Chicas, amo este capítulo. Con todo mi ser. Y es tan diferente a los otros que puedo decir que ha empezado la segunda parte de BDS. Sé que algunas estarán a favor y otras en contra, pero adoro esta historia y se escribe sola. No hay nada que hacer.
Besitos a todas las que leen, en especial a las que me dejan sus comentarios. De nuevo, mil gracias. Créanme que son el motivo por el que me desvelo tratando de actualizar rápido.
Sin más, disfrútenlo!
:::
Una vez más, lo tendió bajo su cuerpo, de espaldas, y le
acarició el largo camino bajando por la espina dorsal. Esas alas que Dios no le
había dado, las únicas que le faltaban en todo el aspecto de ídolo. De ícono.
Esas alas que se agitaban al ritmo rápido de su respiración y bajando… apoyó la
palma entera de la mano en la zona baja de su espalda. Dudó.
- ¿Por qué te detienes?
Le hubiera gustado darle una respuesta. Levantó la vista
desde la zona baja de su cuerpo y se encontró con ese rostro volteado a su
lado, apoyado en las sábanas, los labios rojos entreabiertos, jadeando, el
cabello negro contrastando con la alba palidez de la tela y su cuerpo, la
frente perlada en sudor. Tenía los ojos entornados, tan azules que parecían
imposibles. La luz tenue cubría todo de un manto cobrizo, en especial el leve
tono sonrosado de sus mejillas.
Dudó, una vez más. Con el sexo palpitando y el corazón
palpitando, ambos, por y para él.
Dudó porque si lo hacían, si realmente sus deseos se
colmaban, entonces él… no, Hyde no tenía idea de que él ya no podría dejarlo ir
más.
- Yo también lo deseo- le sonrió el vocalista, como
devorándose sus pensamientos. Una sonrisa en una fracción de segundo en que los
ojos azules se almendraron para incitarlo- Vamos, Sakura… hazlo.
Siempre en singular. “Hazlo”, como si no tomara parte de
todo eso, como si lo incitara a él, solo a él a cometer el peor de los pecados.
Sakura bajó la tela, lo dejó al descubierto. Hyde arqueó la espalda y entonces,
entonces, su piel palpitante sí pudo entrar en contacto.
- Hagámoslo- Sakura le corrigió, de pronto, bajando hasta
su boca y dejando caer un beso húmedo entre sus labios. Le introdujo el primer
dedo, le introdujo la lengua en la boca, dos entornos que amenazaban con
enloquecerlo. La lengua de Hyde correspondió a la suya, sedosa, y el interior
de su cuerpo lo arropó despejando el frío que tantos años de espera lo habían
consumido.
Dos dedos… Su mano libre bajó sus propios pantalones y al
tercer dedo, Hyde sonrió, contra su boca.
- Si esta es la última noche- le dijo, verbalizando sus
propios temores- entonces, Sakura… haz que dure para siempre.
Gimió. Esas palabras desencadenaron algo dentro de él y el
baterista no pudo seguir en la espera, sacó los dedos y entró con un movimiento
certero, lento, deliberadamente suave. Cerró los ojos, levantó el rostro
disfrutando del éxtasis. Lo sostuvo fuerte con una mano en sus caderas y la
otra en su cabello, lo sintió como la seda recibiéndolo, apretándolo, gimiendo
como él, mucho más fuerte y más ronco que él, Dios… era como hundirse en el
fuego, tan abrazador, tan exquisitamente profundo. Sintió que todos los músculos
de Hyde se tensaban, dios, dios… el
vocalista ocultó el rostro en la almohada y dijo su nombre en un susurro, lo
llamaba y ese llamado era todo lo que necesitaba para saber que estaba haciendo
lo correcto. Sakura siseó con placer mientras sus caderas ondulaban y Hyde se
acoplaba al movimiento, lo grabó así en su mente, bajo él, dentro de él, dentro
de su corazón y dentro de su cuerpo.
A la primera envestida, su mano derecha dejó el tacto
sedoso del cabello negro y largo, serpenteó por las sábanas y fue a alcanzar la
mano de Hyde, crispada, tensa.
- Te amo- le susurró al oído, entrelazando los dedos. Hyde
respondió al gesto y a las embestidas y las palabras, volteando de nuevo el
rostro, buscando su boca en un beso y mirándolo fijamente, con esos ojos tan
azules.
- Te necesito tanto, Sakura…
Lo miró fijamente, con esos ojos tan extraños. Segunda
embestida y por una causa desconocida, mientras sus movimientos se dejaban
guiar por el brillo azuloso, Sakura no supo porqué ni quién exactamente le
hablaba, sólo supo que lo amaba y que lo recordaría así siempre: bajo su
cuerpo, unidos, como siempre debían de haber estado. Como siempre quiso que estuvieran.
“Córrete para mi” le susurró en un momento dado, del todo
líquido, su cuerpo y el cuerpo de Hyde como entrelazados, como respirando
juntos y cuando el orgasmo los sacudió y los latidos se le fueron a la boca,
cuando lo sintió arquearse y gritar y morir junto a él, entonces, más que
nunca, Sakura supo que desde esa noche ellos serían uno. Un mismo cuerpo y una
misma piel.
Uno.
“Te amo, cariño”, le susurró finalmente, en un arrebato de
pasión que sorprendió incluso a él mismo. Exhausto, como muerto, aún enfermo
por la fiebre y con la piel caliente, Hyde buscó sus ojos y le sonrió.
Como uno.
Como la pieza de sí mismo que, hasta entonces, Sakura no
sabía que le faltaba.
Bodas de Sangre
Capítulo 28
Las piezas del rompecabezas
Perdiendo ya tu aliento en otra dulce
adicción
uno, dos, tres… dentro de este trance...
uno, dos, tres… dentro de este trance...
(XXX)
Lo tomó de la mano,
aún con la sonrisa en el rostro como si estuvieran haciendo algo prohibido,
como si fuera parte de una travesura. Lo condujo y aunque los pasillos eran de
su propia casa, Sakura se sintió como perdido, como ajeno. Hyde parecía el
propietario de todo, lo abarcaba todo. Como en un sueño, le abría camino por el
pasillo oscuro y la luz de la luna se desplegaba a su paso, perfilaba las
paredes, avanzaba con ellos hasta la tenue iluminación de la última habitación.
El final de toda aquella travesía.
Amanecía. Habían sido las horas más largas que recordaba
haber visto pasar, casi sin existir, casi sin respirar, tan sólo grabando en su
mente la forma en que Hyde se acomodaba entre sus brazos, respirando
ligeramente, ya no tan pálido y sin fiebre. Desnudo, como él. Con las sábanas
blancas enredadas entre ellos, con las piernas enredadas, con la piel mezclada,
al igual que él.
Entraron. Sakura cerró
la puerta a sus espaldas y su corazón se saltó unos cuantos latidos. Hyde se
había adelantado y se había ido hasta la cama. Se había sentado en ella y el
cabello le caía sobre el rostro oscureciendo ciertas facciones, sin embargo,
sus ojos…
Azules. En algún momento, mientras lo abrazaba y el rostro
del vocalista descansaba en su pecho, Sakura le había apartado los mechones de
cabello negro, esa seda que tanto le gustaba, y había esperado ver esos ojos
abrirse. Imposiblemente azules, como si fueran de otra persona. La misma
sensación inquietante que había sentido la noche anterior.
Tan sólo horas antes…
- ¿No vienes?- Hyde le
preguntó de forma oscura, ronca, aún agitado, aún afiebrado, aún demasiado
distinto, ahora que Sakura lo notaba.
El baterista se acercó
lentamente. Aquella sería otra escena detenida en el tiempo, como tantas que
habían compartido juntos, Hyde tenía la increíble habilidad de detenerlo todo y
poseerlo todo. Sintió un cierto dejavú a medida que sus pasos lo acercaron, su
piel respondiendo a la proximidad, calentándose rápidamente. Sin pensarlo, se
puso de rodillas frente a él. Lo tomó de la cintura, Hyde se acopló de
inmediato y lo rodeó con las piernas. Sakura le apartó el cabello con
gentileza. El azul de esos ojos… ahora lo descubría, no se debía al brillo de
la luna.
- ¿Quién eres tú?
La pregunta le salió
sin que la pensara, sin que se diera cuenta que la estaba formulando. Era otra
voz la que hablaba. Nada parecía tener coherencia desde que Hyde lo había
besado, pero era casi placentero sentir que el razonamiento férreo de siempre
se iba y sólo hablaba su piel, su deseo, su instinto.
Lejos de parecer
extrañado con sus palabras, Hyde acentuó la sonrisa.
- ¿Quién quieres tú
que yo sea?
“Mío” había pensado Sakura en aquél momento y lo seguía pensando
entonces, callado, a su lado, contemplándolo dormir como presintiendo que
aquellos serían los últimos instantes que podría hacerlo en libertad. Cuando el
día llegara y tuviera que salir de esa cama… no, no sabía qué pasaría entonces.
Sabía que una parte de su mente tenía pánico al momento del
despertar de Hyde y descubrir que todo sólo había sido un sueño.
Tan azules… aún
aferrándolo de la cintura, Sakura lo atrajo y se perdió en esa mirada glacial,
azul, como el cielo que se reflejaba en el lago donde Hyde había tratado de
dejar ir su propia vida. El recuerdo amargo de esa noche hizo que la angustia
subiera por la garganta y sin más ganas de refrenarse, Sakura le acarició el
rostro y lo atrajo contra sus labios. “Quiero que seas mío”, le dijo, desde lo
más profundo, desde donde nacía todo su amor por él. Aún sonreía, pero ahora
mucho más enigmático que antes. Hyde asintió y dejó que lo besara, aferrándolo
de piernas y brazos. Estaban tan juntos que casi se sentía como si fueran uno.
Uno…
Con la yema de los dedos, acarició sus párpados cerrados.
Sentía su aliento a menta, cálido, deslizarse por esa boca que se moría por
volver a probar. Dejó caer un beso en su frente, aún un poco perlada de sudor.
Le había bajado la fiebre y Hyde se había sumido en un sueño tan profundo que
lo envidiaba.
Si supiera que él no había podido dormir porque tenía miedo
de que el vocalista abriera los ojos, lo viera, y reaccionara… ¿cómo
reaccionaría?
“Olvídate de la venganza, Hyde”, Sakura le susurró en un
momento dado, sus labios aún contra su frente, estrechándolo con fuerza. No
quería, no podía dejarlo ir. Cerró los ojos, una sensación de amargura haciendo
mella en su garganta. “Te lo ruego… olvídate de todo y quédate conmigo”
Por supuesto que no podía escucharlo. Estaba perdido por el
sueño del cansancio y la enfermedad, de nuevo, lejano, después de haber estado
tan cerca. Después de haber sido uno, como Sakura siempre había querido, en
secreto, incluso resignado a ser una sombra. Ahora la sombra había alcanzado la
luz y ya no podría eclipsarse. Se mantuvo con los ojos cerrados por unos
segundos más, simplemente disfrutando de su calidez, de su piel suave, de su
olor refrescante y de los latidos del corazón de Hyde que podía sentir, uno a
uno, palpitando con su propio corazón, de nuevo vivo, siempre de él.
Lo amaba tanto… lo amaba y ahora que lo había tenido no
podía perderlo, Sakura lo sabía, no iba a perderlo. Lo estrechó tan fuerte que
hasta temió despertarlo, pero ajeno a todo eso, el cuerpo de Hyde se removió un
poco, se acopló mucho más al suyo, como si fuera una parte de sí mismo que
antes faltaba y que ahora regresaba a su sitio original. Estaba tan cálido… su
rostro se escondió en el hueco de su cuello y Sakura lo sintió de nuevo, esa
respiración tibia acariciándolo, ese olor a menta, ese deseo que siempre le
despertaba… se moría por volver a tenerlo, hundirse en él, sentir la calidez
asfixiante de su interior rodeándolo, su lengua sedosa en la boca. Su aliento
en la boca. Dios… lo estrechó aún más firme. Quería tenerlo. Quizás era egoísta
pero siempre quería tenerlo así, junto a él.
Hyde nunca lo entendería, nadie nunca lo entendería pero,
realmente, se moriría sin él.
Se incorporó y Hyde lo
atrajo para que cayeran juntos sobre la cama, Sakura arriba de su cuerpo. “¿Por
qué él y no yo, Sakura?” Hyde le dijo desvariando, en un momento dado, como un
lamento, aferrándose a su espalda, tan fuerte que casi lo lastimaba. Lo besaba
como si no hubiera mañana y había tanto en él, tantas emociones fundidas en sus
palabras, que el baterista se incorporó y se tomó un segundo para verlo, para
recordarlo tendido sobre las sábanas, como un ángel caído, la palidez por la
fiebre y la respiración errática.
- Dímelo, ¿por qué él
y no yo?- le repitió Hyde de nuevo, con esa voz negra perdida por el deseo y la
fiebre. Lo miraba con los ojos entornados, respirando erráticamente, esos ojos,
tan azules… se veían más claros cuando
la luz de la lámpara caía sobre ellos, parecía otra persona. Lo cegaban.
Igual de jadeante, Sakura
se apoyó con una mano en la cama, esa que ya no era de él o de Hyde, era de
ambos. Con la otra mano, trazó un camino desde sus labios, bajando por la
curvatura del cuello al pecho y más abajo, hasta su vientre, llegando el final
de la camiseta blanca donde una franja de piel cálida se extendía. Lo sintió
contener el aliento. Sus dedos se introdujeron bajo la tela y el batero sintió
la calidez de esa piel astillarle la punta de los dedos, una oleada de deseo
puro, punzante, doliente... se le secó la boca.
Su mirada volvió a
aquél rostro, sus manos volvieron a aquel rostro. Le apartó el cabello, siempre
lo hacía, y se dejó embriagar en esos ojos azules que traspasaban su carne.
- Siempre has sido tú-
le respondió, dolorosamente sincero. Lo había sabido desde siempre: siempre
sería él, desde el momento que se habían conocido en una estación de trenes de
Osaka, desde que lo había visto, demasiado bajo y demasiado delgado y demasiado
diferente a cualquier persona que había conocido antes.
Desde entonces algo se
lo había gritado, quizás esa primera impresión tan arrolladora, tan grabada en
su mente. Satisfecho con la respuesta, Hyde sonrió, se incorporó también y lo
atrajo en un beso que devoró su alma. Su lengua, tan sedosa, esa boca que
siempre había cantado… que siempre le había parecido lejana. Sakura volvió a
bajar y clavarlo en la cama bajo su cuerpo, eso… gimió mientras le levantaba la
camiseta, mientras dejaba al descubierto su pecho que subía y bajaba, agitado,
mientras regaba besos húmedos bajando hasta el filo de los boxer y lo escuchaba
gemir, profundo, más profundo.
Eso… Hyde se arqueó,
se aferró con fuerza de su cabello y seseó de forma grave cuando la boca de
Sakura lamió su sexo sobre los boxer, como si esa barrera no existiera, el
batero le separó las piernas como si fuera a penetrarlo. Eso, eso… Sakura
quería tenerlo siempre ahí, quería clavarlo en esa cama. Su cuerpo latía
furioso porque quería estar dentro de él
y así demostrarle que en ningún otro lado estaría mejor, que nadie lo
amaba como él lo hacía, incluso si era egoísta quería tenerlo, se moría por
tenerlo así, siempre.
- Por dios… Sakura…
¡hazlo!
Lo dio vuelta con un
movimiento brusco. Lo escuchó reír un poco, complacido, Hyde se acopló a su
cuerpo cuando Sakura volvió a alinearse con él, piel contra piel caliente, aún
sudoroso por la fiebre y palpitante y esperando. “Siempre me has gustado tanto…”
le dijo el vocalista como en un lamento, volteando el rostro en busca de un
beso demandante.
“Te amo” Sakura le susurró acariciándole el cabello negro,
una vez más, dejando caer un beso en su frente, aún sudorosa, pero ya sin la
temperatura de la fiebre. Lo contempló por unos segundos y se decidió a
separarse. El día se desplegaba y temía en lo más profundo que la felicidad se
fuera con él. Deshizo el abrazo con sutileza, lo apartó y Hyde respiró
profundamente, se removió en su sitio, pero se mantuvo dormido de espaldas, de
tal forma en que las alas y el cabello negro desplegado sobre la almohada lo
hacían ver como un ángel caído sobre las sabanas.
Salió de la cama con cuidado, buscó sus pantalones tirados
al pie de esta, se los colocó con parsimonia y se puso de pie. Con un último
suspiro, volteó a mirar atrás y lo vio, de nuevo. Nunca se iba a cansar de
hacerlo. Sus ojos recorrieron la línea de esa espalda desnuda, perfecta. Hacía
unas horas sus manos lo habían recorrido de la misma forma antes de entrar en
él. El recuerdo hizo que las ganas de volver a besarlo, tocarlo, recorrerlo se
volvieran aún más dolorosas.
“¿Qué vamos a hacer
ahora, Hyde?” el batero pensó con la incertidumbre abriéndose paso en él, poco
a poco. Se inclinó y dejó caer un último beso en su frente antes de obligarse a
alejarse y a salir de la habitación, a pies descalzos. Sus pasos lo llevaron al
baño, dejó el agua correr y se mojó el rostro y el cabello. Las gotas corrieron
hasta abajo. Levantó la vista hacia el espejo y suspiró.
Mentiría si dijera que nunca había esperado eso. Mentiría si
dijera que nunca se había preguntado cómo besaba, cómo sabía, cómo gemía cuando
estaba dentro de él, cómo su cuerpo se movía al llegar al éxtasis. La forma en
que su rostro se tensaba cuando el orgasmo los sacudía y caía, rendido, en la
cama.
Mentiría si dijera que nunca, en esos largos años de
amistad, había observado su cuerpo, su boca, su sonrisa, sus ojos y se había
preguntado, por un segundo, como sería tenerlo en la cama. Y amarlo. Amarlo
como no había querido nunca amar a nadie.
Porque con los demás siempre había sido sexo. Con hombres y
mujeres, le daba igual. Sólo una necesidad básica, una diversión, de vez en
cuando. Pero con Hyde todo, incluso el más mínimo aliento parecía ser
diferente.
Se apoyó en la superficie fría de baldosas y cerró los ojos.
Todavía lo sentía, tensarse, su cuerpo caliente… y los movimientos de sus
caderas, su rostro volteado, buscando su boca, su sexo latiente y esos ojos
entornados y extrañamente azules… Dios, cuánto lo había necesitado.
“Si esta es la última
noche” le había dicho el vocalista, su voz grave conjugándose en sus
memorias con la sensación cálida de su interior. “Entonces, Sakura… haz que dure para siempre”
Una mano en su cadera,
la otra, entrelazada a la suya, fuerte, cada vez más fuerte, mientras crecían
las embestidas y la pequeña muerte parecía sacudirlos. Sakura no midió su
fuerza, lo penetró hasta el fondo, la forma en que Hyde respondía a sus
movimientos, en que se dejaba guiar y mancillar de esa manera lo volvía loco,
no podía haber nada cuerdo entre ellos esa noche. Le hizo el amor besándolo,
besando las alas de su espalda. Hyde se apretaba a él, su piel sudaba y Sakura
se preguntó, en un segundo, cómo podía sentirlo con tanto detalle, su sudor,
sus latidos, los gemidos de su boca… estaba cantando para él, al fin, después
de años de espera. Estaba muriendo por y para él.
“No te detengas”…
“Así… así, Sakura, más fuerte” “Dios… no sabes cómo se siente…” “Por favor…
dime que no vas a abandonarme”
- Córrete para mí-
Sakura le ordenó en un momento dado, no sabía lo que hacía, aferró la fuerza de
las manos entrelazadas que los unía a ambos, casi le clavó los dedos que se
aferraban a su cadera, esa cadera estrecha, Hyde casi gritó y cerró los ojos
cuando aumentó la fuerza, jadeaba, ambos lo hacían y tanto- Córrete para mí,
Hyde… ¡hazlo!
No sabía de dónde
venía todo eso. Gimió profundo y lo embistió tan adentro que dolía… Hyde abrió
los ojos, lo miró con el azul traspasando todo, el cabello revuelto, los labios
entreabiertos, sonreía, no, quizás lloraba… hizo un gesto de dolor, esas lindas
facciones contraídas y entonces… los músculos se tensaron, gritó su nombre,
fuerte, muy fuerte, y la oleada del climax no fue sólo suya, fue de ambos,
Sakura se vino con un gemido profundo dentro de él.
Cayeron sobre la cama,
exhaustos. Sus manos seguían entrelazadas y mientras lo escuchaba jadear,
mientras su corazón latía desembocado, Sakura atrajo ambas manos a su boca y
las besó.
- Te amo, cariño- le
repitió, en un susurro, en un arrebato que no parecía de él. Hyde volteó el
rostro y le obsequió una última sonrisa con unos ojos que ya no eran azules, sino
castaños y entornados. Poco a poco, cerrándose, conforme el sueño llegaba y la
fiebre volvía y paulatinamente lo iba alejando…
Abrió los ojos. Se miró en el espejo, atentamente. Aún esa
sombra de miedo absurdo, de incertidumbre y de felicidad. Era imposible la
mezcla de esas tres sensaciones pero Hyde lo había besado y sus labios eran una
descarga de electricidad pura, su aliento olía a menta y su cuerpo era cálido y
ahora sí, después de tantos años, Sakura sabía cómo se sentía. Cómo olía. Cómo
sabía.
Salió del baño, sin atreverse a mirar de nuevo a la
recámara. Tomó el rumbo de las escaleras y bajó hasta el primer piso, viendo
todo alrededor como descubriéndolo, como si esa casa, de pronto, fuera otra.
Como si su vida fuera otra. La sala estaba en silencio, todo parecía igual que
siempre pero, a la vez, ese amanecer que coloreaba las paredes de naranjo, como
una acuarela, se veía tan diferente. Sakura fue a la cocina americana y preparó
el café, como todas las mañanas. El sonido burbujeante de los granos quemándose
y el aroma terroso inundó el espacio de silencio que lo rodeaba.
Con un presentimiento, como si lo llamara, levantó la vista
hacia la pared de la sala y sus ojos se perdieron en los colores del cuadro que
había colgado ahí, uno que Hyde había pintado y le había regalado hace años, de
los pocos que conservaba de su época de estudiante y que Sakura atesoraba en lo
más profundo. El cuadro era como Hyde mismo, suspiró. De fondo azul y trazos
rojos, se le asemejaba a un cielo sangrante, mortíferamente bello.
Tantas veces se había sentado a tomar un café y ver las
horas pasar en ese cuadro, en la soledad de su casa. Ahora, sin embargo, el azul
de fondo le recordaba unos ojos que lo habían observado con deseo mientras le
hacía el amor.
Suspiró, una vez más.
Hyde no tenía los ojos azules, y sin embargo, ¿por qué los
había visto de aquella manera?
- ¿Por qué siempre despiertas tan temprano?
Su corazón se detuvo. Aún mirando el cuadro, Sakura lo
sintió desenvolverse como el aire, como el aroma del café y como el silencio de
la mañana.
El batero desvió la mirada, lo vio bajando por las
escaleras, lentamente, casi sin hacer ruido. Uno, dos… sus pasos a pies
descalzos hacían eco de sus latidos. El cabello negro desordenado, los boxer y
la camiseta blanca y las marcas de cansancio bajo los ojos, aún un poco pálido,
un poco enfermo. Los ojos, de nuevo castaños, la luz del día se reflejó en
ellos.
Hyde le sonrió.
Y esa sonrisa, por una fracción de segundo, le dio pauta de
lo que iba a pasar. Porque era la misma sonrisa que le dedicaba todas las
mañanas.
- A veces, pareciera que ni siquiera duermes.
La voz grave, ronca, pastosa, afectada. Hyde llegó a la
sala, se acercó a él y pasó a su lado. Su aroma le llegaba a raudales, se fue
hasta el refrigerador y tomó una botella de agua. La abrió, bebió de ella, se
acomodó el cabello, se puso una mano en la cabeza, parecía que le dolía.
- Ayer tuve fiebre, ¿no?- siguió diciendo con ese tono de
voz tan común en él, tan ajeno a sus reacciones, rodeó la mesa y se sentó en
frente.
Y pareció que no notaba, que no veía su turbación mientras
tomaba una de las tazas de café y se la llevaba a los labios, pensativo,
totalmente ajeno a que Sakura se había quedado frío y que la comprensión de toda
esa normalidad lo mantenía inmóvil. Tan sólo contemplándolo. La sangre se le
había congelado dentro de las venas.
En un segundo, el batero lo comprendió.
- No lo recuerdas.
No era una pregunta.
Hyde levantó la mirada y, de nuevo, los ojos castaños se
entornaron.
- No. Tan sólo sueños extraños... ¿hay algo más que debería recordar?
No… No supo cómo
pudo resistirse a esos ojos, pero lo hizo, sintiendo que la incredulidad le
quitaba el piso, el aire, cortaba la circulación de sus venas. Sakura le
devolvió la mirada buscando un rastro de mentira en todo eso, pero el rictus
del vocalista era tan ajeno que no pudo menos que comprenderlo.
- ¿Qué sucede, Sakura? – Hyde le preguntó entonces,
arrugando el ceño ante su expresión- ¿Por qué te quedas callado?
“Si esta es la primera
y la última vez…”
- Nada- sintió que su propia contestaba como un autómata, como
ido, como vacío, mirando esos ojos y sintiendo que el piso que lo contenía volvía
a derrumbarse- No hay nada que debas recordar.
Su mente trabajaba demasiado rápido, debía de haberlo sabido,
la fiebre… Se observaron por unos segundos que parecieron eternos, tan
distantes, de nuevo, había un mundo que los separaba. Dejó la taza de café
humeante en la mesa, con un ruido sordo, el batero hizo amago de darse la
vuelta y entonces lo sintió: el cálido tacto en su brazo, aferrándolo por sobre
la mesa.
- ¿Por qué estás así?- escuchó que Hyde le preguntaba, extrañado,
tan cerca- ¿Dije algo, hice algo ayer?
Lo intuía, debía hacerlo, se conocían demasiado bien. De
espaldas a él, Sakura sintió que la garganta le raspaba, ese tacto cálido de la
mano de Hyde en su brazo… quería darse la vuelta y atraerlo y besarlo y tenerlo
como lo había tenido antes. Ahora sentía que se moría, Dios… había vivido una
noche para morir de nuevo.
- ¿Jugar con tu salud no te parece suficiente?- mintió de
forma inmediata. Juntó valor y se dio la vuelta, el dolor le obstruía la
garganta y aún así, lo vio fijamente, férreo, duro- Mírate… ayer estabas
ardiendo en fiebre, en el ensayo te desmayaste. Hace poco sufriste un accidente
de automóvil mientras ibas con el imbécil de Ogawa ¿Qué crees que haces?
¿Volviste solamente para que te vea morir una vez más?
Estaba sonando más brusco de lo que pretendía. El vocalista
entornó los ojos con sorpresa, y si fue posible Sakura se sintió peor de lo que
ya se sentía. No sabía lo que estaba hablando, lo único que sabía es que debía
alejarse antes de que la máscara se cayera y el peso de la noche anterior lo
destrozara. Se deshizo del agarre y lo vio fijamente, como diciéndole, como
esperando que Hyde…
- ¿Por qué?- el vocalista le susurró con los ojos castaños
taladrándolo, entornados en un dolor puro.- ¿Por qué me dices todo esto?
“Te amo...”
- Ve a ver a un médico, no soporto verte así.
Estaba reemplazando con rabia todo el dolor que ahora
sentía. El vocalista bajó la mirada y sonrió con tristeza. Su pecho subía y
bajaba, como la noche anterior, jadeaba ligeramente y más que nunca, Sakura
quiso disminuir la distancia y gritarle, besarlo, exigirle que no volvieran a
estar así porque no podía haberle mentido, incluso si había desvariado por la
fiebre y no lo recordaba. Ya no eran amigos. No podían ser amigos después de
eso.
- Yo también me lo he preguntado, ¿hasta cuándo tendrás que
verme de esta forma?- Hyde continuó. Levantó los ojos castaños y eran tan
iguales… y tan diferentes a los de la noche anterior- ¿Por qué sigues cerca de
mí, Sakura? Incluso tú lo sabes, yo… termino por destruir todo.
Reproches que iban hacia sí mismo, pero que hacían eco en
él. El dolor sordo le obstruía el pecho, pero mientras se veían, sin respirar,
comprendiéndose tanto y con la conexión de siempre, mucho más fuerte que antes,
Sakura no supo si aquel dolor era suyo o de Hyde o tal vez, de ambos.
No quiso refrenarse. Suavizando la expresión, tiñéndola del
dolor que parecía plagar todo, le colocó los brazos en los hombros. La pequeña
mesa los separaba, el mundo los separaba, el día los separaba pero tan sólo
quería creer que podían estar así siempre.
- Esta venganza te está matando- le dijo, con un hilo de voz-
¿Hasta cuándo, Hyde?... ¿hasta cuando no vas a comprender que yo…?
Se detuvo. No tenía valor. Hyde esperó y al no obtener
respuesta, su gesto se hizo desesperado.
- Perdóname…
- No quiero que me pidas perdón. Quiero que salgas de todo
esto… que te vayas de esta mierda…
- No puedo
- ¡Por qué!
- No puedo- repitió, estrechando los ojos- Esta sensación de
no poder respirar… tú no lo entiendes, hace años que la tengo y no puedo,
Sakura, ya no puedo vivir con esto.
- Lo amas.
“A Tetsu” Hyde detuvo las palabras y lo miró casi
implorando, de nuevo pidiendo perdón, tan elocuente que Sakura tuvo ganas de
reír y de gritar.
El batero lo soltó. Dio un paso hacia atrás, de nuevo en la
distancia. Respiró profundo, miró alrededor, aguantando casi sin poder las
ganas de destrozarlo todo, de destrozar los recuerdos y de buscar una mirada
que ya no existía. Esa que le decía que lo necesitaba. Un cuerpo que se había
fundido en él y que ahora parecía tan lejano... ¿Acaso le había mentido?
Sonrió, pasándose una mano por el rostro. A excepción de cuando lo había creído
ver muerto, nunca nada le había dolido tanto como entonces.
- Perdóname, Sakura- le repitió Hyde de nuevo y esas
palabras le parecieron un insulto, Sakura ya no quería escucharlas. ¿Le pedía
perdón de qué? ¿Por no recordar? ¿Por amar a Ogawa?
Su sonrisa se hizo más amarga. Se alejó de nuevo y se dio la
vuelta, por primera vez sintió una necesidad sorda de alejarse de Hyde y del
sentimiento que lo destrozaba. Era alejarse o gritarle aquello que no recordaba.
Que no quería escucharlo. Que no podía amar a Ogawa y haber estado con él, tan
íntimamente, tan fuertemente que ahora que se separaban, dolía, como si su
cuerpo se partiera en dos.
- A veces- lo escuchó de nuevo, rasgando el silencio- A
veces, de verdad me pregunto por qué mierda te quedas conmigo si yo sólo sé
destrozar todo. Quizás debiste dejar que me ahogara en ese lago… debiste
dejarme encerrado para que yo no pudiera volver más. Debiste alejarte de mí
antes que fuera demasiado tarde.
- ¿Quién dice que no lo voy a hacer ahora?
Silencio. Lo decía porque sí, ambos sabían que era una
mentira, jamás tendría el valor para hacerlo. Lo sintió rodear la mesa, su
cuerpo, enviando descargas de calor que abarcaban todo. Podía saber sus
movimientos sin mirarlo, era tanto lo que había entre ellos que no podía ser
mentira… no podía.
Hyde lo abrazó por la espalda. Ellos nunca habían sido de
esos gestos, su relación siempre había sido delimitada, sin embargo ahora…
- No lo harás, porque soy yo el que ya no te podría dejar
ir.
Le hablaba ronco, profundo, con esa voz masculina que todos
envidiaban y que Sakura sentía irreal. Cerró los ojos, su aroma a menta. Era un
abrazo de afecto, de cariño y, sin embargo se sentía tan diferente a uno que
pudiera darle cualquier otro.
Una de sus manos se apoyó en la de Hyde. Volteó el rostro.
Respiró profundo, sería bendito si sólo se pudiera quedar con el recuerdo de
ese olor.
- Te voy a hacer la cita con el médico- repuso, antes de
alejarse y quebrar el abrazo y decidirse que aquella noche también quedaría
guardada en la caja de Pandora que eran sus secretos.
Con el café a medio terminar, con la vida a medio terminar,
Sakura no notó que mientras no veía, mientras se iba, Hyde se quedaba en su
sitio, como quieto, como siendo uno con el mutismo de la mañana. Se fue y no
vio que los ojos azules seguían su recorrido con la vista y, lentamente,
sonreían.
***
- No te puedes comunicar con él, ¿verdad?
Sabía que estaba en la cama, seguía desnuda, ni siquiera quería
voltear a verla. Ahogó un bufido de molestia y siguió marcando, pero nada. Con
nadie había tratado de comunicarse tan desesperadamente como con él en esos
días.
- Déjalo ya, Tetsuya, no te va a contestar.
Parecía que saboreaba las palabras, que las disfrutaba, al
igual que la noche anterior. En el último intento el contestador le comunicó
que el número había sido apagado. El baterista dejó el aparato en la mesa de
noche, se abrochó los últimos botones de su camisa y suspiró, mirando alrededor.
No sabía exactamente qué sentía.
No estaba avergonzado, ni asustado, sencillamente esa nada
que parecía invadir todo desde la noche anterior.
- Escucha- le dijo a su aún esposa, con voz impersonal- tú
sabes mis sentimientos hacia Hyde, esto no significa nada para mí. Quiero
decir…
- Nos estamos divorciando, lo sé- le respondió Ayana de
forma monótona. Tetsu la sintió gatear por la cama y de pronto lo abrazó por la
espalda- Todas las parejas pueden tener una última vez, ¿no lo crees?
Le besó el cuello. Con un nuevo suspiro de fastidio, Tetsu
la apartó.
- Esto no va a volver a suceder- le dijo inflexible,
viéndola duramente por una fracción de segundo y poniéndose de pie para
abrochar sus pantalones.
Claro. No significaba nada. Había estado borracho, ni siquiera
lo recordaba bien. Amaba a Hyde, tanto que le dolía no tenerlo cerca. Lo que
había pasado entre él y Ayana la noche anterior no alteraba en nada sus
decisiones.
Se abrochó el cinturón y la vio impasible desde su nueva
posición, una vez más. Su esposa sonreía. Era una mujer hermosa, siempre lo
había sido, pero a diferencia de la primera vez que le había sido infiel a
Hyde, Tetsu no pensaba abandonarlo. Todo lo contrario. Había vivido un infierno
todos esos años y ahora que volvían a estar juntos… no, nada ni nadie iba a
separarlos.
A pesar de toda la frialdad, su corazón se alteró cuando
pensó en eso, la infidelidad.
- Vuelvo a Tokyo en el vuelo de la tarde. No tengo que
repetirse que esto debe quedar aquí.
- ¿Piensas dejarnos a tu hija y a mi solas?- le preguntó
Ayana recrudeciendo el gesto. El bajista suspiró.
- Contrataré seguridad, pero no te preocupes, pienso
eliminar los problemas antes de mi viaje.
De raíz, lo tenía decidido. Se dio la vuelta, tomó el móvil
de la mesa, lo guardó en el bolsillo, la cabeza le dolía ligeramente por la
resaca. Caminó hacia la puerta y cuando tomó el pomo de esta, la vio de nuevo,
una última vez, en la cama.
Quizás la deseaba. Sabía sido su esposa y algo de ella aún
estaba en él. No se podía dormir ni hacer el amor tantos años con una mujer sin
olvidarla, de todas formas, Tetsu sabía que su cariño se había transformado en
algo cercano a lo paternal. Quizás nunca había sido amor.
- Tú y Rei son las mujeres más importantes de mi vida- le
dijo, sintiendo la necesidad de hacerlo, de pronto, ganarse su absolución.-
Nunca lo olvides, pase lo que pase… no las voy a abandonar.
Ayana escuchó sus palabras
en silencio. Sonreía ligeramente, pero Tetsu sabía que tras esa sonrisa se
ocultaba algo de tristeza. No quiso verla más, hacerlo significaba volver a
recordar el pecado. Salió de la habitación, el ruido de la puerta al cerrarse
reverberó con un ruido sordo, el pasillo del segundo piso de la casona Ogawa
estaba desierto. Caminó hacia abajo, no tenía consciencia del tiempo, pero de
seguro sería tarde.
No quería hablar ni ver a nadie, salvo, quizás, a su hija,
pero ahora no era el momento. Bajó al rellano, luego al primer piso, al pasillo
que conectaba con la entrada principal. Antes de salir, sin embargo, una voz
conocida lo detuvo.
- ¿Qué crees que estás haciendo, Tetsuya?
No era como su madre, pero ejercía una influencia mucho
mayor en él. De camino hacia la entrada, Tetsu se dio vuelta y la vio, paso
firme, el rostro de su hermana le pareció mucho mayor cuando notó que fruncía el
ceño.
Lo intuyó desde el primer segundo, ella lo sabía.
- Me voy esta tarde de Osaka.
- No te estoy hablando de eso- repuso ella de inmediato- Te
estoy hablando de porqué pasaste la noche con una mujer que, se supone, quieres
apartar de tu vida.
Más dura de lo que prefería. Tetsuya sintió que un nuevo
suspiro se le venía, lo detuvo, sin embargo. Se cruzó de brazos y miró todo
alrededor, cansado, no sabía si de esa estancia fatídica en su ciudad natal o
por todo lo que había pasado la noche anterior.
Podía aplacar a la culpa, lo había hecho por años al
recordar el accidente de Hyde, el día que había mandado a otros a quebrar sus
manos. Podía aplacar esta nueva culpa si no tenía repercusiones en el futuro,
si Hyde jamás se enteraba, pensaba acallar a todos, sin embargo… ¿podría?
- Mírate, te ves igual que mi padre cuando regresaba a casa
después de haber estado con sus amantes- Junko siguió diciendo y más que nunca,
su dulzura estaba olvidada, no parecía su hermana mayor. Tetsu la sentía como una
madre, la que siempre le había faltado- Si quieres volver con tu esposa hazlo,
Tetsuya, vuelve a la casa con tu familia, ¿pero qué es esto? ¿Vas a dejar a
Hyde o sólo te acostaste con Ayana porque la extrañabas?
- Baja la voz, ¿quieres?
- No hay nadie más en esta casa, y, de todas formas, resulta
que eres igual que nuestro padre. Él estaría orgulloso de verte y escucharte.
Tetsu le devolvió la mirada. Ella se la devolvió también.
Era la voz de su conciencia materializada y ante ella, mucho más que ante
Ayana, sintió que no podía fingir más.
- No sé porqué lo hice- musitó, en un hilo de voz que se
quebraba preso de la propia culpa- De todas formas- repuso, aclarando el tono-
No voy a dejar a Hyde, eso nunca.
- ¿Y qué va a pasar con Ayana?
- Ella sabe lo que siento, debería bastarle.
- Tú esposa no me agrada, Tetsul Pero incluso ella merece
respeto.
Los ojos de Junko lo taladraban, como cuando niño, como
cuando cometía errores y debía pedir disculpas. Tetsu se mantuvo viéndola hasta
que no pudo más y desvió la vista hacia esa casa que, esperaba, fuera de las
últimas veces que vería.
Maldita fuera, maldita la hora que había vuelto a Osaka…
- Cuida mucho a Rei, contrataré seguridad para que venga
cuanto antes pero cuídala, ¿vale?- le pidió, abiertamente emocionado. Cambio en
su semblante, Junko lo notó porque enseguida asintió, algo más amable- No confío
en nadie más que en ti. A veces, ni siquiera en mí mismo.
Debía darle las gracias por ponerlo en su lugar y decirle
aquello que su consciencia no conseguía. Se vieron una última vez, quizás por
cuanto tiempo, antes de que Tetsu saliera y la luz del día lo recibiera
cegándole los ojos.
Merecía el dolor de la culpa. Caminó hacia la calle, pero se
decidió a no tomar un taxi. Caminaría y se obligaría a pensar que todo seguiría
bien, normal, que llegaría a Tokyo y Hyde estaría en el departamento donde todo
parecía ser diferente, solo ellos dos. Habían estado juntos por años, nada
podía alterar ahora eso.
Sacó el móvil. Todos los problemas que se habían generado en
esa ciudad debían terminar ahí, estaba decidido. Buscó el número que lo había
llamado la otra noche como presintiendo, como sabiendo que esta vez, Hiro
esperaba esa llamada.
En efecto, al segundo, lo escuchó.
- ¿Y bien, Ogawa?
- ¿Dónde te veo y cuánto quieres?- el bajista le dijo sin rodeos. Era lo último
que había querido hacer, pero sabía que ya no tenía más alternativa. Necesitaba
su tranquilidad de nuevo, su control de la situación.
Necesitaba regresar y que al ver a Hyde, ninguna sombra lo
persiguiera ni eclipsara.
- ¡Vaya! Accediste más rápido de lo que pensaba, eso es
bueno- Hiro rió de forma abierta, Tetsu sintió que le hervía la sangre. Hizo un
segundo de silencio, quizás dos, como sopesando- Me gustaría que nos viéramos
las caras una vez más, viejo amigo, para despedirnos. ¿Te parece?
- Olvídalo, no quiero tener más tratos contigo- respondió el
bajista, mordaz- ¿Por qué no me dices de una puta vez cuánto quieres?
- ¡Uff! Esa boca, Tetsuya- el guitarrista rió por segunda
vez. Sin embargo, pronto agregó- Se nota la influencia de Hyde en ti, ¿eh? Las
malas palabras le quedan bien a él, pero no a ti, la verdad.
Estaba harto que lo nombrara, como si fuera de su propiedad,
como si pudiera regresar a buscarlo y hablarle, de esa forma tan íntima en que
lo había hecho hace años. Tetsuya miró alrededor, harto. Cuando había dejado a
la banda, Hiro le había propuesto a Hyde irse con él. Y en el fondo, no sabía
si lo había hecho para fastidiarlo o realmente había algo en Hyde que al muy
maldito le gustaba.
- No vuelvas a nombrar a Hyde en tu vida, ¿quieres?- el
bajista le ordenó sin poder detenerse, un pinchazo de celos, cegándolo. Celos y
miedo e inseguridades, la peor de las combinaciones- Cuando te de el maldito
dinero, quiero que te olvides de todos nosotros para siempre. De otra forma, no
hay trato.
- Tranquilo, no tienes porqué ser tan arisco conmigo-
comentó Hiro de inmediato, seco, aunque con ese leve rastro de burla tan
fastidioso- Siempre tu humor es terrible cuando alguien te nombra a Hyde… lo
tuyo no es amor, Ogawa, lo tuyo es una maldita obsesión por él. Pero eso no es
algo que me incumba, ¿verdad?- rió de nuevo- De todas formas… con o sin mi
ayuda, vas a terminar perdiéndolo.
- ¿De qué mierda hablas?
- Piénsalo, Ogawa. No soy yo al que debes temer… pero en
fin, regresemos a lo nuestro, escucha bien mis instrucciones.
Le cambió el tema a propósito, para dejar las insinuaciones
en el aire. Tetsu sintió que la ira de siempre lo recorría, como olas de un mar
alterado, pero apretó los labios y grabó en su mente la dirección y el monto
que el otro le indicaba. Un asunto a la vez. Debía concluir esto para poder
regresar con Hyde, tan sólo podía pensar en eso.
Los miedos debían quedar relegados en lo más profundo de su
mente, por ahora.
Regresó al hotel a darse un baño y a cambiarse de ropa, le
telefoneó a su ejecutivo de cuentas para que le tuviera listo la cantidad que
Hiroki le había pedido. Un absurdo, demasiado dinero para un tipo como él.
Tetsu sabía que no sería la cantidad definitiva, seguramente, cuando el
estúpido se lo gastara en drogas volvería a buscarlo para pedirle más dinero.
De todas formas, si se aseguraba en mantenerlo callado por un rato, entonces el
dinero estaba bien utilizado, le daría tiempo para encontrar una solución definitiva.
El bajista se vistió de negro y salió del hotel, sin
siquiera prestar atención a que debía comer algo. Su mente trabajaba rápido,
frenética, angustiosa. En algún momento, después de ir al banco y tomar el taxi
rumbo a la dirección que Hiro le había indicado, pensó en llamar a Hyde de
nuevo. Sin embargo, a los segundos desechó la idea.
Debía haber una buena razón para que Hyde no respondiera a
sus llamadas…
“No soy yo al que
debes temer”
Miró por la ventana. Se estaban internando en lo barrios más
marginales de Osaka, y el ambiente deteriorado hacía juego con su rostro tenso
reflejado en el vidrio.
Al instante, un nombre se le vino a la mente: “Sakura”
Al segundo siguiente, lo desechó y sonrió. A pesar de la
relación tan íntima que tenían, si Sakura no había logrado nada en veinte años en
que había estado al lado de Hyde, como una sombra, ¿qué le garantizaba que
ahora sería diferente?
De nuevo, nada.
Uno a uno, los problemas se irían solucionando. Incluso si
el baterista era parte de esos problemas, tendría que encontrar la forma de
apartarlo. No podía ser de otra manera.
Cuando el automóvil se detuvo frente a la casa que Hiro le
había indicado, el taxista miró a Tetsu por el espejo retrovisor y le indicó
que tuviera cuidado. “Estos no son barrios para alguien como usted”, le dijo,
en tono grave. Tetsu agradeció el gesto con una sonrisa, asintió, sin embargo,
no vaciló ni por un segundo cuando pagó la carrera, se bajó del automóvil,
sintió que se ponía en marcha y lo dejaba solo.
Habían un par de hombres agrupados y bebiendo en la calle.
Al instante, el bajista sintió que lo observaban con poca disimulada
curiosidad. Uno de ellos reía y un par debían estar hablando a sus espaldas.
No les prestó atención. Caminó hacia la casa destruida y
venida a menos, gris, como todo lo que había ahí. La reja de entrada estaba
abierta. Tetsu avanzó con pasos firmes, llegó a la puerta de entrada, la abrió.
Al instante, un olor asfixiante a humedad y a descomposición le llegó y lo hizo
sentir asqueado.
Caminó un par de pasos más. Se sentían voces desde algún
lado, un ruido sordo y acompasado. Sus pasos hacían ecos, no tenía idea si
alguien podía habitar un lugar como aquél. Llegó al rellano de unas escaleras.
Los sonidos se hacían más fuertes.
Por instinto, los siguió.
- ¿Estás?
Sacó el móvil e intentó marcarle. Su propia voz también
resonaba por las paredes. En una bifurcación, alguien corrió y se impactó con
él. Una chica, Tetsu la reconoció de inmediato, aunque vestía una chaqueta
inmunda y sólo ropa interior bajo de ella, al descubierto.
- ¿Tú eres…?
Dejó la pregunta en el aire. Ella levantó la mirada, el
cabello enmarañado le caía como una cascada frente al rostro. Debía de estar
drogada o algo, por la forma en que sus ojos perdidos lo miraban. Tetsu no tuvo
tiempo de hacer más preguntas cuando la voz que había escuchado con el mismo
tono insistente desde hacía días lo recibió.
- Bienvenido, augusto líder- desvió la vista. Hiro salía de
la recámara donde, con los pantalones desabrochados y la camisa abierta.
Tetsuya miró alternadamente a ambos. La chica compartió una
mirada lúgubre con el guitarrista y se fue rápidamente del lugar, sin decir
nada. Tetsu no tenía que ser un genio para descubrir por su aspecto que habían
estado teniendo sexo justo antes de que él llegara. La sensación de asco se
incrementó en su garganta, sin embargo, apretó los labios y siguió a Hiro en
silencio cuando el guitarrista lo condujo hacia dentro de la habitación.
- Lamento no recibirte en mejores condiciones, Ogawa, dado
tu estatus- repuso el guitarrista de forma irónica, caminando a sus anchas por
la habitación hacia una mesa con papeles y jeringas usadas, para rebuscar y
sacar un cigarrillo- Ya lo vez- continuó, mirándolo fijamente y encendiendo el
filtro- no todos tenemos tu misma suerte.
Tetsu miró alrededor. Una cama empotrada, de metal, sucia, y
las jeringas con las que debían drogarse tiradas por todas partes. Sonrió con
ironía, sin poder evitarlo. Le devolvió la mirada a Hiro sin vacilar.
Tal como se lo esperaba, la suerte de su antiguo compañero
de banda no había sido buena, ni mucho menos.
- Te traje lo que me pediste.
- Ponlo en la mesa. Y no vuelvas a sonreír de esa forma,
Ogawa, si no quieres que te vuele todos los malditos dientes.
Su amenaza fue como un ladrido. Lejos de parecer
escarmentado, el bajista sacó los billetes de su chaqueta, los puso sobre la
mesa y, aunque aminoró la sonrisa, se dio el lujo de mirarlo a sus anchas.
- Ya tienes lo que querías, ahora deja a Hyde y a mi familia
en paz. Estoy confiando en tu palabra, Hiroki.
- No te queda de otra, ¿cierto?- repuso Hiro mordazmente.
Como un animal, se precipitó hacia el dinero, lo contó rápido y sonrió también,
satisfecho.- Supongo que esta cantidad habrá sido un pequeño pelo de la cola para
ti, ¿no, líder?
- Eso no te interesa.
- Claro- sus ojos se entornaron.- Te invitaría a tomar algo,
Ogawa, pero supongo que tienes mejores cosas qué hacer. Aunque me llegó algo
que podría interesarte, si quieres cosas más…em, fuertes.
Quedaba claro a qué se refería. Tetsu resopló mitad
incrédulo, mitad irónico.
- A diferencia de ti, las drogas no me interesan.
- Qué lástima, no sabes lo que te pierdes- Hiro repuso
mordazmente. Buscó el arma y se la puso en el ciño del cinturón- Con todo el
maldito dinero que debes ganar, si invirtieras en otra clase de negocios
podrías triplicarlo fácilmente… en fin, siempre has sido un idiota.
Con el dinero y el arma bien guardados, caminó hacia la
puerta de la habitación y la abrió, en un gesto claro. “Bien, Ogawa, te dejo en
libertad. Un gusto hacer tratos contigo”, le dijo con apatía, cruzándose de
brazos. Tetsu no pudo evitar que su sonrisa se expandiera. Miró una última vez
la habitación, asqueado, y caminó hacia la puerta.
Antes de traspasar el umbral, sin embargo, observó al
guitarrista de forma implacable.
- Espero no tener que verte en mucho tiempo, ¿te quedó
claro?
- A mí no me das órdenes, Tetsuya- respondió Hiro de
inmediato, recrudeciendo el gesto- Por otra parte- agregó, malicioso- Nadie
sabe lo que pasará mañana. Ah, y mándale
saludos a Hyde de mi parte.
Lo estaba diciendo a propósito, una vez más, sabiendo que la
mención del vocalista lo enfurecería. Tetsu también hizo más cruda su expresión
y salió por la puerta sin decir nada más. El hedor de esa casa lo estaba
asfixiando, quería irse de esa maldita ciudad cuanto antes. Estaba por dejar el
pasillo y tomar las escaleras cuando lo escuchó por última vez.
- ¡Ten cuidado con él, Ogawa! Aún no has terminado de
conocer a Hyde, te lo aseguro.
Estaba hablando por hablar. “Cierra la boca, hijo de puta”,
Tetsu susurró, con ira, bajando por las escaleras rápido. Llegó hacia la
puerta. Salió y cerró con un portazo, sin mirar atrás. Tenía que olvidarlo de
momento. Llegó a la calle y se dio cuenta que los tipos seguían observándolo,
suspiró con fastidio.
Aunque, una parte de él, al fin se sentía en libertad.
“Este viaje nunca
debió haber sucedido. Ahora puedo alejarme de todo esto… claro que lo sé, te
conozco, Hyde, por eso sé que aunque no quieras estarás esperándome”
Caminó hasta una
calle principal donde supuso que podría tomar un taxi. Una vez que estuvo en
él, cerró los ojos y se apoyó pesadamente en el asiento, sintiendo que las
oleadas de tranquilidad corrían a raudales dentro de su cuerpo.
Sonrió.
Y una parte de él realmente quiso creer que todo lo que le
había dicho Hiro no era verdad, que esos días infernales ya no existirían. Ni
siquiera su noche pasada con Ayana. Que podría borrar todo y, de nuevo,
regresar como el hombre controlado que era. A su banda, a su entorno, a su
música. Y con Hyde. Quería creer, necesitaba creer que Hyde también estaría
feliz por volver a verlo.
Y que jamás sabría. Jamás miraría dentro de él y vería lo
podrido que estaba. Tan diferente al Tetsuya de antes… como ido. Casi muerto.
***
La cabeza le dolía como si alguien estuviera presionando su
cráneo desde adentro. No sabía si era por los grados de temperatura que había
tenido la otra noche, pero lo cierto era que ese dolor lo estaba matando, tal
como ayer, no lo dejaba respirar y ni siquiera conducir bien. La segunda vez
que casi se estrelló con otro automóvil en un cruce, Hyde maldijo entre
dientes, se llamó estúpido de mil maneras por no haber tomado un taxi y buscó
un lugar donde aparcar antes de tener un segundo accidente de automóvil en
menos de tres meses.
Al final, el lugar escogido fue un parque grande y cercano
donde solía matar las horas. Cuando el motor se detuvo, Hyde abrió la ventana y
se dejó caer hacia atrás en el asiento. Exhaló una bocanada profunda de aire.
Después de días de recorrer la ciudad con la sensación ingrávida de la
motocicleta, maravillosa, como si volaran, el espacio cerrado de su propio
automóvil lo llenaba de una fastidiosa claustrofobia.
Cerró los ojos. Se colocó una mano en sus sienes,
masajeándolas. Le molestaba no recordar mucho de la noche anterior, sólo la
fiebre latiendo como un veneno, circulando por su sangre, haciéndole sentir que
se quemaba. De nuevo, que no podía respirar. Quizás Sakura tenía razón. Quizás,
en su intento por destruir a Tetsu, por destruirlo todo, se había terminado
enfermando de odio. No sólo en alma, sino también en cuerpo.
No podía jugar con fuego sin que el fuego terminara
consumiéndolo todo, incluso a si mismo.
Abrió los ojos. Miró a su lado, pero en esa mirada no buscó
la sombra de Tetsu, como por tantos años lo había hecho. No. Lo que necesitaba
ahora, lo que necesitaba desde siempre, desde que había regresado a la ciudad
que acogía todos sus temores era una mirada negra, abismante, como la noche que
se había erigido cuando Hyde había tratado de suicidarse en ese lago de
Londres.
Su corazón dio un latido furioso. Como el día anterior, pero
mucho más doloroso, porque no era sólo descubrir verdades y sentir que Sakura
le parecía lejano. Era que desde esa mañana el batero se había mostrado esquivo
e irascible. Como si no quisiera verlo. Le había dejado los datos del médico al
que debía acudir y se había ido sin decirle más. Sin mirarlo más.
Cuanto le dolía… su olor estaba en todas partes. No sabía porqué
pero Hyde lo sentía, como una necesidad imperante. Todo lo que lograba extraer
de sus recuerdos era ese olor a tierra, como el café que saboreaba cada mañana.
Cerró los ojos de nuevo, se intoxicó con el aire de la media mañana… quizás
Sakura se había quedado toda la noche cuidándolo, de otra forma, no se
explicaba porqué ese olor parecía tan dentro de su cuerpo. Y ese otro cuerpo.
Unos brazos fuertes que lo aferraban
Su corazón dio un nuevo latido profundo. Algo dentro de su
pecho se removió, contuvo el aliento… ¿por qué lo necesitaba tanto? ¿Por qué se
sentía tan vacío?
“También terminaré por
perderte a ti, Sakura, ¿es eso?”
La angustia le obstruía la garganta. Siempre la sentía, cada
vez que pensaba que debía vengarse de Tetsu para sentirse mejor. Sin embargo,
esta vez, todo era diferente. Hyde abrió los ojos y miró una vez más a su lado.
No se trataba que se sintiera solo, se trataba que sentía que le faltaba algo.
Algo que no le había faltado en años, porque incluso cuando la traición de
Tetsu le había traído un dolor ciego que lo perseguía a todas partes, el
sentimiento de dolor por Sakura parecía ser mucho más profundo.
- ¿Qué debo hacer, Sakura? – le preguntó, del todo
inexistente. Le había dicho la verdad, aunque a los dos les pesara no podía dar
pie atrás en la venganza hacia Tetsu. Había llegado demasiado lejos y había
esperado demasiado tiempo como para retractarse.
Y sin embargo… perder a Sakura, ¿estaba dispuesto a pagar un
precio tan alto por ello?
Recordó su mirada férrea, dolorosa, implacable. “¿Quién dice que no lo voy a hacer ahora”
Alejarse… no. Incluso si era egoísta, si estaba equivocado, no podría
aceptarlo. Se había querido morir sin Tetsu. Pero realmente moriría sin Sakura.
Lo sabía.
Se tomó la cabeza una segunda vez, desesperado. Faltaba poco
para su cita con el médico, pero incluso podría hacerse un tiempo para salir y
respirar y contagiarse de la luz alrededor, esa que parecía tan lejana de sí
mismo. Abrió los ojos, miró hacia fuera. Niños corriendo en el parque, tanta
alegría, todo tan lejano a él.
Se colocó las gafas de sol, subió la ventana y salió del
automóvil. Colocó los seguros. Con la mano en los bolsillos, caminó hacia una
fuente grande de agua colocada al medio del parque. Los niños reían, algunas de
sus madres los acompañaban, quizás eran solo niñeras. No le importaba. Incluso
si era reconocido, lo único que quería es que lo miraran a la distancia y lo
dejaran solo.
Se colocó de pie frente a la fuente. La brisa del agua le
llegó como una bendición, humedeciendo ligeramente su rostro. Por primera vez
en mucho tiempo, no sabía qué hacer. Su vida había estado girando en torno a la
venganza por años, mucho antes de eso había girado en torno a Tetsu. Ahora, sin
embargo, ni el resquicio de amor que le quedaba por el bajista ni el odio tan
grande que a su vez sentía por él le parecían suficientes. Su cuerpo enfermaba,
su alma se enfermaba. Y en todo eso, sólo una cosa podía importarle.
Ese olor. Como el café, regado por las sábanas, un cuerpo
cálido y firme que lo abrazaba.
De nuevo, los latidos de su corazón, desembocados. ¿Era
realmente un recuerdo o lo había estado soñado?
“¿Qué pasó ayer,
Sakura? ¿Por qué siento que hay algo que deberías decirme?”
Si tan sólo pudiera tomar valor para preguntárselo, una y
otra vez, pero era tan grande el miedo de perderlo que Hyde sólo quería
quedarse en silencio y apoyarse en su espalda. Y que Sakura lo viera de esa
forma que le decía que no estaba tan mal, después de todo.
Su teléfono comenzó a sonar. Suspiró. Sacó el móvil y se dio
cuenta que era Tetsu, una vez más. Apagó el teléfono con fastidio. Lo último
que quería era hablar con Ogawa. Le fastidiaba siquiera pensar que aunque los
separaran tantos kilómetros, el bajista seguía ahí, tratando de controlarlo
todo.
“Váyanse tú y la
maldita venganza a la mierda… maldita sea la hora que regresé a Japón. Debí
haberme alejado. Debí haber comprendido que en ningún sitio iba a estar mejor
que alejado de ti, Ogawa”
Debía haber tenido el valor de seguir sin él y sin los
recuerdos del pasado. Comprender que la vida seguía y que había sido lo mejor,
de todas formas. Quizás, ahora que lo tenía cómo y dónde lo quería, dejando
todo por él, una parte de sí mismo estaba colmada mientras la otra reclamaba
por más y más. No detenerse hasta verlo destruido, sufriendo como él había
sufrido antes. Incluso cuando Tetsu no lo supiera. Su maldita locura, su
intento de suicidio, su encierro en la clínica de Londres… todo era culpa suya,
por eso debía pagar. Con sangre.
Y sin embargo… qué diferentes eran los sentimientos que le
despertaba Sakura. Era como la calidez en un día del todo gélido, invernal, y
por eso no podía perderlo. Hacerlo sería como quitarse parte de sí mismo, lo
único que quedaba bueno en él. El motivo por el que aún podía sonreír, aunque
la fama no le bastara, aunque los afectos no le bastaran. Aunque la venganza
hacia Tetsu no le bastara. Tan sólo quería quedarse ahí y sentirse aún joven y
aún vivo, en una Harley Davidson, con el olor de Sakura llenando todo y
consumiéndolo todo. Como un amante.
Hizo un alto.
Su pecho, de pronto, tan sólo una fracción de segundo. El
corazón desembocado… un amante.
“No. Olvídalo”.
Rodeó la pileta a pasos lentos, pensativos, no… no tenia que
pensar en eso.
“¿Qué demonios sucede
contigo, Takarai?”, pensó furioso, y estuvo a punto de darse la media
vuelta, volver al auto y olvidarse de todo eso, cuando lo vio, del otro lado de
la pileta.
Y fue como si se encontrara con una mirada gemela.
-¡Hisashi!
El llamado de una mujer a la distancia. Uno de los niños del
parque no jugaba, se había detenido y apoyaba las manos en los bordes de la
pileta viendo el agua correr. Debía tener unos diez años. Vestía ropa de
escuela, una mochila azul con unos lienzos enrollados. Y parecía triste... Como
un espejo de Hyde mismo.
- ¿Qué pasa, cariño? ¿No te sientes bien?
- No quiero estar aquí- no lo había escuchado, Hyde había
leído sus labios. Le hablaba a una mujer mayor que se había acercado, a sus
espaldas. Estaban en lados opuestos, el agua y su caída se interponían, pero
aún así el vocalista los pudo ver bien.
Y fue tanta la impresión que se quedó quieto, no supo cómo
reaccionar.
- Vamos, ya verás que la ciudad también es linda. Regresemos
a casa, ¿sí? Mamá debe estar esperando.
Sin darse cuenta
avanzó hacia ellos embargado, de pronto, un sentimiento horrible de
pertenencia. De impotencia. De angustia.
Se dieron vuelta antes de que pudiera alcanzarlos. La mujer tomó
al niño por los hombros y lo incentivó a avanzar juntos hacia el otro lado del
parque. Sin embargo, antes de que se pudieran alejar, preso de una intuición o
de algo que Hyde no sabía muy bien, pero que también le pertenecía, el niño
volteó el rostro y lo observó, impasible.
Profundamente.
Como una persona mucho más grande y con esa tristeza infinita,
una tristeza que le pertenecía. Jamás había visto una mirada como la de él y
Hyde se sintió traspasado por ella, el peso de todos sus actos cayendo sobre su
alma y atormentándolo. Se quedó quieto mientras el viento mecía la copa de los
árboles y quizás tan sólo fueron unos segundos en que se vieron, a la distancia
y luego, se alejaron.
No podía haberlo reconocido.
Y aún así, esa mirada, tan parecida a la suya y tal vez,
como la de Sakura.
“Quiero que salgas de
todo esto… quiero que te vayas de esta mierda…”
- ¿Por qué estás así? ¿Te sientes mal? ¿Qué sucede, Takarai?
Cuarenta y cinco minutos más tarde. Arribó a la compañía sin
tener plena consciencia de lo que hacía. Ni siquiera recordaba bien lo que le
había dicho el médico, tan sólo esa mirada, esas dos miradas, como eco en sus
pensamientos.
- Hisahi- Hyde se encontró respondiendo, levantó la mirada,
tercer piso, Ken le hablaba- Hace años que no veía a mi hijo.
Tan solo en fotografías. Siempre en la distancia, sabía de
él tan sólo en las veces que hablaba con su ex esposa por el dinero de todos los
meses y le preguntaba, esquivamente, como no queriendo perturbar algo que ya no
le pertenecía. Que nunca le había pertenecido. Y era tan poco lo que esas
palabras le decían, que ahora Hyde sentía que no sabía nada. Ahora, que lo
había visto. No sabía si preguntaba por él, si lo reconocía cuando veía sus
fotografías en el diario o las revistas. O lo que era peor, por qué lucía tan
triste. Tan como él mismo.
“Ve, busca a tu hijo y
vete de todo esto, Hyde” le había dicho Sakura hacia un par de semanas y
hasta entonces el vocalista no había tomado peso de todo eso. De todo lo que
había estado perdiendo, lentamente, como agua que caía del cuenco entre sus
manos.
Se hizo silencio. Y aunque esas semanas habían sido de
rencillas continuas entre él y el guitarrista, como comprendiendo su turbación,
Ken lo vio sin reproches, sin más preguntas. Y tan sólo calló.
***
- ¿Te preocupa su salud o te preocupa que no pueda cantar en
el maldito concierto, Sakano?- le preguntó un Sakura irritado al manager, en
cuanto éste comenzó a cuestionarlo como todos los demás sobre el paradero de
Hyde.
Al instante, el hombre adoptó una expresión contrariada.
- Me ofende tu pregunta. Quizás no lo notas porque te fuiste
demasiado temprano de la banda, pero además de ser su manager me siento
responsable de todos ustedes... ¡Y por supuesto que me preocupa la salud de
Hyde! Sobre todo ahora que no está Tetsu.
- Claro. Ogawa- Sakura sonrió con amargura, dejando su bolso
en uno de los sillones de la sala de ensayos, esquivo- Todo parece no funcionar
cuando Ogawa no está cerca, ¿cierto?
Se le escapaba la antipatía a raudales. No podía quitarse la
sensación de dolor del pecho, como si estuviera enfermo también, como si todas
sus memorias lo enfermaran. Terminó la conversación con Sakano, dejó la sala de
ensayos y fue a cambiarse. Pensaba practicar para no pensar, hasta que los
brazos le dolieran, todo el cuerpo le doliera y no extrañara más a Hyde. Hasta
dejar de necesitarlo.
Era un imposible, lo sabía.
Lo sentía en todas partes. En el cuerpo y en el alma, miró
los pasillos de la compañía mientras se dirigía a los camarines casi con
nostalgia. Todo le hablaba de él, y después de haberle hecho el amor era tanto
lo que lo quería, que resultaba ser algo físico. Como si le hubieran desgarrado
la piel a tiras.
Y sucedió que entonces, entrando a los camarines, se
encontraron. A solas. Por primera vez desde que Sakura había vuelto a la banda.
- ¿Qué tal estás, Yukihiro?
El otro batero le devolvió una mirada impasible, pasando una
polera sin mangas por sus hombros, con ese semblante que siempre hablaba de
tranquilidad, nunca de una emoción diversa. Tan diferente a Hyde, pensó Sakura,
con una sonrisa amarga. Quizás en otras circunstancias un encuentro a solas con
su ex amante le hubiera incomodado, ese día, sin embargo, su mente estaba tan
fija en la noche anterior que no podía pensar en nada más. No podía sentir nada
más que angustia e ira.
No sabía si hacia el vocalista, hacia los acontecimientos o
hacia sí mismo.
- Al parecer, mucho mejor que tú- le respondió Yukihiro
viéndolo fijamente. Lo vio cerrar la puerta a sus espaldas, caminar por la
habitación y sacarse la camisa con desgano- No traes buena cara, ¿pudiste
encontrar ayer a Hyde?
Claro. Casi se le había olvidado, el lío que se había armado
cuando Hyde se había enterado que era bisexual. Sakura ahogó un suspiro y buscó
una remera negra de la ropa que había dejado allí para el ensayo de siempre.
Una remera negra y unos pantalones negros. No cabía nada más que el negro en
sus opciones de ese día.
- Estaba en un bar con Gackt. El muy idiota me llamó para
informarme, casi burlándose.
No sabía ni siquiera porqué estaba siendo tan sincero, o
porqué después de la última vez que se habían hablado, en muy malos términos,
ahí estaban, ellos dos, hablando como si fueran camaradas de años. Se colocó la
remera y los pantalones. Nada parecía importarle mucho, salvo…
- ¿Y por qué Hyde no vino contigo?
- Lo obligué a ir al médico.
- ¿Seguro que no ha pasado algo más entre ustedes, Sakura?
Levantó la vista, a medio camino de calzarse unas
zapatillas. Yukihiro lo veía de brazos cruzados, como sabiendo, como viendo
dentro de él.
Y, de pronto, Sakura se preguntó si todos podían notarlo
también.
- ¿De verdad quieres saber la respuesta?
Le estaba haciendo una insinuación clara. Supuso que lo
sorprendería, sin embargo, Yukihiro siguió con el gesto indolente.
- Tú siempre lo has querido, más aún viéndote ayer con él…
es imposible que Hyde no se de cuenta.
Siempre tan tranquilo. Sakura sintió que sonreía, aunque no
había una pizca de alegría en su pecho, corriendo por su sangre.
- Eres un puto adivino, Awaji- le dijo, casi afectuoso. Se
terminó de anudar las zapatillas, buscó sus baquetas y se detuvo frente a él.
Y, por un segundo, mientras Yukihiro lo observaba, tuvo la
necesidad de hablar con alguien.
- ¿Qué sucedió entre ustedes, Sakura?- le repitió el otro
batero, de nuevo, viendo tanto, mucho más de lo que Sakura se atrevía mostrar. Los
ojos de Sakura vagaron hacia la puerta. No la veía a ella, no veía ni escuchaba
nada que estuviera en tiempo presente.
“No te detengas”, Hyde
le susurró en el frenesí de las embestidas. Su cuerpo se tensaba. Los músculos
de su espalda se veían hermosos cuando se movía, cuando sus caderas subían y
bajaban… con la mano libre, la que no estaba entrelazada a la suya, Sakura lo
tomó del cabello, profundo, y le besó el contorno de esas alas que lo volvían
loco. Lo escuchó hablarle sin detenerse, verbalizar su nombre con voz grave,
aterciopelada, envuelta en un deseo asfixiante.
“Así… así, Sakura, más
fuerte” “Dios… no sabes cómo se siente…” “Por favor… dime que no vas a
abandonarme”
- Yo sé que no soy
nadie para decírtelo, ni siquiera somos amigos, pero he estado pensando desde
ayer, Sakura... La reacción de Hyde… incluso conociéndolo, ¿no crees que fue
extraña?
- ¿A dónde quieres llegar?- Sakura le preguntó, mirándolo de
nuevo, con la voz ronca. El corazón volviendo a sus latidos, desde la mañana
parecía haberse muerto.
Yukihiro se adelantó. Sakura pensó que iría hacia él, pero
el otro batero se encaminó hacia la puerta.
- Piénsalo- le dijo, tomando el pomo y regalándole una breve
sombra de sonrisa- Quizás Hyde no es el
único que no sabe ciertas cosas. Quizás hay mucho que no sabes tú, o tal vez,
ambos.
Hizo el amago de irse. Sin embargo, y por una razón
inexplicable, Sakura avanzó hacia él y lo detuvo, cerrando la puerta y
colocando una mano en ella.
- ¿Por qué me dices esto?- le preguntó, estrechando los ojos.
Estaba muy cerca bajo el umbral. Yukihiro le envió una mirada sin pestañar, y
quizás incómodo ante la proximidad, la bajó, y sonrió aún más profundo.
- En realidad, no lo sé, pero sentí que debía hacerlo. Mal
que mal, por mi culpa tuviste problemas con Hyde ayer, ¿no?
- La relación con Kitamura te ha cambiado.
Yukihiro levantó la mirada de inmediato, la sonrisa
olvidada.
- ¿Cómo lo supiste?
- ¿Creíste que Kitamura no me lo diría?- Sakura le respondió
con otra pregunta, irónico. Bufó y miró alrededor- No lo esperaba, de todas
formas, pero si tú estás bien con él supongo que es bueno.
Era una conversación completamente impensada entre ellos. Se
observaron en silencio por unos instantes. Finalmente, Awaji sonrió de nuevo y
negó con un gesto divertido.
- La verdad es que sí, es bastante impensado.
También estaba siendo franco. Sakura bajó el brazo que
afirmaba la puerta. Se apoyó, sin embargo, en ella, y se cruzó de brazos.
Lo observó, casi añorando el tiempo que habían estado
juntos. Había sido demasiado frío y su amor por Hyde siempre había sido una
sombra entre ellos, sin embargo, de otra manera, le hubiera gustado que alguien
como Yukihiro hubiese ocupado sus pensamientos.
- De todas formas- siguió el otro batero, recuperando el
semblante más serio- Tú sabes que también soy amigo de Tetsu. No sé lo que irá
a pasar, pero viéndolos desde la distancia, creo que tú y Hyde tienen mucho aún
que vivir. No me agrada por Tetsu, pero es así.
Hizo una pausa. Tomó el pomo de la puerta. Lo observó, de
nuevo, profundamente. Habían compartido tanto que por eso lo conocía bien, Sakura
sabía que veía mucho más que otras personas. Su expresión se hizo cándida.
- Nunca me lo dijiste bien, pero sé que hay cosas entre tú y
Hyde que los unen como ninguno de nosotros podríamos comprenderlo. Lo repito,
no me agrada por Tetsu, pero si tenemos que ser justos, eres tú y no él el que
siempre ha estado con Hyde, sin importarle el cómo.
- Eso no significa que Hyde sienta de la misma manera.
- ¿Realmente sabes cómo siente Hyde?- Yukihiro le preguntó,
quisquilloso- O mejor dicho- se corrigió, casi con una nueva sonrisa- ¿Hyde
sabe cómo se siente?
“Dímelo, ¿por qué él y
no yo?” el vocalista le había preguntado en el delirio de la fiebre y del
sexo, y por primera vez en horas que le habían parecido angustiantes, Sakura se
concentró en los recuerdos buscando algo, las miradas, las palabras de él en
una noche que hubiera deseado, fuera eterna.
Incluso si había estado delirando por la fiebre, incluso si
no lo recordaba, debía haber algo de verdad en sus palabras. La forma en que su
cuerpo había respondido al suyo, en que lo besaba, en que le hablaba delirando,
muriendo, gimiendo por él… la forma en que lo había recibido, en que había
danzado con él hasta llegar al orgasmo. No podía haber mentira en eso. Sakura se
negaba a creerlo.
Sus ojos de nuevo recayeron en el otro batero. Le resultaba
increíble que después de todo lo que había pasado estuvieran hablando así, como
si nada, como si las rencillas estuvieran saldadas, aunque algo dentro de él se
sentía mejor. Por un segundo, Sakura quiso agradecerle. Había sido el único que
le había dicho las palabras precisas para aplacar el peso de su alma.
Iba a hacerlo cuando la puerta se abrió, del otro lado, y
Yukihiro y él se apartaron con premura.
- ¿Qué mierda están haciendo ustedes dos aquí?
Era Kitamura, lívido de asombro, la guitarra al hombro y sus
dedos sosteniendo un cigarro que moría lentamente. Sakura quiso lanzar una
maldición entre dientes, pero antes de que pudiera agregar nada la voz siempre
tranquila de Yukihiro contestó.
- Lo mismo a lo que tú vienes, Ken, cambiándonos. ¿O
deberíamos estar haciendo algo más?
Tranquilo, sí, pero implacable. Sakura se sorprendió ante
los efectos que estas palabras tuvieron sobre el guitarrista, porque de
inmediato, su expresión de lívido asombro se suavizó, aunque siguió viendo a
Sakura como si quisiera descuartizarlo con la mirada.
- Los dejo solos - repuso entonces, compartiendo una mirada
con Yukihiro que casi sonrió ante su practicidad. Sin darle tiempo para razonar
y detenerlo, pasó por al lado de Kitamura, rozando su hombro sin siquiera
mirarlo. Sabía que el guitarrista seguiría sus movimientos con una mirada
furiosa y le gritaría, a sus espaldas. Lo conocía de años. Tampoco le importaba.
No se tardaron demasiado. Los gritos de Ken se escucharon en
cuanto Sakura salió por la puerta y se topó con él. Siempre callado. Pensativo.
“Hyde…”
Caminando con la mirada gacha, su rostro pálido reflejaba el
cielo que iba cambiando de claro a oscuro. Al segundo, como presintiéndolo o
tan sólo notando su presencia, en el aire que siempre parecía cambiar en torno
a ellos, la vista de Hyde se alzó y se observaron, con la poca distancia
interponiéndose como un abismo.
- ¡Maldita sea, Sakurazawa! ¿Qué parte del “no te acerques a
Yukihiro” no estás entendiendo?
- ¿Se te olvida que yo también estoy aquí?
-Ay, por dios, ¿no lo ves?, ¡Yukihiro, eres demasiado iluso
como para entender las intenciones de este tipo!
La discusión seguía desplegándose, cada vez más lejana. Hyde
y él siguieron conectados con la mirada, en una fracción de segundo incontable.
Como uno, de todas formas. Tan sólo interrumpidos por el momento en que Ken y
Yukihiro salieron del camarín y, en un dejavú de la escena del día anterior, sus
ojos, castaños, pasaron de Kitamura a Awaji en una muda pregunta.
Y entonces, algo cambió. Sakura lo notó de inmediato,
mientras mantenía la vista fija en Yukihiro.
- ¿Juntos?- el vocalista susurró casi inexistentemente,
gravemente. De nuevo miró a Sakura y sus ojos… Dios, el piso parecía que se
caía a pedazos con la mirada profunda de esos ojos.
Prácticamente la misma escena. Sin prestar atención a los
demás, Sakura se adelantó con paso enérgico. Tampoco quiso reparar en el dolor
sordo y el deseo de alejarse que venían haciendo mella en él desde esa mañana.
Tomó a Hyde del brazo, con suavidad, y caminó con él hacia la sala de ensayo.
Ken seguía gritándole algo a sus espaldas, pero sencillamente no lo escuchó.
El tacto tibio de él, su presencia cálida a su lado… quiso
que el recorrido fuera eterno. Hyde tampoco deshizo el contacto.
- ¿Cómo te fue en el doctor?- le preguntó Sakura del todo lúgubre,
como para romper el silencio que desde esa mañana se había instaurado entre
ellos- Pensé que tardarías más tiempo.
- ¿Volviste con él?
- ¿Qué?
Se detuvo. Ambos se detuvieron. La música llegaba desde la
sala de ensayos y tan sólo eran Hyde y él. Y un día que se desplegaba tras la
ventana e iba cambiando a nublado.
- ¿Volviste con Yukihiro?- Hyde le preguntó, aún en ese
estado pensativo que se le hacía tan extraño. Sakura deshizo el contacto.
Rebuscó en sus ojos. Rogó por encontrar una sombra que le diera la pauta.
“¿No era yo una opción
mucho mejor?”
- Está bien si no quieres decirme, de todas formas, son tus
asuntos, ¿cierto?- Hyde agregó ante su silencio, sonriendo con tristeza. Sakura
no alcanzó a procesar el tenor de las palabras ni tampoco reaccionó cuando Hyde
lo vio una última vez, casi implorándole con esos ojos castaños, y resignado
pasó por su lado hacia la sala de ensayos.
Como afectado, o tal vez…
“¿Hyde sabe cómo se
siente?”
Las palabras de Yukihiro, más que nunca, parecían cobrar
sustancia. Lo estuvo pensando en todo el ensayo, mientras cada uno hacía lo
suyo, mientras trataba de aprender partituras que creía olvidadas, de tiempos
mejores. La primera música que habían compuesto juntos, en las noches
interminables que la banda se quedaba en el pequeño estudio que tenían por
entonces. Qué lejano le parecía aquello. Qué lejano le parecía ver al Hyde de
entonces y verlo ahora, como lejano, como si ya no disfrutara cantar. Mucho
menos componer. A ratos, cuando otros no lo veían, Hyde se quedaba en silencio,
con las partituras regadas sin orden alguno. Se sentaba alejado y miraba hacia
las ventanas. Como un ave encerrada, pregonando la necesidad de salir de todo
eso.
Más de una vez Sakano se había acercado a él y le había
preguntado si estaba bien. Y siempre con la sonrisa apática en el rostro,
Sakura había visto que respondía de la misma forma monótona que hacía cuando no
quería hablar con nadie. Tanto al manager, a Ken y a la demás gente del staff
que parecía siempre pulular a su alrededor, sin dejarlo respirar.
Era la imagen principal de una de las bandas más famosas,
claro estaba, no veían en él algo más que eso.
Sin embargo, en algún punto del día, Hyde había mirado a su
alrededor, muchas veces, en especial en aquellos minutos en que Sakura y Yukihiro
se habían acercado para practicar juntos y acordar los relevos de batería entre
canciones.
- ¿También lo notas, cierto?- le susurró Awaji en cierto, mirando
a Hyde de reojo, un tanto sonriente. Sakura no terminaba de comprender porqué
lo ayudaba, pero seguía agradeciéndolo en el alma, por más que la mirada de
Kitamura también estuviera en ellos y resultara fastidiosa. Le devolvió una
leve sombra de sonrisa. No podía hacer nada más que eso.
Una tarde demasiado lenta para su gusto, sin embargo, cerca
de la hora de salida, las cinco de la tarde, Hyde le envió una última mirada
del otro lado de la sala. Y en esa comunicación verbal que había entre ellos,
mientras Sakura iba a tomar una pequeña ducha y a cambiarse, Hyde salió solo y
el baterista supo que lo estaría esperando abajo.
En efecto, lo vio en el estacionamiento. Minutos más tarde.
Al lado de la Harley Davidson,
fumando en silencio, apoyado en uno de los pilares. Mirando a la nada. De
nuevo, pensativo.
- ¿El médico no te dijo que no debías fumar?
Hyde desvió la mirada hacia el sonido de su voz. No parecía
haber muchas personas en el estacionamiento, tan sólo autos apilados. Apartó el
cigarro de su boca y bajó el brazo. Las cenizas cayeron una a una hacia el
suelo. Mientras se acercaba, Sakura siguió su rastro.
- No… en realidad, dijo que debía hacerme un escáner, pero
no habló nada del tabaco- reconoció con simpleza, con esa voz ronca que lo
había hecho ganar millones y que parecía ensombrecer cuando fumaba.
Sakura ahogó un suspiro. Fue hacia él, tomó el cigarro de
sus manos, sin obtener tener resistencia alguna. Se colocó a su lado, apoyado en
el pilar. Le dio una larga calada. El humo pareció una cruenta bendición
pasando a sus pulmones.
Se quedaron en silencio, unos segundos. El entorno plagado
del sonido de los motores, de la gente que se iba, ajena a ellos.
- ¿Aún sigues enfadado conmigo?- le preguntó Hyde, de
pronto, en un tono bajo y rasgado que lo sorprendió. Sakura apartó el filtro de
los labios. Dejó salir el humo de forma extendida, no pensó mucho la respuesta.
- Jamás podría estar enojado contigo. Es una mala manía que
siempre cargo.
Hyde sonrió. Miró hacia abajo, sus manos en los bolsillos,
de pronto, parecía peculiarmente callado.
- ¿Pasó algo?- Sakura le preguntó entonces, venciendo las
reservas. Lo había presentido todo el día, incluso cuando no habían hablado.
Cuando aún tenía esa imperiosa necesidad de alejarse de Hyde antes de no poder
contenerse.
Porque incluso entonces, en un sitio del todo público, sabía
que estaba tan cerca y sería tan fácil arrinconarlo en esa pared que los
sostenía, reclinarse hacia sus labios y descubrir cómo sabía el tabaco mezclado
con la menta.
- No aquí- Hyde le respondió en un susurro. Levantó la
mirada y sus ojos cansados barrieron por el lugar. Castaños, como debían ser
siempre- ¿Conoces algún sitio alejado? ¿Alguno donde nadie más llegue?
Desvariaba, como siempre. El genio creador con sus múltiples
ideas, muchas de ellas centradas en alejarse. Sakura sintió que sonreía con
cariño. Le era imposible no hacerlo, amaba todo de él. Dejó caer el filtro
hacia el suelo, lo apagó con las botas negras y le hizo un gesto para que lo
siguiera hacia la Harley Davidson.
- Tus deseos son órdenes, Takarai.
Sabía que volvía a sonreír, a sus espaldas. Se montó en la Harley y encendió el motor.
El ruido como un ronroneo metálico se coló entre ambos, Hyde lo siguió y se
montó detrás de él, abrazándolo.
Antes de que se pusieran en marcha, se inclinó hacia su oído
y le susurró, haciendo que pulsaciones se expandieran conforme lo abrasaba esa
voz.
- Gracias…
Su tono, siempre tan
rayano en la seda. El batero sintió que su corazón latía tan fuerte que se
salía dentro de su pecho.
Cerró los ojos. De nuevo lo sentía, tan cerca, su cuerpo
cálido y esos brazos que eran más fuertes de lo que aparentaban. Su aroma a
menta, su aliento tibio rozándole el cuello. Si tan sólo tuviera el valor de
ladear un poco el rostro, tomarlo, buscar sus labios y rozarlo en un beso.
- Gracias por no alejarte, por estar aquí… incluso si el día
de mañana te arrepientes, yo…
- No sigas conjeturando, Hyde- Sakura lo cortó antes de que
se explaya. Juntó valor a medias. Ladeó el rostro y lo encontró a tan sólo
centímetros, el cabello negro, los ojos fijos en él.
No estuvo seguro, pero creyó que Hyde aguantaba el aliento.
- Quizás es estúpido pensarlo, pero tengo fe en que algún
día mis palabras lograrán alcanzarte- siguió diciendo el batero con una
necesidad que no tenía fondo. Se concentró en sus ojos para no pensar en sus
labios. Tan cerca… podía besarlo con el tibio aliento- Algún día, no seré yo quién te detenga. Algo
de ti sabrá que tienes muchas razones para detenerte por ti mismo.
Ambos sabían de qué hablaban. Los ojos de Hyde se
entornaron, Sakura lo sintió apretarse aún más a su cuerpo. Su abrazo quemaba.
Quemaba y lo incitaba tanto, la situación en si, el movimiento de la motocicleta,
esperando, ansiosa, y su propio cuerpo esperando.
- ¿Cómo sé que ese día llegará, Sakura?- Hyde le preguntó de
nuevo, como un niño queriendo obtener respuestas. Lo observaba tan profundo que
dolía… sus ojos. Sakura se sintió turbado. De pronto, dejaron su propia mirada
y se fueron a su boca.- ¿Cómo sé que no te necesitaré siempre para que me lo
digas, para que me partas con esa fuerza y…?
Se detuvo, de pronto. Parpadeó con extrañeza y desvió la
mirada.
- Vámonos, ¿sí?
“¿Realmente sabes cómo
siente Hyde?” recordó las palabras de Yukihiro una vez más, y más que nunca
algo se removió furioso en el pecho. El aliento se le fue, los latidos se le
fueron mientras Hyde parecía avergonzado, incómodo y rehuía su mirada.
Lo sintió casi querer soltarlo. Al instante, con una mano
mientras la otra aferraba el manubrio de la motocicleta, Sakura tomó sus manos
que rodeaban su pecho. Hyde levantó la mirada y lo observó.
- No querrás tener un nuevo accidente, ¿cierto?- repuso con
simpleza, más tranquilo de lo que estaba. Hyde le sonrió de nuevo, recuperando
la familiaridad ante la broma. Volvió a afirmarse con fuerza y a rodearlo de
esa forma inmaterial, como si lo llenara por dentro, tan sólo con su presencia.
Se pusieron en marcha. Y realmente era una bendición estar
así, como volando, como sintiendo a la moto vibrar bajo ellos, la ciudad
oscureciéndose de forma progresiva, las nubes eclipsando un cielo que antes
había sido azul. El ruido del viento, los latidos del corazón de Sakura, tan
palpables, casi resonando en su propio pecho. En un momento dado Hyde cerró los
ojos y se abandonó a esa sensación ingrávida. Sabía que la extrañaría cuando
los días de tranquilidad pasaran y tuviera que volver a lo de siempre, a ser el
mismo de siempre.
¿Volvería?
Sentía que había experimentado una sensación similar, alguna
vez, esa de sentirse uno con el viento… Caía.
Muchos metros de altura. La luna en su último cuarto… abrió los ojos.
Tomaron una de las autopistas, se internaron entre los automóviles, zigzagueando, la motocicleta
giró en ciertas bifurcaciones y finalmente salieron por una de las salidas
colaterales. Una salida rural, la motocicleta aguantó bien el terreno y
subieron por una colina hacia la zona más alta.
Llegaron a uno de los miradores. Sakura aparcó la Harley Davidson y el viaje
terminó. Caía la noche, sería de lluvia. La lluvia después del sol. Una vez que
se detuvieron, Hyde salió de la motocicleta, caminó hacia el filo del camino,
donde sólo había un barranco, respiró profundo, se sintió maravillosamente
intoxicado por las luces de la noche.
- No podremos quedarnos hasta tarde- repuso la voz de
Sakura, gravemente, bajando de la motocicleta también y llegando a su lado-
Posiblemente lloverá pronto y el camino se hará lodoso, será peligroso bajar de
esa forma.
Hyde esbozó una sonrisa.
- No importa- dijo, con un sentimiento de paz inexplicable,
bendito, mientras se perdía en la contemplación de la ciudad lejana- Mientras
dure, será perfecto.
Esa sensación de que estaban lejos de todo y de todos… sabía
que al contrario de observar el maravilloso aspecto de la ciudad, el batero lo
observaba a él. Hyde apartó la vista. Había temido verlo de pleno, de nuevo, no
entendía porqué reaccionaba de esa forma. De todas maneras, sus ojos se
volvieron a conectar, por vez incalculable, con los ojos negros de Sakura.
- ¿No sientes que hablar en un lugar como éste ordena mejor
tus ideas?- dijo, ganando tiempo. Se sentía preocupado, como si sintiera que
Sakura estaba viendo algo dentro de él que no debía, a pesar de que no había
casi secretos entre ellos.
Hizo un alto. Recordó los deseos que había tenido antes, en
el estación de la compañía, la forma en que la proximidad y el olor de Sakura
lo habían arropado. Y luego, sus labios…
“No… no, Hyde. No
debes”
Se aclaró la garganta.
- Sabía que estaban viviendo en otro lugar, la última vez
que hablamos no me dijo que se pensar mudar a Tokyo. En realidad, fue hace
mucho, antes de volver a Japón, de todas formas…
Se detuvo, una vez más. Reemplazó los pensamientos que no
debía tener con la angustia de recordar el momento, de nuevo, presente y
circulando, la culpa, esa mirada inexplicable de un niño que se parecía
demasiado a él. Una parte tan importante de él.
- ¿De qué estás hablando?
- Hoy vi a Hisahi- sintió su voz ronca por la brisa helada-
Estaba en un parque junto con la madre de Megumi, los vi antes de ir al médico
y llegar al ensayo… creo que ni él ni ella me reconocieron.
¿Cómo iban a hacerlo? Nunca había estado presente en la vida
de su hijo, y hasta ahora, tampoco había querido estarlo. Bajó la mirada,
sintió un nudo en la garganta. Había todo un mundo de respuestas vacías que
había apilado por años, diciéndose que era mejor que su hijo estuviera lejos
antes de que pudiera contaminarlo a él también.
Porque todo lo que tocaba se arruinaba.
Porque incluso su relación con Tetsu, su propia vida y ahora
Sakura…
Dolió. Levantó la mirada hacia el batero. No había cambiado
en nada su expresión. De ropa negra, chaqueta de cuero, la piel blanca y los
ojos negros, la mandíbula cuadrada, Sakura siempre se había visto más fuerte
que él. Él deseaba que esa fuerza fuera en contra de él y lo remeciera por
completo, de otra forma no podría entenderlo.
Inevitablemente, sus ojos fueron a sus labios.
“¿Qué pasaría…?”
- ¿Y qué piensas hacer ahora?- le preguntó el batero con
simpleza, mucho antes de que los pensamientos hacia él tomaran forma en su
mente. Una simpleza que Hyde no se esperaba, quizás porque Sakura siempre había
sabido, mucho antes que él, que ese momento llegaría.
No se puede tener otra parte de sí mismo sin que esa parte
clame por buscarlo. Incluso si quería alejarlo, era su vida partida en dos…
Hisashi no tenía la culpa de nada. Mucho menos de sus errores.
- No lo sé. Y no sé si es cono lo pensaba, si está mejor
fuera de mi alcance.
Esa mirada. De un niño de diez años. Era de todo menos
feliz. Demasiado parecido a él, siempre tan callado, siempre dibujando y
pensando y mirando el cielo. Siempre tan diferente, tan aburrido de todo, tan
temeroso de sí mismo.
- Ningún niño está mejor fuera del alcance de su padre,
incluso si te dignas a pagarle una educación, una buena casa y enviar dinero
para cumplir sus caprichos.
- Sakura…
- No, Hyde- el batero se escuchó inflexible- Esta es otra
cosa que te tengo que repetir hasta que lo entiendas por ti mismo. Esa manía
absurda de alejar todo lo que te importa… ¿terminarás alejándome también?
Entornó los ojos, sorprendido. No se había esperado que
Sakura le recriminara tan duramente, pero ahí estaba, casi taladrándolo con esa
mirada oscura. Hyde sintió que el aire se volvía espeso dentro de sus pulmones,
había deseado tanto esa fuerza, sí, pero no implicaba que no le doliera
recibirla.
Recordó su discusión durante la mañana. No podía ser de otra
forma, había algo en Sakura, algo que jamás había visto antes y que ahora se
desplegaba, a raudales, tal como él, fuerte, impactante.
El batero sonrió, irónico, negó con un gesto, rompió el
contacto visual, se cruzó de brazos, barrió la ciudad con los ojos negros. Y
entonces Hyde también lo supo: había algo en sí mismo que tampoco había estado
antes. La forma en que su cuerpo se llenaba de su aroma a tierra, como el café,
profundo e incitante, tan él, tan cálido como él, a pesar de la frialdad de su
gesto, estar cerca de Sakura… era como abrazar el fuego.
Tuvo pánico de indagar en esos pensamientos.
- Sea lo que sea que decidas hacer, espero que el encuentro
con tu hijo también te haga entrar en razón- el batero continuó de forma
lacónica. Fría. Como el viento helado que presagiaba la tormenta- Ya lo ves…
podría hacer una lista de razones del porqué no deberías mandar tu vida a la
mierda por una venganza estúpida.
- ¿Y en la lista estás tú?
Sakura le vio por el rabillo del ojo. Las primeras gotas
estaban prontas a caer. Hyde sintió que su corazón se detenía, doloroso.
- ¿Eso importa?
- Sí- le respondió de inmediato. Era otra la voz que lo
hacía, una que nacía desde su vientre, visceral, sin conexión alguna- Tú eres
la razón que más importa en todo esto.
De nuevo, la sensación de estar exponiendo demasiado,
cercana a la vergüenza, porque incluso si se conocían de toda una vida jamás le
había dicho algo como eso, algo que lo involucrara tanto… Sakura se le quedó
viendo largo y tendido, como buscando, como quitándole la piel y desentrañando
su alma. Las primeras gotas caían. Había deseado ver una lluvia en esa ciudad
durante mucho tiempo, era simbólico que la primera lluvia en Japón fuera con
él, como en Londres, cuando el día lloraba con ellos.
- Como entonces…- susurró. Tan sólo tenía que seguir mirando
a Sakura para que el otro comprendiera- También llovía de esta manera, ¿lo
recuerdas?
Se había negado a recibirlo, confinado en una sala blanca
donde todo parecía mortuorio, donde su locura lo estaba asfixiando. Y los
recuerdos. Y el odio que le había nacido contra Sakura por no dejarlo morir y
descansar dentro de las aguas del lago.
Era un recuerdo doloroso y aún así, Hyde sintió por primera
vez en la vida algo de cariño por ello. Porque no era la muerte o el dolor, era
el vínculo. Nadie nunca podría comprenderlo como Sakura porque nadie lo había
visto morir de esa forma. No se puede jugar con al muerte sin morir un poco y
algo de él se había ido, también, como si cambiara de piel.
La llovizna los envolvía. Los ojos del baterista parecieron
abandonar la fuerza y teñirse de un sentimiento de melancolía.
- Hyde- comenzó a decir, deliberadamente lento, de una forma
que hizo que algo se removiera a la espera, como presintiendo- De verdad, ¿no
recuerdas nada de lo que sucedió ayer?
Se refería a la noche. Hyde sintió una sensación fría que lo
recorría. Ahí estaba, había algo que debía recordar, su corazón se aceleró. La
cabeza le dolió, un pinchazo agudo. Lo había intuido, ¿pero qué?
- No- su voz desgarró el aire, jadeó ligeramente- No… dímelo,
¿qué sucedió?
Su corazón latía rápido, muy rápido. Una parte de él tenía
miedo, la otra necesitaba saber la respuesta, se lo había preguntado por horas.
Y el silencio de Sakura, la forma hermética con que lo veía, casi sin
pestañear, casi sin respirar lo estaba matando. Matando de angustia. Esa
angustia, llenándolo todo.
- Dímelo, por favor, Sakura- le pidió de nuevo. Su pecho
renqueaba. La llovizna se hacía más grande y más densa y le humedecía la ropa,
bajaba por su cabello hasta el cuello. El frío, en todo, en el descubrimiento-
Sakura… por favor…
- No.
- ¿Por qué?
- Porque no sacas nada con saberlo, Hyde- nunca lo había
escuchado de esa manera. La sonrisa del batero volvió, triste y resignada. Miró
a la ciudad, a ese abismo que se abría entorno a ambos- Nada cambiaría si tú lo
supieras.
¿Saber qué? Su cabeza volvía a doler, su cráneo trisándose,
expandiéndose, latiendo, los recuerdos demasiado confusos. Se tomó la cabeza
con las manos, cerró los ojos, aspiró lento y profundo, ese olor… esa presencia
llenándolo todo y sin embargo, ¿por qué sentía que era tan diferente?
El olor de la tierra mojada por la llovizna… las sábanas que
lo cubrían, su piel casi expuesta, la fiebre… alguien le hablaba. Los mismos
brazos que lo abarcaban. “¿Qué sucede?”, le preguntó en Sakura, en presente. Lo
remeció ligeramente y le quitó las manos del rostro. Cuando Hyde abrió y le
devolvió la mirada, supo que sus palabras serían en pasado.
- Dímelo- le costaba respirar. Trató de hacerlo con fuerza-
¿Por qué él y no yo, Sakura?
El batero entornó los ojos con extrañeza. La llovizna caía
entre ambos y amenazaba con transformarse en lluvia. Debían regresar. No quería
regresar y descubrir que todo eso no era más que un sueño.
- Vamos- Sakura le dijo sin responder a sus palabras. Lo
tomó del brazo con fuerza, como siempre lo hacía y lo condujo hacia la Harley Davidson.
Deja vú. Hyde se
deshizo del contacto. Sakura se detuvo y lo vio de nuevo, preocupado. Se acercó
a él, lo tomó de los brazos.
- Regresa conmigo, ¿vale?
- ¿Por qué no quieres decírmelo?- Hyde puso las manos sobre
sus brazos, aferrándolo, las gotas de rocío caían por el cabello largo y oscuro
de Sakura. Siguió su recorrido, como hipnotizado- ¿Por qué no quieres decirme
nada, Sakura?
- No es momento para discutir esto.
-Entonces, ¿cuándo será?
- Hyde…- el batero suspiró- Por favor, no me lo hagas más
difícil.
Llovía. El dolor de
cabeza era casi insoportable, pero Hyde se obligó a permanecer fuerte, junto a
él, a esa presencia que no sabía que necesitaba tanto porque sin él caería sin
remedio. Lo abrazó, ocultó el rostro en el hueco de su cuello, su cuerpo se
sentía cálido tras las ropas que lentamente se iban humedeciendo.
Sorprendido por el gesto, lentamente, Sakura le devolvió el
abrazo.
- Te necesito- le susurró Hyde, llenándose los pulmones de
esa fuerza, de esa presencia, moriría si Sakura dejaba de sostenerlo. Era tan
cálido en la humedad de la lluvia, no sabía porqué lo hacía, le tomó el rostro
y sus labios rozaron su cuello, subió a su mejilla. Como lo haría con un
amante, con una chica, con otro hombre, el hombre que más lo conocía en la
vida. Una parte de él. Mucho más que él.
A pesar de su calor, la piel del rostro de Sakura estaba
fría al contacto con sus labios. No sabía de qué iba todo eso pero siguió
guiado por el instinto. Lo besó en la comisura de los labios, se separó y lo
vio a los ojos. Descubrió todo un mundo en ellos, desplegado, entornados con
extrañeza y algo que Hyde no pudo identificar bien.
- ¿No sería ideal si tan sólo pudiéramos quedarnos aquí…
así… siempre?
Llovía y la llovía humedecía el cabello de ambos. Hyde cerró
los ojos. Un recuerdo vino a su mente, doloroso, mientras sentía la lluvia y a
Sakura abrazándolo. Su aliento tan cerca. Le rozaba los labios.
- Lo dijiste…- musitó, como ido, quizás por el dolor o
porque no podía pensar bien, la lluvia drenaba todo- Me pediste que me quedara
contigo, que olvidara la venganza… lo dijiste, ¿cierto?
Abrió los ojos. La lluvia se hacía espesa. Sakura lo tomó
del cuello, llegando a los límites de su rostro. Hyde aguantó el aliento. Sabía
lo que iba a hacer. Sus ojos, inexplicablemente se dirigieron a sus labios.
Y entonces dudó.
Y el corazón le dio un latido furioso. No razonaba y aún
así, le pareció un error lo que se moría por hacer.
- ¿Qué pasaría si yo…?
“Un beso. Quiero saber
cómo es un beso tuyo”
- No, Hyde- Sakura le habló por primera vez, fundiéndose con
la tierra que los albergaba, con la lluvia y profundo, abrasadoramente sincero-
No, ya no.
Deshizo el abrazo. El mundo se tambaleó, todo se tambaleó,
hasta el punto en que tuvo que cerrar los ojos para no sucumbir ante el mareo,
ante la vorágine de colores que se mezclaban antes de concluir en uno, en el
azul.
Era su instinto, a pesar del dolor que le provocaba, Sakura
deshizo el abrazo y trató de caminar hacia la motocicleta, alejarse. Llevándolo
del brazo, una vez más, hasta que sintió que Hyde caía.
Y por inercia lo tomó y logró que no impactara el piso.
“¡Hyde!” lo llamó, desesperado, mientras lo bajaba entre sus brazos, mientras
la tierra húmeda los recibía de rodillas. Llovía con fuerza. Hyde respiraba
audiblemente, como si le faltara el aire. Sakura le levantó el rostro, le
apartó el cabello, buscó sus ojos. Los tenía cerrados, con firmeza.
- Tranquilo- le dijo, de nuevo por instinto. Miró alrededor,
desesperado. Maldita fuera la hora en que había accedido a ir a un lugar tan
alejado- tranquilo- le repitió, de nuevo- Buscaremos un lugar cerca, no puedo
conducir contigo así.
El vocalista asintió, tomó a ciegas una de sus manos y la
apretó firmemente con la suya.
- Dímelo- musitó, la voz tensa- Dime… ¿por qué él y no yo,
Sakura?
- ¿Qué?
- Te amo…- no fue más que un murmullo, un lamento. Abrió los
ojos. Se veían de nuevo azules, reflejando la lluvia. Sakura sintió que se
paralizaba.
Hyde levantó las manos tomadas, las acercó hacia sus labios,
tal como lo había hecho él en la cama, dentro suyo, embistiéndolo y devorándolo
y amándolo más profundamente de lo que nadie podría hacer…
- Tienes que creerme…- Hyde siguió susurrando y su voz se
perdió con la lluvia, con el viento, con todo lo que no fuera ellos dos, viéndose
como si la vida se les fuera en ello.- Haría todo por ti, incluso si no me lo
pides… porque te amo, te amo. Te amo tanto que yo…
No… Besó los
dedos, sus labios estaban fríos, tan húmedos, la tierra sudaba. El olor a
tierra y a menta mezclados. Sakura no supo porqué lo hacía. No sabía si lo
creía o no, pero había esperado tanto ese momento, lo había ansiado tanto que
ahora no sabía cómo reaccionar.
O tal vez, si sabía.
- Dime que esto sí lo recordarás- le pidió, deshaciendo sus
manos entrelazadas y tomándolo del rostro. Hyde asintió. Aún jadeaba, aún el
brillo azul de unos ojos cegados por el dolor.
Se inclinó contra su tacto, como necesitándolo, como reconociéndolo…
- Te lo prometo.
El corazón en su garganta. No sabía cómo hacerlo sentir
mejor, cómo ayudarlo, pero mientras se reclinaba hacia él, lo sostenía fuerte
del rostro y rozaba sus labios, Sakura supo, de alguna manera, que aquello era
lo mejor que podía hacer.
“Si esta es la primera
y la última vez…”
- Durará por siempre, te lo prometo.
Sus labios, húmedos por la lluvia. Las gotas bajando por su
cabello, colándose entre ambos. Tenía que sólo rozarle los labios, mezclar el aliento, abrir
su boca, recorrerla por entero, cálida, húmeda, mucho más que la lluvia,
entrelazar sus lenguas y todo su cuerpo, sus almas… y sentir que ese sabor lo
llenaba en pleno, que iba hacia su sangre. Por todo su cuerpo. Sus labios se
movieron juntos, lo abrazó firmemente y Hyde se acopló a sus brazos mientras se
besaban y, de alguna forma, mucho mejor que antes, mejor que en toda una vida
juntos, las piezas, simplemente, calzaban.