Nota de la autora: última actualización del año. Muchas gracias por seguir BDS, espero que tengan unas muy felices fiestas.
¡Disfruten el capítulo!
***

- Escucha- Hyde le envió una mirada que pretendía, fuera de escarmiento- Si quieres seguirme por toda la maldita prefectura hazlo, pero no vengas a mi trabajo a traerme problemas. Me encantaría tener todo el tiempo libre para joder la vida de los demás como tú lo haces, pero lamentablemente, necesito este trabajo para pagarme los estudios... ¿Puedes entender algo tan elemental o ni siquiera te da para eso?

- No tienes porqué ser tan agresivo.

- ¿Ah no?- rió- ¿Qué harías tú si un tipo al que acabas de conocer se empeña en seguirte, como un puto psicópata?

- Tú me interesas, Hyde- Tetsuya lo vio fijamente, cruzado de brazos, entornando sus ojos castaños- Entiendo que te descoloque mi interés por ti, pero si pudieras escucharte cantar comprenderías un poco más porqué no voy a descansar hasta convencerte que lo tuyo es la música. Que no tienes porqué seguir aquí, limpiando mesas para pagarte una carrera que no vale la pena cuando tienes todo el potencial para ser el mejor vocalista de Osaka. Para tener todo lo que tú quieras.

- ¿Lo que yo quiera?- Hyde sonrió de forma irónica. Se inclinó en la barra y le habló con voz baja, para que solamente él lo escuchara- Lo único que ahora quiero es que te largues. Para tu mala suerte, mi vida es pintar y créeme, prefiero seguir aquí, limpiando mesas y estudiando una carrera que no vale la pena, como tú lo dices, que acceder a tus caprichos de niño mimado... ¿Necesitas que te vuelva a pedir que desaparezcas o te dibujo un mapa hacia la salida, bajista?

Se observaron una última vez, casi sin pestañear, hasta que Tetsuya se alejó unos pasos y ahogó un suspiro, de nuevo con esa sonrisa de superioridad que Hyde odiaba tanto.

- Como quieras- accedió- pero mañana me tendrás por aquí de nuevo y así será todos los días, hasta que me des una respuesta afirmativa.

- Vete a la mierda- el chico le deletreó de forma clara y se dio vuelta hacia la cafetera, antes de que la sonrisita de Ogawa lo sacara de sus casillas.

Respiró aliviado cuando escuchó el ruido de la campanilla de la puerta, signo elocuente de que el bajista había entendido el mensaje y se había ido de la cafetería. Le envió una última maldición entre dientes y estaba por volver a limpiar el filtro de la cafetera, de forma cuasi compulsiva, cuando un silbido a su espalda hizo que se volteara y tuvo que ahogar un suspiro de hastío.

El amigo de Ogawa se había quedado frente a la barra, apoyado de costado, lo observaba con una sonrisa descarada en los labios.

- Antes de que te pongas a gritarme también, déjame hacer constancia de que yo vine en son de paz, ¿eh?- comentó y luego adoptó un rictus de conspiración- Aquí, entre nos, me agrada mucho ese carácter que te cargas... Conozco a Tetsuya Ogawa de años y nadie lo había puesto en su sitio como tú lo haces.

- Siempre hay una primera vez, ¿qué quieres?

- Por ahora, que no me veas con cara de asesino y escuches el consejo de un amigo- el chico se levantó los anteojos negros y dejó ver una mirada oscura, sumamente astuta- Mi nombre es Hiroki, o Hiro, da igual. El caso es que soy el guitarrista del proyecto de banda que tiene Ogawa, el mismo del que, supongo, te ha hablado hasta el cansancio, ¿cierto?

Lanzó una risita entre dientes y se acomodó en una de las sillas, frente a la barra. Hyde miró alrededor y se cercioró de que nadie en la cafetería estuviera siguiendo su conversación. Lo menos que quería era tener problemas por estar hablando en horas de trabajo.

Estaba por despachar al amigo de Ogawa cuando éste se le adelantó de nuevo, sonriendo de forma lobuna.

- No soy un psicópata como Tetsuya, si eso es lo que crees. Pero admito que tienes una voz curiosa… nada que no se pueda encontrar con una buena búsqueda, la verdad.

- ¿Y el punto es?- Hyde levantó una ceja, impaciente.

Hiro lo observó casi sin pestañear.

- El punto es que conozco a Ogawa, ya te lo dije. Y lo que has visto de él no es ni la mitad de lo que te podrías encontrar más adelante, si tienes la desgracia de conocerlo a fondo.

- ¿Quién te dijo que quiero conocerlo a fondo?- Hyde recrudeció el tono de voz y lo hizo reír de nuevo.

Le estaba exasperando aquel tipo.

- Mira, Takarai, tienes algo que me agrada, más allá de tu carácter. Por eso déjame que te de un consejo. Lo vas a necesitar tarde o temprano, si te empeñas en darle negativas.

La campanilla de la puerta sonó de nuevo y ambos miraron hacia ella. Tetsuya Ogawa volvía a aparecer, sus ojos pasaron de Hiro a Hyde y viceversa.

- Ahí, donde lo ves- prosiguió Hiro, en voz baja, haciéndole un saludo a Tetsu- con el aspecto de un niño bueno, de buena familia y futuro asegurado… con todo y eso, Tetsuya Ogawa siempre consigue lo que quiere. Y no escatimará en recursos si lo que quiere es hacerte cambiar de opinión.

- ¿Qué estás tratando de insinuar?

El bajista comenzó a acercarse, sorteando las mesas. Hiro se puso de pie y observó a Hyde, mucho más serio de lo que había estado antes. Por algún motivo, Hyde sintió que un frío corría por su espalda, en tanto se veía reflejado en la mirada tormentosa de aquel tipo.

- Cuídate de él, Takarai- le susurró, con tanta seriedad que parecía que le hablaba otra persona - Cuídate y no te fíes de él, por más inofensivo que parezca… Tarde o temprano te vas arrepentir de haberlo conocido y te lo aseguro, será demasiado para que puedas escapar. Recuérdalo.

No bien había acabado de hablar cuando el bajista llegó hasta ellos, demandante e impaciente por partes iguales. “¿Todo bien?” inquirió, mirando a Hyde de forma intensa. Hiro se levantó del asiento y lanzó una clara maldición entre dientes.

- El café tendrá que esperar, Takarai- le dijo, a modo de despedida. Su semblante había regresa a la despreocupación habitual, sin embargo, antes de seguir al bajista hacia la salida le envió una mirada a Hyde, con la misma seriedad que había manifestado segundos antes.

Esa que pregonaba todo un vaticinio.

“Te vas a arrepentir de haberlo conocido. Recuérdalo”.







***

Bodas de Sangre

Capítulo 25
Advertencias

***






No era una opción pedir perdón, tampoco tenía porqué hacerlo. En algún momento, Hyde se daría cuenta que todo lo que había pasado, todo lo que Tetsu había hecho había sido por su bien. Por su futuro.

Algún día…

Pero no hoy

- Si vienes a hacer gala de tu misericordia, vete a otra parte, bajista. No la necesito.

El ruido de las cajas al caer, una sobre otra sobre el piso de la bodega, pareció llenar los resquicios de la instancia y todo lo que se extendía en torno a ambos. La figura delgada de Hyde sobresalía entre toda aquella oscuridad abismante y por sobre todo, la palidez de su rostro y la mirada perdida en sus ojos. El blanco de las vendas que le cubrían los brazos y las manos, como una segunda piel.

Pese a sus convicciones, Tetsuya sintió que algo se removía dentro de su pecho: culpa.

Tú me obligaste a esto

El sonido de un teléfono interrumpió la visión y sus cavilaciones y Tetsuya abrió los ojos, volvió a cerrarlos, con premura. La claridad del cuarto pareció cegarlo, aumentó el dolor incesante en su cabeza y lo hizo maldecir entre dientes, en tanto se incorporaba, desorientado.

- ¿Bueno?

La voz le salió rasposa y alguien lanzó una risotada del otro lado de la línea. Tuvo ganas de maldecir una segunda vez, pero Ken Kitamura fue mucho más rápido.

- ¡Vaya! Todos sabemos que la vida en Osaka es mejor, pero hombre, no pensé que te irías de farra tan pronto.

- ¿Qué quieres?

- Esa no es la forma de tratar a tu mejor amigo- Ken lanzó un siseo - Quería saber cómo te había ido con el imbécil de Hiroki, pero tu mal humor me lo dice todo. Y con lujo de detalles.

Las palabras del guitarrista lo trajeron de vuelta a la realidad. Hizo un nuevo intento por abrir los ojos, esta vez, con mayor éxito. Miró a su alrededor y se encontró en su habitación en el hotel.

No tenía idea de cómo había llegado ahí.

- ¿Tetsuya? ¡No te quedes en silencio, carajo! Estás haciendo que me preocupe y créeme, no quiero partir el puto día con más preocupaciones de las que tengo.

- Baja un poco la voz, ¿vale?- Tetsuya articuló y se tocó el punto exacto de la cabeza donde el dolor pulsaba, con la mano que tenía libre.- Le hable a Sakano ayer por la noche, después de que me entrevisté con Hiroki. ¿No les dijo nada?

- Son las ocho de la mañana, voy conduciendo a la compañía. ¿Tan mal estás que no sabes la hora?

- ¿Cómo está Hyde?- preguntó de pronto, casi sin filtrar pensamientos.

Ken ahogó un suspiro del otro lado de la línea.

- Haido está como siempre, no sé porqué te preocupas tanto. Ayer lo vi un poco pálido, pero seguro que hoy anda feliz porque el imbécil de Sakura se nos une a los ensayos.

- Así que Sakura llega hoy a la compañía- Tetsu reflexionó en voz alta. Vio el reloj de la mesita de noche y arrugó el ceño, sin poder evitarlo- La negociación con Hiroki no llegó a buen término, y por lo que sé, Pero está empañado en no volver a la música. Lo más probable es que sólo Sakura se integre al concierto aniversario.

- El enano no estará muy contento cuando se entere que no se podrá llevar a cabo su brillante idea.

- No lo estará, pero no puedo hacer nada al respecto.

Se puso de pie, con dificultad, y miró a su alrededor. Algunas prendas de su ropa estaban dobladas en el borde de la cama, con un cuidado que le parecía casi conocido. “Te llamo dentro de la mañana, ¿vale?” le dijo a Ken, tratando de no sonar tan cortante. Una vez que el guitarrista terminó la comunicación, marcó el número del celular de Hyde, pero no obtuvo buenos resultados.

Sakura tampoco contestaba.

Están juntos, es obvio

Caminó a trompicones hacia el baño y se dio una ducha con agua helada, para terminar de despertar. Poco a poco, iba recordando parajes de la noche anterior, aunque la ronda de whiskys que había tomado en un bar se hacía cada vez más y más brumosa.

No tenía idea cómo había vuelto al hotel, considerando el nivel de borrachera que se había puesto.

“Aún puedo ir y contarle a Hyde cómo y cuándo le cagaste la vida. Y todavía mejor: el porqué”
- Maldita sea mi suerte- murmuró bajo el agua de la ducha. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

Tenía que calmarse y pensar en frío.

Han pasado casi veinte años, no podrá probar nada… Haido no le creerá y aún si lo hace, tiene que entender mis razones.

Lo hice por él y al final, el tiempo me dio la razón, salió de la ducha con una toalla en las caderas. El vidrio del lavamanos estaba empañado, lo limpió con el dorso de la mano y su propio reflejo le devolvió una mirada fija, de fría determinación. Si no fuera por mí, Hyde no tendría ni la mitad de lo que ahora tiene… el precio a pagar no fue nada comparado con todo lo que logró por su voz, y no por sus manos.

Se secó el cabello con parsimonia. Así tenía que ser… incluso si Hiro llegaba a hablar con Hyde, la razón estaría de su parte. No tenía porqué arrepentirse por haber hecho lo correcto.

Y, de todas formas, había sido Hyde quien no había querido escuchar sus razones. El que había rechazado sus consejos una y otra vez, en su irrisorio afán por seguir en el arte.

Qué estupidez.

Cerca de las diez de la mañana, bajó a la recepción, pulcramente vestido y con nuevos ánimos. No tenía intenciones de dilatar su estadía en Osaka, por lo que se quedaría sólo por ese día y compraría un boleto para volver a Tokio, en la noche.

Quería estar con Hyde lo más pronto posible.

Sakura vuelve a la banda… no me conviene que estén cerca.

- Buenos días, ¿alguien me ha dejado algún mensaje?- le preguntó con cordialidad al recepcionista, mientras revisaba los llamados en su celular y planeaba rápidamente su último itinerario en Osaka. El hombre preguntó su nombre y revisó en los papeles. Le tendió una tarjeta del restorán en el que había estado la noche anterior y algunos folletos de visitas turísticas en la zona.

- Por cierto- repuso, antes de que Tetsuya se fuera- su mujer dijo que lo espera hasta las diez y treinta en el comedor.

Tetsu arrugó el ceño.

- ¿Mi mujer?

- Sí, la mujer que llegó con usted anoche. Regresó esta mañana y dijo que estaría desayunando en el comedor, por si quería reunirse con ella.

¿Qué tipo de broma era ésa? Tetsuya se mantuvo serio por unos cuantos segundos, recobró la compostura y volvió a agradecer al recepcionista, antes de encaminarse al comedor, pensativo. Lo más probable es que se tratara de un error. De seguro su hermana había llegado al hotel y la habían confundido con su esposa. No había forma en que Ayana estuviera en Osaka.

Para su mala suerte, descubrió que estaba equivocado, en cuanto pasó las puertas de roble y la vio sentada al lado de la ventana, en la última mesa a la derecha. El sol de la mañana caía sobre el vestido blanco de Ayana y se derramaba en su falda, iluminaba los bordados y moría entre sus piernas, tan estilizadas como la mejor de las bailarinas.

Ayana levantó la vista hacia él aún antes de que se acercara. Le sonrió y apartó con elegancia el plato, estaba comiendo una ensalada de frutas.

- Por un momento, pensé que tendría que pedir otro desayuno en lo que demorabas en bajar- repuso con voz alegre. Tetsu sintió que el semblante se le tensaba.

- ¿Qué haces aquí?- directo al grano y sin caballerismos. Ayana sonrió aún más profundamente y le señaló la silla vacía que tenía al frente.

- ¿Qué tal si me acompañas? Te pedí lo de siempre: un café y un par de tostadas. Ponte cómodo, la orden debe estar por llegar.

Parecía tan tranquila, tan diferente a la mujer dura y atormentada con la que se había entrevistado, noches atrás. Sin mayor opción, Tetsu se sentó al frente y la vio terminar su té. Toda aquella cordialidad le parecía, por demás, extraña. En especial si consideraba que aquélla era la mujer que quería separarlo de su hija.

- Si te trae aquí el asunto de las fotos, pudiste haber esperado que volviera a la capital. Estoy en un viaje de trabajo, no tengo tiempo para distraerme.

- No lo dudo- su esposa le sonrió de nuevo y dejó la taza con pulcritud en el platillo- Tu madre quiso volver para checar como andaba la casa. Yo la acompañé, sabía que estabas aquí, así que me dije: ¿por qué no hacer una visita de cortesía a mi esposo?

- Ayana, estoy hablando en serio.

- Hablemos en serio, entonces- su expresión se hizo algo más tensa, aunque no dejó de ser un tanto dulce. Se arregló el cabello, se acomodó mejor en el asiento. Lo miró a los ojos. Fijamente, casi como una madre- Me llamaron ayer desde el bar donde estabas. El barman buscó en tu celular el número de algún contacto, porque ni siquiera podías ponerte de pie, mucho menos regresar solo al hotel … Pensé en no ir, pero soy tu esposa, Tetsuya, a pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros. Así que accedí a ir a un bar a las dos de la mañana, y te traje aquí, en un estado en que no te había visto nunca… la pregunta que me ronda desde anoche es el porqué. ¿Qué causó que bebieras tanto, Tetsuya? O mejor dicho, ¿quién?

Las semejanzas con su madre comenzaban a ser peligrosas. El bajista se aclaró la garganta y agradeció la llegada del mesero con el café y las tostadas, para darle tiempo de erigir una respuesta convincente.

- Hace un par de días me amenazaste con entregar las fotografías al juez y no dejarme ver a mi hija. Soy humano, ¿tan extraño te parece que busque ahogar mis problemas en alcohol?

- Entonces, lo hiciste por Rei- Ayana volvió a sonreír, irónica- Con todo respeto, ¿no crees que es mejor volver con tu familia que estar tirando el dinero en licores?

- Ya te dije que voy a seguir con el divorcio.

- Lo dijiste, lamentablemente- la sonrisa de Ayana se tiñó de algo de tristeza- Si te sirve de consuelo, no vine a repetirte lo mismo que la última vez... En realidad, vengo a hacerte una invitación.

- ¿Qué clase de invitación?

- Familiar. Tú y yo aún somos familia, ¿no?- Ayana arregló su ropa y se apartó el cabello del rostro, por algún motivo, parecía nerviosa- Ya que tú y yo estamos en Osaka, tu madre pensó en hacer una cena familiar esta noche, en su casa. Naturalmente, quiere que vayas.

- Estás bromeando- Tetsuya se llevó el café a los labios y rió de forma grave- Ni ella ni mi padre desean verme, me lo dejó en claro hace un par de semanas, ¿lo recuerdas?

- En las discusiones se suelen decir cosas que no queremos, que no pensamos en realidad. Me consta que a ella le duele tanto como a mí lo que está pasando… ¿por qué te parece tan extraño que quiera reunir a sus tres hijos?

- Hablas como si fuera una madre cariñosa.

- Y tú la haces parecer una persona horrible- su sonrisa tambaleó- Jamás te habías referido a ella en tan duros términos, tampoco solías tratarme con esta displicencia… es más que claro que tu relación con Hyde te ha cambiado, y mucho.

- Dijimos que no íbamos a discutir eso.

- Esta bien, no lo hagamos. Pero si quieres tanto a tu hija como dices, ven a la cena y comparte un tiempo con ella. Eso es mejor que ir a emborracharte, ¿no lo crees?

Tomó su cartera y se puso de pie. Los bordes de su falda ondearon con el movimiento.

- Es curioso- Tetsu dejó la taza de café sobre el plato, con parsimonia, y le envió una mirada adusta- Pareces muy preocupada de que comparta tiempo con Rei, sin embargo, vas a interponer una demanda para impedir que yo la vea.

- Te espero a las ocho, Tetsuya. No faltes.

No le dio tiempo de agregar nada más. Ayana le dedicó una última sonrisa y salió del comedor con andar seguro, y el bajista se encontró pensando que definitivamente no era la mujer con la que se había casado, más de tres años antes.

En el fondo, tenía miedo de confirmar que nunca lo había sido.





***







- Así que Hiro no viene a trabajar con nosotros.

- Y no me sorprende- Ken sonrió, mientras dejaba escapar el humo del cigarro por su boca- Tetsuya no estaba feliz con la idea de su regreso. Y cuando nuestro augusto líder no está contento con algo, mueve cielo, mar y tierra con tal de impedirlo, te lo aseguro.

- ¿Crees que Tetsuya viajó a Osaka con la idea de denegar la propuesta?

- No lo sé, hasta el último día que estuvo en Tokio, me dio la impresión de que haría lo que fuera para llevar a cabo la dichosa idea de Haido, aunque… cuando hablé con él en la mañana, noté algo completamente diferente. Como si le fastidiara el solo hecho de tener que nombrar al imbécil de Hiroki.

- Discutieron.

- Más que eso. Tetsuya no siguió la negociación por algo. Me atrevería a apostar lo que fuera que si el imbécil de Hiro no está aquí no es por que él no haya querido, sino porque no lo quiso Tetsu.

Doce del día. Habían bajado hasta el estacionamiento de la compañía para fumar un cigarro y, mientras los autos pasaban alrededor de ellos, Ken se mantuvo en silencio por unos instantes, perdido en sus pensamientos con aires a novela negra parisina, en tanto Yukihiro le enviaba miradas de soslayo y se sentía extrañamente cómodo con la escena.

Mentiría si dijera que no le gustaba estar ahí, fumando un pucho mientras jugaban a los detectives.

- Hace unos días me dijiste que Hiroki se había ido por dinero de la banda, ¿no?- conjeturó de pronto, ganándose una mirada fija del guitarrista- No lo conozco, pero si a Hiro le importa tanto el dinero como entonces, lo más seguro es que no hayan llegado a un acuerdo económico.

- Ya… ¿y cómo explicas que Tetsuya no haya hecho una contraoferta?- Ken sonrió, totalmente escéptico- No, no… lo he visto demasiadas veces en negociaciones como para saber que Tetsuya es un puto perro en los asuntos de dinero. Nos da cátedra a ti, a mí y cualquiera de los viejos estirados que plagan esta compañía.

- Entonces, ¿qué otro asunto pudo haber generado tanto roce entre ellos?

- Obviando que Hiroki tiene un ego que solo se compara con el enano cuando… espera un segundo- Ken abrió los ojos, con suma sorpresa- ¡Eso es! ¿Por qué carajo no lo pensé antes?

Se puso de pie de forma intempestiva, se tomó la cabeza con una mano mientras la otra jugueteaba con el filtro del cigarro entre sus dedos.

- ¡Elemental, mi querido Watson! Todo comienza y termina por culpa de Hyde.

- ¿Qué tiene que ver Haido en todo esto?

- ¡Todo!- sonrió- Por ese tiempo ni siquiera tenía la idea de dedicarme a la música, pero sí venía a los ensayos y te puedo jurar y re jurar que Hiroki siempre tuvo un trato extraño con él, aunque no eran precisamente amigos... Tampoco creo que tuviera una doble intención, al imbécil ese le encantan las mujeres, aún así… llámame loco, pero había algo en su relación con el enano que no olía bien, en lo absoluto.

- No entiendo qué es lo que tratas de insinuar.

- Ni siquiera yo lo entiendo del todo- Ken ahogó un suspiro y se llevó el cigarrillo a los labios, algo más serio.- Lo que sí sé es que cuando el idiota se fue, amenazó a Tetsuya con llevarse a Pero y a Hyde con él. Supuestamente, iba a hacer otra banda y tenía contactos con otra productora que le ofrecía mucho más dinero, sin tantos sacrificios. Puras patrañas, aunque Pero le creyó, el muy imbécil.

- Y Hyde se quedó con Tetsuya.

- El enano será de todo, pero hay que reconocerle que nunca le jugaría chueco a Tetsu- el guitarrista dio una calada larga y soltó el humo entre sus labios, pensativo- De todas formas, tú mismo lo viste hace unos días. Por alguna retorcida razón, Haido defiende el recuerdo de Hiroki a capa y a espada. No sé si se seguirán viendo, pero hay algo en esa relación que no me cuadra.

- Entonces, piensas que Tetsuya y Hiro se pelearon por Hyde- recapituló el baterista y se ganó una sonrisa de parte de Kitamura, quien le tendió el cigarro para que se lo terminara.

Mientras fumara los últimos restos, Yukihiro se mantuvo observando a Ken y su mirada se volvió algo hilarante.

- ¿Nunca has pensado dedicarte profesionalmente a la investigación?

- Pues mira, mi santa madre siempre decía que mi mayor virtud era la curiosidad.

- No eres el único- Ken arrugó el ceño y Yukihiro estuvo tentado reír- Hyde ha estado haciéndome preguntas sobre tus rencillas con Sakura. Está empañado en averiguar qué clase de problemas se traen ustedes.

- ¿El enano te dijo eso?

- Con todas sus letras.

Kitamura lanzó una maldición audible entre dientes. Le quitó el cigarrillo de las manos, le dio una última calada y luego lo arrojó al piso, con mal disimulado enojo.

- Si fuera mi jodido hermano, hasta se podría decir que es un mal de familia, carajo- masculló, y cuando Yukihiro se puso a reír lo vio de forma cuasi asesina- No disfrutes tanto, Awaji, que precisamente eres la razón que el enano tanto busca.

Lejos de parecer molesto, Yukihiro se cruzó de brazos y lo vio con la sonrisa aún en los labios.

Se había acostumbrado a Ken. Y no solamente a sus comentarios.

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué me quedas mirando raro?

- ¿No lo adivinas? –casi se echó a reír de nuevo cuando Ken abrió los ojos con sorpresa- No pongas esa cara, harás que me arrepientas de estar flirteando contigo.

- Espera un segundo- Ken respiró profundo y arrugó el ceño- ¿Quién demonios eres tú y qué has hecho con el baterista de mi banda?

El baterista lanzó una nueva risa y estaba a punto de seguir con el juego, cuando el ruido de una motocicleta irrumpió en el estacionamiento y ambos desviaron la vista casi al unísono, adivinando de quien se trataba.

Sakura

En efecto, la Harley Davidson negra se aparcó en la última hilera de autos y de ella bajaron dos personas. Ambos con chaquetas de cuero.

- Pero mira a quienes tenemos aquí- comentó Ken a su lado y Yukihiro le envió una mirada rápida, confirmando lo evidente.

Mientras Sakura y Hyde se sacaban los cascos e iban hacia la entrada de la compañía, el guitarrista siguió su recorrido con la vista, apretó los labios, la hilaridad completamente olvidada.

- Sabías que hoy Sakura se iba a reincorporar a los ensayos.

- ¿Y qué? ¿Quieres que lo reciba con bombos y platillos?

- Por favor, Ken- Yukihiro suspiró, tan audiblemente que el guitarrista tuvo que mirar en su dirección- Sé que soy el motivo de su pelea, como dices, pero no tienes que enfadarte también conmigo.

No estaba hablando del todo en broma pero tampoco estaba siendo del todo sincero. Ken se aclaró la garganta, evidentemente incómodo. Miró alrededor y luego hacia el piso.

- ¿Te puedo preguntar algo?

- Ya lo hiciste.

- ¿Por qué…?- tropezó- ¿Por qué no pareces tan afectado de ver al imbécil ese de Sakura?

Cuando Yukihiro arrugó el ceño, Ken pareció arrepentirse de haber hecho la pregunta.

- Quiero decir- se excusó- ustedes tuvieron, pues… tuvieron “algo” y bueno… después de todo este tiempo, yo pensé…

- Que me incomodaría tenerlo cerca- el baterista completó por él. Ken asintió, sumamente serio- Ya que te gusta desentrañar misterios, ¿qué tal si haces el intento con éste?

- Estoy hablando en serio, Yuki. La mayoría del tiempo no lo hago, pero créeme que esta no es una de esas veces.

Se miraron a los ojos por una fracción de segundo, hasta que el baterista desvió la mirada hacia donde se habían ido Sakura y Hyde, al frontis de la compañía. Se escuchaba el sonido de voces y los flashes de las cámaras. Seguramente, los periodistas habían estado esperando para verlos aparecer juntos.

Ken y él tampoco podrían quedarse en el estacionamiento por mucho tiempo.

- No creas que no me afecta- respondió lacónicamente. Sentía los ojos de Ken fijos en su rostro y se tuvo que aclarar la garganta para no dejar de sonreír- Lo mío con Sakura duró bastante tiempo, es lógico que no se me pueda olvidar de la noche a la mañana… aún así, es cosa de tiempo, ¿no? Tarde o temprano me acostumbraré a verlo sólo como un compañero de trabajo.

-Aún lo quieres.

- Depende de lo que entiendas por querer- volvió a mirar a Ken y no pudo evitar sentir algo de nervios, en la boca del estómago- En este momento, la única persona con la que quiero estar me está haciendo preguntas que no vienen mucho al caso.

El guitarrista tardó un poco en reaccionar, pero cuando lo hizo, lanzó una risa que lo hizo ver al menos diez años más joven.

- ¡Joder contigo, batero! Y luego dices que yo soy demasiado franco.

- Me he estado viendo demasiado contigo, puede que seas una mala influencia.

- Lo sé, me va eso de corromper a los niños buenos.

- ¿También te lo decía tu madre?

- No… Me lo dices tú, Awaji, cuando me miras de esta manera.

Ken se acercó. Yukihiro aguantó el aliento.

- ¿Qué manera?- preguntó, casi en un susurro, casi sabiendo lo que ocurriría a continuación. Casi muriendo.

Los ojos de Ken pasaron de sus ojos a sus labios.

- Como- su voz renqueó - como si te importara una mierda besarme en un lugar tan público.

Hazlo… el batero entornó los ojos, la cabeza le dio vueltas. El rostro de Ken se acercaba, cada vez más. Hasta que sus labios lo acariciaron con suavidad y le llenó la boca con sabor a tabaco y a noches de juerga. Puramente marca Kitamura.

- Dime lo que quieras, pero por favor, no digas que me detenga- Ken le susurró con la voz ronca, alucinado y casi incoherente pero tan, tan Ken. En el punto exacto entre la locura y el miedo.

Yukihiro sonrió. Le tomó del mentón y le susurró contra los labios:

- Convénceme.

Cerró los ojos y abrió la boca, sólo lo justo para permitirle el paso de su lengua cálida. Sabía que estaban en el lugar equivocado y el momento equivocado. Y a la mierda… El peligro hacía el beso más excitante, Yukihiro no quería ni podía parar. No cuando la lengua de Ken encontraba la suya y le quitaba todo pensamiento coherente. Todo, menos la necesidad de seguir besándolo, de grabarse ese sabor en la memoria. Lo quería recordar esa y todas las noches que le siguieran, para no sentirse tan solo como sí se sentía antes.

Para no dudar.

No podía dudar.

- Quiero que me prometas algo.

La voz de Ken parecía haber bajado al menos ocho octavas cuando decidieron que debían subir a la sala de ensayos.

- Lo que quieras.

Las puertas del ascensor se cerraron y mientras subían al quinto piso, Ken lo abrazó y lo miró fijamente, indescifrable. Mucho menos seguro de lo que había estado momentos antes.

- Yukihiro- suspiró- Sé que no tengo derecho a exigir nada, pero si alguna vez sientes que no tengo esperanzas contigo dímelo, ¿vale?... Puedo ser un idiota la mayoría de las veces, pero juro que te entenderé. Palabra.

Sí que parecía un niño. Yukihiro sonrió y lo besó de nuevo. Miró el tablero, estaban en el piso número tres.

- No hará falta, pero vale, te lo prometo- le dijo, por alguna razón, con la necesidad de reír. Ken le sonrió con esa alegría infantil que tanto le gustaba y lo atrajo para darle un último beso, sabor a prisas y promesas.

El piso entero estaba de cabeza cuando llegaron y vieron una docena de gente reunida en la sala de ensayos. Pasaron entre los técnicos y se encontraron con que Sakano le palmeaba la espalda a Sakura mientras Hyde contaba entre risas algo a uno de los productores. Había champagne en una mesa improvisada y un par de copas.

- ¡Con que ahí están!- bramó Sakano en cuanto los vio llegar- ¡Justo a tiempo para hacer el brindis! ¿Vieron la cantidad de periodistas que había allá afuera?

- ¿Ah si?- Yukihiro le envió una mirada de advertencia a Ken. El guitarrista apretaba los labios, claramente no muy contento.

- ¡La calle estaba repleta! No sé cómo esos idiotas se enteraron que hoy Sakurazawa se unía a los ensayos, pero bueno… ¡habrá tanta publicidad en los medios que mañana en toda Asia se sabrá que el concierto aniversario de Larc-en-Ciel se viene en grande!

- Maldito inconsecuente- susurró Ken, una vez que el representante se alejó para abrir la botella de champagne. Su mirada negra topó con la de Sakura, en un momento dado, y Yukihiro lo aferró disimuladamente del brazo, en una advertencia velada.

Pese a sus deseos, llegó el momento en que Ken pudo acercarse al nuevo miembro de la banda mientras los demás hablaban y reían a su alrededor. Aferrando la copa como si de un armara se tratara, el guitarrista bajó la voz hasta que no fue más que un susurro entre toda esa efervescencia y Sakura lo escuchó impasible, imposiblemente tranquilo, mientras sus ojos barrían la estancia.

- Supongo que estarás feliz con este estúpido recibimiento, Sakurazawa.

- No más que tú- le respondió el baterista de inmediato, la ironía resbalando por su boca de forma elegante.

Ken arrugó el ceño. A ratos, le importaba un comino mandar todo a la mierda para echarlo a golpes, si era necesario.

- No te emociones tanto. Si no fuera por Haido y sus estúpidas ideas, nadie de esta compañía hubiera movido un solo dedo para traerte de regreso, te lo aseguro.

- Lo tengo bastante claro- Sakura sonrió. Se bebió el champagne en su copa de un solo trago y le envió una mirada híbrida, entre la frialdad y la burla- Si me vas a decir que no me acerque a Yukihiro, mejor te dejas de rodeos y no me quitas el tiempo.

Dos podían jugar ese juego, Ken también sonrió y echó mano a su autocontrol para no parecer tan furioso como se sentía.

- Él ahora está conmigo, imbécil. Ni se te ocurra intentar algo.

- ¿Algo como qué? ¿Tan inseguro estás que necesitas venir a amenazarme?- Sakura dejó la copa sobre la mesa, se cruzó de brazos, su mirada se posó en Hyde y sonrió aún más profundamente- Si te dejo más tranquilo, te aseguro que el capítulo con Yukihiro está cerrado, por parte de ambos… aunque tú no debes pensar lo mismo.

- No te pases de listo conmigo, imbécil.

La voz del guitarrista recrudeció varios tonos. Apretó la copa en las manos y tensó la mandíbula. Al carajo las apariencias

- Te lo estoy advirtiendo, no quiero que te acerques a él… Te partiré la cara si lo haces y ¿sabes qué?, me va a importar una mierda que todos se enteren que te acuestas con otros hombres.

- Al igual que tú.

Compartieron una mirada gélida.

- Al igual que yo- concluyó el guitarrista con voz contenida. Apuró el líquido en su vaso y se lo tomó de una vez.

A la distancia, sus ojos se fijaron en los de un intranquilo baterista.

Al menos, la advertencia ya estaba clara.





***




El viento de media tarde movía las copas de los árboles, se colaba por sus ropas y desordenaba el césped sobre las tumbas, como una caricia del cielo. Por alguna razón, el viento de Osaka siempre era más fuerte y refrescante y Tetsuya sentía una nostalgia inexplicable al sentirlo, removiendo sus cabellos e impactándole en el rostro.

- No te fíes de ella- musitó su hermana, a su lado. Se inclinó sobre la losa y apartó las flores secas, para colocar unas nuevas- Ayer estuve por la casa, después de que nos vimos, ¿recuerdas? Fui a buscar unos papeles que se me olvidaron y la vi, las vi a ambas… su actitud no me da buena espina…

- Pensé que Ayana te agradaba.

- Lo hacía cuando era tu esposa, pero está a punto de ya no serlo. Créeme que el divorcio cambia a las personas, ya viste lo que pasó con mi flamante ex marido: se convirtió en un patán de primera.

Acarició con la punta de los dedos la lápida en el piso. Tetsu se inclinó a su lado y la atrajo en un abrazo.

- ¿Estás bien?- le preguntó, de esa forma paternal que siempre usaba con sus hermanas. Junko asintió con un gesto.

- Estas fechas siempre me dan nostalgia, no me hagas caso… mejor háblame de Ayana, ¿qué más te dijo?

Resultaba increíble que aparentara normalidad allí, frente a la lápida de su primer y único hijo, el que había muerto hace más de tres años. La mirada de Tetsu vagó hacia la inscripción mientras sentía un dolor agudo en el pecho. No quería imaginar la posibilidad de que el nombre de Rei estuviera impreso en una lápida como ésa.

- Sólo hablamos de la cena familiar… ¿segura que mi madre no te ha comentado nada?

- Lo hará a último momento- su hermana suspiró y le envió una mirada de advertencia- Claramente, lo que le interesa es que asistas tú, te quiere tener de vuelta en la casa. Y sabes para qué.

- La última vez que nos vimos, le dejé en claro que no voy a dar marcha atrás con el divorcio.

- ¿Y eso qué? Se trata de nuestra madre, Tetsu. Por más que se lo repitas, no desistirá hasta hacerte cambiar de opinión. Lo mismo que Akame y tú hacen, bendito sea el gen Ogawa.

A pesar de la seriedad del momento, compartieron una sonrisa cómplice.

- Aunque así fuera, no deja de representar una buena oportunidad para ver a Rei- reflexionó el bajista en voz alta, algo más serio- Quería volver a Tokio esta noche, pero el juicio del divorcio comenzará pronto y sé que Ayana no volverá a darme una tregua, como está dispuesta a hacerlo ahora.

- ¿De verdad piensas ir a esa cena?- Junko esbozó una expresión perpleja- Cuidado, Tetsuya. La situación se te puede ir de las manos, lo sabes.

- ¿Y qué es lo peor que podría pasar?- el bajista Tetsu con ironía, se puso de pie y sacudió el vestigio de tierra en sus pantalones- Ella ya dejó su posición en claro y yo también tengo la mía. Quizás, la dichosa cena familiar sirva como instancia para firmar al fin una tregua.

- Exactamente lo que mi madre quiere.

- Que llegue a buenos términos con la madre de mi hija no significa que cambie de opinión sobre nuestro divorcio, te lo aseguro.

- Pero qué testarudo eres- Junko arrugó el ceño – Haz lo que quieras, pero si algo sale mal, no digas que no te lo advertí, ¿te quedó claro?

Al igual como hace veinte años, su hermana le envió una mirada de exasperación mientras se incorporaba y arreglaba los dobleces de su vestido. Tetsu le sonrió de nuevo, en tanto ella miraba por última vez la tumba de su hijo y tomaba al bajista del brazo, para caminar juntos por los pasillos intrincados hacia la entrada del cementerio.

- ¿Me puedes esperar un segundo? Tengo que a hacer una llamada.

- Mándale saludos a Hyde de mi parte- Junko comentó sonriente y Tetsu dejó escapar una risa grave. Se alejó hacia una esquina coronada por la estatua de un ángel de mármol. Mantuvo la vista en rostro diáfano mientras su teléfono marcaba al celular de Hyde.

Tal como el día anterior, la llamada no entraba.

No quieres hablar conmigo, ¿cierto?, miró el visor con impotencia y se obligó a no marcar de nuevo.

Tampoco pensaba hablarle a Sakura, no quería comprobar que estaban juntos.

¿O sí quería?

- ¿Todo bien? No traes buena cara- comentó su hermana en cuanto regresó a su lado. Tetsu hizo un esfuerzo por parecer tranquilo.

- Problemas con el trabajo, nada grave- mintió. Con falso interés, sus ojos se fijaron en la caja color rojo oscuro que ella tenía en las manos - ¿De dónde sacaste eso?

- Es para ti. Un niño lo trajo mientras hablabas por teléfono, dijo que una chica te lo enviaba.

Ante la extrañeza de su hermano, Junko se lanzó a reír.

- ¡No pongas esa cara!, lo más seguro es que se trate de una admiradora, no es la primera vez que te sucede, ¿cierto?.... ¿Qué harás con él?

- Conservarlo, supongo- Tetsuya suspiró y arrugó el ceño, miró la hora en su reloj- Se hace un poco tarde y aún tengo que solucionar algunos asuntos, ¿nos vamos?

No pretendía sonar ni verse impaciente, aún así, sintió que la mirada de su hermana se teñía con algo cercano a la sospecha mientras asentía y lo seguía de cerca, siempre en silencio.

Maldita sea la hora que decidí viajar, pensó Tetsuya sombríamente, mientras salían del cementerio de Osaka y la ciudad se desplegaba tranquila, frente a sus ojos. Apretó los labios. En ese mismo momento, Sakura debía estar reintegrándose a la compaña. Volvía a estar cerca de Hyde.

O, tal vez…

- ¡Tetsuya!

El grito de su hermana y un ruido sordo hizo que desviara la mirada hacia ella, de forma inmediata. Los ojos de Junko se habían abierto con dolor y sorpresa y sin entender demasiado, Tetsu vio que se tomaba las manos y temblaba.

- ¿Qué es esto?- murmuró, la vista fija en el piso, aterrada.

Rápidamente, Tetsu tomó sus manos y comprobó que tenía una marca rojiza en el dedo índice, una marca que indudablemente era una picadura. Iba a preguntar qué había pasado cuando su mirada siguió la de su hermana y se quedó lívido de asombro.

Arañas negras y de patas largas salían a borbotones de los bordes de la caja tirada en el piso, ahora abierta. Una caja llena de vendas manchadas de un líquido que el bajista supo de inmediato, era sangre.

Al centro había una nota. Letras grandes. Escritas en tinta roja.

“Para que no te olvides”






Capítulo 24
El lugar original




Caminar por los parajes donde había crecido se asemejaba, un poco, a volver al pasado. Tetsuya hizo un alto y se encontró sonriendo, en medio de sensaciones encontradas. Inconscientemente, había repetido el mismo trayecto que solía transitar cuando era un niño: de la escuela a la casa. De los deberes al estricto confinamiento de sus padres.

Suspiró.

Frente a él, la gran y siempre imponente casona de la familia Ogawa se alzaba algo más deteriorada que la última vez que la había visto. Sintió un ligero pesar en el pecho cuando cayó en cuenta que la última vez que había estado ahí había sido poco después del nacimiento de su hija. Su padre prácticamente había exigido que le llevara a la niña, siempre desde el trono donde yacía años confinado, inmóvil por una enfermedad que había acabado con el movimiento de sus piernas, pero no con su enorme soberbia.

Suspiró de nuevo y estaba por marcharse cuando la puerta principal se abrió y una figura bastante conocida apareció por ella. Su hermana mayor, Junko, le sonrió de forma contagiosa y caminó hacia él a pasos largos, casi corriendo.

- Cuando te vi por la ventana, casi no pude creer que fueras tú- le dijo a modo de saludo, mientras lo envolvía en un abrazo cálido, familiar. Tetsu sonrió también y la apartó un tanto, para ver los cambios que un par de meses sin verse habían generado.

Por alguna extraña razón, la madurez en su hermana parecía sumarle atractivo en vez de quitárselo.

- No sabía que estabas viviendo aquí.

- No estoy viviendo aquí, sólo vine a checar que papá no hubiera matado a la nueva empleada- repuso ella e hizo un mohín de molestia- Es la quinta chica en lo que va del mes. Estoy a punto de llevar el caso a tribunales, la verdad. Papá tiene una habilidad única para hacer que renuncien.

Tetsuya lanzó una risa indolente. Conocía de sobra el carácter difícil de su padre y a pesar de que habían pasado varios años desde que se había ido de esa casa, no podía evitar pensar en él con una fría sombra de resquemor disfrazado de respeto.

- Debiste haberme dicho que venías a Osaka, ¿cuándo llegaste?- prosiguió Junko sin reparar en su ligera reticencia. Tetsu trató de devolverle un gesto amable.

- Hace unas horas, aunque vengo por poco tiempo. Asunto de trabajo.

- Lo que no significa que no tengamos tiempo para tomarnos un café, ¿cierto?- antes de que pudiera negarse, Junko lo tomó del brazo y le sonrió de forma desafiante.

Tetsuya volvió a reír.

- Tú no cambias, ¿cierto?- repuso- Cualquiera que nos viera ahora pensaría que soy tu esposo y no tu hermano.

- En la secundaria tú me presentabas como tu novia y yo no me quejaba, hermanito.

- Si lo hacía era para que los hombres no te vieran de otra forma. Tenías una habilidad única para atraer rufianes.

- Aún tengo esa habilidad, créeme- Junko suspiró con pesar e hizo un gesto hacia atrás, hacia la casona- Supongo que vienes a ver a papá. ¿Te parece si te espero y luego nos vamos a tomar el café?

El bajista titubeó. También envió una mirada de soslayo a la casa, especialmente, a una de las ventanas del segundo piso. Las cortinas estaban corridas.

- Será mejor que vuelva en otro momento- musitó, más que nada, para sí mismo.

- Imagino que mi madre ya te contó cómo se puso cuando se enteró de tu divorcio, ¿cierto?

- Claro que lo hizo- ahogó un nuevo suspiro y miró alrededor- Te explico cuando lleguemos a la cafetería. No me gusta tratar estos temas en la calle.

Ni frente a esta casa. Junko asintió por segunda vez y se encaminaron a buscar un taxi.

- La verdad, me hubiera gustado escuchar la noticia de ti y no enterarme por la prensa… pero ya tendrás suficientes reclamos con mi madre para que yo te de los míos- repuso, en cuanto tomaron asiento en una de las cafeterías cercanas y el ambiente se llenó de un aroma terroso. Un aroma que Tetsu conocía de sobra.

Casi por alevosía, habían ido a parar al café de la cuarta avenida.

- Sé que debí haberte comentado mis planes desde un principio, pero supongo que todo fue un tanto… precipitado- respondió lacónico, poco después de que una mesera les llevara los café a la mesa. Los ojos de su hermana se entornaron con sospecha, aunque se mantuvo sonriendo.

- Jamás creí que tomarías de forma precipitada una decisión tan importante.

- En realidad, ya había estado pensando en el divorcio antes de comenzar con los trámites.

- ¿De verdad?- Junko adoptó una expresión incrédula- Por lo felices que se veían, siempre pensé que Ayana y tú se llevaban bastante bien. Y con Rei tan pequeña… los hijos unen mucho a las parejas, te lo digo por experiencia propia.

Había un ligero tinte de melancolía en su voz que el bajista captó de inmediato. Tomó una de sus manos por sobre la mesa y ella le sonrió suave, anestésicamente.

- De todas formas- prosiguió, sin darle tiempo de compadecerla- la decisión es tuya y nosotros no podemos influenciarte. Siempre has sido una persona bastante sensata, hermanito. Así que sólo me resta desearte buena suerte, sobre todo con los berrinches de mis padres.

- Lo que digan mis padres es el último eslabón de la cadena, te lo aseguro.

- ¿A qué te refieres?

- Ayana- suspiró- No me está haciendo las cosas fáciles, aunque tampoco esperaba que lo hiciera.

Sonrió, revolvió el capuccino de forma pensativa y sintió a su hermana suspirar también, en una réplica de sí mismo.

- Ya te lo dije, no me corresponde entrometerme en tus decisiones, pero… si todo iba bien entre ustedes, ¿por qué decidiste divorciarte de ella?

- ¿No lo adivinas?- la sonrisa del bajista se hizo un tanto más pronunciada, casi culposa, y Junko levantó una ceja en plan de adivinanza.

- Déjame ver… sólo hay una persona que ha podido desestabilizar tu estricto orden. Y esa persona es cierto vocalista que no veo desde hace años, ¿me equivoco?

De nuevo culposo, Tetsu asintió y se reclinó hacia atrás en el asiento.

- Nos volvimos a ver hace un par de meses, poco tiempo, la verdad- vagó la mirada en torno al lugar y se aclaró la garganta, de pronto, bastante rasposa- Siempre supe que todo cambiara en cuanto Hyde volviera a la banda, pero jamás pensé que tomaría una decisión tan drástica.

- Aún lo quieres.

No era una pregunta.

- Nunca dejé de hacerlo- suspiró de nuevo y su mirada volvió a su hermana, de pronto, bastante seria- Si tuve una aventura con Ayana y me casé con ella es porque quería tener una familia, no porque realmente la quisiera.

-Por no decir que papá te presionaba para darle un nieto.

- Yo mismo me presionaba a tener hijos- puntualizó y no se sintió feliz de verbalizarlo- Mi relación con Hyde comenzaba a asfixiarme. Él es una persona increíble, siempre lo fue, pero me daba miedo que descubriera que no me sentía a gusto con el rumbo que había tomado nuestras vidas… quizás, si ambos hubiéramos tenido un par de años menos, no lo hubiera sentido tanto. Pero ya no éramos jóvenes y yo veía que pasaban los años y no había construido nada… nada que no fuera trabajo.

- Tampoco es que hayan estado tanto tiempo juntos. Dos años después de que él se divorciara, ¿cierto?

- Yo estaba enamorado de él desde mucho antes.

- Lo imaginaba- Junko adoptó una expresión traviesa- Siempre pensé que tu alegría por haber conocido a Hyde no se debía sólo a haber encontrado al vocalista ideal de tu banda.

- Nunca he sido bueno fingiendo- Tetsuya sonrió también y se quedaron en un ligero, pero cómodo silencio.

Mientras ella llevaba su taza de café a los labios, el bajista observó su entorno con nostalgia.

- En resumidas cuentas, dejaste a tu esposa porque te diste cuenta que seguías queriendo a Hyde- recapituló Junko luego de unos segundos y Tetsuya no pudo evitar sonreír aún más profundamente. Cuando ella hablaba, todo parecía más fácil- Aún así- prosiguió, taladrándolo con sus ojos castaños, símiles a los de Tetsu- lo que no me calza es cómo Haido te aceptó de vuelta. Es decir… lo dejaste para casarte y tener hijos. Ahora, te divorcias de Ayana porque ya tienes una hija y quieres estar con él. No conozco muy bien a Hyde, pero no me parece la clase de personas que puede olvidar algo tan grave como una infidelidad así como así, de la noche a la mañana.

- Supongo que los tres años en que no nos vimos fue suficiente tiempo como para que las rencillas se enfriaran.

- ¿Realmente lo crees?- levantó una ceja con escepticismo- Sé que los hombres no tienen buena memoria, pero Tetsuya, dejaste embarazada a Ayana mientras estabas con él. Tú sabes que te quiero con toda el alma, hermanito, pero si tengo que ser sincera, de haber estado en el lugar de Hyde te hubiera partido la cara y jamás te hubiera perdonado.

- Lo sé- su sonrisa se tornó triste. Fijó la mirada en un chico de la mesa contigua, menudo, de cabello largo y muy negro, como el de Hyde.

Hyde…

Casi podía verlo como hace veinte años: ágil, corriendo entre las mesas, cautivando a las chicas con su sonrisa despreocupada y el guiño de sus ojos cuando entregaba los pedidos, siempre con ese andar de artista enigmático, de alma viajera. El chico que desde el primer instante lo había interesado, hasta el punto de la obsesión.

¿Me extrañas, aunque sea un poco?

Desvió la mirada hasta las profundidades de su capuccino. Jamás había probado un café mejor de los que preparaba Hyde, cuando trabajaba en esa misma cafetería.

- Quiero confiar que el cariño que existe entre nosotros es lo que nos mantiene juntos, a pesar de todo- respondió finalmente, casi deseando convencerse a sí mismo.
Era imposible.

- No pareces feliz de estar nuevamente con Hyde. Ni mucho menos tranquilo- puntualizó Junko con voz serena, aunque inflexible. Tetsuya estuvo tentado a reír, pero sólo sonrió de medio lado.

- Si te soy sincero, a veces creo que me da miedo abrir los ojos y descubrir que además de cariño, Hyde me guarda ese rencor del que me hablas… ese rencor que desde luego, me merezco.

Era la primera vez que lo decía en voz alta y mientras se llenaba la boca con el sabor terroso del café, Tetsu supo que aquello era, en gran parte, el responsable del pesar que sentía en el pecho. Todos los días, a todas horas.

Aún más cuando Hyde no estaba cerca.

- Ya te lo dije, si estuviera en el lugar de Hyde tomaría una postura mucho más severa. Pero eres mi hermano, Tetsuya, y si tu felicidad está con él, espero sinceramente que todo vaya bien entre ustedes. En serio.

- Gracias- Tetsu dejó el capuccino sobre la mesa y se fijó en ella. Volvía a ser el hombre inteligente e inflexible, líder de una banda- Suficiente de mis problemas. Cuéntame de ti: ¿qué has hecho? ¿Sigues trabajando en la misma escuela?

Cambio abrupto en el tema. Junko le sonrió y aceptó el tono distendido, con su habitual condescendencia.

Siguieron con la conversación por unos cuántos minutos, sintiendo que el tiempo había vuelto su marcha hacia atrás y que volvían a ser los jóvenes, los hermanos de siempre. Los amigos y los confidentes.

Cuánta nostalgia sentía Tetsu por esos años.

Por aquel entonces, sus problemas sólo abarcaban la universidad, las clases de música, las peleas ocasionales con sus padres. Y la banda que a costa de todo, quería formar.

- Mañana iré a visitar la tumba de Hikari, ¿quieres acompañarme?- comentó su hermana de manera bastante natural, una vez que pagaron la cuenta y salieron el café. Tetsu miró hacia atrás, hacia el aspecto hogareño del lugar una última vez, y su mirada se volvió mucho más seria cuando se fijó en el rostro de ella.

Como siempre, si le dolía nombrar a su hijo, no lo manifestaba.

- Desde luego, ¿quieres que te pase a recoger a tu casa?

- Mejor yo te veo en el hotel- Junko sonrió y caminaron juntos hasta la esquina, a tomar un taxi- Imagino que tienes muchos asuntos que atender, así que no te quito más tiempo, hermanito. Fue un gusto hablar contigo.

Le dio un beso en la mejilla, un vehículo se aparcó frente a ellos. Junko se subió al taxi, le dedicó una última sonrisa y le hizo adiós con la mano.

Cuando Tetsu regresó al hotel, media hora después, se encontró con un mensaje de su manager en el teléfono del cuarto. Sakano le informaba que la reunión con Hiro sería esa noche, en un restaurante cercano. Tetsu se sentó en la cama y suspiró con hastío.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visto al guitarrista. De todas formas, hubiese deseado no tener que verlo de nuevo.

“Quizás nos topemos en alguna parte”, había dicho Hiro a manera de vaticinio y despedida, en su último encuentro antes de dejar la banda. “Y te lo aseguro, bajista: tu suerte no habrá sido mejor que la mía. Eso, te lo doy por sentado”.




***



Todo estaba exactamente igual a como la recordaba. Todo, incluso la luz del crepúsculo que caía sobre la cama y dibujaba formas imprecisas, abstractas. Aquélla era la cama donde tantas veces había cerrado los ojos y había creído que no volvería a despertar. Quizás Dios existía y hacía realidad su más grande anhelo.

- Pensé que te gustaría ocupar la misma recámara- repuso Sakura a su lado y Hyde le sonrió, agradeciéndole el gesto.

Entró al cuarto casi con reverencia, sin atreverse a tocar los muebles. Así estaba perfecto, tal como en sus recuerdos. Un puñado de escenas felices y otras bastante amargas.

- Es como si el tiempo no hubiera pasado- reflexionó en voz alta. Colocó la única maleta que traía sobre el buró y miró con detenimiento la imagen tras la ventana abierta, de par en par. La luz anaranjada cubría los altos edificios como una capa de frío óxido y más allá del horizonte, Tokio se devoraba una puesta de sol demasiado inocente para ser verdad.

Qué extraño. Dentro de su departamento, las puestas de sol siempre se asemejaban a heridas sangrantes en el cielo.

- Por un momento, me pregunté si esta habitación te incomodaría- el batero prosiguió con la conversación y Hyde se dio vuelta para verlo de brazos cruzados, apoyado en la pared, a un lado de la puerta- Por tu rostro, veo que no es así.

- ¿Por qué pensaste eso?

- ¿No lo adivinas?- Sakura sonrió de medio lado- Mientras estuviste aquí, no hacías otra cosa que desear volver a Londres.

No era reproche lo que embargaba sus palabras, pero sí una ligera nostalgia. La sonrisa de Hyde se tornó melancólica también y miró alrededor, luchando contra la necesidad de pedir una absolución.

- Cuando aprendí a amar esta casa jamás me quise ir de nuevo, te lo aseguro- dijo y se detuvo frente a la ventana, recibiendo la ligera brisa de la noche.

Vio, a través del reflejo, que la expresión de Sakura se endurecía.

- Si tanto te gustaba estar aquí, no debiste regresar a la dulce compañía de tu amante.

- Ya hemos hablado de eso.

- La dichosa venganza, lo sé- el batero suspiró con hastío.- Hay un par de toallas limpias en el baño. Si necesitas algo me avisas, voy a estar en el garaje.

- Sakura- Hyde lo llamó, en cuanto el baterista llegó al rellano de las escaleras. Sakura subió la mirada y lo vio inclinado en la baranda, aún sonriendo, el cabello largo y negro se le venía al rostro y lo hacía ver más infantil que nunca- Gracias por traerme aquí de vuelta. En serio.

Seguía bastante pálido, al igual como lo había visto esa mañana. Sakura asintió y siguió bajando hasta la planta baja, sintiendo que el aspecto impasible abandonaba su rostro. No estaba en su naturaleza demostrar abiertamente sus sentimientos, pero desde que había recibido la llamada de Ogawa por la mañana no había podido evitar mostrarse intranquilo. Como si algo fuera a suceder de un momento a otro. Como si pudiera adivinar qué, pero algo en sí mismo no quisiera saber la respuesta.

Casi en una letanía, las palabras del bajista se repetían en su memoria. Gotas de lluvia que impactaban un terreno que se había mantenido inerme.

“Anoche se desmayó. Lleva días sin poder dormir y ha tenido pesadillas que no me ha querido contar… posiblemente, tampoco se las ha contado a nadie”

Ni siquiera a ti

Pasó de la cocina hacia el garaje y se centró en el mantenimiento de la motocicleta, más que nada, para escapar de sus pensamientos. Aún así, con cada movimiento la voz de Ogawa se hacía más nítida que nunca. No podía dejar de recordarla, tratando de encontrar las pistas que le hicieran dilucidar qué demonios estaba pasando con Hyde. Porqué sentía ese mal presentimiento con respecto a él.

“Si te cuento todo esto es porque sé que eres el único al que Hyde escucha… Él no está bien. Lo peor es que no imagino qué es lo que tiene”

“Las enfermeras dicen que ve visiones”

Se detuvo. Su propio reflejo le devolvió la mirada a través de las bujías de la Harley Davidson. Una mirada de preocupación pura, negra, como la noche en que había encontrado a Hyde casi muerto en su recámara en Londres.

No puede tratarse de eso.

Dejó el paño de lado y se inclinó sobre la moto, respirando profundo. No había pensado en esa posibilidad, aunque siempre había estado presente, de alguna forma. Todos los días, a todas horas. En cuanto habría los ojos y sentía miedo de mirar alrededor y verlo sangrando, a los pies de la cama.

Los médicos se lo habían advertido, pero en su terquedad por regresar a Japón, Sakura no había querido escucharlos.

“Mientras no haya un diagnóstico excluyente, los síntomas pueden reaparecer y no podrás controlar sus actos”

- Ahora que lo pienso, aún no te lo he preguntado.

Levantó la mirada. No lo había sentido llegar, pero ahí estaba, fumando en silencio. Hyde le sonreía mientras se acercaba con parsimonia.

Por alguna razón, la visión de su rostro sereno hizo que un frío resquemor corriera por su garganta.

“¿Qué te hace pensar que no lo volveré a hacer?”

- ¿A qué te refieres?- preguntó casi a la defensiva. Volvió al mantenimiento de la motocicleta como si nada y casi rezó para que su preocupación no se oliera a distancia.

“Soy adicto a la muerte, Sakura, seguro lo recuerdas. Ese sabor dulce… y la adrenalina…”

- Hablo de la reunión que tuviste esta mañana en la compañía- respondió el vocalista con simpleza. Se sentó en la mesa donde Sakura tenía los repuestos y lo vio intercalando palabras con caladas del cigarrillo- Ken estuvo todo el día con un humor de perros. Es evidente que no lo hizo feliz volver a verte.

La verdadera pregunta quedaba en el aire: ¿por qué?

- Es su problema si no quiere verme- musitó el batero lacónico, mientras se agachaba para sacar brillo a las partes bajas. Aunque no podía verlo desde su nueva posición, intuyó que Hyde sonreiría.

Y en efecto, no se equivocó.

- Ha pasado demasiado tiempo desde que te sorprendió con el periodista, ¿recuerdas? No puede estar enojado aún por eso.

- Pregúntale.

Escuchó los pasos del vocalista acercarse. Al igual como había sucedido en las escaleras, el cabello de Hyde se le vino al rostro cuando se asomó por el asiento hasta donde él estaba.

- ¿Qué se traen ustedes dos?- inquirió entornando los ojos, mientras aún fumaba con una mano y se apoyaba en el asiento con la otra. Sakura se incorporó, se sacudió los pantalones y limpió el rastro de colillas sobre el asiento de cuero negro, con suma paciencia.

- Yo no me traigo nada, ni mucho menos con Kitamura.

- ¿Estás seguro?

- ¿Por qué te mentiría?

- No lo sé- Hyde lo vio fijamente y Sakura estuvo tentado a apartar la mirada- Realmente, no lo sé… pero voy a averiguarlo.

Aquélla era una declaración de principios y una advertencia velada. El batero sonrió y negó con un gesto.

- Como quieras, aunque sólo perderás el tiempo.

- Pruébame- Hyde lo tomó del brazo cuando planeaba la retirada, se inclinó en el asiento, hacia delante, y sus rostros quedaron a pocos centímetros de distancia- No creas que no lo he notado. Ken parece estar hecho una furia contigo y tú ni siquiera quieres mencionarlo. Voy a descubrir qué es lo que pasa entre ustedes y entonces, Sakura… entonces te patearé el trasero por no habérmelo dicho antes. Y no hablo en sentido figurado, te lo aseguro.

Los ojos del batero pasaron de su rostro al agarre firme en su brazo. El tacto de Hyde quemaba, pero más que su piel, eran sus palabras los que transformaban el aire en líquido.

Un líquido que a penas se drenaba entre ambos.

- Ya te lo dije, haz lo que quieras- repuso tranquilo y se deshizo del contacto con un movimiento rápido, aunque no violento. Hyde se mantuvo viéndolo fijamente, aún después de que Sakura había regresado a lo suyo.

Aquella fría indiferencia sólo era signo de que algo más sucedía entre Ken y él. Hyde apagó la colilla y se fue a la cocina para buscar una cerveza helada. Sintió ruidos en la sala, se acercó y vio a un niño de espaldas, tocando un instrumento. Una guitarra.

- ¿Sucede algo?

A penas pudo reprimir un sobresalto. Sakura había entrado por la cocina con las manos manchadas de grasa.

Volvió la vista hacia el sillón y sintió que la sangre se le congelaba.

Estaba vacío.

- No- respondió, su corazón golpeteando dolorosamente en su pecho – No sucede nada.





***






Tamborileó los dedos sobre la mesa y checó el reloj. Al menos, esa era la cuarta vez que lo hacía en un tramo de diez minutos. Las diez y media, sonrió. No estaba mal al tratarse de Hiroki.

Tetsuya no lo reconocería ante nadie, pero comprobar que su antiguo compañero de banda no había alterado su elegante impuntualidad lo dejaba un tanto más tranquilo. Pocas cosas lo alteraban más que enfrentarse a un imprevisto.

Pasado un minuto pensó en hablarle a Sakano y darle una buena excusa para marcharse cuando presintió que llegaba, mucho antes de verlo. De negro, como era su costumbre. Una gabardina larga y maltratada, un sombrero que acumulaba capas de polvo en su copa. Los otros clientes del local voltearon en su dirección cuando lo vieron pasar, pero arrogante como siempre, Hiro sólo sonrió y se sentó en la mesa como si todo lo que hubiera dentro del restauran fuera suyo.

En definitiva, no había cambiado, en lo absoluto.

- ¿Se puede saber porqué mierda, Ogawa, no elegiste otro puto restaurante que me quedara más cerca?- dijo, a modo de saludo.

Pese a las palabras, Tetsuya sonrió. En realidad, era una mueca que simulaba ser una sonrisa. Demostrando del todo sus diferencias, dobló la costosa servilleta en su regazo y le hizo una seña a uno de los meseros, para que le trajera la carta.

- Si te molestaba el lugar, debiste habérmelo dicho antes.

- Sí, claro. Tetsuya Ogawa escucha las necesidades de sus súbditos- Hiroki ironizó. Se sacó el sombrero y una larga cabellera cayó sobre sus hombros. Descuidada. Tetsu le envió una mirada de displicencia.

- Me hiciste venir a Osaka. Pensé que había quedado bastante claro que por el momento, estamos dispuestos a escuchar tus peticiones.

- ¿Cómo va el divorcio?- le preguntó el guitarrista de pronto, y ante el gesto de incredulidad de su acompañante mostró una sonrisa de dientes amarillos- Vi una nota de prensa hace unos días. Siempre has tenido buen gusto, tu esposa era un ejemplar de primera.

Había algo en su tono, una cierta burla y banalidad que molestó a Tetsu de una forma profunda. Se aclaró la garganta, tomó el agua servida en su copa y se repitió las mil y una razones que tenía para no mandar la negociación al carajo.

- De todas formas- prosiguió Hiro, con un gesto grandilocuente- Teniendo a Haido al lado, cualquiera se tienta. No puedo culparte.

- Aún te gusta- el comentario se le escapó antes de que pudiera refrenarlo. En voz baja, en extremo medida. Se observaron con fiereza y Hiroki lanzó una risa que se oyó como un ladrido.

-Tranquilízate, meterme en los pantalones de otro tipo no está dentro de mis planes, aunque no te niego que Haido puede ser del gusto de cualquiera. Lástima que el pobre idiota esté tan enamorado de ti… Y eso que lo dejaste por una mujer. Dónde quedó su tan afamado orgullo, ¿eh?

Lanzó una segunda risa y Tetsuya apretó con fuerza desmedida la copa. La llegada del mesero impidió que perdiera la compostura.

- De todas formas- prosiguió el guitarrista mientras ojeaba la carta, con gesto aburrido- Con todo lo que le hiciste, que embarazaras a una mujer no resultó un hecho tan grave, ¿verdad?

Un ruido sordo y el agua que había antes en la copa de Tetsu se derramó por el mantel, dejando una estela oscura que iba en aumento. Hiroki desvió la vista del menú y casi se relamió de gusto cuando vio el rictus de tensión en el rostro de Tetsu.

- Ya basta con todo esto- replicó el bajista en un susurro peligroso- Si vine hasta aquí fue para negociar. Y si no lo vas a hacer, es mejor que te largues.

- No hay necesidad de ponernos tan ariscos. Solamente recuerdo los viejos tiempos, ¿tú no?

- No pienso perder mi tiempo contigo- tiró la servilleta al piso. Sin embargo, en cuanto hizo el amago de levantarse, la mirada del guitarrista pasó de la hilaridad al desdén puro.

- Si te atreves a largarte, voy a mandar la propuesta de tu querida compañía al carajo. Y tú, mejor que nadie, sabes que no amenazo en vano, Ogawa. Así que siéntate.

Ahí estaba, la careta que Tetsu había estado esperando ver desde un principio. Apretó la mandíbula y se quedó en su puesto. Si lo hacía era por Hyde, se repitió una y otra vez.

- No has tenido los cojones para hablarle de aquél lamentable incidente, ¿cierto?- Hiro sonrió de forma desagradable y lo contempló con diversión, de nuevo, el semblante arrogante instaurado en su rostro- Haido te partiría la cara si supiera que le debe la inmovilidad de sus manos a uno de tus arranques.

- Cállate- siseó Tetsu. Lejos de parecer amedrentado, Hiroki lanzó una risa sardónica.

- Si no lo hago, ¿qué? ¿Me vas a enviar matones para que me silencien? No me sorprendería que aún usaras esas prácticas… Lástima que yo no sea tan idiota como Hyde.

- No vuelvas a repetir eso.

- Y tú no vuelvas a exigirme nada- su gesto se volvió gélido- Aún puedo ir y contarle a Hyde cómo y cuándo le cagaste la vida. Y todavía mejor: el porqué.

Volvieron a compartir una mirada pétrea. A su alrededor, las personas hablaban y ocasionalmente reían, pero ellos no les prestaban atención. O al menos, Tetsuya no lo hacía.

- ¿Qué mierda quieres?- le preguntó entonces, con la voz baja que usaba para tratar los asuntos más delicados. El corazón le golpeteaba furioso en el pecho. Desde el principio, había tenido el presentimiento que ver a Hiro no traería nada bueno.

Y no se había equivocado.

- ¿No es evidente? Vengo a negociar mi vuelta a los escenarios, nada más ni nada menos que con mis queridos ex compañeros de banda.

- La banda te importa una mierda.

- Esa boca, Ogawa- rió- Tu ilustrísima madre se caería de espaldas al ver cómo has malogrado tus modales.

- No juegues conmigo y dime qué mierda quieres.

- En realidad, no mucho. Con el concierto aniversario tus bolsillos se pudrirán de dinero, así que quiero parte de esa tajada… una buena parte.

- No puedes estar hablando en serio- Tetsu adoptó una expresión irónica. Ante su sorpresa, el rostro de Hiro se recrudeció.

- No te hagas el imbécil conmigo, Ogawa. He sido condescendiente todos estos años, pero no lo seré ahora. Quiero lo que me corresponde.

- A ti no te corresponde nada- el bajista entornó los ojos y transformó su voz en un susurro grave- No se te ocurra acercarte a Hyde, porque si lo haces, me encargaré de que no consigas trabajo en ninguna parte. Y también sabes que no amenazo en vano.

- Tú sí que eres iluso- Hiro siseó entre dientes, de forma apreciativa- ¿Para qué voy a trabajar si me vas a indemnizar de por vida? El trabajo es para los idiotas, yo actúo. Y actúo bien.

Se inclinó en la mesa, hacia delante, y el cabello le tapó parte del rostro. Tetsuya lo miró con asco. El olor a alcohol y tabaco se desprendía a raudales de sus ropas.

- Haz lo que quieras- accedió finalmente, con la misma sonrisa de ironía que esgrimía el guitarrista. Pese a las amenazas, se levantó y lo vio con desdén de su nueva altura. Se dio el lujo de reír suavemente y observarlo de arriba abajo, con desagrado-Lo único que conseguirás será perder el tiempo. Es tu palabra contra la mía y la tuya, por lo que veo, ya vale bastante poco.

Tomó su chaqueta y se la colocó con parsimonia. Hiro rió también, tomó la copa que antes Tetsu había usado y se la llevó a los labios.

- Hagamos la prueba, entonces- levantó la copa en son de brindis- Salud por tu majestuosa caída, Tetsuya Ogawa… Ni tu fama ni tu dinero te salvarán cuando todos sepan la clase de persona que eres. Porque no eres mejor que yo.

Sonrió de nuevo, mostrando la hilera de dientes sucios y sin poder soportar el asco por mayor tiempo, Tetsu desvió la vista y se fue hacia la salida. Ni siquiera miró hacia atrás.

Una vez que estuvo afuera, la máscara de seguridad resbaló por su rostro y una sensación de frío miedo lo impactó con bastante fuerza.

Con premura, sacó el celular y marcó el número del representante. “Hiro no entra en el proyecto” le dijo a manera de saludo y despedida. Caminó hacia una esquina, hizo parar un taxi. No dio la dirección del hotel. Ya fuera las caretas, no se sentía con el valor necesario para llegar a su habitación y repasar una y otra vez memorias que casi había conseguido olvidar.

Pero no por siempre.

“Haido te partiría la cara si supiera que le debe la inmovilidad de sus manos a uno de tus arranques”

- Al bar más cercano- le indicó al chofer casi por inercia. El hombre asintió, por suerte, sin intentar entablar una plática. Mientras la noche ocultaba la estela de su pista, Tetsu se inclinó hacia atrás en el asiento, cerró los ojos y deseó jamás haber vuelto a esa ciudad de mierda.

Y en especial, a los pecados que había cometido en ella.