Dedicado a Tooru porque se lo tenía prometido (no sé si es el que te gustaría que te dedicara, Tooru, pero va con cariño).
También quiero dar infinitas gracias a los que leen y a los que me dejan sus opiniones ya sea aquí o en el face . De verdad, en los momentos donde falla la inspiración y entro en crisis y las cosas no resultan como quiero, leer sus comentarios es un gran aliciente para no desistir. ¡Mil gracias!
Me dejo de darles la lata y ahora, ¡a leer!
Salió a la misma hora de siempre, casi las tres de la mañana. Casi no
quedaba gente y los músicos se habían ido a festejar porque casi habían
conseguido un contrato con una productora Indie. Aunque al final no había
funcionado, vamos, algo era algo. Hyde casi había aceptado unirse a ellos, pero
luego su sentido del deber había sido más fuerte y había optado por aplazarlo
hasta el fin de semana. Al día siguiente tenía una entrega en la universidad y
casi había terminado los dibujos, pero aún faltaban detalles.
- ¡Vamos, Haido, no seas aguafiestas!
- ¿Cuándo te has perdido una celebración, eh?
- Ya les dije que no- Hyde rió, guardando su guitarra eléctrica en el
estuche negro que le había comprado.
Cuando sus compañeros de banda se ponían
en ese plan de festejo no había peros que valiesen.
Y hablando de Peros…
- Está bien, está bien, Takarai, pero esta ofensa quedará en nuestros
corazones, ¿te quedó claro?- le dijo el baterista de la banda, falsamente
apenado. Los otros se echaron a reír y Hyde los incitó a irse antes de que se
les hiciera demasiado tarde.
O demasiado temprano.
- Me les uno el fin de semana, en serio- Hyde le aseguró a Pero una
vez que se aprestaban a salir. Sólo quedaban algunos miembros del local
desmantelando. Quedándose un tanto rezagado, el batero fue el último que se
despidió de él y le dijo, en ese tono paternal que poca gente conocía:
- Vete con cuidado, ¿vale?
Hyde asintió con una sonrisa. Ambos vivían relativamente cerca y
solían volver juntos después de los conciertos. Le dio un ligero golpecito en
el hombro a manera de despedida y agradecimiento por su preocupación, “lárgate,
antes que se emborrachen sin ti”, le dijo a Pero, en broma, y los observó irse
con la sonrisa aún en el rostro.
- ¡No te pierdas, Takarai!- le gritó el vocalista antes de salir por
la puerta. Hyde rió, las pocas personas que estaban ahí lo miraron y de pronto,
se encontró solo.
Ese día el público se había ido temprano. Hyde se colocó el abrigo, se
echó la guitarra al hombro, se despidió de las pocas personas que desmantelaban
y salió a la noche en Osaka casi queriendo aparecerse mágicamente en su cama en
un abrir y cerrar de ojos. Entre la escuela de arte y las tocatas, a penas
había tenido tiempo para dormir o descansar un rato. De todas formas, Hyde estaba
satisfecho: estaba haciendo las dos cosas que más amaba aunque, dándole
preferencia a la pintura, había dejado la música un poco de lado.
En efecto, si les hubiera funcionado el contrato con la disquera
Indie, Hyde no sabía qué hubiese decidido.
“Tu voz, ¿cómo no te has dado cuenta? Es maravillosa”
Tomando la calle principal, Hyde negó con la cabeza,
espantando la voz de su mente. Ese chico, Ogawa, seguía molestándolo como una
piedra en el zapato desde que Hyde había tenido el infortunio de que lo viera
cantar.
Por mero y maldito accidente.
“¿Cantar? Estás loco, es la parte más aburrida” Hyde le había
dicho por veces incontables, pero no, Ogawa parecía que simplemente no lo
escuchaba. “¿Por qué no te das la media vuelta y te consigues otro
vocalista, eh? De todas formas, no sé cuánto tiempo me dedique a la música”
Le había dicho la verdad. Sus estudios en la escuela de artes
estaban finalizando y Hyde pensaba irse al extranjero a ampliarlos. No le
importaba si tenía que limpiar mesas en Francia o en Londres. Su sueño era
montar una exposición, hacerse de un nombre en el mundo del arte y vivir
viajando y pintando, costara los años que le costase.
Estaba llegando a una de las calles principales para tomar un autobús
o algo que lo acercara a su casa, cuando los vio, riendo a carcajadas, unos
tres chicos fumando marihuana en una esquina.
Decidió no hacerles caso e irse sólo a su casa, pero el ignorarlos no
le funcionó tan bien cómo esperaba. Uno de esos hombres, de cabello largo y
teñido de rubio, se percató de la figura de Hyde y silbó apreciativamente.
- ¡Miren! ¿Acaso no es una chica linda?
Hyde puso los ojos en blanco y maldijo en tres idiomas. Vale, estaba
acostumbrado a que lo confundieran con una mujer, pero eso no quitaba que le
fastidiara en lo más hondo.
A sus espaldas, los tipos esos seguían hablando entre ellos.
- ¿Una chica? Pero mira su ropa, ¿no se te hace muy de hombre?
- ¡Oye. Primor!- gritó una voz mucho más fuerte que las otras dos-
¿Por qué no vienes aquí y nos muestras si eres una chica o no?
Los otros dos tipos rieron. Hyde se detuvo, con fastidio, se dio la
vuelta y los observó con desprecio. Pensó en responderles algo, pero el tiempo
le había enseñado a ser cauto, a ignorar de vez en cuando y a elegir
cuidadosamente sus peleas. Bufó, irónico, y se estaba por dar la media vuelta
cuando el chico más alto de los tres, rapado y con aro en la oreja, se levantó
y caminó hacia él.
- Pero mira qué linda carita tienes ¿No te han dicho tus padres que
las mujeres no deben andar solas a esta hora?
- ¿A quién le dices mujer, imbécil?- Hyde respondió. Al reconocer en
su voz un inconfundible tono masculino, el tipo calvo abrió los ojos con
sorpresa y los otros estallaron en carcajadas.
Reponiéndose rápido de la impresión, el tipo bufó, se cruzó de brazos
y lo miró apreciativamente de arriba a abajo.
- Da igual, últimamente las putas cobran muy caro. Podríamos obviar
algunas cosas y hacer de cuenta que eres una mujer, ¿no?
La insinuación había sido bastante clara, al igual como lo era su sonrisa
de lujuria en el rostro. Hyde sintió que la sangre se le congelaba.
Alguna vez le habían hecho insinuaciones de ese tipo, pero jamás en ese tipo de
contexto: solo, en una calle, con tres hombres, clara desventaja.
Maldita sea.
- Vete a la mierda- le dijo en respuesta, se dio la vuelta y entonces
todo fue demasiado rápido como para que pudiera procesarlo. Sintió que alguien
jalaba de él, hacia atrás, y conseguía quitarle la guitarra, que cayó con un
ruido sordo al suelo. Los tres tipos le habían dado alcance y mientras uno de
ellos le inmovilizó el brazo en la espalda, el otro le dio un golpe en el
estómago que lo hizo doblarse sobre si mismo y perder el aliento.
El tipo calvo rió. Parecía una hiena ahuyentando la noche.
- ¿Qué pasó, primor? ¿Se te fueron las ganas de negarte?
Lo tomó del cuero cabelludo, brutalmente, y le obligó a levantar la
cara. Hyde siseó entre dientes, pero le envió una mirada de desafío. En un
instante de iluminación, le escupió en el rostro, ganándose un golpe en el
pómulo que lo hizo voltear la cabeza a un lado y lo remeció por entero. Pronto,
sin embargo, escuchó esa risa macabra y el tipo volvió asirlo del cabello y a
levantarle el rostro. Sus ojos, como un maniático, se abrían con lujuria pura.
- ¿Sabes cuánto me calientan las chicas malas como tú? ¿Lo sabes?-
seguía con el afán de tratarlo como una mujer y antes que Hyde pudiera hacer
algo, antes que pudiera detenerlo siquiera, sintió su aliento cerca y sus
labios sobre los suyos.
Se debatió con todas sus fuerzas. El tipo lo besaba con violencia,
introduciendo su lengua.
Sintió que se atragantaba con su propia saliva y que una arcada le
venía a la boca. Lo aferraban con mucha fuerza en la espalda y en su intento
desesperado de liberarse del agarre se lastimó el brazo. Sin pensarlo dos
veces, Hyde lo mordió y el tipo calvo se separó y aulló con rabia. Entonces,
tomó la guitarra del piso y antes que Hyde pudiera hacer nada, el golpe brutal
en su cabeza lo desplomó sobre el suelo y lo dejó casi sin sentido.
- ¡Idiota! ¡No se supone que debas matarlo!
- Cállate- los escuchaba a medias. Hyde soltó un quejido y trató de
incorporarse. Su cabeza, dolía… sabía que estaba sangrando…- ¡Maldita sea!
Sepárenle los brazos.
Aún aturdido por el golpe, sintió que alguien se montaba encima de sus
caderas y le abría los brazos en cruz, como si estuviera crucificado. Trató de
moverse, de decir algo, pero a penas pudo abrir los ojos y ver al tipo calvo
sacando su guitarra de su estuche. El negro instrumento relució con las luces
anaranjadas de la calle.
- Qué pena tener que destrozar algo así, pero ni modo, habrá que
resignarse- dijo, con saña. Compartió una mirada burlona con el tipo que
quedaba libre y se aseguró de ponerse en un ángulo preciso para que Hyde
pudiese verlo.- Eres músico, ¿no, primor? Podría romperte las manos para que no
volvieras a tocar, ¿qué tal si lo hago?- rió- ¿Cuál elijes, la izquierda o la
derecha o tal vez… ambas?
No sabía de qué le hablaba pero Hyde tuvo un presentimiento, en ese
resquicio de su mente que no estaba cegado por el dolor. La boca le sabía a
sangre, pero cuando el hombre levantó la guitarra sobre su mano derecha, Hyde
supo lo que a continuación vendría y su sangre se hizo hielo, en sus venas.
Trató de debatirse con desesperación, pero el tipo de atrás lo tenía
bien sujeto. El calvo rió.
- Pídeme que no lo haga… ¡vamos, primor! ¡ruega por tus manos!
¡No! La mente de Hyde gritaba, frenética. La respiración se
le aceleró y el pánico lo aferró al piso antes de cerrar los ojos y sentir que
la vida se le acababa.
Entonces, el golpe… Gritó cómo nunca en su vida, hasta desgarrarse la
garganta… sus huesos… los sintió despedazarse, uno a uno.
- ¡Eso! ¡Grita! ¡Más fuerte!
Basta… quería morir, quería alguien lo matara. Abrió los
ojos, sólo un poco, y entre la maraña de cabello que se le venía al rostro Hyde
vio su mano derecha abierta en una postura imposible.
Nada sería como antes. Gritó de nuevo con los dientes apretados cuando
un nuevo golpe volvió a destrozar su mano, desde adentro, sus ojos, frenéticos,
se dirigieron hacia el bastardo, quién rió.
- No me mires así, primor. Yo no soy quien te está haciendo esto.
Un nuevo golpe, esta vez en todo su brazo y Hyde cerró los ojos,
desconectando su mente de todo su cuerpo. El sabor metálico de la sangre bañándole
la boca lo recordaría siempre, siempre…
Ogawa se daba vuelta. Lo miró de nuevo, con esa forma tan profunda
y tan fría que a Hyde, a veces,
le daba escalofríos.
“Cuando te des cuenta que no son tus manos, sino tu voz… entonces,
Hyde, el mundo será tuyo”
Ya no iba a cerrar los ojos. Hyde los abrió y los mantuvo en él, en un
desafío, mientras el tipo le sonreía maquiavélicamente y levantaba la guitarra
una última vez y luego… ese dolor indescriptible en sus huesos…
“Tuyo… recuérdalo”
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Bodas de sangre
Capítulo 27
Bones –Huesos-
“El mejor
momento para ti y para mi
No es cuando
razonamos
Sino cuando
dejamos de hacerlo”
(Anaís Nin)
Lo había hecho todo mal, no podía dejar de sentir el amargo
sabor del arrepentimiento en su boca, casi tan amargo como el licor que había
estado bebiendo por un tiempo incontable, uno que se asemejaba a horas. Después
de vagar por las calles de un Tokyo intoxicado por el momento previo al
anochecer, había llegado a ese bar y había bebido hasta olvidar su nombre. No
lo había conseguido, por supuesto. Tampoco había aplacado los pensamientos que,
como voces lejanas, le gritaban todos y cada uno de sus errores.
Había fallado, se había equivocado una y otra y otra vez… y
ahora, Hyde sencillamente no sabía cómo arreglarlo todo.
“¿Por qué me mentiste?”
Lo peor era conocer de antemano esa respuesta.
Justo cuando la música aminoraba, cuando las luces se
alzaban y cuando el bar comenzaba a atestarse, Hyde levantó su vaso de whisky y
su propia mirada turbia le devolvió la vista, cansina, asqueado consigo mismo.
Por mucho que bebiera y que no quisiera ver a nadie, ¿cómo podría aplacar su
propia consciencia?
“Eres un estúpido” se dijo, por vez incontable. Sonrió y en el reflejo su
sonrisa le pareció una miseria, una sombra de lástima. “¿Con qué cara pides
explicaciones, Hyde?... eres un egoísta”
En el momento en que bebió un nuevo sorbo se escucharon los
gritos de algunas chicas y la banda Indie se subió al escenario, alistándose
para tocar. El vocalista les envió una mirada errática: de seguro sólo serian
una especie de novatos con muy mal sentido del ritmo. Los primeros acordes
comenzaron, los gritos aumentaron, Hyde sintió un dolor renovado en su cabeza y
ahogó una maldición entre dientes. Bien podía pagarle el dueño y sacar a toda
esa puta gente para poder beber solo.
- ¿Bebiendo solo? Ese no es tu estilo, Haido.
Estaban replicando sus pensamientos. Hyde resopló e iba a
mandar a quien se le acercaba a otra parte, cuando se dio cuenta que la silueta
alta y vestida de negro se le hacía curiosamente similar.
Entonces, lo descubrió.
Y, por supuesto, se largó a reír.
-¡Maldita sea, Camui! ¿Por qué te tienes que aparecer en
mis borracheras?
Recibió una sonrisa de dientes blancos en respuesta. Usaba
unos lentes grandísimos, femeninos, seguramente, bastante estrafalarios y
probablemente demasiado costosos, pero la voz que habló fue sin lugar a dudas
la de Gackt Camui.
- ¡Ey! Tú, sí, tú… tráeme lo mismo que está tomando él,
pero más fuerte- le indicó Camui al barman. Hyde rió de nuevo mientras el chico
los miraba frunciendo el entrecejo.
Observó los movimientos de su otrora amante con algo
cercano a la nostalgia. Lo vio acercarse sin esperar mayores autorizaciones,
tomar la silla de su lado y sentarse con esa parsimonia que se le hacía tan
característica. Era uno de los hombres más famosos del país y le hacía honor a
esa fama, de negro absoluto, posiblemente Armani. Gackt le sonrió y en un
segundo, Hyde lo supo, también estaba feliz de verlo.
- ¿Qué haces aquí?- la pregunta era inevitable- Yo te
hacía… no sé, en Vietnam o defendiendo a los osos polares con Greenpeace.
- Y yo te hacía a ti en Londres. Para que veas las vueltas
de la vida, Takarai.
Ante la mención de la ciudad, su sonrisa aminoró. Si hacía
memoria, la última vez que se habían visto había sido durante la víspera de su
viaje a Londres, poco después de recibir la noticia de la boda de Tetsu.
- ¿Y bien? ¿Qué es lo que te hizo volver, akuma?- le
preguntó Camui una vez que le hubieron entregado su trago:un whisky a las
rocas. Hyde se encogió de hombros con simpleza y miró al escenario, distraído.
- La banda va a hacer un concierto aniversario. No te
atrevas a decir que no lo sabías, porque la noticia salió en todo Japón y tú
siempre lo sabes todo.
No lo estaba viendo, pero supuso que Gackt ya no sonreía,
al igual que él. Suspiró. El chico de la banda cantaba pésimo y Hyde se
encontró pensando en que bien podía subir al escenario y arrebatarle el
micrófono, como la vez en que había estado con Sakura y…
Ahí, de nuevo.
No quería volver a pensar en el baterista, lo había hecho
interminablemente durante toda la tarde.
“¿Por qué no me lo dijiste?”
- A todo esto, ¿dónde está tu remedo de hermano mayor?- le
preguntó Camui, sarcástico y de nuevo, como si le adivinara el pensamiento.
Hyde ahogó un nuevo suspiro y miró su vaso de whisky, esa maldita sensación
amarga otra vez, en su garganta.
- No lo sé, por ahí…
"¿Con Yukihiro? ¡quién sabe!"
- ¡Vaya! Hasta que los mellizos se separaron.
"¿Con otros hombres? Ni idea… espera un momento: se
acuesta con hombres"
Sintió un vuelco en la boca del estómago. Definitivamente,
no podía terminar de creerlo.
- De todas formas, que hayas vuelto no me parece malo-
continúo Gackt con simpleza. Se colocó en una pose del todo teatral: de lado,
el codo apoyado en la barra mientras la mano derecha sostenía el vaso de wisky
y una pierna flectada sobre la otra. Hyde le envió una mirada de soslayo y tuvo
enormes deseos de reír, pero no sabía si era por él o por todo lo que había
bebido- Después de todo… mi vida es bastante aburrida sin ti, la verdad.
- ¿Es eso una declaración romántica?- el vocalista le
preguntó con guasa. Para su sorpresa, Camui no rió.
Lo presintió antes de escucharlo. En un pub donde cualquiera
podría reconocerlos, con la música sonando fuerte y atestado de gente, Gackt le
iba a hacer la confesión.
- Tú sabes que en todos estos años, no he podido dejar de
pensar en ti, Haido.
Ahí estaba. Hyde parpadeó un par de veces, la hilaridad también
olvidada.
- ¿No habíamos hablado de esto antes?
- ¿Tú crees que puedes controlar los sentimientos de
alguien y convenir términos como si fuera un contrato?
- Por Dios, Gackt- Hyde resopló.- Podrías tener a la mitad
de Japón en tus costosas sábanas negras de diseñador. Por favor, no… no te
fijes en alguien como yo.
Iba a decir “te enamores”, pero pensó que las palabras
sonarían demasiado importantes. Dejó un billete sobre la mesa y se puso de pie.
De pronto, se le habían quitado las ganas de beber.
- ¿Y quién es alguien como tú?- le preguntó la voz de Camui
antes que pudiera irse. Había mucho ruido entre ambos, Hyde se preguntó porqué
maldita razón lo podía oír tan claro.
Desearía no hacerlo.
- ¿Sinceramente? No te quieres imaginar quién es alguien
como yo.
Podría haber nombrado una lista infinita de defectos, pero
a su mente acudieron dos ideas claras. Se estaba vengando de Tetsu, aunque lo
amaba, no era una persona confiable ni buena, mucho menos. Y, además, acababa
de darse cuenta que no conocía en absoluto a su mejor amigo, la persona con la
que había estado desde siempre, su otra parte... No, Sakura era mucho más que
eso.
Era tanto que no podría verbalizarlo.
Se fue sin dar mayores explicaciones. La música le
estallaba en los oídos, la gente cantaba y bailaba y algunos chocaban con él,
Hyde no les prestó atención. Su mente ahora estaba puerta en una noche hace dos
años, en un país extranjero. Lejos, muy lejos. Lo recordó tan vívido, tan
exacto como no había podido permitírselo en todo ese tiempo: la necesidad de
escapar de todos, de su propio dolor. La carrera frenética, la luna coronando
el cielo y reflejándose en la superficie llana del lago, gélida. El lodo de la
orilla pegándose a su cuerpo conforme avanzaba, como una segunda piel. Como los
brazos de una amante mortuoria que lo cubría todo y lo asfixiaba todo.
Entonces, cuando el agua le llegaba al pecho, la voz de
Sakura, a sus espaldas… absolutamente nadie podría comprender porqué el
baterista le era tan importante, mucho menos Tetsu. Nadie podría ver dentro de
él y saber la respuesta. El lazo que tan fuerte se había forjado entre ambos porque
Hyde sabía, si no hubiera sido por Sakura, su intento de suicidio hubiese sido
un éxito.
“¿Sabes lo que creo?” recordó las palabras del batero en la clínica de Londres
después de ello. Le dolían. Nunca se lo había dicho a Sakura, pero le habían
dolido tanto… “Creo que si
quisiste matarte fue porque realmente buscabas hacerlo, porque no pensaste en
nada más, en nadie más… ni en tu hijo, ni en ti mismo, ni en la gente que te
quiere… ni siquiera en mí”
No. No había pensado en él. Había pensado en Tetsu y en si
mismo, pero no en él, al igual que ahora. Y eso era lo que a Hyde le dolía, lo
que lo enfurecía en lo más hondo. Salió del local por la puerta principal, el
guardia le hizo una inclinación, Hyde se la devolvió, mecánicamente. El viento
que lo recibió afuera era tan frío que parecía un golpe… lo merecía.
Había estado tan preocupado con la venganza contra Tetsu,
había estado tan lleno de rabia y de odio, que no había visto nada más, ni
siquiera que habían tantas cosas en Sakura que él ni siquiera conocía.
Era un maldito egoísta.
“Deberías odiarme, Sakura… ¿por qué no lo haces?”
Antes que se fuera muy lejos, alguien lo tomó del brazo y
lo hizo voltear a verlo.
- Ten cuidado- le dijo Camui, con seriedad. Hyde asintió y
trató de sonreír.
No lo consiguió.
No le prometió que se iban a ver pronto. Así eran ellos,
después de todo, dos personas que el destino había juntado y que se volvían a
ver por casualidad, de vez en cuando. Se fue por la calle, pensativo, sabiendo
que el otro ya no lo seguiría, las manos en los bolsillos de su chaqueta, le
dolían por el frío. Algunos chicos vomitaban en la vereda, pero Hyde a penas
les prestó atención: estaban en una de las zonas más acomodadas de Tokyo, si
alguien lo reconocía no le causaría mayor problema. Allí, nadie hablaba con
nadie.
O al menos, eso pensó.
- Oye, ¿no se te hace conocido?
Había caminado a una esquina para tomar un taxi. Escuchó
las voces de dos tipos hablando a su espalda y Hyde maldijo entre dientes.
Bendita fuera su mala suerte.
- Espera, ¿le viste la cara? ¿No parece una chica?
Se detuvo, de pronto. Miró alrededor, las calles eran
distintas pero la escena era la misma. Vente años.
“¿Acaso no es una chica linda?”
Se dio la vuelta. Los que lo seguían eran niños que no
debían pasar de la mayoría de edad, pero aún así se acercó al que había hablado
con premura y quizás por haberlo tomado por sorpresa consiguió aferrarlo de la
camisa.
- ¿Qué mierda acabas de decir?- le espetó, repentinamente
furioso. No sabía si era el alcohol o tenía tanta rabia acumulada contra sí
mismo que necesitaba sacarla de alguna forma.
El recuerdo de lo que le había pasado cuando no era más que
un adolescente, hace veinte años, regresó de pronto, inexplicablemente, y sólo
consiguió enfurecerlo más.
“¿Por qué no vienes aquí y nos demuestras si eres una mujer
o no?”
- ¡Tranquilízate, viejo! Era una broma, suéltalo- intervino
el otro chico, mirando incómodo la escena. El agarre de Hyde era firme y si se
veía tan iracundo como estaba, debía de dar miedo.
El chico al que aferraba, sin embargo, tuvo el descaro de
reírse en su cara. Hizo un movimiento rápido y logró escabullirse.
- Sí, ya sé quien… ¡eres uno de esos putos músicos de la
tele!
- Jack, ya cállate y vámonos
- ¿Por qué? ¡No te emociona tener a un tipo tan famoso
enfrente!- el chico que le espetaba tenía los ojos castaños y un peinado
punky. Con algo de asombro, Hyde sintió que se parecía un poco a sí mismo.-
Vienes de salir de esa disco de mierda, ¿verdad? Allí sólo se juntan los que
pueden costarse un trago que vale más que el arriendo del lugar donde yo vivo…
¿Y aún así te haces llamar músico? ¡No son más que idiotas con trasero
burocrático!
- ¿Qué sabes tú de eso?- Hyde estrechó los ojos.- Aprende a
cambiarte los pañales antes de dar un discurso político, niño.
No valía la pena seguir con eso. Hyde se apartó, bufó de
nuevo y decidió seguir su camino, cuando vio el golpe venir y se apartó por
puro reflejo, consiguiendo que el puño del chico no le pegara en la nariz, pero
sí que impactara su boca, tirándolo hacia atrás y dejándole el labio roto.
El chico se rió.
- ¡Ni siquiera sabes pelar! ¿Lo ves? ¡Podría cortarte los
dedos y vender tus asquerosos anillos y costearme toda la vida, imbécil!
“Podría romperte las manos para que no volvieras a tocar,
¿qué tal si lo hago?” Hyde se
puso de pie, furioso, y sin pensarlo se arrojó sobre él. No lo veía más a él. “¿Cuál elijes que sea primero? ¿La
derecha o la izquierda o tal vez… ambas?”
No pensaba, era casi un instinto animal. Lo empujó contra
una pared y le dio un golpe en el estómago, hacía años que no peleaba pero se
sentía tan bien… el chico se dobló, lanzó una maldición entre dientes e intentó
darle un puñetazo. No le funcionó, y con los reflejos trabajando a mil, Hyde la
esquivó, lo tomó de nuevo de la camisa, lo empujó hacia la pared y le habló de
cerca, casi escupiéndole.
- ¡Pídeme perdón, idiota!
“Pídeme que no lo haga… vamos, primor, ¡ruega por
tus manos!”
- Vete… a la mierda…
Él sí le escupió. Hyde volvió a golpearlo en el estómago y
se sintió mejor cuando su puño impactó la carne.
“Ya no iba a cerrar los ojos, los mantuvo en él, en un
desafío, mientras el tipo le sonreía maquiavélicamente y levantaba la guitarra
una última vez y luego… ese dolor indescriptible en sus huesos…”
- ¡Hyde! ¡Ya basta, suéltalo!
Alguien lo apartó bruscamente. Con los instintos animales a
flor de piel, Hyde sintió el olor de Sakura apretándolo, abrazándolo, pero
mantuvo los ojos fieros, abiertos hacia el otro chico.
- ¡Me vas a cobrar, uno a uno! ¡Me entendiste!
No le hablaba a él, le hablaba el tipo que levantaba la
guitarra negra y volvía a impactarla sobre los huesos de su mano. Jamás había
sentido un dolor así en la vida y gritar no servía de nada. Quería morirse, se
movía frenéticamente, pero los otros tipos lo tenían sujeto, a tal punto en que
sólo podía ver la horrible manera en que le destruían la mano derecha.
“Todos los huesos, uno a uno”
- Hyde, ¡ya cálmate! Vámonos de aquí.
Sakura tiró de su brazo bruscamente y le tomó el rostro.
Hyde no tenía idea de dónde había salido ni cómo había llegado a encontrarlo.
Su corazón latía frenético, como si hubiese corrido kilómetros, y no sabía si
era adrenalina o miedo o ambos, pero estaba helado. Ni siquiera sentía el dolor
del golpe en el labio.
Más gente venía hacia ellos. Los otros dos chicos le
gritaron algo pero Hyde no los escuchó, porque entonces Sakura tiró de él y lo
obligó a correr calle abajo. Y allí estaba, aparcada, la Harley Davidson
negra. Se subieron justo cuando el ruido de sirenas provino desde el otro lado
de la calle y el alboroto pareció más cerca.
- ¡Agárrate fuerte!
Sin mediar más palabras, Sakura se puso en marcha y Hyde
tuvo que cerrar los ojos cuando la velocidad hizo que el viento se le viniera a
la cara. Sus manos se agarraban por inercia.
Aún sentía adrenalina o lo que fuera que fuese, cuando
cruzaron en un cuarto de hora Tokyo y llegaron a la casa del baterista.
- ¿Qué mierda estabas haciendo? ¡Peleándote en la calle y
con un niño, Hyde!- le espetó Sakura en cuanto la moto se detuvo en el garaje.
Se quitó el casco y lo miró con una expresión furiosa- El chiquillo ni siquiera
debía ser mayor de edad… ¿En qué demonios estabas pensando?
- Por favor, no grites- Hyde se sentó en la mesa en que
estaban las bujías de repuesto, se tomó la cabeza con una mano y cerró los
ojos, con un gesto doliente- No grites, me estás haciendo estallar la cabeza…
- Para la próxima piensa antes de irte a beber y luego a
pelear como un adolescente.
“Tan parecido a Tetsu” no supo si reír o llorar. No sabía ni siquiera si estaba
borracho o la borrachera se le había ido minutos atrás, con la pelea. Hyde respiró
profundo. Tenía unas enormes ganas de vomitar.
- Si no fuera porque Camui me llamó, la policía te hubiera
atrapado… Me importa una mierda tu banda, pero no les harías mucho favor
metiéndote en problemas de pandilleros, ¿lo habías pensado?
- ¿Gackt te llamó?- preguntó Hyde, entreabriendo un poco
los ojos.
Para su sorpresa, el rictus de Sakura pareció cambiar de la
ira a la turbación o algo así. No sabía, aún no pensaba muy bien.
- De todas las partes donde busqué, de todas las
posibilidades qué pensé, jamás se me pasó por la cabeza que estuvieras
emborrachándote con tu ex.
- Estamos a mano- Hyde sonrió con amargura- Yo tampoco
pensé que tú hubieras tenido algo con Yukihiro.
Bingo. Sakura detuvo el discurso y se le quedó viendo, un
tanto cabreado, un tanto asombrado. Sin querer escuchar más, Hyde se incorporó
y caminó a trompicones hacia la cocina, necesitaba un vaso de agua, algo. Tenía
la boca seca. Sólo entonces, se dio cuenta que le dolía el labio y su boca
sabía ligeramente metálica, a sangre.
El baterista lo siguió, naturalmente.
- ¿Sigues así por eso?
- ¿Te
parece poco?- Hyde
respondió, irónico, abriendo la llave del lavaplatos. Escoció cuando se inclinó
y bebió algo de agua.- ¡Eres mi mejor amigo, maldita sea, y yo ni siquiera sabía
que eras bisexual!... ¿Qué mierda de amigo soy?
Bebió de nuevo, torpemente. Los síntomas de una buena
resaca estaban por llegar y el dolor de cabeza volvía.
Cuando cerró el flujo del agua, vio de soslayo que
Sakura seguía en la misma posición, cruzado de brazos y apoyado en el marco de
la puerta de la cocina, impasible, sin haber movido ni un solo músculo.
- ¿Por qué te afecta tanto?- le preguntó entonces el
batero, con esa voz baja y ese modo de ser tan oscuro. Una oscuridad que a Hyde
le agradaba.
¿En qué estaba pensando?
- ¿No sabes la respuesta? Es demasiado simple, si lo
piensas…- el vocalista sonrió. Pura tristeza en sus facciones- Veinte años y yo
sólo te he atosigado con mis problemas. Incluso ahora, tienes que ir y
detenerme para que no me siga liando a golpes con un tipo que podría ser mi
hijo… Veinte años y de pronto, siento que no te conozco, Sakura... ¿Soy tan
egoísta, acaso, como para no notar tantas cosas?
Estaba verbalizando sus propios miedos. Bajó la mirada, con
tristeza, sabía que una parte de él, la más culposa, se debía estar riendo
ahora, en alguna parte de su retorcida alma.
Le dolía el pecho. No sabía porqué, pero sentir que Sakura
lo había engañado era mucho peor que descubrir las mentiras de Tetsu. Tal vez
porque…
- ¿Lo recuerdas?- la tristeza aumentó.- Esa maldita
estancia en Londres… tú me sacaste de ahí, me salvaste de mi propia locura,
pero… ¿desde entonces habían tantas cosas que yo no sabía? ¿Tantas cosas que se
me escapaban?
- Ya basta- el tono del batero fue firme. Hizo a Hyde
levantar la mirada- Basta de auto compadecerte. Si tienes preguntas, entonces
hazlas, pero mañana, Takarai. Ahora vete a ducharte, te ves horrible.
En eso sí lo conocía. Hyde estuvo tentado a reír, porque
sabía que Sakura le hablaba bruscamente cuando quería ocultar un sentimiento en
sí mismo. También lo supo, era por el tema vetado. Sakura no quería que
hablaran de su fatídica estadía en Londres, porque no sólo le traía a Hyde
tristezas, sino también a él.
“Vaya, resulta que no eres tan desconocido”, pensó algo coherentemente, antes de hacer por una vez lo
que Sakura le decía e irse a la ducha para darse un baño. Después de todo, lo
necesitaba.
Le dolía todo el cuerpo y también el alma.
Bajo el chorro del agua, Hyde vio su propio reflejo impreso
en la cerámica, de cabello negro y largo y los ojos abatidos y piel blanca. Se
observó por largo rato preguntándose porqué, porqué se sentía así, tan dolido…
como si, de pronto, tantas cosas hubieran cambiado.
“Estoy acostumbrado a que todos me fallen, pero si me
fallas tú, Sakura, yo….”
Suspiró y dejó que el chorro de agua tibia resbalara por su
cabello, su espalda y su pecho, terminara en sus piernas y le aclarara las
ideas. Tenía que calmarse. Tenía que detener ese latido doloroso en su pecho.
Cerró los ojos. ¿Sakura y Yukihiro? Aún no terminaba de
creerlo. No podía imaginarlos, juntos. Siempre había sabido que Sakura era muy
atractivo, pero verlo con otro hombre… Verlo como un hombre que se entendía con
otros, al igual que él.
“No. No puedo. Deja de pensar en eso”
Bufó, furioso consigo mismo. Le dolía aún el labio y su
dolor de cabeza aumentaba, sentía escalofríos en la espalda. Se apartó el
cabello hacia atrás y se miró de nuevo, en el reflejo de las baldosas
Entonces, lo notó.
El chico que le devolvía la mirada tenía los ojos azules y
le estaba sonriendo.
***
Cuando llegó al lugar exacto, Tetsu sintió que un súbito
pavor circulaba por sus venas en vez de sangre. Miró a todos lados, pero no vio
a nadie más que él y sus múltiples recuerdos, sus fantasmas. No había estado
allí esa noche, pero podía oír el grito de Hyde resonando por las calles cuando
le habían quebrado los huesos de sus manos, de la misma forma en que se lo
habían contado, con lujo de detalles.
“Tus deseos fueron
órdenes, Ogawa”
Sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Casi
invocándolo con sus pensamientos, el autor de aquellas palabras apareció en una
esquina, como empujado por las sombras, de negro, con esa sonrisa odiosa que a
Tetsu le fastidiaba, esa que parecía una careta, tal como lo había visto días
atrás en su primer encuentro.
Maldito fuera.
Hiro reía y aplaudía como un padre que vitorea los logros de
un niño.
- ¡Bravo! ¡Llegaste mucho más pronto de lo que yo pensaba!
- ¿Dónde está mi hija, hijo de puta?- Tetsu le preguntó,
colérico. Estaban a metros de distancia, pero deseaba con toda su alma
acortarla y agarrarlo a golpes.
El ex guitarrista levantó una ceja, falsamente extrañado.
- En tu casa, ¿no es obvio? ¿Dónde más iba a estar?
- ¡No mientras, imbécil!
- Eh, eh- Hiro chasqueó la lengua y le hizo un gesto de
advertencia cuando Tetsu hizo el amago de correr hacia él. Rápido, sacó un arma
de su bolsillo, la miró lentamente, como analizándola, jugó con ella y luego la
colocó apuntando al bajista, sin que le temblara el pulso- Quédate ahí, Ogawa,
si no quieres que todo esto termine en las páginas policiales de un periódico,
¿entendiste?
Ya sea por el arma o porque su instinto le obligó a ser
cauto, Tetsu se quedó quieto, sintiendo cada flujo de sangre que pasaba por sus
venas de manera aislada. Fijó la vista en la pistola plateada, su corazón, en
sus oídos. Aún así, no podía hacer nada más que pensar en su hija. Su pequeña
Rei, su vida…
- Tú no eres un asesino- le dijo, más calmado de lo que
estaba. Eso. Tenía que pensar en Rei para no desesperarse. Hiro bufó.
- No, no soy un asesino. Soy un tipo que necesita dinero
ahora y eso, Tetsuya, eso es mucho peor.
- ¿Dónde está mi hija?- la voz le salió más baja y ronca. La
mirada del bajista subió hasta los ojos de él y se aseguró de verlo fijo, para
saber si mentiría o no- ¿Dónde está? Dijiste que la traerías contigo.
- ¿Acaso no escuchas?- Hiro levantó la voz, el arma en su
mano se tambaleó y Tetsu temió que estuviera perdiendo el control. Arrepentido
de su repentino arranque, el guitarrista rió, como maniático- Ya te lo dije,
está en tu casa, ¿por qué no me crees? Mientras venías mandé a alguien a que la
regresara. ¡Anda! Saca el móvil si quieres y llama, pregúntale a tu linda esposa
si ahora está con ella… Pero no te pases de listo, ¿me escuchaste? ¡Te volaré
los sesos si decides llamar a la policía!
Deliberadamente lento, el bajista asintió, se metió una mano
en el bolsillo e hizo lo que él le pedía. Sacó el móvil con el pulso algo
tembloroso por la tensión. Llamó al teléfono de Ayana. Su mujer, en seguida, le
contestó con voz ahogada.
- Tetsuya, ¿dónde estás? Ella está aquí… no sabemos cómo
pero estaba en el jardín, dios mío. Nuestra niña estaba sola…
- ¿Rei está bien?- Tetsu le preguntó con la voz temblorosa.
En seguida, Hiro esbozó una sonrisa con guasa.
- Sí…- la voz de Ayana se escuchaba algo llorosa- No sé qué
demonios está pasando, Tetsuya. Por favor, regresa, yo…
- No te preocupes, voy para allá.
Cortó la comunicación. Siempre con la mirada fija en Hiro,
el alivio se expandió por su pecho como una súbita oleada de calor en esa noche
tan fría. Su hija estaba bien… nada podía importar ahora, salvo…
“Hyde”
- Para que veas que yo no miento- Hiro dijo y hubo algo en
su tono que le dio la pauta, dejaba las bromas de lado y esta vez, iba mucho más
en serio.- Tampoco miento cuando te digo que si no me das el maldito dinero voy
a ir y decirle todo a Hyde. Voy a convertir tu puta vida en un infierno, Ogawa,
te lo aseguro.
Se equivocaba, su vida ya lo era. Tetsu se sintió
inusualmente frío. Sus ojos recorrieron la calle vacía. Jamás había querido
pensar en cuánto había sufrido Hyde entonces. Para él, el fin siempre había
justificado los medios y Hyde había terminado agradeciéndolo, sin embargo…
Tenía pavor de descubrir que se había equivocado.
“Por lo que me
dijeron, el chiquillo gritó pero no perdió el sentido en ningún momento… al
líder de esos imbéciles parece que hasta le gustó. ¿Quién lo diría? Parece que
no eres el único que se puede obsesionar con él”
- ¿No es un precio bajo a pagar con tal de asegurar tu
secreto? Tú decides, Tetsuya, si te arriesgas o no.
“Desaparécelos” musitó
Tetsu de inmediato. La noticia de que el plan que con tanto perfeccionismo
había trazado había tenido éxito le daba una extraña sensación en su pecho.
Alivio, sí… pero a la vez frío. “No quiero que se vuelvan a acercar a Hyde”
“¿Por qué?” Le
preguntó Hiro, levantando una ceja. “¿No quieres que se sepa tu secreto o tal
vez… te interesa Hyde como algo más?”
“¡Baja al suelo y no intentes nada!”, Hiro le gritó,
acercándose, apuntándolo siempre con el arma. Recrudeció el semblante y Tetsu
lo vio en pleno cuando las luces anaranjadas de la calle cayeron sobre él. El
bajista se arrodilló lentamente, sin quitarle la vista de encima. “Te seguiré a
dónde vayas, incluso si regresas a Tokyo, ¿me oíste?” Hiro le aseguró abriendo
mucho los ojos. Estaba demente y Tetsuya ya lo sabía. En un segundo se preguntó
si siempre lo había estado
“¿Así que es eso?”
Hiro abrió los ojos y soltó una risa que parecía el ladrido de un perro. “¡Eso!
¡Te gusta Hyde!”
“Maldito hijo de
puta” susurró Tetsu con ira, estrechando los ojos. El mundo que había tratado
de construir desde que Hyde y él se habían reconciliado, de pronto, parecía
tambalearse. Se escuchó el ruido de un automóvil a la distancia, acercándose de
forma progresiva. Tetsu hizo el amago de ponerse de pie pero Hiro blandió el
arma y lo vio abriendo mucho los ojos, “¡Te dije que no te movieras!”, le
gritó. Tetsu se detuvo de inmediato.
Miró el arma. Tenía que ver a su hija, tenía que alejar a
Hyde de todo eso…
“¿Qué pasaría si él
supiera que le destrozaste las manos, Ogawa?”
Pronto y con un ruido seco, un automóvil azul antiguo se
detuvo frente a la vereda, a un lado de donde estaban ellos. Hiro esbozó la
última sonrisa caminando a tientas, sin dejar de apuntarlo. Se subió
rápidamente al auto y por una fracción de segundo Tetsu vio al conductor: una
chica joven con un traje de servicio.
Lo entendió de inmediato. Esa chica era la nueva empleada
que había visto en su casa.
- ¡Nos vemos en el infierno, Ogawa!- Hiro le gritó al cerrar
la puerta del auto. El vehículo se puso en marcha con un estruendo y Tetsu vio
como se iba arrodillado, en la acera.
Sólo cuando los perdió de vista, sus pulmones volvieron a
llenarse de aire.
“Le rompieron los
huesos, uno por uno… ¿de verdad crees que Hyde nunca va a enterarse?”
Cerró los ojos, quiso gritar, pero sólo se contentó con golpear
el frío firmamento una y otra vez, hasta hacerse daño. Se miró las palmas
lastimadas como ido, como si no fueran sus manos las que dolían. “No puedo
arrepentirme, no”, pensó, desesperado. En años la sombra de esa noche lo había
perseguido, pero había podido arrancar del recuerdo, entonces, ¿por qué ahora
todo volvía?
Miró alrededor. Podía imaginar a esos tres tipos y a Hyde,
solo… como no lo había querido hacer nunca. Porque reconocer su error
significaba que Hyde y él estaban juntos por una mentira maquinada por él.
Porque reconocerlo significaba que no había sido destino estar juntos, sino su
culpa, su culpa… otra idea elaborada, una de las tantas que había tenido para
cimentar la fama de su banda.
De nuevo, aquel asfixiante temor... Si Hyde lo sabía…
“No me lo perdonará.
Esto es distinto, me perdonó antes, pero esto… Dios…”
¿Qué demonios se suponía que debía hacer?
- ¡Tetsu! ¿Dónde estabas?
Sus dos hermanas corrieron para recibirlo cuando Tetsuya
volvió a traspasar las puertas de hierro de la mansión Ogawa, cabizbajo. Muchos
de los invitados parecían haberse retirado, la casa estaba en semipenumbras.
Tetsu no sabía cómo había llegado de vuelta. Había caminado todas esas calles
como en un trance, su mente puesta en su hija y en Hyde. Hyde. Sólo podía
pensar en Hyde.
Su vida, escapándose… como el agua del cuenco entre sus
manos.
- ¿Por qué estás así? ¿Tetsuya, qué pasó? ¿A dónde fuiste?
¿Por qué no nos dijiste nada?
- ¿Dónde está Rei?- preguntó. No sabía cuántas veces había
formulado esa pregunta durante esa noche, tampoco le importaba. Junko dejó de
atosigarlo, compartió una mirada con Aoi y le contestó, señalando la puerta de
entrada.
- Adentro. No te preocupes porque la niña está bien, está en
la habitación que mamá preparó para ti y Ayana. Tetsuya, por favor, tienes que
decirme qué está pasando. ¿Esto tiene que ver con lo del cementerio? ¡Tetsuya…!
Siempre tan lista. El bajista sonrió imperceptiblemente, se
libró de ellas y avanzó hacia la casa sintiendo el cuerpo pesado.
Subió los peldaños de dos en dos hasta el segundo piso.
Hiro le hubiera hecho un favor al dispararle, Tetsu pensó,
mientras todos los problemas del último tiempo se le venían a la garganta y
apenas lo dejaban respirar. Caminó hacia la habitación que estaba atestada de
gente, no sabía lo que hacía mas sabía que tenía que seguir adelante, como
fuera.
La señora Ogawa estaba junto a una Ayana que sostenía
firmemente a su hija dormida sobre su pecho. Parecía una leona que cuidaba a
sus crías y en toda la maraña que eran sus pensamientos, Tetsu no pudo evitar
pensar que era la primera vez que la veía así, realmente angustiada, realmente
como el concepto que tenía de madre. Se quedó quieto bajo el umbral viendo a
las tres mujeres más importantes que conformaban su vida como distraído, como
angustiado. Como frío. Su madre, dándose cuenta de su presencia, de inmediato
volteó y esbozó una expresión molesta.
- ¿Por qué no me dijiste que la niña no estaba? ¡Saliste
solo sin dar parte a la policía! ¡Qué clase de padre eres, Tetsuya!
- Ya todo está bien, por favor, madre, no es el momento-
intervino Junko con voz enérgica, le había dado alcance. Tetsu quiso
agradecerle, pero sencillamente ya no podía hablar nada. Estaba como ido,
viendo a Rei dormir en el regazo de Ayana, quién lo miraba fijamente, primero,
con sorpresa, luego, con angustia.
- ¿Qué fue lo que pasó?
Ayana había formulado la pregunta. En voz baja, para no
despertar a la niña. Tetsuya recordó el rostro de su antiguo compañero de banda
y no pudo dejar de sentir que en cada segundo que pasaba en esa casa ponía en
riesgo a su familia.
“Porque no sólo será
Hyde, ¿verdad? También ellos”
- Me voy al hotel.
- ¡Tetsuya!
- Llamaré a unos hombres para que vigilen la casa- estaba
dando órdenes de forma automática. Ya no era el hombre, era un líder de una
banda y de un imperio. No podía sentir ni dudar.- No se despeguen del lado de
Rei.
¿Acaso tenía que dejar a su hija y a Hyde para garantizarles
su bienestar? Se dio vuelta y bajó al primer piso sintiendo el frío
invadiéndolo. Al igual como cuando había planeado el ataque a Hyde: había
dejado sus sentimientos de lado, sus escrúpulos. Se había convertido sólo en
mente, sólo en pensamientos, un cuerpo mecánico que lo vigilaba día y noche.
Que sabía sus horas de salidas y cómo podría fabricar la oportunidad para que
Hyde estuviera solo, con esos tres tipos.
En pocos días, había pasado por todas las emociones posibles
y ahora, sencillamente, no sentía nada. Ni preocupación ni miedo.
O quizás, sí los sentía, ambos, demasiado fuerte.
- ¡Tetsuya! ¡Espera!
Ayana le dio alcance cuando se prestaba a tomar un taxi. El
bajista la miró ceñudo.
- Te dije que no te separaras de Rei.
- La dejé con tu madre, ella no se despegará de su lado ni
dejará que nadie la toque- Ayana estaba, inusualmente, seria. Lo tomó del
rostro y buscó desesperadamente sus ojos- tienes que decirme, Tetsuya… ¿quién
le hizo esto a nuestra hija?
“Alguien que me quiere
ver destruido”, pensó el bajista con amargura. Se contuvo, pero no pudo refrenar
el siguiente pensamiento que, después de todo, no serviría de nada. “Es muy probable que lo consiga”
- Por favor, quédate con nosotras esta noche… yo no sé si
esa persona puede volver o no. Por favor.
- No les pasará nada, te lo prometo- de nuevo, hablaba de
forma imparcial. Era evidente el cambio en su ánimo y por eso su ex mujer hizo
un gesto de incertidumbre.
- ¿Qué te pasa? Te conozco… ¿qué pasa, Tetsuya?
¿Nada? Tetsu
sintió que sonreía, pero la angustia se acumuló en su garganta y contrastó tan
bien con esa sonrisa.
- Déjame, ¿quieres?
Era su problema, su cruz. Intentó irse, pero Ayana fue más
insistente.
- Soy la madre de tu hija, la misma que acaba de desaparecer…
¡por dios, Tetsu! ¡Merezco saber qué es lo que está pasando!
Unas lágrimas de impotencia recorrieron las mejillas de
Ayana y Tetsu sintió que sus barreras se iban abajo. Simplemente, no podía ser
así con ella… ella debía estar sintiendo el mismo estupor, el mismo miedo, la
misma desesperación.
Sin saber porqué, la abrazó. Necesitaba también consolarse.
- Perdóname…
“Las estoy
involucrando, a ti y a Rei, en todo esto”
- Quédate con nosotras, no quiero que nos dejes solas, ¿qué
pasa si sucede algo de nuevo?
- Tranquila…- Tetsu miró alrededor, angustiado. Podía sentir
la presencia de Hiro, pero no sabía si era su paranoia o de verdad seguía
acechando- Me quedaré aquí, ¿vale? Pero tienes que estar tranquila.
Ayana asintió. Se separó de su abrazo y lo miró fijamente.
Tetsuya trazó el curso de sus lágrimas con la yema de sus dedos y sintió, de
pronto, que el tiempo volvía atrás.
Ella volvía a hacer la chica ingenua entre sus brazos, esa
que le decía que estaba embarazada, que la perdonara. La misma que le había
dado el sí en el altar, que le había sonreído la primera vez que había tenido a
Rei en brazos. La misma que lo había observado con incredulidad y con dolor
cuando Tetsu le había comunicado sus intenciones de divorciarse.
Era la mujer de su vida y su familia, lo quisiera o no.
***
“Dime, ¿hay algo más
que yo no sepa?”
La idea le daba vueltas en la mente y Hyde se dirigió al
cuarto, sintiendo que no tenía control sobre sus pensamientos que viajaban,
rápido, sin filtro, de esas paredes hasta el hombre que estaba abajo. Al que
conocía de tantos años y que ahora no sabía cómo ver.
No sabía si se sentía bien o se sentía mal lo único que Hyde
sabía, la única certeza que le quedaba, era que después de esa noche quería
dormir mucho y rápido. Eso. Dormir por un tiempo que se le antojara eterno,
sentía un cansancio imposible acumulado en todo su cuerpo. Entró en el cuarto,
fue hasta el armario donde tenía apiladas las cosas que se había llevado, sacó
unos boxer y una camisa blanca, se los puso y fue hasta la cama. Se sentó al
filo de ella. Las gotitas de agua se regaron por su espalda y las sábanas.
Se miró las manos. Había pasado tanto tiempo…
Quería morir, quería
alguien lo matara. Abrió los ojos, sólo un poco, y entre la maraña de cabello
que se le venía al rostro y las lágrimas, Hyde vio su mano derecha abierta en
una postura imposible…
Se dejó caer hacia atrás, cerró los ojos, se llevó una mano
al rostro, tapándolo. Habían sido tantas emociones por un día que no podía
procesarlas bien. No le gustaba recordar esa noche espantosa que había cambiado
su vida para siempre, pero después de la pelea con ese chico tampoco podía
evitarlo. Su mente había dado un giro, había retrocedido años y ahora evocaba
esas escenas tan dolorosas de su memoria.
En algún momento hasta lo había agradecido, porque debido a
eso se había dedicado a la música y había entablado una relación con Tetsu. Sin
embargo, luego de todo lo que había pasado con el bajista, ¿podía seguir
agradeciendo? Lo dudaba.
“Ahora resulta que
tampoco quiero pensar en ti, Tetsuya”
No se entendía. A veces sentía que habían dos personas
dentro de él, una que amaba al bajista y lo atesoraba y la otra que quería
verlo muerto. Muerto.
Como ella… como él.
Caía…
Abrió los ojos y miró hacia su lado. Esa chica, de nuevo,
sentada junto con él en la cama, de blanco, tan pálida que parecía que
estuviera muerta. ¿Lo estaba?
- Deberías saber- le sonrió.- Que el amor es inútil, Hyde.
Se le acercó lentamente, se inclinó hacia él. El cabello
rubio hacía juego con su rostro pálido y Hyde sintió una tristeza inexplicable
en el pecho, levantó una mano y le hizo una caricia lenta en su rostro. Las
yemas de sus dedos, dolieron por el roce tan frío.
- Llévame contigo.
- Estás conmigo, Adam.
Caía… Ella le
sonrió, se tendió a su lado y respondió a las caricias inclinando el rostro y
cerrando los ojos.
- ¿Me perdonarás alguna vez?- le preguntó, cálida y tan fría
y tan extrañada… Hyde sabía que la amaba y que la había atesorado tanto. Por
tanto tiempo- Yo no quería que tú también murieses, pero yo… yo no pude hacer
nada para evitarlo.
La luna en su último
cuarto. Le estaban tocando a la puerta. Hyde miró hacia ella y una parte de
su mente, desconocida, balbuceó un nombre.
“Sakura…”
- Es él a quien yo quiero.
Miró a su lado. Ella ya no estaba. El único que veía era
alguien igual a si mismo, sentado, sonriendo, los ojos azules y tan profundos
que parecían encapsular la noche. Era el mismo chico que había visto en el
baño, que había estado con él desde siempre. Hyde sintió un miedo inexplicable
al ver esos ojos azules, tan iguales a los suyos y a la vez, tan diferentes.
En algún lugar de su mente registró que seguían tocando y el
chico se ponía de pie y le tendía la mano. Entonces, Hyde la tomaba, se ponía
de pie junto a él y ya no estaban en su cuarto, estaban en el último piso de
una azotea, a muchos metros de distancia, el cielo nocturno y frío se erigía como
una sombra iluminado sólo por el ultimo cuarto de la luna menguante. El viento
le escocía el rostro. Adam le sonrió y miró por sobre su hombro, hacia abajo.
- Tú ya has probado con la muerte- comenzó a decir, tenía su
misma voz pero Hyde estaba completamente seguro que no era él.- Si no quieres
tu vida, Hyde, entonces, ¿por qué no dejas que sea mía?
Corría como si la vida
se le fuera en ello. Llegó a las orillas del lago y el lodo se aferró a sus
ropas como una segunda piel, llevándolo hacia abajo. Avanzó a grandes pasos,
sólo la veía a ella, la luna reflejada en la superficie del lago. Entonces,
avanzó hasta que el agua le llegó al pecho, alguien gritó su nombre.
La desesperación le
subió a la boca. No quería ver hacia atrás, pero aún así volteó.
- Tienes las dos cosas que quiero, Hyde… La vida. Y el amor.
Sus ojos negros,
abiertos en una expresión de sorpresa… fue tan sólo un segundo pero Hyde
recordaba esa visión como si fuera la imagen misma de su vida. El bosque
nocturno atrás, los árboles moviéndose con el viento, como una sombra enorme y
que parecía devorarlo todo. Hacía frío. Avanzó y el agua tocó su rostro.
“Perdóname”, le pidió. La figura alta de Sakura corrió hacia él.
Y luego, oscuridad… Y
un silencio abismante…
Caía... Era una caída de muchos metros de altura, una que
terminó cuando impactó el piso y sintió que todo el cuerpo se le quebraba.
Entonces, abrió los ojos con el último suspiro y miró hacia arriba, hacia el
último cuarto de una luna sangrante.
“¿Acaso no es una
linda chica?”
El hombre de sus recuerdos se acercó, una guitarra negra en
mano. Al lado de él estaba Tetsu, sonriente. Hyde quiso gritarle que lo
ayudara, pero de su boca sólo salió sangre a borbotones. No podía moverse, él
ya no estaba vivo. Sólo podía ver con impotencia como el tipo se acercaba, se
reía y levantaba la guitarra.
“¿Cuál elijes, primor?
¿La izquierda o la derecha o tal vez… ambas?”
- ¡No!
El grito había salido de su garganta. Hyde se incorporó de
inmediato y se colocó una mano en el pecho, le faltaba el aire y su corazón le
dolía como si hubiera corrido toda una vida y las imágenes plagaron su mente…
una caída, el lago, esos ojos azules, los ojos negros de él… Sintió pasos tras
la puerta, alguien que la abría y se acercaba y luego…no… no podía respirar.
- Tranquilo… Hyde, ¡escúchame!, estabas soñando…
No…
Sabía que estaba en su cama, que el sudor frío le cubría el
rostro y que el aire le faltaba, sus pulmones dolían, alguien los cerraba.
Cerró los ojos, no podía con todo ese torrente de imágenes, se tomó la cabeza
con las manos. “¡No!... ¡no!” repitió, desorientado. Lo sintió sentarse a su
lado, pero rezó que ya no fuera él. No quería escucharlo más. Por primera vez
se dio cuenta que quien había aparecido en todos sus sueños era alguien que
conocía porque había sido él… lo había visto tantas veces encerrado, en ese
cuarto londinense.
Le quitaron las manos del rostro. Esos brazos, ese olor…
Hyde se recostó contra el pecho de Sakura, los latidos de su corazón se oían
tan profundos. “Las enfermeras dicen que
ves visiones”. El batero le puso una mano en la frente y lanzó una
maldición entre dientes. “¡Maldita sea! tienes fiebre”
Lo sintió alejarse y de inmediato, abrió los ojos y lo tomó
la mano. Sakura se dio vuelta con preocupación y sorpresa y al ver la sombra de
sus ojos, la desesperación tras ellos, pareció darse cuenta.
- No me dejes- Hyde le rogó. No sabía si era su voz o era la
voz del otro Hyde, una réplica exacta de sí mismo. Su respiración renqueaba y
el pecho le dolía. La desesperación le había cerrado la garganta.
Sakura levantó el brazo y con la yemas de los dedos le
acarició el rostro. El mismo gesto que Hyde había hecho con esa mujer que
estaba muerta. ¿De dónde la conocía? ¿De dónde la recordaba?
- ¿Qué te sucede?- le preguntó, en un susurro ronco y fue
como si verbalizara su propia angustia. ¿Qué sucedía? ¿Dónde estaba? ¿Cómo
sabía que eso tampoco era un sueño, una pesadilla?
Si tan sólo pudiera ver a través de él, igual como lo había
hecho siempre. Hyde sintió que el cansancio era demasiado y sin pensarlo, se
acercó lentamente y se reclino en el hueco de su cuello. De inmediato, los
brazos de Sakura rodearon su cuerpo, sus manos acariciaron su cabello. “¿Qué
sucede, Hyde?” le pidió Sakura una vez más, susurrando en su oído. Ya no se oía
enfadado, su voz había tomado el matiz de preocupación que había escuchado esa
tarde en él. Hyde cerró los ojos. Tenía miedo… un miedo que no había sentido en
mucho tiempo.
Temblaba.
“¿Qué crees tú,
Sakura? ¿Tú también crees que quise matarme porque me he vuelto loco?”
- Nunca debí haberlo hecho, por favor… por favor, Sakura,
perdóname.
“Tú ya has probado con
la muerte”. Lo había sabido desde siempre, haber tomado su vida, haberla
tomado sólo porque Tetsu ya no estaba y nada más le importaba. Sakura debió
saberlo también porque le acarició el cabello y Hyde sintió, como si fuera
suyo, ese corazón que latía tan fuerte… siempre había sido mucho más fuerte que
él.
Era la primera vez que le pedía perdón en años, la primera
vez que lo sentía. Los temblores aumentaban y Sakura se separó y le apartó el
cabello con preocupación. “Te bajaré esa fiebre”, le dijo, grave. Se separó de
su lado, se puso de pie y antes que Hyde pudiera detenerlo salió de la
habitación y lo dejó solo con sus recuerdos y sus temores y esa locura que se
lo estaba devorando.
Se dejó caer hacia atrás, pero no fue la superficie cálida de
la cama lo que lo recibió, sino el firmamento, sus manos hechas pedazos… todo
su cuerpo hecho pedazos y la luna, tan mortuoria, tan hermosa.
Pasos. De nuevo él, la réplica de si mismo. Se arrodillaba,
se reía, le apartaba un mechón de cabello de la misma forma en que Sakura lo
había hecho momentos antes, pero no con cariño, sino con odio.
- Tú tienes todo lo que yo quiero- le sonrió.- Ahora, Hyde…
déjame a mí jugar un rato.
El baterista bajó rápidamente las escaleras. Fue a la
cocina, la oscuridad de la casa se asemejaba a una sombra enorme que lo
consumía todo. Buscó un cuenco y le puso agua fría, algunos medicamentos e hizo
jirones la camisa que llevaba puesta, todo muy rápido. “Perdóname…” las palabras de Hyde, una y otra vez, llegaban a su
mente y le daban un muy mal presentimiento.
Primero se había
desmayado y ahora esa fiebre. “¿Qué demonios te sucede?”, Sakura susurró con
impotencia. Por primera vez daba crédito al tono asustado de Ogawa cuando lo
había llamado antes de irse de Tokyo. Llenó el cuenco, apagó el flujo del agua
y fue hacia las escaleras. Toda la preocupación que había sentido cuando Hyde
se había ido de la compañía esa tarde, todo aquello había vuelto con más
fuerza. Su imagen, asustado, el frío de su abrazo… “Nunca debí haberlo hecho, por favor, Sakura… por favor, perdóname”
Sabía perfectamente a lo que se refería.
La misma pesadilla que había tenido por años, la misma imagen que Sakura no
podría olvidar, porque ese día casi había acabado su vida, también.
Subió las escaleras, su cuerpo sólo se movía sin que pensara
en ello. Había estado tan enfadado de haberlo encontrado con Camui, la llamada
del alto cantante lo había enfurecido tanto, porque de todas las personas con
la que esperaba encontrarlo él era por lejos la peor de todas. Ahora, sin
embargo, Hyde parecía tan indefenso, tan parecido al Hyde de sus memorias y tan
lejano al Hyde que había vuelto para cobrarse venganza de Ogawa… “No me dejes…” ese tono desesperado, ese
grito de auxilio en contra de las dos amantes que siempre lo había acechado: la
locura y la muerte.
Sakura alcanzó la segunda planta. Lanzó una maldición entre
dientes. Maldito fuera Ogawa, maldita fuera la hora en que él mismo había
dejado que Hyde volviese a Japón y se reencontrara con todo eso. Era su culpa
por no ver que todo lo que había avanzado retrocedía gracias a esas ansias de
venganza ciegas. Era su culpa por no ver que Hyde se destruiría conforme buscaba
destruir a Ogawa.
Abrió la puerta, miró a todas partes. No estaba.
“¡Maldita sea!”
No podría haber ido lejos con esa fiebre. Dejó el cuenco de
agua, las medicinas y las telas en la mesita de noche y alcanzó nuevamente el
pasillo. Otro presentimiento, el mismo que lo había hecho seguirlo una noche
londinense dos años antes. Se fue hasta lo alto de la escalera, no lo vio en la
sala. Siguió por el pasillo del segundo piso y entonces lo sintió antes de
verlo. En el balcón que daba hacia fuera.
Avanzó, lentamente. Las grandes ventanas de vidrio estaban
abiertas y el viento hacía que las cortinas blancas ondearan. Afuera, reclinado
en el balcón, dándole la espalda, aún con un boxer y la camisa blanca y la
fiebre adhiriéndose a su piel a manera de sudor, estaba Hyde, mirando la luna.
Alcanzó el umbral de las ventanas y Sakura aguantó el
aliento. A pesar de la preocupación, la visión era demasiado onírica como para
que no se sintiera mal al mancillarla.
- Vuelve a la cama, estás ardiendo en fiebre.
La voz le salió rasposa. Hyde, sin embargo, no se movió un
ápice. Parecía que ni siquiera lo había escuchado.
Tan hermoso… avanzó un par de pasos y se colocó a su lado.
Hyde miraba hacia arriba, hacia esa luna en su último cuarto. Estaba
pálido.
- Vamos- Sakura le pidió una vez más, esta vez, mucho más
cálido. No podía sentirse menos extasiado con esa imagen. Lo tomó del brazo e
hizo amago de llevarlo hacia adentro, sin embargo, con un movimiento rápido
Hyde se soltó.
El baterista arrugó el ceño. Los ojos de Hyde ahora lo
observaban, como idos, con un azul profundo que no supo si era un efecto del
juego de la noche. No parecía él y sin embargo, era él, genuinamente. Se observaron fijamente por unos segundos que
parecieron eternos y que paralizaron su corazón. Luego, Hyde sonrió.
- ¿No la deseas también?- le dijo, un susurro alucinado por
la enfermedad. Su pecho subía y bajaba con fuerza, parecía que le costaba
respirar.- La luna… está hermosa… ¿no morirías por ella?
Esa manera en que los ojos azules lo observaban. Sakura
sintió un estremecimiento. Hyde lo había visto de la misma forma segundos antes
de que las aguas congeladas del lago lo consumieran como un gélido fuego. Casi
con lástima. Casi como despidiéndose, como…
- Dime qué hago- la voz le salió antes de que la detuviera.
Hyde desvió la mirada hacia la luna, sus ojos brillaban, Sakura le tomó el
rostro y lo obligó a sostenerle la mirada, le habló y fue casi como si su
corazón le hablara.- Dime cómo te ayudo, yo…
Desvariaba. Hyde negó con un gesto y sus ojos,
increíblemente azules, la noche atrapada en ellos, lo traspasaron.
- Yo quería decirte…
¿Qué más me estás
ocultando?
- ¿Por qué él y no
yo, Sakura?
- ¿Qué?
Esos ojos, de nuevo lo observaron. Veían más allá de él y
Sakura lo intuyó en un segundo. Lo que había temido desde esa tarde, desde que
sabía que Hyde ya estaba al tanto de su bisexualidad. Desde que se había
eliminado la más grande mentira entre ellos. Quedaba la última. Su último
secreto, la piel que lo escondía de todos y todo.
- Dime…- el vocalista insistió. Su pecho subía y bajaba con
fuerza y Sakura lo sostuvo de los brazos, preocupado de que se desmayara de un
momento a otro- Dímelo, Sakura… ¿por qué Yukihiro y no yo?
No… Sakura entornó los ojos, su sangre, helándose
repentinamente en sus venas. Era una contradicción. Sentía el calor del cuerpo
de Hyde junto al suyo, su aliento tocándolo. Los ojos del vocalista fijos en
él, como enfermos, como perdidos o tan sólo era lo que Sakura estaba leyendo en
ellos y no lo podía terminar de entender: deseo.
No.
- ¿Por qué él y no yo, Sakura?- Hyde le preguntó una nueva
vez, lentamente, acortando cada vez más la distancia. Estaban peligrosamente
cerca y levantó la mano y rozó con las yemas sus labios. Sakura sabía lo que
haría, pero aún no lo creía… No, no. Su corazón se detuvo.
Esa caricia se sentía como si fuera fuego. Era tan Hyde… la
luna y la muerte conjugados en unos ojos que no podían verse tan azules.
- ¿Qué pasaría si te beso?- Hyde le susurró por último. Todo
eran preguntas sin respuestas y antes de que Sakura pudiera procesarlo, antes
de que pudiera preverlo siquiera, el brillo de esa mirada imposiblemente azul
lo hipnotizó, cerró los ojos, lo último que pensó es que su aliento olía a
menta. Sintió esos labios sobre los suyos. El mundo se detuvo, su propio mundo.
“Así que ustedes ya se
conocen”, dijo Ogawa, mirando alternadamente a ambos. Estaban en la estación de
trenes. Hyde estaba en el piso, Sakura de pie. Los dos se observaron a un mismo
tiempo, con clara antipatía.
“Podrías haber llegado
antes” repuso Sakura de mala manera. Hyde bufó.
“¿Sí? Y tú podrías ser
menos idiota, no soy tu maldito chofer”
Hyde le echó los brazos al cuello y Sakura lo rodeó por la
cintura. Lo estrechó contra su cuerpo mientras lo besaba y una parte de su
mente registraba que sabía a menta y a noche y un montón de momentos
compartidos. Una descarga de éxtasis lo recorrió. Hyde abrió la boca, dejó que
profundizara el beso, sus lenguas se acariciaron como no lo habían hecho en
años. Se estaban besando el cuerpo y el alma y Sakura se sintió desconectado.
Su mente. Su cuerpo. Su vida entera se le iba en ese beso, la cordura a otro
lado.
- Hyde…
Gimió dentro de su boca, lo hizo retroceder hasta apoyarlo
en la baranda, sutilmente. Una de sus manos se dirigió hacia el cabello del
vocalista, esa seda que siempre quería tener entre sus manos… Hyde gimió
también y se separaron y se miraron a los ojos. La noche y la fiebre reflejadas
en esos ojos.
- Te he esperado por
tanto tiempo…- le susurró Sakura sin poder evitarlo, casi muriendo o bastante excitado
o no lo sabía bien. Hyde sonrió. Su mirada azul pasó de sus ojos a sus labios.
Estaba como ido, estaba tan enfermo y la enfermedad lo hacía parecer… dios, tan
deseable.
- Demuéstramelo.
Jadeaba. Estaba ardiendo en fiebre y no le importaba.
Volvieron a fundirse en un beso intoxicante y Sakura introdujo su mano libre
bajo su ropa, le recorrió la espalda, lo atrajo hasta querer devorarlo. Sus
deseos chocaban. Ahora que se había atrevido, sabía, no podría detenerse.
La vista le brillaba.
Londres seguía llorando y las gotas caían como el infierno sobre sus cabezas.
Sakura se acercó, lentamente, a esa cama blanca de hospital y se arrodilló a
sus pies. Era una metáfora.
“¿Cómo podría vivir yo
sin ti?” le susurró. Los ojos castaños de Hyde quisieron rehuir de su mirada.
La expresión de resentimiento en ellos le dolía en lo más hondo.
Se separaron una vez más cuando les faltó el aire. La ciudad
relucía desde el segundo piso, la noche se desplegaba, el viento nocturno los
envolvía y Sakura se sintió demasiado embriagado como para creer todo eso. Lo
besó en las comisuras de la boca. “Aún tienes fiebre” le susurró al oído,
sintiendo su rostro caliente entre sus labios. Hyde asintió, ladeó el rostro,
lo tomó del mentón y lo sorprendió con un nuevo beso.
- Vamos a la cama- le pidió, como en un trance.
Con el corazón latiendo muy rápido, el aliento mezclado, sus
labios rozando los de Hyde y la vida detenida, el batero asintió. “Vamos”, le
dijo. A centímetros del beso, Hyde sonrió.
***
No estaba en sus opciones un no como respuesta. En cuanto lo
vio en un rincón lejano, como preocupado, como si no quisiera ver a nadie ni
pensar en nada más que no fuera sus problemas Ayana supo que esa era su
oportunidad. Se arregló el vestido blanco que había elegido para la ocasión, se
limpió la cara. El rastro de las lágrimas que había derramado por el secuestro
de su hija estaba muy lejano entonces. Rei ahora estaba bien, Tetsu ahora
estaba con ellas. Al final, no tenía de qué preocuparse.
Ya los invitados se habían ido y las pocas personas que
quedaban en la casa comenzaban a recoger copas y a limpiar los muebles. Tal
como suegra había planeado, aquella había sido una muestra de la fortaleza de
la familia. Porque todo estaba bien, se dijo de nuevo, como una plegaria, tenía
que repetirlo hasta saciarse. Su suegra tenía razón: en un ambiente familiar,
acceder a Tetsu era más fácil.
El salón principal estaba a oscuras. Sus tacones hicieron
ruidos acompasados, como una melodía. Tetsuya la escuchó de inmediato, porque
levantó la vista, detuvo el vaso a medio camino a sus labios y la observó, con
las penumbras tapándole la mitad de la cara.
- ¿Por qué sigues bebiendo?
Lo había hecho en demasía. El bajista parpadeó un par de
veces, en esa sutil oscuridad. Tan sólo les llegaban las luces lejanas del
pasillo.
- Me quedé con ustedes, ¿no es eso lo que necesitabas?
- No, Tetsu. Te necesito fuerte, tú no eres así.
- Entonces, ¿cómo soy?- el bajista bufó y se llevo el filo
de la copa a los labios.- Sube con Rei. No quiero que ella esté sola y no
quiero que me veas así.
- La niña está con tu hermana… por favor, Tetsuya. Deja de
beber y vamos a la recámara.
El bajista lanzó una risa grave. Estaba borracho,
probablemente, y era casi el segundo día consecutivo que Ayana lo veía en ese
estado. Una parte de su mente, la que aún lo amaba como una chica de quince
años se preocupó ante ello. La otra, mucho más fría, supo que aquella era su
oportunidad.
Seguía preocupada por su hija y seguía preocupada por Tetsu,
pero habían preocupaciones mayores.
“Tienes que volver,
como sea”
- ¿Quieres que vaya a la recámara… contigo?- Tetsuya la miró
entre sonriente e incrédulo. Negó, en un gesto que dio cuenta que todo eso le
parecía un absurdo. La sonrisa murió.- ¿Cómo es que sigues queriéndome, Ayana,
si sabes que amo a otro hombre?
Su esposa sintió un sobresalto en su pecho. “Claro que lo
sé. Desearía no saberlo”
- Estás borracho. Te llevaré lo quieras o no.
Se acercó con paso decidido y lo tomó del brazo. Al
instante, Tetsu se liberó y la miró arrugando el ceño. “Puedo hacerlo yo solo,
gracias”, le dijo. Ayana suspiró y vio como él se levantaba, andaba un par de
pasos y se volvía otra vez.
- Escucha- le dijo él con la voz ronca por el licor- Te
quiero como no tienes idea… pero amo a Hyde. Amo a mi hija. No quiero nada más
que no sean ellos.
- Sí, Tetsu… lo sé.
- No sigas empecinándote en esto, ¿vale? ¿No dijiste que
querías que fuéramos amigos? Oye…- acercó una mano a su rostro y le acarició
las mejillas. Ayana sintió que su corazón se detenía.- ¿No es mejor estar así,
juntos, como los padres que somos, que estar discutiendo siempre? No soporto
discutir contigo.
Un ligero latido de esperanza reverberó en su pecho. Ayana
levantó los ojos hacia él y aguantó el aliento. A pesar de las marcas bajo los
ojos y en las comisuras de los labios, el Tetsu que le hablaba se veía tan
parecido al hombre que le había pedido matrimonio, tres años atrás.
“Por aquél entonces también
amabas a Hyde y aún así permaneciste conmigo, ¿cierto?... ¿Por qué ahora sería
diferente?”
- Tomaré la recámara del lado- le dijo Tetsu por último, su
caricia la dejó, su voz la dejó, se dirigió hacia la escalera sin siquiera
mirarla una vez más.
Así era él, de todas
formas. Ayana esbozó una sonrisa amarga y lo siguió en silencio. Los pocos
empleados que habían les enviaron sendas miradas no desprovistas de curiosidad.
Mejor así. Ayana se despidió de ellos con breves inclinaciones y una sonrisa en
los labios. Que vieran que ella subía con su marido a su cuarto. Qué vieran que
ellos estaban juntos, después de todo.
Que vieran que ella sería fuerte, por las dos. Por ella y su
hija.
- ¿Dónde demonios se fue todo el mundo?
- Están durmiendo, Tetsu.
- ¿Y Rei?
- En mi recámara, ya te dije, con tu hermana. Ven.
Lo condujo hasta la tercera puerta a la izquierda. El
pasillo del segundo piso parecía un laberinto con las luces de las lámparas a
medio apagar. Tetsu se dejó conducir, en silencio. Abrió la puerta, soltó un
quejido, se quitó la chaqueta y caminando hacia la cama, la observó.
Ayana se había quedado de pie bajo el umbral de la puerta de
la recámara.
- ¿Y bien?
Estaba decidida. Cerró la puerta a su espalda y el sonido
del cierre, lento y acompasado, hizo juego con su corazón.
- Déjame acompañarte unos momentos, ¿no quieres?
Tetsu debió adivinar sus intenciones porque se detuvo a
medio camino de abrir su camisa. Se había sentado en el borde de la cama y sus
ojos se entornaron con sorpresa cuando la vio acercarse con una sonrisa sutil
en los labios.
- Ayana, por favor…
- ¿Qué, Tetsu?- llegó hasta él. El corazón le dio un último
latido y frente a sus ojos, se desató el nudo tras su nuca que le sostenía el
vestido y sintió como la suave seda caía por su cuerpo, como el agua, y se
deslizaba hasta el suelo.
Uno, dos, tres. Sintió el frío de la noche por su cuerpo,
era la primera vez en mucho tiempo que estaba desnuda frente a él y la mirada
de Tetsu, que la recorrió desde el rostro, pasó por su cuello y sus senos
erectos, bajó por su cintura y sus piernas la estremeció por completo.
Era como la primera vez que habían hecho el amor.
- ¿Qué crees que estás haciendo?- Tetsu murmuró, la voz
increíblemente ronca. Se puso de pie de inmediato e intentó separarse, pero
Ayana fue más rápida y lo detuvo, tomándole la mano.
- ¿Lo puedes sentir? Aquí…- la dirigió hacia su pecho. Los
ojos castaños del bajista recorrieron la caída de su cabello hasta sus senos,
turgentes.- Todo lo que sientes aquí dentro… todo esto sigue siendo tuyo.
Le hablaba del alma. Los dedos de Tetsu a penas se movieron,
tanteando. Vio como su boca se abría un poco y exhalaba. Estaba excitado, lo
sabía.
- Y esto de aquí…-
guió su mano más abajo, pasó por su cintura y sus caderas y su sexo. Y la
detuvo, en la cara interna de una de sus piernas- Esto de aquí… lo sabes…
también sigue siendo tuyo.
Tetsu pareció quedarse sin habla, Ayana le sonrió. Su corazón, en sus oídos, palpitando
igual como lo hacía su deseo. Se acercó, se puso en puntillas y lo besó en la
boca, con pasión, con todo la necesidad por él de meses. Lo sintió rígido y
luego más relajado y luego rígido, de nuevo.
De un momento a otro, Tetsu la apartó con brusquedad.
- ¿Qué crees que estás haciendo?- le espetó, oscuramente,
aún borracho pero con algo de lucidez en los ojos. Ayana volvió a acercarse,
pero el la sostuvo de los brazos y la miró, fiero- ¡Basta! Yo amo a Hyde… yo…
- ¿Lo amas?- sonrió con amargura.- ¿Y él te ama también,
Tetsuya? Mírate. Él no está aquí porque no le importas… compréndelo, la única
que está contigo soy yo. ¡La única que siempre estará contigo soy yo!
El bajista abrió mucho los ojos, y fue más un
presentimiento, Ayana supo que había dicho las palabras correctas. Lo había
sospechado desde que había visto a Tetsuya emborracharse la otra noche, su
relación no debía de ir bien. Con el semblante acabado, el bajista se sentó en
la cama y se tomó la cabeza con las manos. “No quería… todo lo que he hecho ha
sido por él” dijo, en un susurro que Ayana no entendió muy bien. No le
importaba, de todas formas. Se sentó a horcajadas sobre su regazo, rodeándolo.
Tetsu ya no hizo ningún amago de detenerla.
- Olvídate de él… olvídate de todo, Tetsu, ahora solo somos
tú y yo.
Se acercó de nuevo y le dio un beso. Cerró los ojos. Lo
rodeó con los brazos en el cuello y progresivamente, sintió a Tetsu rodearla
por la espalda, acariciar sus muslos y llegar hasta su ropa interior. Introdujo
un dedo, Ayana gimió.
- ¿Me arrepentiré también de esto?- Tetsu jadeó en su oído.
Le tiró el cabello hacia atrás, para acceder a su cuello. Ayana gimió de nuevo
y lo sintió abrirse la cremallera del pantalón y bajarse los pantalones.
- Te he extrañado tanto- alcanzó a susurrarle antes de que
Tetsu la levantara y la hiciera bajar hasta su erección, punzante.
Ambos aguantaron el aliento.
No sabía lo que hacía, pero se sentía tan bien… el bajista
volvió a mirarla a los ojos y Tetsu sintió que su boca se secaba. La habitación
le daba vueltas, su vida daba vueltas, pero la embistió una y otra vez y la
besó en los labios. Las piernas de Ayana, en seguida, se enroscaron en su
cintura, sus senos chocaban con su pecho, su interior estaba tan húmedo, no habría
vuelta atrás.
Salió de ella, intercambió las posiciones, la tendió sobre
la cama, le abrió las piernas, la
penetró de nuevo y ella cerró los ojos y deslizó su nombre entre sus labios,
como un lamento, como una penitente…
Entonces, Tetsu también gimió. Y por primera vez en mucho
tiempo, mientras volvía a estar dentro de ella, embistiéndola, sintió que todos
esos problemas que lo atormentaban momentos antes, todos esos desaparecían de
su mente…
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9 comentarios:
Wow. Creo que fue un capitulo de revelaciones y me encanto!. Gracias por actualizar mas seguido ;o;.
Linda, Cami. Se hace lo que se puede
Valiendo......
Muy buen capítulo!!!
OMG
este fanfic cada cap más bueno!!
no soy fan del SakuHai, pero este fanfic es la excepción!
Sakura merece el amor de hyde ♥
espero ver actualización pronto!!!
que estés muy bien!!!
Lizzy: GRACIAS! fue un capítulo algo "diferente" (por la mezcla de estilos), pero creo que salió como yo quería y eso es bueno.
Haida: Sakura se merece todooooooooooooooooooooo <3 es un sol, su amor es completamente desinteresado. Lo malo es que debemos recordar cómo comenzó esto: con la boda de Hyde y Tetsu. Eso va sí o sí, la pregunta es... por qué? Me temo que mi Sakurita es uno de los que más va a sufrir, pobre.
Mil gracias por tus palabras, no sabes lo gratificante que es leer que a ustedes les gusta <3
Que capítulo mas emocionante!!
Espero Sakura se quede con Hyde y que tenga un final feliz ;----;!!
Nessie, Yo ODIO los finales infelices, así que con eso te digo todo :)
gracias por tus palabras <3
Ahhh~ Mi corazoncito sufre la incertidumbre de saber como seguirá la historia ;--;, me siento muy encariñada con los sentimientos de Sakura, así que te agradezco mucho que respondas *-*. Jajajaja ando muy metida en la historia xD
-se pone la camiseta de TEAM SAKURA- xD
Somos casi todas de ese team <3 pero insisto, como lo dije en el face, Sakurita no lo va a pasar bien. El amor duele, ni modo. Pero toda espera tiene su recompenza
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