de la respiración de Hyde, y
lentamente, se abandonó a la segunda muerte del sueño.
***
-¿Dónde están? ¡Tienes que saberlo!
Sakano levantó la mirada ante la urgencia de su voz.
- ¿De qué hablas?
- Sakura y Hyde, dime dónde demonios están.
Primera hora de la mañana. A penas había conciliado el
sueño. Su cerebro, tampoco había logrado desconectarlo durante la noche. Porque
cuando Tetsu había abierto los ojos esa mañana y había mirado alrededor, asfixiado
por el silencio del departamento de Hyde, su primer pensamiento había sido que
debía buscarlos. Porque estaban juntos. Y porque no podía permitir que lo
siguieran estando.
El hecho de que ninguno de los dos se hubiese aparecido en
el ensayo no podía menos que hacerlo sentir furioso. Y angustiado. A pesar de
que Ken le repitiera, una y otra vez, que desvariaba en esos celos estúpidos.
- No lo sé. Hyde tenía que hacerse unos exámenes, doy por
hecho que Sakura lo acompañó, ¿no?- respondió el representante con una simpleza
que lo ofendió. Y tan sumergido estaba en los temores que Tetsu ni siquiera
reparó en que algo debía de estar mal en Hyde.
El bajista tan sólo lanzó una nueva maldición entre dientes
y miró alrededor, desesperado. La sala de ensayos estaba llena de gente, entonces
¿porqué mierda ninguno de los dos se había aparecido por ahí?
- ¿Qué sucede, Tetsuya? Sé que extrañas a Hyde, pero no comas
ansias, ¿vale? Concéntrate mejor en el trabajo.
Sonrió con ironía. “Qué fácil es para ti decirlo”, le
contestó a Sakano, mordaz. Sabía que estaba generando la extrañeza no sólo de
Ken y del representante, sino de todos los que veían sus reacciones esa mañana.
Suspiró con hastío y decidió calmarse. Sin embargo, pasadas un par de horas,
supo que no podría seguir esperando de esa manera.
“Estás loco”, Ken le dijo en cuanto Tetsu le avisó que iría
hasta la casa de Sakura, una vez más. Lo miró de una forma profunda que en el
guitarrista parecía ser atípica, no obstante, ni siquiera sus palabras lograron
detenerlo cuando Tetsu tomó sus cosas y se aprestó a irse de la compañía.
- ¿Podemos hablar un momento, Tetsuya?
Ken no había podido detenerlo, era cierto, pero la voz de
Yukihiro sí consiguió hacerlo. En el pasillo, mientras se disponía a alcanzar
el ascensor. Tetsu se dio la vuelta hacia él y lo vio, un tanto extrañado.
A penas habían intercambiado algunas palabras durante la
mañana. Pensó en rehuir la petición, pero la forma en que el baterista lo
observaba le dio la pauta de que debía escuchar lo que tenía que decirle.
- ¿Qué sucede?
- Vamos a tomarnos un café, ¿te parece?- Yukihiro le propuso,
siempre afable. Le hizo un gesto hacia la ruta que daba al casino y Tetsu,
guiado por un presentimiento, asintió.
Sabía que el baterista no era de muchas palabras, un poco
como Tetsu mismo, pero cuando hablaba, realmente tenía cosas importantes que
decir. Lo siguió en silencio y pidieron un par de expresos. Y entonces, cuando
se sentaron juntos y Yukihiro entabló una pequeña conversación trivial acerca de
cómo había ido el ensayo mientras Tetsu estaba en Osaka, el bajista presintió
que no le hablaría de Ken, ni mucho menos.
En algún momento, Yukihiro hizo un alto. Sus ojos castaños
se entornaron, observándolo fijamente. Seguía sonriendo, sí, del todo amable,
pero en cuanto tomó la palabra Tetsu supo, mediado por el mismo presentimiento,
que en realidad quería hablarle de Hyde.
- Entiendo que estos
días deben haber sido un poco difíciles- comentó- De todas formas, algunas
cosas han vuelto a su cause, ¿cierto?
¿De qué hablaba? El bajista arrugó ligeramente el ceño. Lo
vio llevarse el café a los labios, los ojos de Yukihiro se perdieron por la luz
de la ventana. Él y Ken eran tan diferentes que era casi imposible pensar que
estuvieran juntos.
- Sé que no te gusta la relación de Hyde y Sakura, a mi
tampoco me gustaba en un principio, la verdad- rió.- Pero supongo que la vida
me ha hecho ver las cosas de otra manera. Espero que tú también llegues a
verlas así, Tetsu. Te lo digo como amigo.
- No estás siendo claro.
- Algunos lazos- Yukihiro desvió la mirada hacia él- Incluso
si no los quieres, permanecerán cada vez más fuertes mientras más intentes
destruirlos. Piensa en la situación de Hyde y de ti, por ejemplo. Incluso
cuando te casaste y Hyde se fue del país, tenía que volver y completar el ciclo
que ambos habían dejado abierto. Ese tipo de lazos, Tetsuya… para bien o para
mal, jamás se destruyen.
Se parecía un poco a Hyde. Tetsu lo supo de pronto, en una
revelación que lo dejó casi sin palabras, al fin comprendiendo porqué Sakura
había estado con él. El mutismo de siempre, las palabras ambiguas. Yukihiro le
volvió a sonreír y Tetsuya al fin supo que si él y el otro batero habían sido
amantes era porque Sakura había visto un rastro de la sombra de Hyde en él.
No terminaba de creerlo, de todas formas.
- A veces, tengo la impresión de que hay mucho de Hyde y de
Sakura que nunca llegaremos a comprender- Yukihiro prosiguió, un poco más
taciturno. Miró a las profundidades de su café luciendo reflexivo- Es cosa de
verlos juntos… no es un pensamiento que me agrade, como tampoco te agrada a ti.
Pero es así y sería injusto que si algo así se desarrolla, por culpa del pasado,
tú y yo tratemos de impedirlo.
- ¿Qué me estás tratando de decir?
Tetsuya recrudeció el tono. Al fin, su mente comenzaba a
comprender lo que subyacía tras las palabras del baterista. Yukihiro volvió a
observarlo con la sonrisa en el rostro y Tetsu se preguntó qué era todo lo que
se escondía en ese aspecto de serenidad.
- ¿Sigues interesado en Sakura?- le preguntó el bajista,
directo y medido. Lejos de vacilar, Yukihiro siguió sonriendo.
- No. Yo ahora estoy con Ken, él te lo contó, ¿no es cierto?
Y aunque ambos tengamos diferencias de opiniones, no lo sé… la vida sigue. Es
lo que trato de decirte.
Se observaron casi sin pestañear. Era el de siempre, el último
miembro de la banda, pero de pronto Tetsuya sintió que no lo conocía en lo
absoluto.
Y tuvo miedo, un miedo enorme porque, más que nunca, quedaba
en evidencia que el escenario que había dejado y al que había vuelto tras su
viaje a Osaka era completamente diferente. Y no le agradaban en lo más mínimo,
eso, las diferencias.
- ¿Por qué haces todo esto?- le preguntó, un poco brusco.
Yukihiro sonrió de medio lado. Ken no debía estar ni de cerca enterado del otro
aspecto de él.
Se encogió de hombros.
- Si algo le debo a Sakura, lo estoy cumpliendo con esto-
respondió, sencillo, llevando la taza del café que Tetsu ni siquiera había
tocado a sus labios. La saboreó con deleite y luego comentó, como si nada- Está
buenísimo, ¿no? No hay nada mejor que un café por la mañana.
El bajista se puso de pie. No quería seguir escuchando las
tonterías que trataba de decirle. Miró el entorno, asqueado. Movería todo,
incluso lo que había sido modificado hasta encontrar el lugar que había dejado
antes de partir.
- A mí no me engañas, Awaji- le dijo, sin querer guardar las
apariencias- Sigues interesado en ese imbécil… no me importaría si Ken no fuera
mi amigo y si no supiera que le puedes hacer daño.
- Jamás le haría daño a propósito.
- Entonces, apártate de una buena vez, antes de que Ken descubra
que lo estás usando para olvidar a Sakura.
Se vieron directo a los ojos. Yukihiro dejó de sonreír. No
se parecía a Hyde, Tetsu descubrió con una sonrisa amarga, negando con un
gesto. La forma en que Awaji cambiaba, en que sonreía por costumbre y de pronto
parecía inflexible, era, en realidad, más parecido a su propio estilo.
- Tomaré tus palabras como un consejo, como espero que tú
también lo hagas- comentó Yukihiro finalmente. Y se llevó el café de nuevo a
los labios, con parsimonia, en un secretismo que no tenía nombre- Es difícil de
olvidar, ¿no? El aroma del café.
No sabía de qué demonios le hablaba ni tampoco pensaba
quedarse a descubrirlo. Se vieron una última vez con un enfrentamiento velado
antes de que Tetsuya apartara la vista y decidiera irse, de una buena vez, de
esa compañía que también le parecía otra.
***
Se despertó de pronto, con un sobresalto. “Hyde”, musitó de
inmediato, palpando a su lado. Ya no estaba en la cama. Sakura se incorporó con
rapidez y vio a su alrededor. Las brasas crujían en la chimenea y el ambiente
estaba cálido. No sabía si era de día, las cortinas en las ventanas estaban
cerradas pero algo de luz se filtraba por ellas. “¡Hyde!”, llamó de nuevo, en
voz alta, la preocupación subiéndole por la garganta como líquido burbujeante.
Salió de la cama y se puso de pie. “No otra vez”, pensó con angustia,
rememorando la primera noche que habían pasado juntos y el fatídico día
siguiente. No podía simplemente olvidarlo… Se colocó los pantalones y la camisa
con premura, fue a buscar al baño, tampoco estaba.
“¡No!”
Miró alrededor, desesperado. La estancia vacía, sólo él y la
angustia. “¡Maldita sea!”, murmuró entre dientes y se precipitó hacia la puerta
principal. La abrió. La luz de un nuevo día, algo nublado pero con el sol
colándose por las nubes le impactó en el rostro y lo hizo entrecerrar los ojos.
Salió hacia el amplio jardín, barriendo con la vista la
explanada. Y entonces lo vio, sentado en una banca. Vestido y mirando el
arcoiris que se había colorado en el cielo.
Y en un segundo, el alivio y el miedo se conglomeraron en su
pecho. Sakura se dirigió hacia él a pasos lentos. No soportaría una vez más que
Hyde lo mirara sin recordar, sin embargo necesitaba saber… necesitaba que él le
dijera…
- ¿Qué se supone que haces aquí?
Las palabras le salieron más tensas de lo que pretendía.
Hyde desvió la mirada y se volteó hacia él. Se veía mejor que la noche
anterior. Sakura aguantó el aliento.
No lo soportaría…
el vocalista le sonrió. Se hizo un lado y le señaló el puesto vacante en una
clara invitación.
- Ese genio, Sakurazawa- musitó, con hilaridad- Nadie diría
que cuando pasas la noche teniendo sexo despiertas así al día siguiente…buenos
días para ti también.
La sonrisa se expandió por su rostro. Le envió una mirada
cómplice de cariño y Sakura sintió que el alma le volvía al cuerpo. Dejó salir
el aire que había estado aguantando, se acercó y le dio un beso en los labios,
sabiéndolo suyo, de inmediato. Un beso que Hyde correspondió riendo
ligeramente.
- Maldito seas por preocuparme, Takarai- le dijo el batero,
mitad cariñoso y mitad cabreado. Hyde rió de nuevo y lo apartó, jovial.
- Te veías bien durmiendo, así que no quise despertarte-
repuso, encogiéndose de hombros. Su mirada volvió a subir hacia el arcoiris.-
No hay lluvia que dure por siempre, ¿cierto?
Hablaba de forma figurativa. Sakura le pasó un brazo por los
hombros y le besó la frente. “Deja las diatribas y vayamos a desayunar” le
dijo, sintiendo tanto amor por él que no le cabía en el pecho. Hyde volteó a
verlo una vez más, asintió con una sonrisa y se pusieron de pie.
- Aquel hombre estaba hace un rato merodeando por aquí… me
dio los buenos días y se fue. No sé. Tiene algo extraño, ¿no?- Hyde comentó con
voz grave mientras caminaban de vuelta a la cabaña- De todas formas, muero de
hambre. Podríamos buscarlo y asaltar su alacena.
Imprimió a su tono un deje de conspiración. Sakura rió
suavemente y antes de responder, escuchó una voz a su espalda.
- ¡Así que ahí estaban!
Se detuvieron y voltearon hacia ellos. Anis Shimada venía
caminando desde la casona con el hombre que los había recibido por la noche. La
sonrisa de Anis se hizo más amplia mientras los alcanzaba. “A ti se te olvidó
que debías llamarme cuando llegaran, Sakurazawa”, le espetó al baterista. Sin
embargo, saludó a ambos con sendos gestos de afecto.
- Supongo que algo me hizo olvidarlo- Sakura se disculpó con
una sonrisa. Anis le envió una falsa mirada de enfado y se acercó a Hyde, con
sorpresa.
- ¡Vaya, Takarai! Sabía que estabas enfermo, pero no luces
tan muerto como esperaba.
- Lo tomaré como un cumplido- Hyde le respondió riendo. Sus
ojos fueron a parar hacia el hombre que los miraba en silencio- Muchas gracias
por todo a ambos… supongo que hubiese sido difícil volver a la ciudad con ese
clima.
El mayordomo hizo un gesto de reconocimiento, sin embargo,
había algo en la forma en que él y Hyde se miraron que a Sakura no pudo menos
que extrañarlo. “Vamos a desayunar adentro, ¿les parece?”, Anis comentó de
pronto, rompiendo el pequeño espacio de silencio que se había generado. Hyde
regresó la mirada a él y le sonrió de nuevo. Luego intercambió una mirada con
Sakura y ambos siguieron al vocalista de Monoral hacia la casona que había
pertenecido a su familia por años.
- Lamento que tuvieran que pasar la noche en la cabaña, por
lo general la casona permanece cerrada y sólo yo conservo las llaves- Anis les
comentó durante el trayecto. Se volteó hacia Sakura- De todas formas- agregó-
fue una suerte que me llamaras. Volver en motocicleta a Tokyo con ese clima… No
sé en qué estaban pensando cuando decidieron irse juntos con la amenaza de una
tormenta, ¿eh?
Le sonrió, y aunque fue leve, el batero presintió que había
algo oculto en sus palabras. Probablemente el hombre que los había recibido le
había comentado algo. Sakura se aclaró la garganta con algo de incomodidad.
Entraron a la casona, llegaron al salón principal, de un claro estilo
Victoriano. En seguida, Hyde se adelantó para contemplar los altos cuadros que
tapizaban las paredes.
- Eres un maldito con suerte, es difícil ver este estilo de
pintura por estos días- le comentó a Anis, entusiasmado. Sakura vio el
intercambio de palabras con cariño. A diferencia de tantos días de enfermedad,
Hyde parecía fresco y renovado.
- Tú solías pintar, ¿cierto? ¿No has considerado volver a
hacerlo, Takarai?- Anis le preguntó caminando hacia él y colocándose a su lado,
observando también la muestra. Hyde le envió una mirada rápida. La sonrisa en
su rostro vaciló un tanto.
- No lo creo… supongo que mis manos ya han perdido la
práctica.
- No hables tonterías. Cantar, tocar algún instrumento y la
pintura son como andar en bicicleta: jamás lo olvidas.
- Puede ser…- el vocalista suspiró y miró alrededor. Sus
ojos descansaron en Sakura.- De todas formas, no eres el primero que me lo
dice.
Se miraron con entendimiento mutuo. Sakura sonrió aún más
profundamente. Se había quedado rezagado, para observarlo como siempre lo
hacia, en silencio. Obviamente, sabía que Hyde estaba hablando de él. Anis vio
a ambos con una sonrisita, más que nunca Sakura tuvo la impresión que sabía más
de lo que aparentaba.
- Hay un par de emakis en el rellano de la escalera, si
quieres puedes subir a verlos mientras se prepara el desayuno- le dijo a Hyde,
quién y asintió.
El vocalista le envió una última mirada a Sakura antes de dejar
el salón y caminar hacia el pasillo principal, sus pasos haciendo ecos en la
amplia estancia. Anis y Sakura siguieron su recorrido con la mirada, y cuando
Hyde se hubo alejado lo suficiente como para que no pudiera escucharlos,
Shimada se volteó en su dirección y entonces Sakura estuvo seguro: había creado
el momento para que pudieran conversar a solas.
- ¿Y bien, batero?- comenzó a decir, alzando una ceja-
¿Cuándo piensas darme la feliz noticia?
- No sé de qué me hablas.
- ¿Ah, no?- Anis rió.- Me ofendes. Hay que ser un tonto para
no notar que al fin, ¡al fin!, escuchaste mis palabras y te decidiste a dejar
el puesto del amigo fiel y bla, bla, bla.
Sakura se cruzó de brazos, pero no pudo evitar que la
sonrisa se hiciera más amplia. “Supongo que hubo algo de eso”, respondió al
final, siempre lacónico. Shimada tomó sus palabras como una confirmación e hizo
un gesto de alivio y de victoria.
- ¡Hombre! Ya era hora… mira que esperar tanto tiempo, de
verdad. Supongo que eso significa que Hyde al fin se alejó del imbécil de Ogawa.
Por segunda vez en lo que iba de la mañana, el baterista sintió
que su felicidad tambaleaba. Se aclaró la garganta, una nueva vez. La sonrisa
desapareciendo gradualmente y sus ojos buscando el rastro de Hyde en la
escalera.
- No sabes cuánto desearía que así fuera- musitó, más para
si mismo.
La sonrisa en Anis también se evaporó.
- ¿Cómo es eso? Espera… ¿Acaso Hyde y tú no están juntos?
- Sí…- ¿lo estaban?- Pero supongo que algunas cosas toman
demasiado tiempo.
Estaba tratando de auto convencerse, de decirse que todo
estaría bien, que podía confiar en Hyde aún cuando el vocalista no le hubiera
prometido nada claro. Recordó sus palabras y no pudo menos que sentir una
amarga preocupación llenándole el pecho, como la asfixia. “¿Me querrás aún sabiéndolo? Porque incluso si no puedo dejarte, es muy
probable que yo no sea quien tú quieras”
Bajó la mirada. “¿Acaso sabes a quién quiero, Hyde?”, se
preguntó. No terminaba de entender esa reticencia, si todo estaba claro entre
ellos, si ambos sentían lo mismo… entonces, ¿por qué Hyde no podía dejar todo y
ser feliz de una maldita vez? ¿Qué era lo tan grande que lo unía a Ogawa?
No…
“¿Amor?”
Ya lo había pensado antes, y no, no quería seguir
haciéndolo. Lo recordó, sin embargo, y se obligó a anclarse en ese recuerdo: en
la forma en que Hyde lo había besado, en que su cuerpo se había abierto ante
él. Para él. No… No podía caber nadie
más entre ellos, Hyde no mentía cuando lo miraba de esa forma, contenido, necesitándolo
cerca, tal como el baterista lo hacía por años.
- Sakura- Anis lo llamó y el batero levantó la mirada hacia
él. Mucho más solícito, el alto vocalista parecía haber observado todas sus reacciones-
No te preocupes tanto, ¿vale? Hyde ha sufrido demasiado como para que olvide
todo de la noche a la mañana… pero tan sólo viéndolos hoy, a ambos, puedo notar
que la relación entre ustedes es demasiado fuerte como para que se acabe.
- ¿Ni siquiera por el mismo Hyde?- Sakura preguntó con la
voz rasposa. De nuevo, hacia sí mismo. Anis negó con una sonrisa.
- Dime algo, ¿qué parte del “Hyde te ama y no se ha dado
cuenta” no has escuchado a lo largo de todos estos años, Sakurazawa?
De nuevo el tono irónico. Sakura suspiró y sonrió levemente,
no tan amargo. Escuchar esas palabras de otra persona le devolvía la tibia
esperanza en el pecho, a medias, como cuando había hablado con Yukihiro. Era
mejor recoger lo que otros veían que sumirse y ahogarse en las múltiples
preguntas sin respuestas.
“Supongo que debo darte las gracias”, Sakura musitó y Anis
se encogió de hombros, con simpleza. Un segundo antes de que los pasos de Hyde
se hicieran notar de vuelta y lo llenara todo con su presencia, todo el vacío
que parecía haber inundado el salón ahora que Sakura dudaba.
- ¿De qué estaban hablando ustedes dos?
Como siempre. Hyde los observó a ambos de esa forma en que
daban ganas de besarlo. Sakura le envió una mirada cargada de cariño mientras
Anis le cambiaba el tema y los guiaba, a ambos, hacia el comedor.
De todas formas, el vocalista siguió viéndolos con sospecha.
- ¿Te cuento un secreto, Sakurazawa?- le susurró al oído una
vez que Anis fue a ver al mayordomo en la cocina y los dejó solos- Es difícil
tenerte cerca y no querer saltar sobre ti… Si sabes a lo que me refiero.
Sakura rió. Su relación había cambiado completamente, pero
mientras respiraba el olor de Hyde, a su lado, tan accesible como no había
estado en años, sintió que quería acostumbrarse a eso. Necesitaba seguir
sintiéndolo suyo, a pesar de las dudas.
- No es una mala idea, ahora que lo insinúas- le comentó
siguiendo el juego. Hyde rió también y ambos se separaron un poco cuando Anis
volvió a alcanzarlos.
Tan rutinario y tan tranquilo todo. De todas formas, la
felicidad, esa arma de doble filo, no podía durar para siempre, Sakura lo sabía.
Porque aunque la estancia en la casa había sido tranquila, y aunque después de
desayunar se despidieron de Shimada, casi renovados, luego de una lluvia que lo
había cambiado todo, súbitamente, mientras subían a la Harley y se disponían a
volver a la ciudad, algo se lo dijo. Un presentimiento que nacía del instinto. Sakura
lo supo: no podía fiarse en que esa felicidad durara para siempre.
- Quiero que me prometas algo.
Hyde esbozó una sutil expresión de desconcierto. A medio camino
de subirse también a la motocicleta, a sus espaldas. El viento del nuevo día
jugaba con su cabello largo y con su aspecto de chico rockero y rebelde.
- Ayer te prometí muchas cosas, ¿no?
- No, Hyde, no lo hiciste.
Había recrudecido el tono de voz a propósito. Sakura puso la
motocicleta en marcha y desvió la mirada. Quería ganar tiempo y elegir bien sus
palabras. Sabía que Hyde lo veía con una no oculta sospecha, pero necesitaba
hablarle ahora que seguían lejos. Y solos.
Hablarle para no morir por las palabras atoradas en su
garganta y esa duda, eterna, que lo asfixiaba.
- Te dije que iba a esperar y lo haré- continuó y encontró
el valor para subir la mirada y observarlo, profundamente. Implacable- Aún así,
no puedes pretender que cuando Ogawa regrese, te deje ir con él y acepte que finjas
ser su amante… que lo seas en realidad, sin sentir nada. ¿O acaso es lo que
esperas?
Estrechó los ojos, de nuevo el dolor de siempre bañándolo. No
quería pensar en la idea. Le dolía hacerlo, mucho más de lo que Hyde podría
llegar a entender. La expresión de sorpresa del vocalista duró unos segundos,
sin embargo, pronto pasó a ser de tristeza. Y ahora, fue él quién le rehuyó la
mirada y vio a su alrededor, pensativo.
- ¿Entonces qué debo hacer, Sakura?- el respondió, en un
hilo de voz que hacía eco con el tibio viento después de la tormenta- He
esperado tanto tiempo que yo…
- Dime que lo amas y acaba con todo esto- Sakura lo
interrumpió con fiereza. Hyde desvió la mirada de inmediato hacia él y abrió
los ojos con estupor- Tan sólo dime que todo lo que pasó ayer fue una mentira.
Todo lo que hicimos… ¿fue sólo sexo para ti, Hyde? ¿Es por eso que no puedes
dejarlo?
- ¡Por supuesto que no!
La voz de Hyde bajó hasta alcanzar un tono grave,
desgarrado. Nunca habían discutido de esa manera, nunca Sakura había sido tan
frío ni tan implacable con él, pero cuánto lo necesitaba… porque Hyde parecía
no ver ni oír todo lo que sucedía a su alrededor si no lo remecía. El vocalista
suspiró, miró alrededor, una vez más, descolocado. Y mientras recuperaba las
palabras a Sakura le pareció tan doloroso seguir así, aguantando el aliento,
casi muriendo porque si Hyde se lo confirmaba… por mucho que lo amaba, no sabía
si iba perdonarlo.
- ¡Maldita sea!- Hyde susurró entre dientes y volvió a
suspirar, furioso- ¿De verdad crees que me acostaría con mi mejor amigo sólo
por sexo?... ¿Acaso sabes lo mucho que me descoloca esta situación? ¡Por dios,
Sakura! Hasta ayer me negaba a pensar en ti como nada más… ni siquiera yo me
entiendo, nada de esto tiene sentido, pero la única maldita cosa que tengo
clara es que te amo más de lo que te puedes imaginar. Porque no sabes… no
tienes idea cómo se siente pensar que algún día puedas faltarme, como me he
sentido desde que supe que Yukihiro y tú… ¿Acaso no notas mis reacciones? ¡Si
eso no es amor, baterista, entonces qué demonios es!
Le envió una mirada furiosa. Jadeaba, rápido, y Sakura
sintió que esa respiración frenética iba acorde a los ritmos de su propio corazón.
Dios… se moría por devorárselo a besos, una y otra vez, hacerle el amor a ese
cuerpo y a ese rostro que valía millones. Pero que sólo él veía como era, en
realidad. Tan sólo un hombre demasiado joven y demasiado confundido y demasiado
triste.
Hyde sonrió con amargura.
- No amo a Tetsu. ¿Es lo que quieres escuchar? Lo odio, lo
sabes… pero dime, ¿cómo se olvida un odio de años?
- Puedes hacerlo si ese odio no es más fuerte que el amor
que dices tenerme.
- ¿Digo tenerte?- Hyde repitió con incredulidad. Estrechó
los ojos y le envió una nueva mirada furiosa.- ¿Realmente crees que la persona
a la que ayer jodiste en esa puta cama puede fingir todo lo que tú le
provocabas?
Estaba hablando como le nacía del alma, de esa forma vulgar
y rebelde que Sakura adoraba. Se acercó a él y Sakura ya no quiso evitarlo: lo
tomó con fuerza por el brazo. Lo atrajo hacia sí y le dio un beso en los labios
con premura, con tristeza, con devoción y con todo aquello que Hyde le había
inspirado desde siempre, eso que lo volvía loco de deseo. Hyde le correspondió
el beso de inmediato, profundo, ansioso. Sin embargo, cuando se separaron le
envió una mirada feroz y dolida.
- Escúchame bien, puedo ser un hijo de puta con él y con
todos… y no soy una buena persona, a pesar de todo lo que siempre has querido
ver en mí- siguió diciendo y mirándolo a los ojos en un desafío- Pero Sakura,
si hay algo de verdad en todo esto es lo que siento por ti... Y sí, podría ser
como con ese imbécil, podría ser sólo sexo… pero no podría mentirte, ¿cierto?
Mentirte sería como mentirme a mí mismo… Un imposible.
Lo miraba casi sin pestañear. Sakura sintió que lo amaba más
que antes, más que nunca, le acarició el rostro y volvió a presionar sus labios.
“Quédate solo conmigo, como me lo pediste ayer”, le pidió, por vez incontable,
en el sutil roce. Sintió a Hyde tensarse, el vocalista se apartó y bajó la
mirada.
- ¿Es lo que quieres? ¿Quieres a alguien así a tu lado, lleno
de odio?... ¿No será peor si estamos juntos de esta manera?
- Habla claro, Hyde- Sakura le espetó aún tomándolo del
brazo. No empleaba fuerza como para ser daño, pero supo que tenía que ser
insistente. Y de alguna forma, sintió que los ojos de Hyde se entornaban con
placer mientras más presión ejercía.
Se lo había dicho, mucho antes de confesarle que lo amaba. “Haría por ti lo que fuera… incluso si no me
lo pides”, le había declarado buscando un beso con urgencia, mientras la
lluvia caía y la tierra los albergaba y entonces porqué… Sakura no entendía
porqué ahora desconocía sus propias palabras. Porque no podía acceder a lo
único que le pediría, siempre. Quedarse a su lado, sin tantas excusas.
- Tan sólo dame tiempo, Sakura- Hyde musitó y volvió a
levantar la mirada. Tan profundo en ese castaño furioso, atormentado, la cima
misma de las tormentas- Dame tiempo… es todo lo que te pido. No volveré a vivir
con Tetsu, me iré solo al departamento y le exigiré que se largue, pero ten un
poco de paciencia… déjame resolver todo a mi manera. Por favor, Sakura.
Nunca le había pedido nada como eso, ni siquiera cuando lo
había puesto en conocimiento de sus planes antes de volver de Londres. Estaba
siendo dolorosamente sincero y Sakura se sintió sin habla. Sabía lo que esa
petición guardaba. Hyde seguiría fingiendo que amaba a Ogawa, seguiría en ese
afán estúpido de destrozar todo alrededor. El baterista lo soltó y no quiso seguir
viéndolo. Ese afán estúpido de destruirlos todo, incluso a ellos mismos…
¿Por qué?
- Escúchame, si en un par de meses no logro todo lo que
quiero, te prometo que me iré contigo. Nos iremos a Londres, a donde tú
quieras. Me olvidaré de todo y de todos, pero entiéndelo, baterista… no puedo
irme antes de haberlo intentado siquiera…
- ¿Por qué, Hyde?- verbalizó la pregunta de siempre. La
motocicleta renqueaba, tan violentamente como él. Sakura volvió a verlo. Hyde
se quedó perplejo ante su expresión.
Le sonrió, leve, desorientado. Esos ojos… incluso cuando
eran los de siempre, Sakura pensó que podía ver con un tinte de azul profundo
en ellos.
- ¿Por qué no?- preguntó Hyde, tan frío que logró
sorprenderlo- El bastardo debe pagar y si yo estoy tan cerca como para
lograrlo… dime, ¿por qué no?
Por mí. Por ti mismo.
- Incluso si tú y yo no volvemos a vernos. Incluso si no me
da la puta gana aceptarlo, si decido que no quiero volver a verte… vas a seguir
con todo esto, ¿verdad?- Sakura concluyó de forma triste. No era una pregunta. La
sonrisa de Hyde aminoró.
El vocalista negó con un gesto vehemente. “Olvídalo… no
puedes dejarme”, le dijo, casi en una súplica, con su voz en ocho octavas más
abajo y rasgando el dolor y la terquedad. “Te lo pedí ayer, Sakura”, le siguió
diciendo, eliminando la distancia, buscando sus ojos “Te lo pedí mientras
estábamos juntos, ¿lo recuerdas? Por favor… no me dejes. No voy a vivir sin ti.
No me da la gana hacerlo”
Sonaba como un niño desesperado y testarudo. Sakura ladeó el
rostro, “sube”, le dijo, lacónico. No había nada más que hacer ni que hablar.
Hyde pareció mudo ante su indiferencia, los ojos, de nuevo azules, se tensaban
ya sea por el dolor o la impotencia. Finalmente, se incorporó y se montó a sus
espaldas. Y se aferró a él con una fuerza casi asfixiante.
- Si tengo que morir diez veces para que te convenzas que te
amo, batero- le susurró, en su oído, electrizante.- Lo haré. Y tú sabes que lo
haré hasta el cansancio.
Sakura suspiró. Le dio al acelerador, salieron de los
jardines de la casona y tomaron la ruta un poco lodosa y algo difícil. Difícil
como todo a su alrededor, de pronto. Hyde no era suyo ni de nadie más que de
esa locura, que de ese deseo de venganza que amenazaba con destrozarlo todo.
“Se debe haber dado
cuenta, ¿verdad? Esos ojos… no son como los de usted o los míos”
La carrera fue frenética, Sakura quiso que así fuera. Necesitaba
manejar de esa forma. Y mientras el camino hacia la ciudad donde residían todos
sus problemas se veía más claro, se concentró en conducir y no pensar en nada
más. Ni siquiera en sentirlo a él. Porque lo amaba, pero Hyde no tenía idea de
lo que sucedía a su alrededor. Y lo peor, en qué terminaría todo eso.
Tomaron la autopista. Iban demasiado rápido, como si la
motocicleta quisiera alcanzar el viento y el punto de no retorno de sus
pensamientos. “Tú quieres matarnos, ¿cierto?”, Hyde le comentó en su oído con
una risa, en un cruce especialmente difícil. Pero no tenía idea de cuánto
costaba. Cuánto dolía. La velocidad y el vértigo no eran nada comparados con
eso.
Se fueron por la vía principal. La autopista dio lugar a las
calles de la ciudad, Tokyo brillaba con un día hibrido de luces y sombras. La
carrera debió durar una hora, pero Sakura sintió que sólo fue un segundo. Y le
hubiera gustado que durase para siempre, para mantenerse pensando en manejar y
no matarse, y no en que toda la felicidad se había ido con el viento, tan
rápido, en cosa de segundos.
“Detente allí. Voy a comprar un café, ¿vale?”, Hyde le pidió
a calles de su casa, señalando una estación de servicio. Sakura se detuvo del
otro lado de la vereda. El vocalista bajó y lo quedó viendo con una sonrisa
algo tímida.
- ¿Estarás cuando vuelvas o piensas cumplir tus amenazas?-
trató de bromear, pero la mirada lo traicionaba. Quizás la tristeza en ella. Y
aunque moría por la desazón y la ira por dentro, Sakura no pudo más que, como
siempre, amarlo.
Sonrió.
- No pienso tirar tus cosas por el balcón, si eso es lo que
estás pensando.
Lo escuchó reír levemente. Aquella se oía como el viento que
mecía las ramas de los árboles, haciéndolos cantar.
- Adelántate si quieres. Te llevaré un mokaccino para que
endulces la expresión, batero- Hyde siguió bromeando, aunque visiblemente más aliviado. Le hizo un
gesto de despedida cuando Sakura puso la Harley en marcha y compartieron una última mirada
en que el mundo parecía detenerse. Congelarse. Tan sólo eran ellos.
Antes de que el
baterista reanudara el camino y Hyde se sintiera, por primera vez en horas, en benditas
horas alejado de ese mundo urbano, irremediable y absolutamente solo.
Solo.
Porque no era que sólo Sakura se fuera. Era que no sabía qué
demonios estaba haciendo y que lo había dejado solo con su fastidiosa presencia
y sus más profundos temores.
¿Será que una parte de
mí sí quiere alejarte, Sakura?
Se dio vuelta. Vio la estación donde se supone que iría, pero
lejos de caminar hacia ella, Hyde quiso dar marcha atrás, perderse por alguna
calle aledaña y correr. Correr lejos, en sentido contrario a las agujas del reloj.
Correr donde nadie pudiera verlo ni alcanzarlo y donde pudiera gritar todo lo
que lo asfixiaba, a sus anchas.
Cerró los ojos. Respiró profundo ese aire tibio y a veces
frío de la estación que cambiaba. Sentía el ruido de los autos alrededor, pero
sólo podía recordar la lluvia y sus besos y su cuerpo. Y el aroma a café por la
mañana. Ese que necesitaba probar a todas horas.
Cómo podía dudar que lo amara si, de pronto, ese amor estaba
en todas partes. Bajo la piel, circulando con la sangre. Como si nunca lo
hubiera visto y simplemente hubiera estado allí, anidándose, aguardando el
momento preciso en que algo hiciera eco en su mente. En su mundo siempre igual.
Y, de pronto, se diera cuenta que sin Sakura él… él realmente moriría…
“De verdad quería
decírtelo. Porque necesitaba pedirte que
nos fuéramos lejos. Pero tú no lo entiendes, Sakura… Este odio me ata y aunque
a veces dude, no puedo. No debo alejarme”
Alguien lo tomó del brazo. Con un sobresalto, Hyde abrió los
ojos y el mundo pareció venirse abajo cuando lo vio, sonriendo, a su lado.
- Así que aquí estás- le sonrió- No sabes cuánto he esperado
por ti, Hyde.
No era Sakura. Y por un segundo creyó que era otra
alucinación, otro juego absurdo de su mente. Pero no…. incluso sentía su olor,
a raudales, tan diferente al del batero, tan asqueante... Estaba algo irritado,
las ojeras bajo sus ojos declaraban una preocupación abierta, pero le sonreía y
lo miraba con un brillo inconfundible de devoción en los ojos. Ese que hace
años Hyde había amado pero que ahora, sencillamente, le parecía un insulto.
- He estado esperando por horas- Tetsu repitió, y a pesar de
que se suponía que no debía hacerlo, antes de que incluso Hyde pudiera
evitarlo, se inclinó y le dio un beso que le supo frío en los labios.
El vocalista cerró los ojos. “Te he extrañado tanto”,
escuchó que le susurraba. Y de nuevo el mundo, su mundo asqueante, por vez
incontable se puso en marcha.