Notas: mil gracias por la espera, a todos. Disculpen por haber sacado el otro capítulo, pero siento que escribirlo de nuevo fue la opción correcta. Espero que el tiempo le haya dado madurez a esta historia y que se refleje en ella. Sin más, enjoy!
Le hizo el amor como si no fuera la primera, sino la última
vez que lo hacía. Lo hizo gritar como nadie lo había hecho, mucho más urgente y
más vivo que en cualquier escenario. Cuando terminaron y se tendieron sobre la
mullida alfombra de la sala, el bajista supo que sería adicto a eso: su piel,
sus besos, el calor de su cuerpo y su interior, siempre tan cálido, siempre tan
Hyde…
La primera vez de muchas, porque lo amaba. Con la yema de
los dedos trazó el tatuaje de alas en su espalda…
- ¿Qué vamos a hacer ahora, Tetsuya?- le preguntó un Hyde de
treinta años, con esa voz ronca que a Tetsu tanto le gustaba. Estaba boca abajo, tendido sobre el pecho del
bajista, desnudo como él. Su respiración, renqueante, a veces casi inexistente.
A ratos, cuando cerraba los ojos y se quedaban en silencio, a
Tetsu le parecía que se veía exquisitamente muerto.
- Amarnos me parece una buena opción.
Hyde rió y se incorporó un poco. El cabello negro y largo le
caía sobre el rostro blanco perfilado por la luz de las llamas de la chimenea.
Entornó los ojos castaños, algo quisquilloso.
- Espero que con el tiempo sigas tomándotelo con tanta
tranquilidad- repuso, pausada y tentadoramente, recorriendo su pecho con los
dedos- esto de ser amante de tu compañero de banda… ya sabes.
Nadie lo entendería
Era curioso como la sensualidad y el vaticinio se conjugaban
en sus palabras. El bajista lo acercó más a su cuerpo y le apartó con cuidado
los mechones de cabello oscuro. Quiso desestimar por completo el pinchazo de
preocupación que esas palabras le provocaron, pero aún así la preocupación
estaba, retumbando en su mente.
Nuestra relación… podría complicar todo.
- De todas formas- siguió hablando el vocalista, antes que
Tetsu pudiera agregar nada- deseo que ese día no llegue… que no te arrepientas.
No sabría qué hacer si te pierdo.
Sonrió, un poco tímido. Levantó la mirada y la conectó con
la de Tetsu
- Incluso siento que agradezco ese accidente, ¿lo recuerdas?
Ese que me llevó a ti y a la música.
Era la primera vez en años que hacía alusión a esa noche y
Tetsu sintió un vuelco en el estómago. Claro que la recordaba, aunque por años
la había relegado a lo más oscuro de su mente, al lugar donde estaban sus
recuerdos indeseados de niño y las culpas del pasado.
La noche que había decidido que convencería a Hyde de cantar…
fuera como fuera.
- Estas manos…- Hyde le acarició lentamente el rostro, sus
respiraciones chocaban, estaban muy cerca- ¿no son un precio demasiado bajo a
pagar con tal de estar contigo, Tetsuya?
Desde luego, él no sabía que acababa de hacer el amor con el
causante de todo lo sucedido, el mismo que ahora lo estrechaba contra su
cuerpo. Con esas mismas manos que Tetsu se había asegurado de destruir, le
acarició las mejillas y la boca. Caricias mortuorias que se sentían como su voz
y su cuerpo, como una seda, y ya sin querer evitarlo, Tetsu cortó la distancia
que los separara y dejó que la boca de Hyde bebiera de sus deseos y sus más
remotos sentimientos de culpa.
Hyde profundizó el beso. Se la estaba devorando a mordiscos,
como una manzana.
- ¿Me amas, bajista?-
le preguntó, en un susurro íntimo interrumpiendo brevemente el beso. Tetsu hizo
un movimiento rápido e intercambió sus posiciones, dejándolo bajo su cuerpo. Le
separó las piernas. Sus corazones volvían a latir frenéticos y como siempre
debían de estar, juntos.
Lo hice por ti y por
mi, recuérdalo.
- Nadie te va a amar más que yo- le prometió, sintiendo el
peso de cada una de esas palabras como si se grabaran en sangre. Satisfecho con
la respuesta, Hyde le sonrió y tan sólo fue un segundo porque, al siguiente,
seguían besándose con la urgencia de descubrirse una y otra vez.
Claro que lo amaba…
Lo amaba y por eso sabía que había hecho lo correcto. Por
Hyde y por él. Por ambos.
Bodas de Sangre
Capítulo 26
Abriendo la caja de Pandora
Mírame... ámame...
ahora los días son parte de mi torturada alma.
Por favor, tómame... lastímame...
¡Mentira que en sueños sólo puedes poseerme!
Ven a mí, juega conmigo
en un camino hacia otro mundo.
El mundo es como una prisión de metal frío,
llámame, por favor... ayúdame...
ahora los días son parte de mi torturada alma.
Por favor, tómame... lastímame...
¡Mentira que en sueños sólo puedes poseerme!
Ven a mí, juega conmigo
en un camino hacia otro mundo.
El mundo es como una prisión de metal frío,
llámame, por favor... ayúdame...
(“The gost
in my room”)
No tenía más opción, Tetsu lo supo en cuanto las palabras
escritas con tinta roja, como la sangre, se habían quedado grabadas en su
memora, como la inscripción de una de las tantas lápidas que plagaban el
cementerio: “Para que no te olvides”
Por supuesto que no podría olvidarlo.
-¿Quién pudo enviarte una cosa como esa?
Habían ido a la oficina del director del cementerio, habían
curado la mano de su hermana y habían estado largo tiempo discutiendo sobre el
origen de la caja. Tetsu había escuchado una y otra vez las disculpas del
director porque esos incidentes no solían suceder, ni mucho menos en una ciudad
como Osaka. Sin embargo, cuando la idea de notificarlo había surgido, Tetsu lo
había sabido de inmediato.
No podía…
Saliendo del cementerio, compartió una mirada con Junko,
quien temblaba ligeramente, aún afectada.
“Todavía puedo decirle
a Hyde cómo y cuándo le cagaste la vida, y aún mejor… el porqué”
- No vale la pena darle más vueltas- dijo Tetsu con la voz
ronca y falsamente serena- Será una broma de mal gusto… lamento haberte hecho
pasar por todo esto.
Qué bien se le daba mentir últimamente. Junko arrugó el ceño
y su mirada escudriñó el rictus de fingida tranquilidad de su hermano. Tenía el
sexto sentido propio de las mujeres y Tetsu sintió que lo conocía demasiado
bien como para no ver detrás de su máscara de confianza.
-Hiciste mal en no llamar a la policía.
- La policía tiene mejores cosas en que ocuparse, ¿no lo
crees?
- ¡Por Dios, Tetsuya! ¡Una caja llena de arañas no es una
broma ni mucho menos!
- Escucha- Tetsu colocó sus manos en sus hombros y la miró fijamente- de
verdad lamento haberte hecho pasar esto, mucho más en este día, pero estoy
prácticamente seguro que no es nada de importancia. Estas cosas pasan a menudo.
Así como tenemos fans, hay gente que no lo son tanto y hacen estas tonterías…
olvídalo.Por favor…
Menos que nunca necesitaba que alguien más lo supiese. Junko lo quedó observando un par de segundos más y ante la vehemencia de su tono, relajó su expresión. La mente de Tetsu, sin embargo, trabajaba muy rápido, y los latidos de su corazón se sentían dolorosos en su pecho.
Sabía exactamente quién le había enviado esa caja. El recuerdo de la misiva mientras las arañas salían y llenaban el césped, como una sombra negra, estaba clavado en su memoria a hierro. Maldito fuera… por un segundo, había pensado que podría olvidarse de las amenazas de Hiro marchándose de Osaka, sin embargo, aquella nota se lo había dejado todo muy claro.
“Siempre has sido una asquerosa rata”, pensó Tetsu, con ira. Tenía que detenerlo de alguna manera, antes de que Hiro pudiese llegar a Hyde…
- De todas formas, es extraño- Junko suspiró. Sus ojos
pasaron de Tetsu a su mano y se tornaron increíblemente tristes- el niño que me
entregó esa horrible caja, quizás es una tontería, pero… no puedo dejar de
pensar que debe tener la misma edad que Hikari tendría si estuviera vivo.
El bajista salió de sus pensamientos y volvió a focalizarse
en ella. La mirada de su hermana se había tornado vidriosa mientras se perdía
en la distancia, entre las tumbas.
- Es como si alguien hubiese lo hubiese sabido- musitó,
antes de que su determinación se quebrara y un par de lágrimas corrieran,
solitarias, por sus mejilla.
El corazón de Tetsu latió con un dolor que hace mucho no recordaba. “Me las pagarás, hijo de puta” pensó, de nuevo con ira, mientras envolvía a su hermana en un nuevo abrazo y le daba un beso en el cabello. El viento de la tarde pareció envolverlos y Tetsuya la dejó llorar, como en tantos años no había hecho.
El hijo de su hermana, su único sobrino, había muerto meses antes que se casara con Ayana. De cierta forma, había sido la causa por la que el bajista había tomado la decisión de renunciar a Hyde y buscar armar una familia. Cuando lo había visto por primera vez, cuando había tenido por primera vez a su sobrino en brazos, Tetsu había sentido esa imperiosa necesidad de tener un hijo. Una necesidad que por ese tiempo, ni siquiera los besos y caricias de Hyde habían podido aplacar.
Al final, las presiones y sus ansias de formar una familia habían sido más fuertes que el amor que le profesaba a Hyde.
“Pero ahora es diferente. Si lo pierdo a él, yo… me muero”
- ¿Quieres que te acompañe a tu departamento?
- No hace falta, debes tener mil cosas que hacer…
- No seas tonta- Tetsu le sonrió y la hizo una caricia en el rostro. Su hermana le sonrió de vuelta- Vamos.
Pasaste por toda esta situación por mi culpa, deja que al menos me asegure que llegas bien.
Junko hizo un ligero asentimiento con la cabeza y caminaron
tomados del brazo hasta la entrada del cementerio. El sentimiento de desazón en
el pecho de Tetsu se hacía más fuerte conforme avanzaban sus pasos. Una vez en
la calle, mientras esperaban un taxi, el bajista no pudo evitar mirar a todos
lados, frenético. Probablemente, Hiro los había seguido al cementerio, quizás
aún los estaba siguiendo. Las alertas en su mente estaban disparadas y Tetsu se
sintió atrapado, como no había estado en años. Si tan sólo tuviera a Hyde a su
lado sabía, todo sería más fácil.
“Pero ahora, más que
nunca, debo mantenerlo alejado” pensó, con amargura, mientras hacían
detener un taxi y atravesaban las calles de Osaka, ambos en silencio. “Él no puede saber, si ese hijo de puta le
dice… Esta vez, Haido no me lo perdonará”
Cerró los ojos y ahogó un suspiro. Veinte años… había intentado convencer a Hyde de todas las formas posibles, lo había ido a ver al trabajo y a la universidad, pero el Hyde de ese tiempo no había querido escucharlo. Estaba tan empecinado en seguir con la pintura que no veía nada más, mucho menos el talento que tenía y que Tetsu necesitaba para su proyecto de banda.
La única forma de hacerlo cambiar de opinión, entonces, era alejarlo de aquello que más quería. O al menos, eso era lo que el Tetsuya de aquel entonces pensaba.
-¿Segura que estarás bien?
- Sí, ya no te preocupes- ya en la entrada de su edificio, Junko
le sonrió, mucho más repuesta y le dio un nuevo abrazo afectuoso- Lo que sea que esté pasando, cuídate mucho,
¿vale?
Desde luego, intuía que algo más había oculto. Tetsu no pudo
reprimir una sonrisa también y se separó de ella, mirándola a los ojos.
- No pasa nada, no te preocupes- le mintió, con toda la
entereza de la que era capaz.
Resultaba obvio que Junko no le creía, por la expresión de
incredulidad en su rostro cuando recibió esas palabras. Su hermana lo tomó del
brazo y sin ánimos de volver al tema, le hizo una caricia, pensativa.
- Tú sabes que estoy feliz de que tú y Haido vuelvan a estar
juntos- comenzó a decir, entre seria y algo temerosa- pero los hijos son lo más
importante que tenemos, Tetsuya. No lo olvides nunca.
Su mensaje también era claro. Por más que quieras divorciarte de Ayana, no debes descuidar a Rei. Tetsu
asintió y dejó caer un beso en su cabello largo, con un nudo en la garganta.
Recibía esas palabras de una madre que había perdido un hijo. Se separaron y se
observaron a los ojos.
- Rei es la razón de mi vida, nunca habrá nadie más
importante que ella.
¿Ni siquiera Hyde?
Junko asintió también, satisfecha, le dio un último guiño en
sus ojos castaños, tristes, tan parecidos a los de Tetsu, antes de dar la
vuelta y caminar hacia la entrada del alto edificio donde estaba viviendo.
El bajista la observó hasta que su silueta enjuta
desapareció de su vista. Una vez solo, se dio cuenta del ruido de la ciudad y
todo el movimiento que se desplegaba a su alrededor, caminó por las calles
aledañas, pensativo, mirando de vez en cuando sobre su hombro, aún con la
desagradable sensación de que lo estaban espiando. Sabía que desde entonces
hasta que solucionara el problema, no iba a tener un minuto de paz.
Maldita fuera la hora en que había decidido hacer ese viaje…
Sacó el teléfono
móvil de sus bolsillos, se detuvo en una esquina, los automóviles yendo y
viniendo y nadie prestándole atención. Recordó,
de pronto, la primera vez que él y Hyde habían estado juntos en el departamento
del vocalista, poco después de su divorcio de Megumi. “Estas manos… ¿no son un precio demasiado bajo a pagar con tal de estar
contigo?”, le había dicho Hyde después de hacer el amor y Tetsu había
tomado esas palabras como absolución, porque sí, claro que había hecho lo
correcto.
Por él, por ambos.
Si Hyde se hubiera dedicado a la pintura y no al canto,
ellos no se habrían conocido mayormente. No habrían entablado ninguna clase de
relación. Hyde no tendría ni la mitad de lo que tenía ahora, el mundo entero a
sus pies, una carrera exitosa. Él y Tetsu no estarían juntos, a pesar de las
desavenencias y las separaciones, ahora eran felices. Tetsu enmendaría todos
sus errores.
De todas formas… la amenaza de Hiroki seguía latente,
haciéndole cuestionarse, una y otra vez, qué pasaría si Hyde lo supiera. Si se
enterara que todo lo que había sufrido entonces había sido planeado por él, por
Tetsu.
“¿Me odiarías, Hyde?
Si me perdonaste lo de Ayana, ¿podrías perdonarme también esto?”
No podía arriesgarse. Tenía que actuar y rápido, como
siempre lo había hecho. Con la saliva pasando de su boca a su garganta, como un
licor amargo, Tetsu marcó el número del manager de la banda y esperó tres tonos de marcado. Al cuarto, el hombre
contestó. Se oían ruidos de conversaciones de fondo.
- ¿Sakano? Soy Tetsuya- la voz le salió rasposa de
preocupación. Tetsu volvió a mirar alrededor, quizás buscando una sombra que se
pareciera a la figura negra y alta del ex guitarrista de su banda, asechándolo-
Necesito que me consigas la dirección de Hiroki, es importante.
- ¿Vas a intentar persuadirlo para el concierto
aniversario?- le preguntó Sakano del otro lado de la línea. Tetsu luchó por no
dejar salir un bufido de molestia.
Lo menos que le importaba era el puto concierto.
- Algo así… ¿tienes la dirección o no?
- No, él sólo dejó un teléfono de contacto. Si quieres te lo
puedo enviar por un mensaje de texto.
- Vale, gracias. Ah, y, Sakano…- Tetsu carraspeó, su
corazón, nuevamente, una bomba de tiempo.- ¿Haido está contigo?
Necesitaba, al menos, escucharlo. Iban a ser días en que no
hablaban y el recuerdo de la última noche que había pasado en Tokyo, sus
problemas y los extraños malestares de Hyde no dejaban de atormentarlo. Se hizo
un silencio del otro lado, o quizás era sólo que Tetsu estaba demasiado
ansioso. Esas voces que escuchaba, probablemente estaban teniendo una reunión
con mucha gente.
Intuía de qué iba todo eso.
- Él está aquí con Sakurazawa y los otros miembros. Sabías
que él hoy se nos unía al ensayo, ¿cierto?
- Sí…- el corazón de Tetsu pareció saltarse unos cuantos
latidos- Espero el mensaje con el teléfono de Hiroki. Nos vemos.
Cortó la comunicación. “Está
con Sakura…” pensó, lúgubremente, y aunque él mismo le había pedido al
baterista que lo cuidara antes de salir de Tokyo, no pudo evitar que los celos
corrieran por sus venas junto a la sangre. “¿Es
por eso que no contestas mis llamadas, Hyde? ¿Porque estás con él?”
Su móvil vibró cuando el mensaje con el número de Hiro
llegó, distrayéndolo momentáneamente de sus pensamientos. Tetsu digitó los
números con manos temblorosas. Sentía una ira que en muchos años no había tenido,
odiaba sentirse impotente, acorralado, fuera de control de sus actos y lo que
pasaba a su alrededor. Estaba viviendo un infierno en Osaka por las amenazas de
Hiro, por sus culpas pasadas, mientras Hyde y Sakura estaban juntos, a muchos
kilómetros de distancia.
Para su mala suerte, el teléfono que el representante le
había enviado estaba inactivo. “¡Maldita sea!” dijo, furioso, cuando intentó
llamarlo de nuevo sin buenos resultados. Hiro debía haber cambiado el teléfono porque
sabía que iba a llamarlo. Estaba jugando a las escondidas. Tetsuya miró
alrededor, una y otra vez, pero no había nadie que le pareciera fuera de lo
común. Sólo gente pasando sin prestarle atención…
- No quiero que Hyde vuelva a mover sus manos.
- ¿Qué?
Hiro lo miró con estupor. Dejó en la mesa la botella de ron que casi se habían acabado y el ruido sordo pareció expandirse por cada recoveco del galpón. Aquél era el lugar que usaban para los ensayos.
- Eso. No quiero que vuelva a mover sus manos- Tetsu escuchaba la frialdad de su voz como si otro la estuviera utilizando. Se llevó el vaso de ron a los labios y se mantuvo una fracción de segundo quieto, sus labios acariciando el borde del vaso, su mirada pensativa y, tal como su voz, muy, muy fría- Sería la única forma en que desistiera de su estúpida idea de ser pintor… Iluso. Si supiera que la clave del éxito está en su voz y no en sus manos…
- ¿El éxito de él o el éxito tuyo, Tetsu?- lo interrumpió Hiro, con saña.
Tetsu desvió su mirada hacia él. No dijo nada.
“¿Acaso importa?”
¡Maldita fuera la hora en que había cedido ante los caprichos de Hyde, eso de volver a juntar a los otros miembros de la banda! Desorientado, Tetsu se sentó en una banca cercana y se miró las manos. La derecha aún asía el móvil con el número que no había contestado. Esa era la misma mano que Hyde usaba para tocar la guitarra, no sin dificultad. La misma que nunca más había usado para aquello que tanto amaba cuando Tetsu lo había conocido: la pintura.
- No será para siempre, sólo quiero que se aleje de esa maldita idea por un tiempo y piense en la posibilidad de ser vocalista- Tetsuya agregó de inmediato, suspirando, miró a su alrededor- Quizás una lesión accidental… ese tipo de cosas suceden.
- Repito: tú si que eres macabro, Ogawa. Y si un bastardo como yo te lo dice, es todo un cumplido.
¿Hyde lo perdonaría? Los recuerdos de cuando lo había planeado se mezclaban en su mente con las arañas negras que habían salido de la caja y la misiva en ella: “Para que no te olvides”
¿Cómo podía olvidarlo?
- Haido… por el amor de Dios, contéstame…
No pudo refrenarse más. Marcó el número que en esos días con tanto afán se había tratado de comunicar y casi aguantó el aliento. Necesitaba algo, algo que le diera ánimos para luchar y acallar todo.
Porque no podía dejar que Hiro hablara, no podía dejar que Hyde supiera…
-¿Bueno?
Parecía que había estado riendo. De nuevo, ese ruido de voces alegres a la distancia, en una reunión, celebrando y la voz de Hyde, grave, tibia, como el viento que lo rodeaba y que hacía mecer los árboles de Osaka, el mismo que hizo que el corazón de Tetsu se llenara de algo cercano al alivio, se hidratara, había estado sediento por días.
Escucharlo después de un tiempo que parecía una eternidad era como volver a enamorarse de él. Su tan preciado vocalista.
- ¿Cómo estás?
Te amo… Tetsu cerró los ojos y se repitió, una y otra vez, que había hecho lo correcto. Porque lo había hecho por él, por esa voz que valía millones y que tantas veces había gritado al hacerle el amor.
- Bien… ¿cómo han ido las cosas en Osaka?
Tenía miles de preguntas atoradas en la garganta: ¿por qué no respondías a mis llamadas? ¿Me extrañas? ¿Me amas, Hyde? ¿Podrás perdonarme esto, de nuevo?
- Hyde...- su voz flaqueó. Tetsu abrió los ojos y miró a todas partes. Todo en esa ciudad y los parajes que habían caminado juntos le recordaba a él- no sabes cuánto te necesito aquí, a mi lado…
Sabía que su voz y su determinación estaban temblando. Hyde también lo debió haber notado del otro lado, porque hizo un silencio y Tetsu sintió que se alejaba de donde estaba, del lugar de la fiesta y se iba a uno mucho más tranquilo y más silencioso.
- ¿Qué pasa, Tetsuya? ¿Salió algo mal?
¿Por qué me has estado evitando, Hyde?
- No- la respuesta salió de sus labios antes de que pudiera evitarlo, carraspeó- Es decir, Hiroki no estará en el concierto aniversario, ¿no te lo han dicho?
No puedo complacer todos tus caprichos por ahora. No lo entiendes.
- Lo acabo de saber, pero no te preocupes, que haya vuelto Sakura es más que suficiente.
De nuevo, esa puntada de celos. Tetsu miró a todas partes, si tan sólo estuviera a su lado, si tan sólo Hyde supiera…
- Yo también te extraño, bajista, ¿lo sabes?
Le estaba leyendo el pensamiento. ¿Le mentía? Tetsu no podía descifrarlo. La voz de Hyde era como la seda, como esa primera vez en que habían estado juntos, en una noche de invierno, con el calor de la chimenea, abrazados.
Como nunca debieron haber dejado de estarlo. Y todo por los temores y los errores de Tetsu.
- Te lo dije una vez y te lo vuelvo a decir ahora: no sabría qué hacer si me dejas de nuevo. ¿No lo harás, Tetsu? ¿Me recuerdas también por las noches?
- Yo…- su voz, de nuevo, vacilaba- No digas tonterías, te amo tanto… tú y mi hija son lo más importante que tengo.
-¿Cuándo regresarás a Tokyo?
- No lo sé, quizás mañana…
- Vamos, tómate tu tiempo- Hyde rió. Tetsu tuvo la desagradable sensación de que se reía de él- No me es indispensable, pero quizás puedas convencer a Hiroki. Te conozco, Ogawa, y tú, cuando te lo propones, lo puedes hacer todo.
“Ese niño es un terco, pero tú lo eres un millón de veces más”, había dicho Hiro aquella vez, cuando Tetsu le había comunicado sus planes. Veinte años después, su voz y la voz de terciopelo de Hyde se unían en una y remarcaban las palabras. “¿Por qué mierda no te buscas otro vocalista y terminas este jueguito psycho?”
“No puedo” había contestado Tetsu de inmediato, a lo que Hiro había reído.
“No quieres, que es distinto… y luego dices que el vicioso soy yo”
- Con o sin Hiroki, regresaré lo más pronto que pueda- continuó Tetsu con urgencia- Aún me preocupa como te vi la ultima noche en Tokyo, ¿cómo ha estado tu salud?
- Ya te dije que bien, bajista.
- Desde luego que no te creo.
Hyde bufó audiblemente. Del otro lado de la línea, Tetsu escuchó que hablaba con alguien y luego volvía a él, un poco cabreado.
- Me tengo que ir, vamos a comenzar los ensayos. Disfruta los días que te quedan en Osaka y suerte con Hiroki. Tiene un carácter difícil, pero tú eres aún más imposible. Ya ves, incluso lograste convencerme… así que puedes hacer lo que sea.
No sabía lo que estaba diciendo. Tetsu sonrió con tristeza y su agarre sobre el teléfono se hizo mayor, como si lo tuviera en frente.
- Cuídate, Hyde… Y no olvides que te amo.
Se quedó esperando una respuesta similar a la suya, pero nada, tal como su última noche juntos, Hyde volvía a jugar y a escapar del cuenco entre sus manos, como el agua.
- Cuídate también, Ogawa, nos vemos.
Por un segundo, Tetsu había sentido que todo volvería a ser como antes, como cuando estaban juntos y se enfrentaban al mundo entero, pero estaba claro que no. Cuando la comunicación hubo acabado, Tetsu miró el teléfono con algo cercano a la tristeza. Sentía, temía desde su última noche en Tokyo que Hyde no lo había perdonado. Aunque había vuelto con él y lo había apoyado en su divorcio con Ayana, no era el mismo de antes. La traición lo había cambiado.
Aunque lo amaba.
Me odiarías aún más si supieras lo de tus manos, no puedo permitirlo, se juró entonces y supo que era verdad. Haría lo que fuera para apartar a Hiro y la verdad que traía consigo de Hyde. Sin importar sus amenazas. Miró alrededor, hacia la calle. ¿Hiro estaba allí también, acechando? No podía saberlo. Sin embargo, lo iba a localizar y a acallar, costara lo que le costase.
Incluso si tenía que mover cielo, mar y tierra para conseguirlo.
***
En cuanto terminó de hablar con él, Hyde sintió una mezcla
de emociones encontradas en el pecho. “Así
que me amas”, pensó con malicia y dolor y amor, todo eso junto. Sí, había
tratado de evitarlo todos esos días para darse un respiro. Una ilusión,
naturalmente. La salida de Tetsuya de su vista no significaba que olvidara la
venganza del todo, ni mucho menos.
La había estado planeando por años, desde que se había ido a
Londres, destrozado, jurando que el bastardo se la pagaría.
“Tres años, queda tan
poco para terminar y, a la vez, tanto…”
- ¿Y bien? ¿Vienes o no?
Reponiendo la sonrisa por costumbre en su rostro, Hyde se volvió a Sakura y caminaron juntos por el pasillo del tercer piso de la compañía rumbo a la sala de ensayos. Aún se escuchaban las voces de las personas que seguían haciendo lobby en la sala donde le habían dado la bienvenida al baterista. Sin embargo, Sakano había insistido que comenzaran a ensayar incluso no estando Tetsuya presente.
Una parte de la mente de Hyde, la que no estaba alegre por
escucharlo angustiado, se preguntaba qué había sucedido para que Tetsu sonara
así, como perdido, como si Tetsu…
“Me estuviera
ocultando algo”
- ¿Cómo está Ogawa?
Le estaba leyendo el pensamiento, lo de siempre. Hyde casi
sintió ganas de reír y miró a Sakura, quien levantaba una ceja en señal
inquisitoria.
- ¿Por qué crees que estaba hablando con él?- respondió, sin
embargo, en un juego de respuesta y pregunta que hizo a Sakura sonreír también,
aunque abiertamente irónico.
- No lo sé, quizás porque ahora pareces mucho menos feliz
que antes. Ogawa logra ese increíble efecto en ti.
Su voz destilaba una crítica no tan velada. Aún conservando
la sonrisa, Hyde sintió que el sentimiento tibio de desazón en su pecho
aumentaba.
- Él no está aquí ahora, así que no deberíamos siquiera
nombrarlo, ¿no lo crees?- repuso, con la voz ronca. Se lo decía a Sakura y a sí
mismo, en un intento frenético por dejar de pensar en él.
Había intentado no hacerlo desde que se había ido de Tokyo,
y hasta lo había logrado, antes de aceptar esa maldita llamada de teléfono. La
debía de haber ignorado, al igual que las otras que el bajista había estado
haciendo diaria y continuamente. Hyde sabía que después de hablar con él no
podría dejar de hacerlo, recordarlo.
“Maldito seas. Ni
siquiera cuando te alejas consigo estar tranquilo”
No se estaban viendo, pero Hyde sabía que Sakura lo
observaba en silencio. Antes de llegar a la sala le sonrió una última vez, sin
embargo, Sakura no le devolvió la sonrisa. El baterista estaba más bien serio, posiblemente
analizando todas sus expresiones y lo que se escondía tras de ellas. Hyde sabía
que Sakura era quien mejor lo conocía, entre ellos casi no había secretos.
- ¡Con que ahí estaban!- exclamó Sakano cuando los vio
llegar. Algunos de los productores musicales estaban ya en la sala revisando
pistas junto con Ken y Yukihiro, quienes habían tomado sus instrumentos y se
prestaban a hacer los arreglos- Tetsuya estuvo hablando conmigo hace unos cinco
minutos, también te llamó, ¿cierto?
La pregunta se dirigía a un Hyde que asintió, algo
distraído. Tomó unas partituras que habían sobre una mesa y las comenzó a
ojear, tratando de prestar atención a ellas y no a ese vacío en el pecho que
siempre estaba cuando Tetsu le faltaba.
Maldito fuera.
- Así que el líder se reportó… no puede estar lejos de ti,
¿eh?- Hyde escuchó que la voz de Ken le comentaba en voz baja, mientras se
ubicaba a su lado. Pese a que habían tenido continuamente rencillas el último tiempo,
Ken le sonreía con guasa. Hyde frunció el entrecejo. Miró a los productores de
forma disimulada y luego le envió una mirada distante- Sé más considerado con
él, Takarai. No te imaginas los malabares que está haciendo para cumplir tus
caprichos y convencer al idiota de Hiro.
- No hay nada que Tetsu no pueda hacer- respondió el
vocalista, vago, pasando las partituras una a una- Por lo demás- agregó, algo
tajante- si puede lograr cumplir mi capricho, va a ganar bastante dinero, te lo
aseguro.
Ken bufó un “claro” que sonó mitad exasperado, mitad risa, y
se alejó con la guitarra en mano, en el momento exacto en que una de las
partituras que Hyde tenía en sus manos llamó particularmente su atención: Anemone, la flor del abandono. Hyde
levantó la partitura hacia su vista y sintió que el vacío en su pecho se
expandía. No la había cantado en años.
Necesitaba hacerlo, cantar… hacerlo era como hacer el amor:
su voz, de pronto, tomaba notas dulces y melancólicas y de un momento a otro,
el ritmo se aceleraba y la voz crecía hasta llegar a la cúspide, hasta tocar el
cielo, hasta el clímax máximo. “¿Podemos partir por esta?”, Hyde le preguntó a
uno de los productores. La idea era comenzar a repasar las canciones que habían
sido propuestas para el tracklist del concierto aniversario en solitario, ya
que Tetsu aún no estaba con ellos.
El hombre asintió y Hyde se ubicó un poco alejado de los
demás, en la cabina de grabación donde podría oír su propia voz sin la
intervención del resto. Cerró los ojos. Por alguna razón, pensó que el efecto
que su voz producía en los demás era muy parecido a las emociones que veía en
la cara de Tetsu cuando estaban juntos, en la cama…
Pero ahora quería cantar a solas. Para no pensar en él.
La introducción de la canción comenzó a sonar y aún con los
ojos cerrados, Hyde escuchó las notas melancólicas arrastrarse como si cortaran
el aire, desgarradoras como sus propios sentimientos. Como tantas otras veces,
su mente viajó y se separó del canto y visualizó un pasillo largo, lleno de
puertas blancas donde se escuchaban los ecos de voces lejanas. Comenzó a cantar
con notas largas. Recordaba ese lugar que había sido su prisión por tantos
meses.
No se lo había dicho a Tetsu ni a nadie cuando había
regresado, pero durante esos tres años, su propia locura había sido un
infierno. Todo por culpa del bajista.
“Tienes que pagar,
Tetsu… no es una opción”
La música sufrió un cambio, aumentó el ritmo y los demás
instrumentos se sumaron. Hyde siguió con la segunda estrofa y se perdió en el
sonido de su propia voz, una extraña, una voz para muchos privilegiada, pero
que a él no le había importado tanto hasta que sin la movilidad de sus manos,
había aprendido a usarla y a quererla.
El pasillo se hacía interminable y Hyde lo recorría a
grandes pasos, casi corriendo. La canción seguía sonando y su voz aumentaba en
tonos, sin embargo, su cuerpo era otro y se movía rápidamente hacia la última
habitación, sintiendo vagamente el aroma a muerte y antisépticos como un
perfume. El propio.
Entonces, cuando llegó al coro, lo vio.
Una chica muerta en
una cama. Los ojos abiertos. La mirada vidriosa hacia arriba. La mueca de
sufrimiento inmortalizada por siempre en su rostro.
- ¡Adam!
Alguien lo jaló hacia
atrás. Unas manos fuertes lo asieron mientras sentía que caía. La cabeza se le
partía en dos del dolor, o quizás, era sólo el dolor de su propia voz, de su
grito, de su cuerpo, del lugar donde antes latía un corazón que ahora también
estaba muerto.
- Adam… tienes que
comprender… no puedes hacer nada, ella ahora ya no está…
- No…- la voz le salía
como una plegaria entre los labios. Miró frenético alrededor, pero sólo estaba
ella muerta y nada más.- No, no… ¡No!
Se soltó con un
movimiento violento y corrió con todas sus fuerzas por donde mismo había
venido, chocando con un montón de gente, escuchando los gritos de su compañero
a su espalda, sin importarle nada más.
Él también estaba
muerto, se había muerto junto con ella.
No supo cómo, pero
subió hacia el último piso. Quería estar solo, quería alcanzarla a donde quiera
que ella ahora estuviese.
El cielo de luna
menguante lo recibió en una noche demasiado fría, en que se acercó al filo de
la azotea, vio las luces de Londres, cegándolo, y el piso a muchos metros de
distancia. El miedo le subió a la boca como una arcada. No sentía los miembros,
ya nada más le importaba. No tenía más vida que perder, entonces, ¿por qué no
volar?
- ¡Hyde!
El viento le gritaba
en los oídos que aquello que estaba haciendo era lo correcto. El otro chico le
dio alcance, Adam lo supo cuando su voz se escuchó a lo lejos, entonces, dio el
último paso que le faltaba, miró hacia abajo, y se dejó caer, ingrávido, por un
instante.
Lo último que vio fue
el último cuarto de la luna creciente, como una maldición teñida de rojo
mientras caía y se impactaba y un dolor inmenso se expandía por su cuerpo, los
huesos quebrándose, la sangre saliendo, la cabeza partida.
“¿Ahora te sientes
satisfecho, Hyde?”
El chico que se
reclinaba frente a su cadáver ya no era igual a él, era Tetsu, quien lo veía
con la sonrisa en el rostro.
“Deberías saber que el
amor es inútil. Mírate…. Ahora, tú también estás muerto”
- ¡Denle aire, maldita sea! Sakura, recuéstalo en el piso.
- Hyde… Hyde, despierta…
Una voz conocida lo llamaba. Hyde abrió los ojos y la luz
amarilla lo cegó, como si mirara al sol directamente y lo quemara.
De su garganta salió un quejido de dolor, la cabeza le dolía
como si le fuera a explotar, no tenía aire, sentía unas ganas de vomitar
enormes. No sabía dónde estaba ni qué demonios hacía ahí. Lentamente, se fue
dando cuenta que su cuerpo estaba tendido sobre el piso y las voces alrededor,
cada vez más lejanas, estaban distorsionadas.
- No lo levantes del piso, se golpeó la cabeza… maldita sea,
voy a llamar una ambulancia.
- Ken, la entrada de la compañía está llena de periodistas,
no podemos armar un escándalo.
- ¿Y a mí qué mierda me importan los periodistas, Sakano?
- Hyde, ¿puedes escucharme?- la voz que le hablaba era mucho
más calmada y grave que las otras. Hyde sintió algo en el pecho, quizás
confianza. Aún con los ojos cerrados por el dolor, su rostro se ladeó
ligeramente hacia la derecha, hacia el tacto de unos dedos que le apartaban el
cabello del rostro, fríos. Benditos.
Abrió los ojos y parpadeó muchas veces, acostumbrándose a
toda esa luminosidad asfixiante. Un par de figuras erráticas se erigían
enormes, pero sólo pudo reconocer el rostro preocupado de Sakura, a su lado.
- ¿Dónde estoy?- masculló, con un hilo de voz. El semblante
de Sakura no varió demasiado, sin embargo, en sus ojos Hyde pudo leer algo
similar al alivio.
O lo adivinaba. No lo sabía muy bien. La cabeza se le partía
como si se le hubiera abierto en dos, como si hubiera impactado el piso, como
si hubiera caído de muchos metros de altura, como si estuviera…
“Muerto"
- Tranquilízate, estás en la cabina de grabación. Estabas
ensayando una canción, ¿puedes recordarlo?
- No… no lo sé- se volvió a llevar las manos a las sienes y
dejó escapar un nuevo quejido de dolor, esta vez mucho más audible. Dolía tanto
que prefería estar inconciente, quería que le sacaran la cabeza para ya no
sentirlo. A través de sus ojos cerrados pudo ver la caída y luego, la imagen de
Tetsu, viéndolo a la distancia, sonriendo, lleno de burla y de rabia.
Alguien hablaba. La imagen de Tetsu se conjugaba con la voz
de Ken, en algún lado.
- ¡A la mierda los periodistas! se golpeó la cabeza, ¿no lo
viste? Y hace poco acaba de tener un accidente de auto… ¡Voy a llamar a la puta
ambulancia lo quieras o no, Sakano!
- Espera- Sakura hablaba. Su voz, de nuevo, era como un
bálsamo, como un sedante- Llevémoslo a otra parte y dejemos que descanse un
poco. Hyde, ¿puedes levantarte?
- ¿Qué crees que estás haciendo, Sakurazawa?
- Ya cállense…- el
vocalista murmuró con un hilo de voz y sintió al instante que se hacía silencio.
Pese a las reservas, se incorporó como pudo y de inmediato sintió los brazos de
Sakura afirmándolo. Lo miró. El batero le devolvió la mirada negra, nuevamente
preocupado- Por favor, Sakura… necesito salir de aquí.
Se lo decía del alma, desde el lugar donde palpitaba la
claustrofobia, moriría si no se alejaba de ellos y de las visiones que de
pronto se le venían a la mente con la misma celeridad con que la arcada
amenazaba por bañarle la boca. Entendiendo su urgencia sin más palabras, en esa
comunicación natural que siempre habían tenido, Sakura lo sostuvo fuertemente
entre sus brazos, lo ayudó a ponerse en pie y lo dirigió hacia la salida de la
sala de ensayos.
Hyde no los veía, pero sabía que había más gente y que
muchos hablaban, murmuraban a su alrededor. Sin embargo, se dejó guiar por
Sakura con la vista gacha, como si su amigo de años fuera un lazarillo, el
mismo que siempre lo había ayudado cuando Hyde estaba en problemas.
¿Ahora lo estaba?
Recordaba la caída y sabía que no era primera vez que la
veía. ¿Qué estaba sucediendo? Y ese maldito dolor en su cabeza que no se iba,
que la partía en dos, que dolía tanto como la miraba del Tetsu de sus sueños o
visiones o lo que fuera que había visto cuando había perdido el sentido.
¿Qué estaba pasando?
- Toma, quizás fue una baja de azúcar. Asegúrate que se la
beba toda.
Alguien volvía a hablar. Ken les había dado alcance en el
pasillo y se dirigía a Sakura. Con los ojos cerrados por el dolor y las manos
en las sienes, Hyde no entendió muy bien de qué hablaban.
- Llévalo afuera y no te pases de listo, ¿te quedó claro,
Sakurazawa?
- No te preocupes- la voz de Sakura, diferente a la de Ken,
era clara y serena. El batero agregó algo más, pero tan sólo fue un susurro escaso
que Hyde, con las manos en las sienes, luchando con el dolor, a penas pudo
descifrarlo.
- Vámonos- le pidió en una súplica entre dientes. Los brazos
de Sakura redoblaron el agarre sobre su cuerpo y se dejó conducir hasta que
sintió que salían por unas puertas de vidrio y el aire fresco impactaba su cara.
Sólo entonces, Hyde quitó las manos de sus sienes, esas que
le cubrían el rostro, abrió los ojos, y mientras el viento de la tarde
revoloteaba por su pelo se llenó los pulmones de aire y se sintió algo mejor.
Sólo un poco. Porque en un lugar indescifrable de su mente, latía el dolor como
una bomba de tiempo.
- ¿Te sientes mejor?- le preguntó Sakura, siempre a su lado,
sin soltarlo. Hyde trató de sonreír, pero solo consiguió una careta vacía.
Asintió.
- ¿Qué fue lo que me pasó?- preguntó, la voz pastosa y la
garganta seca. Se apoyó en el vidrio de la puerta y se dejó caer al piso.
Sakura se sentó a su lado.
De nuevo, casi en un gesto mecánico, Sakura le apartó los
mechones de cabello que se le venían al rostro.
- ¿No lo recuerdas?- le preguntó, preocupado, sus ojos
negros como dos pozos insondables escrutaron la expresión de Hyde y el
vocalista estuvo tentado a apartar la mirada. Sentía que lo estaban taladrando-
Estabas cantando y de pronto te desmayaste.
Anemone. Hyde tragó saliva y asintió de nuevo. Los dedos de
Sakura tocaron un lugar de su frente, al lado izquierdo, que lo hizo sisear de
dolor.
- Te debiste haber golpeado cuando caíste- le explicó Sakura
entonces. Estaba en extremo serio o preocupado, o quizás ambos. Lo soltó, sin
embargo, su mirada negra no se apartó de él ni por un instante- No estás
sangrando, pero debió haber sido un golpe fuerte. Debí dejar que Ken llamara a
la ambulancia, tal vez necesites una curación o algo. Además, acabas de tener
un accidente.
- Olvídalo- Hyde repuso de inmediato. Chasqueó y apartó la
vista hacia la ciudad en tres metros de altura- Odio los doctores.
No pensaba volver a pisar una clínica en lo que le quedaba
de vida. No lo estaba mirando, pero intuyó que Sakura sonreía.
- Es lo que pensé que dirías- repuso el batero, aunque su
tono no estaba desprovisto de una crítica velada- Sin embargo- agregó, mucho
mas serio- ya has tenido otros malestares después del accidente de auto, ¿no es
cierto?
- ¿De qué estás hablando?
- Ogawa me llamó antes de irse a Osaka y me contó que no te
sentías bien.
- ¿Qué?
Hyde se volteó a él, sorprendido. La expresión de Sakura seguía
seria y serena, pero él se había quedado sin palabras.
- ¿Qué Tetsu hizo qué?- repitió, aun sin creerlo del todo.
No era un misterio para nadie que Tetsuya casi no soportaba a Sakura- ¿Por qué
no me lo dijiste antes?
- No, Hyde. La pregunta aquí es porqué tú no me lo dijiste antes.
- Yo… no es nada… Ogawa estaba exagerando, como siempre.
- Desde luego, por eso te acabas de desmayar, ¿no?- el tono
del batero destiló ironía pura.- ¿Qué pasa si tienes secuelas del accidente y
no lo sabes, por tu afán de no querer ver a los doctores?
“Sabes muy bien porqué
no quiero verlos”. La mirada de Hyde pasó de Sakura a su alrededor,
pensativo, inquieto. Muy preocupado. No era solamente el accidente del auto,
era que había pasado tanto tiempo durante esos tres años rodeado de doctores
que le desagradaban en lo más profundo.
Sus pensamientos derivaron a las visiones que había estado teniendo
esos últimos días y el extraño sueño o lo que fuera que había visto cuando se
había desmayado.
- ¿Y qué pasa si es no es una secuela del accidente?- se preguntó,
lentamente, deliberadamente. Volvió a mirar a Sakura y su pecho se llenó de una
bruma densa- ¿Qué pasa si es otra cosa, Sakura?
“Tú lo sabes, me lo
dijiste entonces”
Entendiendo, Sakura entornó los ojos.
“Las enfermeras dicen
que ves visiones”
- Mañana mismo te llevaré a un doctor, aunque sea a rastras,
Takarai- le respondió, sin embargo, evitando olímpicamente las insinuaciones de
Hyde. Era imposible. Ambos habían querido olvidarlo desde que habían vuelto a
Japón.
La estancia en Londres… Hyde sonrió con amargura y sintió
Sakura ponerse en pie, a su lado.
“¿Qué pasa si me he vuelto
loco de nuevo? ¿Si nunca he dejado de estarlo?”
- Ken me dio esto para que lo tomaras. Es un idiota la
mayoría de las veces, pero puede que tenga razón y sea una baja de azúcar.
Recibió en las manos el frío contacto de una lata de bebida
y como ido, sumergido en sus recuerdos, Hyde se mantuvo con la vista fija en
ella. El tiempo se había detenido a su lado.
Le daba la espalda. La
habitación era blanca, no tenía ventanas, todo era asfixiante en ella. Hyde vio
con incredulidad como la figura de Sakura se iba y cerraba la puerta. Entonces,
la desesperación le subió a la velocidad de la sangre, se puso de pie y corrió
hacia esa puerta que lo privaba de libertad.
“¡Sácame de aquí,
Sakura!” le gritó, desgarrándose la garganta. Golpeó con sus puños cuantas
veces pudo, hasta sentirlos en carne viva, nada le importaba, la desesperación
era mucho más fuerte y angustiante y lo estaba matando. “¡Sácame de aquí! No lo
soporto… tienes que verlo…”
Estaba llorando, no lo
sabía. Sintió sus propias lágrimas, lejanas, cegarle la vista y su otrora voz romperse
en un sollozo amargo. Se dejó caer al piso, desconsolado. No sabía si Sakura
estaba afuera o si había alguien que lo escuchara, pero ese silencio era
insoportable, no quería estar solo, los recuerdos lo atormentaban, él lo
atormentaba, Tetsu… todo era culpa de Tetsu…
Levantó la mirada.
Allí, en su cama blanca, al igual que todo en la habitación, un chico muy
parecido a él le devolvió la mirada a través de sus ojos azules. Sonrió.
- Todo va a estar bien- Sakura le prometió, de pronto, y
Hyde alzó la vista y lo vio allí, observándolo, fuerte, como siempre.
No sabía qué pasaría si no lo tuviera a su lado.
Le sonrió como pudo y asintió. Podía
mentirse a si mismo una y otra vez, podría planear una venganza que acabara
incluso consigo, porque amaba a Tetsu, porque lo extrañaba y porque no podía
detenerse ahora. Podía agotar sus fuerzas, pero si Sakura estaba ahí, junto a
él, nada podría salir mal.
Esa era la única fe que, por ahora, le restaba tener.
Regresaron unos minutos más tarde, una media hora, no lo
sabía, el tiempo parecía haberse detenido mientras estaban allá afuera. El
vocalista se sentía mejor, aunque no tenía ganas de quedarse allí y ver como
todos lo observaban con curiosidad. De pronto, quería irse lejos, donde los
sueños y los malestares y las visiones no lo alcanzaran. Donde el sentimiento
de impotencia al pensar en Tetsu no lo alcanzara. Estaba harto, maldita la hora
en que había vuelto a Japón y había tramado esa venganza.
Tenía el presentimiento que casi no quedaría nada de él para
cuando la terminase.
- Te voy a ir a comprar algo de comer, debes estar fatigado.
- Sakura…
- Sin peros, Takarai.
Lo miró con una sonrisa. A pesar de que había una enorme
confianza entre ellos, había un montón de cosas que Hyde necesitaba decirle.
Esos sueños… los había tenido los últimos días, una y otra vez, la misma caída
y la misma sensación de estar impactando el piso, de quebrarse por dentro, la
sangre bañándole la boca, los ojos abiertos, hacia una luna en su último
cuarto. Todo tan vívido que casi juraría que era real. Era como estar viviendo
una misma escena una y mil veces.
Hyde asintió, vio a Sakura irse por el lado contrario y, de
nuevo solo, anduvo por el pasillo del tercer piso en silencio. Se colocó una
mano en la cabeza, en el sitio exacto donde se había golpeado. Todo era muy
confuso y a veces, le parecía demasiado como para poder soportarlo.
Entonces, en la bifurcación que conectaba los ascensores con
el pasillo principal donde estaba la sala de ensayos, los escuchó. Dos voces
por completo conocidas, hablando apartadas del resto, en un tono tan bajo que
Hyde tuvo que hacer esfuerzos por entenderlo.
- ¿Sabes lo que el muy imbécil me contestó? “Ocúpate de
Yukihiro que yo cuidaré a Hyde”. Maldito sea, es claro que se está aprovechando
ahora que Tetsuya no está aquí.
Extrañado, Hyde se detuvo y se apoyó en la pared. Aún se
sentía débil y la cabeza le daba vueltas, el pasillo se le confundía con aquel
que había visto mientras cantaba, el de la estancia londinense. Quien hablaba,
inconfundiblemente, era Ken.
Y el que le respondió, a todas luces, fue Yukihiro.
-Sakura siempre ha sido el más cercano a él. Es obvio que
sea el más preocupado.
- ¿Y yo no? ¡Maldita sea! Por mucho que me gustaría cortarle
la cabeza a veces, Haido es como mi puto hermano menor. Y además, Tetsuya me
matará si le sucede algo en su ausencia.
Se hizo un pequeño silencio, demasiado corto como para que
Hyde pudiera procesar las palabras. Entonces, Ken prosiguió.
Y su corazón dio un latido furioso en su pecho.
- De todas formas, no sabes cómo me cabrea tener a Sakura
aquí, metiendo sus narices por todas partes... Sé que te prometí que lo tomaría
bien, Yuki, pero es casi imposible verlo y no recordar que hasta hace poco ese
idiota y tú eran amantes.
- ¿Qué?
Habló sin darse cuenta, al instante las voces callaron. La
impresión fue mucho más fuerte y Hyde salió de donde estaba y los observó
alternadamente. Ken y a Yukihiro se habían vuelto hacia él, igual de
impresionados.
- ¿Qué mierda acabas
de decir?
Miró a Ken casi sin pestañear. No… Ken miró a Yukihiro de
soslayo y luego a él. Lanzó un juramento.
- ¡Maldita sea…! ¡Hyde…!
- Contéstame- la voz le salió imperiosa y llena de
sensaciones encontradas. Era como si hubiese recibido un balde de agua fría.
Sus ojos pasaron a Yukihiro, incrédulo- ¿Sakura y tú…? No, tienen que estar
bromeando.
Sonrió con incredulidad. Sí, tenía que estar bromeando… En
un segundo, lo presintió antes de verlo. Se volteó a su derecha, la figura alta
y siempre fuerte de Sakura había llegado y miraba la escena de una forma en que
no pudo calificarla bien. Se le habían ido los colores del rostro, su mirada
negra, insondable, pasó de Yukihiro a Ken y le envió una mirada mordaz.
Amenazante.
- Es una broma, ¿cierto?- Hyde le preguntó, sintiendo que la
comprensión pasaba a su cerebro como la sangre- No… a ti no te gustan los
hombres. Te conozco, Sakura, yo…
Sakura le devolvió la mirada y entonces Hyde lo entendió por
completo. Fue como si una persona nueva lo observara, un Sakura que no conocía,
uno que estrechaba los ojos negros, esos que había visto un montón de veces,
con un gesto claro de disculpa.
Retrocedió unos pasos, de puro instinto.
- Hyde…
- Esto no es cierto. Porque no lo es, ¿verdad?
Le estaba rogando. Miró a Yukihiro, de nuevo, y de nuevo a
Sakura.
El pasillo le daba vueltas, volvía a sentirse mareado y
asqueado y no sabía…
- Sí, Hyde- Sakura le respondió, finalmente. Su voz, al
menos ocho octavas más abajo.- Es cierto.
No… Era
completamente diferente, de pronto. Hyde sintió que las palabras de esa
respuesta caían sólidas, se drenaban entre ellos y viciaban el aire, se volvían
neblina pura. No estaba impresionado, es que se le había movido el piso por
completo. Lo miró casi sin pestañar, casi sin respirar y Sakura le devolvió la
mirada igual de fuerte, con esa disculpa velada que lo hizo sentir miserable. ¿Por
qué?
- ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Las ideas, una a una, se le arremolinaban en su mente. Lo había visto con Yukihiro un montón de veces,
ni siquiera eran amigos. Lo había visto con mujeres. Había estado cuando le
había pedido matrimonio a Megumi, había sido el padrino de su boda y el padrino
de Hisashi.
- No lo consideré importante. Hyde, yo…
- ¿Así que tu relación con Yukihiro no importaba?-
interrumpió Ken, de pronto. Hyde vio que Sakura le enviaba una nueva mirada
colérica, pero su mente, rápido, viajaba muy lejos, de nuevo.
“Deberías divorciarte
de ella” “Me gusta Tetsu. Hoy… decidimos salir juntos” “Creo que me está
ocultando algo” “Se va a casar, Sakura…
se va a casar”
“¿Por qué viniste sin
decirme nada?” le dijo la voz de Sakura en un susurro, a sus espaldas. El clima
en Londres era siempre frío y nebuloso y cuando se dio vuelta hacia él, dándole
ahora la espalda al lago, Hyde pensó que su figura alta y de ojos y cabello
negro combinaba perfectamente con el lugar.
Le sonrió.
“Tú podrías
encontrarme incluso en el fin del mundo… lo sabes todo de mi, al igual como yo
sé todo de ti”
- Ahora estás feliz, ¿no, Kitamura? ¡Esto es justamente lo
que querías lograr!
- No me vengas a culpar de tus errores. ¿Por qué mierda no
te largas y nos dejas a todos tranquilos?
- Alto, los dos- era Yukihiro. Se adelantó y miró a Hyde con
una disculpa velada- Lo que dice Sakura es cierto, nunca fue importante,
además… yo le pedí que no le dijera nada a nadie.
¿Por qué él? No
sabía lo que pensaba. Como ido, Hyde le devolvió la mirada Yukihiro y no supo
porqué se sintió de esa manera, como desorientado…. tan decepcionado.
- ¿Dónde queda la confianza entonces?
Se dio vuelta de nuevo hacia Sakura. Si no supiera que
respiraba y que le devolvía la mirada tan fijamente como él, que pestañeaba de
vez en cuando, Hyde hubiera creído que era una estatua de mármol o las figuras
de ángeles caídos que a él tanto le había gustado dibujar en el pasado.
Sakura suspiró.
- Esto no tiene nada que ver con la confianza. Hay cosas más
importantes, tú lo sabes… en eso jamás te he mentido.
“Perdóname” escuchó,
en un susurro, del otro lado de la puerta. Sabía que él estaba allí y por su
voz supuso que estaba igual de afectado. Hyde apoyó la frente en la superficie
fría de madera, cerró los ojos, no quería ver más esas visiones que lo
atormentaban. “Sácame… déjame morir, te lo ruego” le pidió, le rogó mientras
sus lágrimas volvían a correr por sus mejillas. Quería tomar la opción de su
propia muerte. Estar encerrado era mucho peor.
- Váyanse a la mierda ustedes y sus mentiras.
Se lo decía a Sakura y se lo decía a Tetsu, a todos. Estaba
harto de no enterarse, de no ver, ni siquiera prestó atención cuando Ken trató
de detenerlo y Yukihiro dijo algo más a sus espaldas. Se fue hacia las
escaleras y las bajó, rápido. Salió de
la compañía y la luz del sol le impactó picándole los ojos. Jadeó con fastidio,
¿qué demonios estaba haciendo? ¿Para dónde iba? “Amantes…” la palabra se repetía en su cerebro una y otra y otra
vez. No podía creerlo… no. No podía. Lo había visto con chicas diferentes.
Había supuesto que algún día encontraría una y se casaría con ella y Hyde
podría ser con sus hijos como no lo había sido con el propio.
No. En realidad no había pensado todo eso. Siempre había
creído que Sakura estaría a su lado, como su otra parte. Ellos… Sakura era el
único que lo entendía.
- ¡Espera! Maldita sea, Hyde, hablemos, ¿vale?
Se dio vuelta. El batero lo veía con ojos anegados de una
emoción que Hyde no supo interpretar bien.
Lo recorrió con la vista de arriba abajo. Sí, aquél era el
mismo Sakura de siempre, el mismo que lo había acompañado en tanto, pero de
nuevo el pensamiento, ¿por qué se veía tan diferente?
Sintió pánico. No… no sabría que hacer si toda esa seguridad
se desmoronaba, no…
- Dime que no es verdad.
¿Por qué se sentía así? Fue pánico lo que le bañó la voz, no
podía ser de otra manera. El mundo se podía estar cayendo a pedazos, se podía
sentir una mierda por su venganza hacia Tetsu, pero él no… no, Sakura no podía
cambiar. Era lo único firme donde podía aferrarse. Sakura siempre había sido
mucho más fuerte que él.
Su corazón. Le dolió… no sabía que aún conservaba uno.
- Dime que lo que Ken dijo no es cierto, dime que tú nunca
me mentiste, Sakura… ¡dímelo!
“Entre el amor y la lealtad, ¿cuál crees que sea el
sentimiento más fuerte?” le había preguntado en un momento determinado, después
de la salida del baterista de la banda. Lo habían obligado a entrar a una
clínica para rehabilitarse y en todo aquel mundo hecho pedazos, Hyde había sido
el único que le había sonreído y había permanecido a su lado.
Quizás, por eso, en su estancia en Londres, Hyde no se había
sorprendido de que Sakura no desistiera, no huyera como todos los demás, como
el mismo. La vida se había encargado de ponerlos en un mismo lugar en momentos
diferentes.
Si existía el destino, era aquél.
“La lealtad es mucho más fuerte, ¿sabes por qué? Las
personas pueden amarte por lo que eres, pero sólo algunos te serán leales
cuando ya no lo seas”
- ¿Por qué piensas que es una mentira?- le preguntó el
batero estrechando los ojos. Eran dos posos negros que al igual que su voz,
siempre le habían transmitido una tranquilidad bendita. Hyde sentía que podía
perderse en ellos y traspasarlos. Seguramente, Sakura era el único que se
sentía igual que él, a veces.
Quiso reír y gritar. Los dos al mismo tiempo.
- Claro, nunca te lo pregunté- se estaba recriminando a si
mismo. Miró a otras partes. Le parecía un insulto que la gente pasara alrededor
y nadie viera cuán miserable era.- Nunca quise saber si además estabas con
otros hombres.
¿Se lo estaba reprochando? Sakura arrugó el ceño. Su
corazón, frenético, su sangre helada. Siempre había supuesto que cuando Hyde se
enterara de su bisexualidad la confianza que habían forjado en años tambalearía
de forma dolorosa. Sin embargo, no había previsto esa reacción. Hyde parecía
furioso consigo mismo.
- ¿Qué clase de amigo soy?- el vocalista lo miró de nuevo y
se veía aún tan pálido, tan dolido, que Sakura quiso correr ante la vista de
todos y abrazarlo.- Dime… ¿nunca has pensado por qué demonios sigues a mi lado?
“Como un amante”
El batero luchó con todas sus fuerzas para que la emoción no
hiciera eco en su rostro. “Porque te amo”, su mente gritó, su cuerpo gritaba.
Le dolían las manos porque sólo deseaban acariciar la piel de Hyde en ellas.
Hyde se rió con amargura. Hizo un gesto de negación.
- Déjame solo, ¿quieres?
Le podía pedir muchas cosas, pero aquella, quizás, era la
que más le dolía. Sakura se mantuvo en silencio y se maldijo mentalmente. Debió
haberlo pensado, quizás, el silencio había sido mucho peor que la verdad… lo
único que podía esgrimir a su favor era ese miedo eterno de que Hyde
descubriera que no sólo podía gustarle otro hombre, sino que ese hombre era él.
Lo quería a él. A nadie podría querer tanto como a él.
El vocalista se dio la vuelta. Parecía que el tiempo
transcurría en cámara lenta. Peatones yendo y viniendo a ambos lados de la
calle, el viento tocando las hebras de su cabello negro, su figura enjuta, a
veces, tan fuerte, a veces, tan frágil. Las alas de su espalda adivinándose
tras su blusa blanca y él, alejándose... Su preocupación iba con él, los
pensamientos y el corazón de Sakura iba con él. Era estúpido que aún no se
diera cuenta.
La vida se le iría siempre con él y nada más que con él.
Sakura sonrió, amargo. Después de todos sus esfuerzos por acallarlo, la caja de
Pandora se había abierto y no sabía si era en su favor o no.
Lo único que sabía es que de ese entonces en adelante, todo
sería inminentemente diferente.
***
En cuanto la vio desde lejos, Tetsu supo que aquella no
sería una reunión familiar ni mucho menos. La siempre imponente casona Ogawa se
veía rodeada de al menos una docena de autos costosos, abarrotando la calle. Por
un segundo, el bajista tuvo la tentación de darse la media vuelta y volver al
hotel. Al segundo siguiente, sin embargo, Tetsu se dijo que aquello lo hacía
para ver su hija, ahogó un suspiro, se arregló la chaqueta y la camisa que
había elegido y se dirigió con paso firme a la casa donde había vivido por
tantos años.
Lo hacía por Rei y también por Hyde. Necesitaba dejar las
cosas claras en esa ciudad que los había visto conocerse y enamorarse, con su
familia, con sus recuerdos. Incluso los errores. Todo debía quedar zanjado en
Osaka.
“Para que no te
olvides”
Avanzó por la calle y alcanzó el pórtico, los ruidos de
conversaciones le llegaron como ecos lejanos. Efectivamente, la mayoría de las
familias de abolengo de Osaka debían haberse conglomerado en la casa, como en
las tantas reuniones sociales que recordaba haber asistido desde niño. “Vaya cena familiar va a ser esta”, pensó
Tetsu, mitad ironía, mitad cansancio. Desde lo sucedido en el cementerio esa
mañana, no tenía ánimos para nada más… nada que no fuera sino regresar a Tokyo,
con Hyde.
Se detuvo. Miró hacia atrás, por reflejo, pero nada. Era
estúpido pensar que Hiroki aún lo estaba siguiendo, aunque no podía evitarlo.
“No seas paranoico”,
pensó, traspasando las altas rejas de hierro. Decidió despejarse las ideas por
un rato y su atención se centró en una chica delgada y atractiva de unos veinte
años, quién estaba afuera de la casa, hablando con un muchacho que el bajista
no conocía.
La menor de las hermanas Ogawa debió presentir que alguien
se acercaba, porque interrumpió su conversación, desvió la vista y esbozó una
sonrisa deslumbrante.
- ¡Tetsuya!
Haciendo caso omiso de su acompañante y de los tacones
altísimos que le hacían juego con el vestido azul, Aoi corrió acortando la
distancia y se lanzó a los brazos de su hermano, quién le sonrió.
- ¡Ingrato! Junko me contó que llegaste ayer, ¿por qué no
has venido a verme?- le espetó, dándole un golpecito en el pecho. Tenía el
cabello largo, pintado de rubio y los ojos muy grandes. Definitivamente, su
hermana había sacado lo mejor de la familia Ogawa.
Tetsu se encogió de hombros.
- Vine hace unos días, pero no te vi por ninguna parte. ¿Te
has vuelto a aumentar eso?- le preguntó, entre incrédulo y paternal, al notar
que su busto parecía tres veces más grande que la ultima vez que la había
visto.
Aoi se alejó y se rió nerviosamente.
- Es la moda, anticuado.
- Por lo visto, cambiar de novio también es una moda- repuso
el bajista viendo de soslayo al chico que seguía esperando, callado y algo
tímido, en el pórtico- ¿No era tu novio de la última vez mucho más alto?
Su hermana menor se encogió de hombros.
- Eso ya es historia- respondió, tranquilamente, lo tomó del
brazo y lo acompañó hasta la puerta- Ayana y mi madre no han hecho más que
preguntarle a Junko a qué horas llegarías. ¡Ah! Y Rei está preciosa, ¡se nota
que es sobrina mía!
Tetsu asintió sin abandonar la sonrisa, sin embargo, la
mención de su madre y su aún esposa le trajo aquella conocida desazón en el
pecho. Aoi le hizo una seña de disculpa cuando alcanzaron la puerta y ante los
ojos incesantes de su nuevo novio, se fue a seguir hablando con él con un
escueto “luego te alcanzo”.
De nuevo solo, el bajista avanzó por la puerta de entrada,
siendo recibido por una chica joven que le hizo una ligera inclinación. Tetsu
no la conocía, por lo que supuso que debía ser la nueva empleada que cuidaba a
su padre. Le devolvió el saludo y miró a su alrededor, deslumbrándose con la
prolija decoración de la sala y las personas que se conglomeraban alrededor del
pie de la escalera, wisky en mano, hablando entre ellas con esa alegría
hipócrita que Tetsuya conocía tan bien “¡Hasta que llegas!”, pronunció alguien
sacándolo de sus pensamientos. La mirada de Tetsu se volteó a su lado derecho y
vio a Junko bajando los últimos peldaños de las escaleras. Su hermana llevaba
un vestido negro, algo sencillo, pero muy elegante y se había recogido el
cabello para la ocasión.
Le sonrió al alcanzarlo. A simple vista, se veía mucho mejor
a cómo Tetsu la había visto en la mañana, después de la visita al cementerio.
- Mi madre ha estado preguntando cada minuto por ti- Junko
le comunicó, a manera de saludo. Tetsu ahogó un suspiro y miró alrededor.
Algunas de las personas que conversaban cerca se habían volteado hacia ellos y,
al reconocerlo, le hicieron sendos gestos de saludo.
Se los devolvió por cortesía. Lamentablemente, estaba
acostumbrado a esas convenciones hipócritas.
- ¿Dónde está Rei?- preguntó, ya sin poder contenerse.
Después de todo, ella era la razón por la que había llegado hasta allí.
Junko suspiró audiblemente, miró de soslayo a las personas
que los rodeaban y esbozó una sonrisa que, a todas luces, se veía fingida.
- En la sala- respondió, casi sin mover los labios- Mamá ha
estado presentándola a ella y Ayana a cuanta persona se le cruce.
Compartieron una mirada de puro entendimiento. “Así que eso
es lo que quería”, pensó Tetsu, sin poder reprimir un poco de decepción.
Después de una corta disculpa, dejó a Junko al pie de las escaleras, tomó el camino
hacia el salón principal y antes de animarse a entrar, detuvo a uno de los
mozos que iban a venían trayendo las copas de wisky, tomó una de ellas y se la
bebió de un solo trago.
Las vio de inmediato, en cuanto puso un pie en el salón.
Sentadas en uno de los grandes sillones Luis XVI que su madre exhibía en la
sala, como muestra de su poder adquisitivo, su madre, Ayana y Rei y otras dos
señoras que Tetsuya no conocía hablaban amenamente mientras un fotógrafo les
hacía un par de fotos.
Aún no había decidido a acercarse del todo cuando, con esa
intuición tan característica en ella, la señora Ogawa desvió la atención de su
conversación trivial y lo vio de inmediato.
- Hijo, ¡qué bueno que ya estás aquí!- dijo, en voz muy
alta, para que todos pudieran escucharla. Tetsu se acercó y al instante sintió
que muchos de los ojos de los invitados que abarrotaban la sala estaban fijos
en él. Su madre se puso de pie y lo saludó con un beso en la mejilla. Distaba
mucho de la mujer fría con la que se había enfrentado hacía unas semanas atrás.
“No lo arruines, ¿quieres?”, le susurró entonces ella, al
oído, dándole a entender que la pose cariñosa y maternal no era más que una mentira.
Tetsu sonrió con tristeza. Se separaron y se observaron a los ojos, ambos de
color castaño.
“Tú nunca cambiarás,
madre, ¿cierto?” le susurró Tetsu, también en un tono que sólo pudieron
escuchar ellos. La sonrisa de su madre se tornó viperina. Era una mujer tan
fuerte y tan fría que era imposible que tuvieran la misma sangre.
Lo peor era pensar que él se parecía a ella. O a su padre.
- Tetsuya, tu hija está preciosa- intervino una de las
señoras, de pronto, y cuando Tetsu volteó a verla vio que al lado de ella
estaba sentada Ayana junto a su hija.
Su aún esposa llevaba un vestido largo y estaba hermosa,
como Tetsu no la había visto en mucho tiempo. La pequeña Rei también llevaba un
vestidito blanco, haciendo juego con el de su madre y sonrió con alegría cuando
Tetsu se acercó hacia ella y la tomó en vilo en brazos, maravillado.
- Ella es la niña más linda del mundo- Tetsu respondió, sin
dudarlo. Sintió el flash de la cámara, pero a penas le prestó atención.
Hacía días que no veía a su hija y después de tantos
problemas en Osaka, realmente había necesitado tenerla entre sus brazos. Las
manitos de Rei tocaron su rostro y la niña musitó un “papi” que lo desarmó por
completo
- ¿Me extrañaste,
pequeña?
Rei balbuceó, sus bucles negros, como el cabello de Hyde, se
le venían al rostro en dos coletas. Tetsu la estrechó entre sus brazos y dejó
caer un beso en la frente. Era maravilloso que su hija se pareciera a Hyde, o
tal vez era que Tetsu la veía a ella como veía al vocalista. Con devoción absoluta.
Sus dos pilares. Los dos motivos por los que haría todo en
la vida, aún cuando estaba equivocado…
- Y bien, Ayana, ¿han estado pensando en venirse a vivir a
Osaka?
- La verdad es que
no- Tetsu notó que Ayana desviaba su atención de él y su hija y le respondía a
una de las señoras que había hecho la pregunta, en demasía educada- Además de
la banda, Tetsuya tiene algunos negocios en Tokyo, así que nos sería difícil
mudarnos.
- Es una lástima. Si ustedes decidieran venirse a vivir a
Osaka esos reporteros dejarían de inventar tantas atrocidades… ¡mira que decir
que se están divorciando! es cosa de ver lo felices que se ven juntos, ¿cierto?
- Claro, mi hijo adora a su familia- repuso la señora Ogawa
con toda la intención posible.
Tetsuya desvió su atención de su hija hacia ella y le
mantuvo la mirada, impasible. “Estás llegando demasiado lejos” pensó, aunque no
por eso vaciló su sonrisa.
- Desde luego, nadie puede cuestionar cuánto amo a mi
familia- respondió, en un mensaje directo a ella y Ayana. No pensaba perder a
Rei por nada en el mundo. La señora Ogawa arrugó el ceño ante la intención de
sus palabras.
Para su sorpresa, Ayana fue la que respondió.
- Lamentablemente, Tetsu es una persona pública y supongo
que siempre estarán sacando noticias de él. Pero él sabe que lo apoyo
incondicionalmente.
Ayana conectó sus ojos con los del bajista y se mantuvieron
largo tiempo así, comunicándose sin necesidad de palabras. La expresión de
Ayana se veía nívea y serena, como en años no lo había estado. Ante el radical
cambio a lo que había estado viendo durante semanas, Tetsuya arrugó el ceño y
se mantuvo silencioso mientras las conversaciones se reanudaban alrededor y el
fotógrafo se movía por el salón, sacando fotografías a los demás asistentes de
la fiesta.
Cuando encontró la oportunidad, le hizo una seña a Ayana
para que salieran a hablar a solas. Su esposa asintió y se puso de pie de
manera elegante. Tomó a Rei de los brazos de Tetsu y llamó a la nueva empleada
para que se acercara.
- Si me disculpan, señoras- se excusó Tetsu haciendo una
ligera inclinación a las damas presentes. Ayana dejó a Rei con la chica de
servicio y lo siguió hacia fuera, hacia los jardines amplios y pomposos de la
casona Ogawa, aún con la sonrisa cordial y vaga en los labios.
Una vez que estuvieron lejos del ruido y las miradas
indiscretas, la mirada de Tetsu vagó alrededor, ahogó un suspiro, y finalmente
se decidió en observar a su esposa, quien seguía expectante.
- ¿De qué va todo esto?- le espetó sin muchos rodeos, en una
voz baja que sólo usaba para los asuntos más serios.
Ayana frunció el entrecejo.
- ¿De qué va qué, Tetsu?
- No te hagas la ilusa- la voz le salió más ruda de lo que
pretendía. Carraspeó- Toda esta farsa de la familia unida, toda esta gente e
incluso fotógrafos… De mi madre lo puedo creer, pero ¿de ti, Ayana? ¿Tantos
deseos tienes de intimidarme?
Su esposa parpadeó un par de veces, apretando los labios. El
viento nocturno de Osaka jugaba con su cabello largo y lo hacía ondear en
bucles oscuros. Era esposa y madre, pero aún seguía viéndose muy joven para su
edad. La misma joven dulce que Tetsu había creído ver en ella.
¿Lo era?
- Tetsuya, ya hemos hablado de esto antes. Sé que te quieres
divorciar y lo entiendo, de verdad. Pero mientras eso pasa lo único que te pido
es que no me desprestigies en público, ¿puedes?
“¿Qué?” Tetsu hizo
un gesto de incredulidad, la vio bajar la vista, dudar unos segundos y luego
acercarse y colocarle una mano en el brazo, en una caricia lenta y algo tímida.
- Nosotros compartimos tanto… ¿por qué terminar de esta
forma?- ella dijo como reflexionando en voz alta. Subió sus ojos hasta
conectarlos con los del bajista y Tetsu se dio cuenta que ahora parecía triste-
Lo he estado pensando y por nuestra hija… por nosotros mismos, ¿no es mejor que
terminemos como amigos?, ¿no es eso lo que querías?
“Que te deje estar con
él, irte con Hyde…” las palabras no dichas quemaban y Tetsu se tomó su
tiempo, escrutando, tratando de dilucidar si había mentiras o verdades tras esa
actitud sumisa.
- Nosotros siempre seremos los padres de Rei, ¿cierto?
Aunque nos divorciemos, ese lazo nos unirá de por vida… ¿Por qué no tratar de
llevarnos bien?
Los ojos de Ayana seguían reluciendo con un cierto brillo
melancólico, se veía muy diferente a cómo había actuado el último tiempo, tras
el regreso de Hyde a sus vidas, un poco más parecida a la muchacha frágil y
amable que Tetsu había conocido en el pasado, ese que había logrado convencerlo
de que podrían formar una familia, a pesar del amor que Tetsu le profesaba a
Hyde.
El bajista la observó detenidamente, un poco aturdido. Tres
años de matrimonio y no podía terminar de entender los cambios en ella.
- Ayer, en el hotel, no me diste a entender lo mismo-
repuso, lentamente, mirándola a los ojos en todo momento. Ayana suspiró y
desvió la mirada hacia los jardines.
- Supongo que lo he estado pensando, yo también puedo
cambiar de opinión, ¿no?
Se encogió de hombros, con simpleza. El viento ahora jugaba
con su vestido como si de un amante travieso se tratara. Tetsu abrió la boca
para decir algo más, pero entonces las pisadas de alguien corriendo hacia ellos
los distrajo y Junko les dio alcance, con un semblante de alarma que a Tetsu le
dio un mal presentimiento.
- ¿Qué pasó?- el bajista preguntó de inmediato. La mirada de
su hermana pasó de Ayana a él y hubo algo en ella, un atisbo de pánico que lo
hizo saber mucho antes que ella hablara.
- Nuestro padre, Tetsu. Se había quedado en su cuarto y al
parecer tuvo una descompensación. Mamá está decidiendo si llamar a una
ambulancia.
Tetsu lanzó un juramento entre dientes. Se miraron una
última vez y corrieron hacia el salón principal, los tres, donde se había
formado un pequeño revuelo. La señora Ogawa estaba de pie, muy nerviosa,
mirando hacia las escaleras mientras Aoi trataba de tranquilizarla. Ante la
llegada de Tetsu y la muda pregunta en sus ojos, le envió una mirada feroz.
- Él está así por tu culpa, ¿por qué no subes y lo dejas más
tranquilo?- le dijo, en voz baja, un susurro cargado de reproches. El bajista
sintió un nudo en la garganta. Se dirigió a grandes pasos a la escalera que
conectaba con el segundo piso, siendo seguido a grandes esfuerzos por Junko.
Ahí estaba, lo que había temido desde el primer momento.
Sabía que su padre estaba delicado de salud y que había empeorado tras conocer
la noticia de su divorcio. Subió los escalones mecánicamente, su resolución de
dejar todo preparado para su nueva vida con Hyde tambaleándose como una torre
de cartas. Junko lo miraba en silencio, sin embargo, al llegar al rellano de
las escaleras lo detuvo, colocando una mano en su brazo.
- Esto no es tu culpa, él estaba mal desde antes que
llegaras- le dijo, cálida, tratando de infundarle ánimos.
Tetsuya le sonrió. Vacío.
- Vamos.
No quería fingir más, pero sentía que inevitablemente las
circunstancias lo estaban obligando. Alcanzaron el segundo piso y las voces del
salón se apagaron. Arriba, las lámparas estaban encendidas, pero se respiraba
un ambiente de soledad y oscuridad más allá de sus ojos. Hacía frío.
Tetsu avanzó por el suelo tapizado mirando todo a su
alrededor. El largo pasillo que conectaba las habitaciones. La última de ellas
era la de sus padres, y luego le seguía la del propio Tetsu. No había estado
ahí en años, pero, de pronto, sentía que se revertía el tiempo y él seguía
avanzando por ese pasillo de niño, a pies descalzos.
Una mujer vestida de blanco salió de la habitación
principal. Los miró, estaba algo contrariada.
- Fue una baja de presión que ya está compensada,
afortunadamente- les informó, para su tranquilidad. Junko suspiró y Tetsu
sintió que el nudo en su garganta se hacía menos denso.- De todas formas, su
humor está insoportable, por lo que es un indicio bueno, ¿no?
Lo decía en extremo agotada. Tetsu le agradeció y se
adelantó a la puerta. Miró a su hermana una última vez, quien le sonrió de
nuevo, animándolo a entrar. Finalmente, se decidió.
La habitación estaba en semipenumbras, salvo por la
lamparita de noche encendida al lado de la cama. Tetsu lo vio de inmediato.
Sentado en esa silla que había sido su prisión por años, mirando la ventana
abierta por donde entraba el viento tibio, el rostro viejo y algo desgastado
pero implacable, tan parecido a sus recuerdos. Y a la vez, tan diferente.
- ¿Padre?
Se acercó con cautela, sintiendo, de nuevo, que el tiempo
daba una vuelta hacia atrás y tenía quince años. Estaba avanzando por aquella
habitación que había sido un tabú, hablando con el hombre que desviaba la
mirada hacia él, casi imperceptiblemente, y lo observaba de esa forma
reprobatoria que tanto le impactaba.
- ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Ataque directo. Tetsu cerró la puerta a sus espaldas,
mentiría si dijera que esas palabras y el tono con que fueron dichas no le
dolieron. Se acercó, sólo un poco más. La luz, ahora, cayó sobre el rostro de
su padre y perfiló sus facciones. Estaba confinado a una silla de ruedas, pero
se veía tan imponente, tan impactante, tan férreo. Tan parecido a Tetsu y tan
diferente, a su vez.
- ¿Cómo te sientes? La enfermera dijo que tuviste una baja
de presión…
El hombre rió.
- ¿Realmente te importa como me siento?- le espetó. Tenía la
voz ronca y oscura, brumosa. Sonrió con ironía lo vio de arriba abajo.- Supongo
que viniste a reivindicar a tu familia, ¿no? A desmentir toda esa estupidez de
que te estás divorciando.
Más que una pregunta, su tono sonaba a orden. Tetsuya apretó
los labios en una línea fina. Se sentía intimidado, como un niño, como el
adolescente que había sido y que había buscado constantemente la aprobación de
su padre.
Después de tantos años, seguía sintiendo que no lo había
logrado, que nunca lo lograría.
- Lo siento, padre, pero lo del divorcio es cierto- le
respondió. Al instante, los ojos del otro Ogawa se abrieron con estupor.
- ¡Cómo te atreves…!
- Esto no tiene nada que ver con ustedes- Tetsu siguió de
inmediato. Su sangre transitaba rápido- Sé que mi madre y tú no lo apruebas,
que tú no estás bien de salud, pero perdóname… no puedo dar marcha atrás, la
decisión está tomada.
Si pudiera pararse de esa silla, acercarse y abofetearlo,
Tetsu estaba seguro que lo haría. Pero no. Confinado en aquella que había sido
su prisión por años, su padre se limitó a apretar los labios y observarlo con
desprecio, de tal forma que se sintió mucho más fuerte y doloroso que una
bofetada. Le llegaba hasta el orgullo.
- Si el problema es otra mujer, sabes perfectamente que
puedas tener las que quieras, no tienes que cometer la estupidez de dejar a tu
familia.
- ¿Cómo tú lo hacías?- la respuesta le salió sin que la
pensara, apretó los puños, sus recuerdos de niño llegándole a torniquetes a la
memoria- No, yo no soy igual que tú. Y otra mujer no es el problema.
Lo dijo con toda la intención posible, sabiendo que no había
vuelta atrás. “Es un hombre”. Su
padre se puso lívido de impresión. Sus ojos taladraban y Tetsu recordó la
golpiza que había recibido años atrás, cuando se había enterado que estaba con
otro hombre, que estaba con Hyde, que pensaba estar siempre con él.
Aunque se había casado, esa promesa, pensaba mantenerla con
sangre.
- ¡Maricón de mierda…! ¡Sal de aquí! ¡Sal de mi casa! Ya no
perteneces a esta familia, ¡lárgate!
Los gritos le dolían en lo más profundo. Tetsu negó con
lástima, sintió a la enfermera y a su hermana entrar al cuarto, la enfermera se
acercó a su padre y trató de tranquilizarlo, Junko, en cambio, se quedó todo el
tiempo con él.
- Vámonos, Tetsu… tranquilo, esto no es tu culpa- le repitió
su hermana mientras lo alejaba por el pasillo. De nuevo ese pasillo largo y
frío y Tetsu sintió que la desazón se expandía por su pecho. Lo había esperado,
pero no dejaba de ser doloroso.
Miró a Junko. Qué irónico que él la hubiese estado
consolando durante la mañana, y ahora ella fuera quien le sonreía infundándole
ánimos. Ambos vieron que la señora Ogawa les daba alcance a los pies de la
escalera, sostenida por Ayana. Los ojos de la matriarca Ogawa relucían con ira.
Se escuchaban los gritos de su padre aún, lejanos.
- ¿Qué demonios le dijiste, Tetsuya?- le espetó de
inmediato. Tetsu sintió que una ira ciega se cernía sobre él.
- Ustedes fueron las que me trajeron aquí, ¿pretendes hacer
de cuenta que no sabías lo que iba a pasar? ¿Acaso no querías hacerme sentir
culpable?
- Tetsuya, esa no es forma de hablarle a tu madre- le espetó
Ayana, mucho más dura a como la había visto minutos atrás. Tetsu se cercioró
que se conectara con sus ojos y viera el destello de furia en ellos.
Había sido un iluso, por su puesto, su esposa también estaba
involucrada en todo eso.
- Tú también lo querías- le espetó. Sentía la mano de su
hermana en el brazo, conteniéndolo, apoyándolo, era lo único verdadero entre
toda esa falsa- Que te quede claro que si vine fue por mi hija, nada más…
¿Dónde está Rei? ¿Dónde está?
Necesitaba abrazarla, tocarla, que la niña se abrazara a su
cuello, que le dijera “papá” y que todo estuviera bien. Necesitaba a Hyde y a
ella como el aire que respiraba, los únicos amores que tendría siempre, los
únicos que lo apoyarían, aunque se había equivocado, ellos tendrían que
comprender… todo lo que hacía era por ellos dos…
-Creo que la vi con la chica de servicio, abajo, ¿vamos,
Tetsu?- su hermana le dijo cordialmente, dulcemente, ya no como su hermana sino
como su segunda madre. Tetsu se lo agradeció, asintió y haciendo omiso de las
otras dos mujeres, se dirigieron al salón, juntos.
De un segundo al otro, el móvil comenzó a sonar en su
bolsillo.
- ¿Bueno?
Junko se adelantó hacia la sala. Tetsu no supo porqué lo sintió, pero, de un momento a otro, mientras la observaba adelantarse y se llevaba el móvil a los oídos, sintió algo frío deslizarse en su garganta. Pánico. El peor presentimiento que había sentido en toda su vida.
- ¿Me extrañaste, Ogawa? ¿Cómo está tu hija?
No…
Su corazón se detuvo, miró alrededor, desesperado.
- Es impresionante como en una casa tan pomposa ni siquiera
tienen una seguridad decente. Hay que tener cuidado con los niños, ¿lo sabías?
No…
Escuchó pasos venir rápido en su dirección. Junko y Aoi
venían juntas. La escena pareció transcurrir en cámara lenta y en la mirada de
sus hermanas Tetsu lo supo, lo entendió, sus pulmones parecían haberse quedado
sin aire.
- ¡La chica no está! Los guardias acaban de decir que las
vieron salir hacia el jardín de atrás, pero ellas…
No…
- Te lo dije, Ogawa- Hiro prosiguió, del otro lado del
teléfono. Tetsu miró alrededor, frenético. Corrió hacia la puerta. No, no...-
Te lo dije. No dejaré que lo olvides tan fácilmente, es lamentable. Si no
quieres hacerlo por las buenas, tendrás que aprender por las malas.
Se le vino el pánico a la garganta. Afuera, la calle estaba desierta,
los mismos automóviles seguían aparcados en el mismo lugar y todo parecía tan bien... No había nadie, Junko estaba hablando, desesperada, Aoi los miraba a ambos con incertidumbre.
Tetsu ya no podía escucharlas. Todas las voces se habían acallado y sólo podía
oír la risa del ex guitarrista de su banda, en el teléfono.
Esa ira que sentía. De un momento a otro se le vino a la
boca.
- ¡Devuélvemela, hijo de puta!- le dijo, casi gritando y
casi muriendo y casi sin respirar porque su hija…¡no! ¡No! Escuchó del otro
lado de la línea el llano de Rei y sintió que se moría. Muchas otras personas venían
a su lado, Tetsu no las veía, Tetsu sentía que el corazón se le salía de la
boca.
Hiro bufó.
- Lo haré, pero no quiero que llames a nadie, ¿entendiste? Este asunto es
sólo tuyo y mío, Ogawa… y de Hyde, naturalmente, cuando llegue su momento.
¡No!
¡No!
- ¿Dónde mierda estás?- Tetsu le susurró, destilando las
palabras de forma forzada y dolorosa, como si de una herida brotara sangre. Tenía que calmarse y actuar como el hombre frío
que siempre había sido porque si la perdía a ella… si perdía a Hyde... Su mundo,
su imperio, todo se caería a pedazos.
Tenía que recuperar a su hija, tenía que recuperarla, si a
Rei le sucedía algo él…
- ¿Te acuerdas del lugar donde planeaste el accidente de
Hyde? No queda lejos de tu casa, ¿no? Tu hija y yo estaremos jugando allá. Te
esperamos, Tetsuya... a ver si juntos recordamos viejos tiempos.
Cortó la comunicación. El bajista se quedó congelado. En
algún momento Ayana había llegado a su lado, le preguntaba algo, pero Tetsu
tampoco podía escucharla. El miedo se abría paso por sus venas, lentamente,
como un hielo…. como un veneno…