- ¡Tú no vas a llamar a nadie!
Se incorporó del piso con un movimiento brusco; la cabeza le dolió de forma punzante. Sintió los brazos de su amante abarcarlo e impedirle hacer mayores movimientos, pero los apartó con fuerza, movido por un irracional miedo.
“Las enfermeras dicen que ves visiones”
- Estás hiperventilando- Tetsuya lo inmovilizó con fuerza de los brazos. Estaba lívido de incertidumbre, pero echaba mano al temple del líder para actuar lo más racional posible- Deja que llame al médico y por una maldita vez, hazme caso y quédate quieto.
- ¡No!- casi gritó, y en cuanto Tetsu hizo el amago de apartarse para tomar el teléfono, lo aferró del brazo y lo observó a los ojos, con fiereza- Entiende que no quiero ver a nadie. Apártate de una puta vez… ¡me asquea verte, Tetsuya Ogawa!
Estabas follando con ella. El dolor volvió a pulsar dentro de sus sienes y tuvo que cerrar los ojos para no soltar un quejido. Eran tantos los pensamientos que se interponían en su mente que no podía distinguir qué era verdad y qué era mentira. La habitación le daba vueltas, sentía ganas de vomitar… Lo único que quería era perder la consciencia y que el maldito dolor se fuera. No lo soportaba. Dolía tanto que incluso la muerte era mejor que soportarlo.
El tacto frío de las manos del bajista lo estancó a la realidad. Tetsuya le puso las manos en la frente. Ni siquiera tenía las fuerzas necesarias para apartarlo, una segunda vez.
- Te desmayaste… pídeme lo que sea, pero no que no me preocupe- le susurró en voz baja, apenas mancillando la inmensidad del silencio que se extendía entre ambos. Hyde abrió los ojos y dejó escapar una risa sardónica. Tenía la garganta seca y la boca pastosa.
- ¿A quién quieres impresionar? Tú no te preocupas por nadie.
- ¿Cómo puedes decir eso?- el bajista estrechó los ojos- No seas injusto conmigo, Hyde… no te he dado razones para que lo seas.
¿Ah, no? Quiso reír y destrozarlo a un mismo tiempo, pero el miedo a descubrir que todo era una ilusión corría como el sudor frío que le cubría la espalda. Lo paralizaba. A penas podía razonar, mucho menos conservar las apariencias.
- ¿Estás seguro?- sus propias palabras se oyeron como si fueran de otro.- ¿No hay nada que amerite que yo no te quiera cerca, bajista?
Te vi con ella. No tienes los cojones para reconocer que estaban juntos.
- No sé a qué te refieres.
- Desde luego que lo sabes- apartó la mirada. La ironía resbalaba entre ellos como el aire – Si quieres hacer algo por mí, vete a la otra habitación y déjame en paz. De una maldita vez… Tú y yo dormiremos mejor si no estamos juntos.
Nunca debimos estarlo
Bajó el rostro y el cabello se le vino como una cortina negra que lo aislaba del mundo. No lo veía, pero sabía que Tetsu se pondría de pie en silencio y acataría su petición, sin hacer mayores comentarios. Al fin estás leyendo entre líneas, sonrió, lúgubre, amargamente. Tetsu se daría cuenta que todo lo que había pasado desde la noche anterior era una farsa, que Hyde sabía de su encuentro con Ayana, pero qué más daba… La cabeza le punzaba como si alguien hubiera metido una bomba dentro de ella. Iba a estallar si el maldito no se iba, lo iba a llenar todo de sangre y odio y recuerdos.
Y locura
- Si necesitas algo, cualquier cosa… sólo llámame.
No lo haré ni aunque muera
Como un ritual, el bajista efectuó cada uno de los movimientos que Hyde había trazado. Se alejó sin hacer ruido. Cruzó la habitación y le envió una última mirada de preocupación mientras aferraba el picaporte de la puerta con fuerza, con impotencia. Cuando salió, un viento frío se extendió por toda la recámara como si viniera desde su centro.
Desde Hyde mismo.
A través de la fiebre y del dolor, el vocalista desvió la vista y miró el reloj de la mesita de noche. Los segundos se atoraban y en medio de todo aquel caos, sólo una idea estaba clara.
No podía hablar.
No podía dejar que otros hablaran.
No quería volver allí
No podía volverse loco, no de nuevo.
Se incorporó del piso con un movimiento brusco; la cabeza le dolió de forma punzante. Sintió los brazos de su amante abarcarlo e impedirle hacer mayores movimientos, pero los apartó con fuerza, movido por un irracional miedo.
“Las enfermeras dicen que ves visiones”
- Estás hiperventilando- Tetsuya lo inmovilizó con fuerza de los brazos. Estaba lívido de incertidumbre, pero echaba mano al temple del líder para actuar lo más racional posible- Deja que llame al médico y por una maldita vez, hazme caso y quédate quieto.
- ¡No!- casi gritó, y en cuanto Tetsu hizo el amago de apartarse para tomar el teléfono, lo aferró del brazo y lo observó a los ojos, con fiereza- Entiende que no quiero ver a nadie. Apártate de una puta vez… ¡me asquea verte, Tetsuya Ogawa!
Estabas follando con ella. El dolor volvió a pulsar dentro de sus sienes y tuvo que cerrar los ojos para no soltar un quejido. Eran tantos los pensamientos que se interponían en su mente que no podía distinguir qué era verdad y qué era mentira. La habitación le daba vueltas, sentía ganas de vomitar… Lo único que quería era perder la consciencia y que el maldito dolor se fuera. No lo soportaba. Dolía tanto que incluso la muerte era mejor que soportarlo.
El tacto frío de las manos del bajista lo estancó a la realidad. Tetsuya le puso las manos en la frente. Ni siquiera tenía las fuerzas necesarias para apartarlo, una segunda vez.
- Te desmayaste… pídeme lo que sea, pero no que no me preocupe- le susurró en voz baja, apenas mancillando la inmensidad del silencio que se extendía entre ambos. Hyde abrió los ojos y dejó escapar una risa sardónica. Tenía la garganta seca y la boca pastosa.
- ¿A quién quieres impresionar? Tú no te preocupas por nadie.
- ¿Cómo puedes decir eso?- el bajista estrechó los ojos- No seas injusto conmigo, Hyde… no te he dado razones para que lo seas.
¿Ah, no? Quiso reír y destrozarlo a un mismo tiempo, pero el miedo a descubrir que todo era una ilusión corría como el sudor frío que le cubría la espalda. Lo paralizaba. A penas podía razonar, mucho menos conservar las apariencias.
- ¿Estás seguro?- sus propias palabras se oyeron como si fueran de otro.- ¿No hay nada que amerite que yo no te quiera cerca, bajista?
Te vi con ella. No tienes los cojones para reconocer que estaban juntos.
- No sé a qué te refieres.
- Desde luego que lo sabes- apartó la mirada. La ironía resbalaba entre ellos como el aire – Si quieres hacer algo por mí, vete a la otra habitación y déjame en paz. De una maldita vez… Tú y yo dormiremos mejor si no estamos juntos.
Nunca debimos estarlo
Bajó el rostro y el cabello se le vino como una cortina negra que lo aislaba del mundo. No lo veía, pero sabía que Tetsu se pondría de pie en silencio y acataría su petición, sin hacer mayores comentarios. Al fin estás leyendo entre líneas, sonrió, lúgubre, amargamente. Tetsu se daría cuenta que todo lo que había pasado desde la noche anterior era una farsa, que Hyde sabía de su encuentro con Ayana, pero qué más daba… La cabeza le punzaba como si alguien hubiera metido una bomba dentro de ella. Iba a estallar si el maldito no se iba, lo iba a llenar todo de sangre y odio y recuerdos.
Y locura
- Si necesitas algo, cualquier cosa… sólo llámame.
No lo haré ni aunque muera
Como un ritual, el bajista efectuó cada uno de los movimientos que Hyde había trazado. Se alejó sin hacer ruido. Cruzó la habitación y le envió una última mirada de preocupación mientras aferraba el picaporte de la puerta con fuerza, con impotencia. Cuando salió, un viento frío se extendió por toda la recámara como si viniera desde su centro.
Desde Hyde mismo.
A través de la fiebre y del dolor, el vocalista desvió la vista y miró el reloj de la mesita de noche. Los segundos se atoraban y en medio de todo aquel caos, sólo una idea estaba clara.
No podía hablar.
No podía dejar que otros hablaran.
No quería volver allí
No podía volverse loco, no de nuevo.
Capítulo 23
Entre Líneas
Despertó al sentir ruidos en la cocina. Con un dolor de cabeza que le partía el cráneo y la boca agria, Hyde abrió los ojos lenta, pesadamente. Sintió la calidez de los rayos del sol invernal que se colaban por las cortinas cerradas y bañaban la cama, como ríos de seda. Se incorporó y respiró profundo. Sintió el aroma del encierro, el del whisky y el del sexo. Se intoxicó por ese olor y supo, de pronto, que las ganas de vomitar no eran por sus malestares físicos, sino por despertar en la posición de siempre, con el rencor de siempre. Aquel era su habitad natural y los ruidos en la cocina, provenientes de un segundo morador, no hacían más que confirmar lo evidente. Su auto infringida condena.
Qué curioso… Aquello de odiar su realidad se le estaba volviendo toda una costumbre.
Salió de la cama y caminó descalzo hasta la puerta. La abrió y lo vio en el baño, arreglándose mientras de la cocina salía un ligero olor a desayuno. Tetsu lo vio por el reflejo del vidrio y le sonrió de forma tentativa. Con tristeza. Hyde recordó, entonces, la forma en que lo había tratado la noche anterior.
No se arrepentía, en lo absoluto.
- Hice algo de café y tostadas, por si tienes hambre.
- ¿Ya te vas?- la voz le salió rasposa. Era una pregunta retórica, conociendo su rutina por tantos años, sabía que Tetsu solía checar su aspecto religiosamente antes de poner un pie afuera, en la calle.
Esta vez, sin embargo, el aspecto pulcro y extremadamente cuidado del líder había sido reemplazado por uno cansino y desmejorado. Las ojeras oscuras bajo sus ojos delataban una noche en vela.
- El vuelo sale en tres horas. Prefiero llegar antes, los papeleos suelen tomar bastante tiempo.
- Claro.
Caminó con desgana hacia la cocina, casi con indiferencia. Tomó una de las tostadas y se sirvió el café. Se sentó a comer, en tanto escuchaba al bajista cepillarse los dientes y se preguntaba cuándo todo se había vuelto tan aburrido entre ambos, como si fueran un matrimonio que lleva docenas de años juntos.
Al principio, todo eso de la venganza se le había antojado hasta divertido. Ahora no hacía más que fastidiarlo.
Sus ojos se detuvieron en las paredes albas del departamento, casi por inercia. La noche anterior había visto a Ayana dibujar patrones con sangre en su camino hacia la recámara. Fue una alucinación, pensó sombríamente, el café demasiado amargo, de pronto. Resulta que los médicos tenían razón… sí me he vuelto loco.
Por un segundo, se sorprendió ante su propia tranquilidad. Nada de eso tenía mayor sentido.
- Hyde...
Desvió la mirada hacia el pasillo que conectaba la sala con el resto del departamento. Tetsu lo observaba de forma seria, como cuando deseaba corregir algo en su trabajo, pero no encontraba las palabras precisas para indicárselo.
- ¿Te sientes bien?
- Claro.
- Claro- repitió. Se aclaró la garganta- Dejé la dirección del hotel en la sala, junto con el número del cuarto. Llámame al celular para lo que necesites, ¿vale?
La indirecta era clara y el vocalista casi rió al notarla. “Si te vuelves a desmayar, quiero saberlo” le demandaba la expresión intranquila de Tetsu, más que como un amante, como el líder inflexible de una banda.
Que lástima que no tuviera ni una puta gana de acceder a sus demandas.
- Hyde…- musitó Tetsuya de nuevo, una vez que tomó su maleta y la llevó al recibidor - Ya sé que te lo he pedido muchas veces, pero por lo que más quieras… cuídate. No me iré tranquilo hasta que me lo prometas.
Se observaron fijamente, en un duelo mudo de voluntades. “Vale, te lo prometo” accedió Hyde, finalmente. Le sonrió. Tetsu le devolvió la sonrisa.
Se estaban mintiendo sin ninguna reserva.
- Por supuesto que lo haré- repitiole vocalista en voz baja, en tanto lo veía salir, sin besos de despedida ni promesas de nostalgia- Mientras tú estés afuera, todo irá absolutamente, asquerosamente bien.
Le sonrió de nuevo cuando Tetsu le envió una última mirada, ya en el umbral de la puerta. Aún no podía eliminar su desconcierto, pero Tetsuya se obligó a salir, tomar el ascensor, bajar hasta el primer piso y llamar a un taxi que lo recogiera para ir al aeropuerto.
Habló un poco con el conserje mientras esperaba que el vehículo llegara. Aún así, nada de esa conversación pudo evitar que dejara de pensar en Hyde. Y más aún, en sus palabras.
“¿No hay nada que amerite que yo no te quiera cerca?”
- Siempre hace bien alejarse de la capital, aunque sea por asuntos de trabajo- le comentó el conserje con el tono de quien necesita unas vacaciones, mientras los minutos pasaban y el taxi no aparecía. Tetsu le sonrió de forma protocolar y asintió con cierta dosis de tristeza.
Se iba a otra ciudad, pero su mente se quedaba en Tokio. Con Hyde.
- Supongo que me hará bien visitar a la familia.
Hizo un alto. Podré ver a mi padre, pensó de pronto, preguntándose porqué no había reparado en ello antes.
La conversación acabó cuando el sonido de una bocina le indicó que el taxi había llegado. Tetsuya tomó la única maleta que llevaba y volvió a agradecer al conserje. La mañana avanzaba a gran velocidad sobre Tokio y el frío le dio los buenos días, una vez que salió por las puertas de vidrio del edificio y caminó hasta la calle. Antes de subir al vehículo, miró hacia arriba, hacia el piso donde estaba el departamento de Hyde, y deseó, por un segundo, que el vocalista lo extrañara la mitad de lo que Tetsu lo extrañaría.
Tenía la sensación de que algo estaba irremediablemente mal entre ambos. Algo que, en parte, tenía que ver con los malestares físicos y el constante cambio de humor de Hyde.
¿Pero qué?
“Vamos al aeropuerto, pero antes necesito hacer una visita… le pagaré la espera, ¿está bien?” pidió Tetsu al taxista en un último momento. Vio la hora en su reloj e hizo cálculos rápidos. Había tomado una decisión de última hora y aunque su orgullo se resintiera, necesitaba hacerlo para subirse al avión un poco más tranquilo.
Sacó su móvil y marcó un número que pensaba, no volvería a marcar en toda su vida.
- ¿Bueno?
La voz le resultaba bastante conocida. Tetsuya se aclaró la garganta, miró el paisaje que se desplegaba tras el vidrio del automóvil en marcha y se dijo que aquello era lo correcto. Lo único que le quedaba por hacer.
- Buenos días, Sakura. Te habla Tetsuya Ogawa.
Cerca de veinte minutos y cinco semáforos después, el taxi se detuvo en la que había sido su casa por cerca de tres años.
- Señor Ogawa, ¿pasó algo?- la niñera lo vio con sorpresa al abrir la puerta. Tetsu negó con un gesto, sonrió y caminó hacia la sala, siguiendo el rastro de su hija. La encontró en el sillón, rodeada de almohadas mientras veía un canal de caricaturas.
Rápidamente, tomó a Rei en brazos y le dio un sonoro beso en la mejilla. La niña se dejó hacer, aunque se inclinó para seguir viendo la tele por sobre su hombro.
- La señora ya se fue a trabajar. ¿Quiere que le prepare algo de desayuno?- le preguntó la niñera con un breve titubeo.
Tetsu le envió una sonrisa que pretendía ser una disculpa. Sabía que Ayana le había prohibido que lo dejara pasar sin previo aviso, tampoco quería ponerla en una situación incómoda.
- No te preocupes, no me quedaré po mucho tiempo. Sólo quería ver a Rei antes de viajar.
- ¿Se va? ¿A dónde?– la chica preguntó rápidamente, aunque luego se corrigió con cierta vergüenza- Perdone, sé que es un asunto que no me incumbe, yo sólo…
- Me voy a Osaka, por un par de días. Asuntos de trabajo
Tetsu volvió a sonreír y se fijó en su hija, casi con tristeza.
- Será poco tiempo, pero créeme, voy a extrañar a esta princesa como no tienes idea.
No podrán impedir que te vea, antes de que sus pensamientos retornaran a la discusión que había tenido con su esposa, días atrás, Tetsu le pidió a la niñera que se acercara y tomara unos datos en una libreta. “Son la dirección del hotel y el número del cuarto, por si necesitan localizarme” aclaró escueto, aún con la niña en brazos. La observó con tristeza velada y le apartó algunos cabellos del rostro.
- No dudes en hablarme al celular si algo pasa con Rei.
- Lo haré, no se preocupe.
- Como siempre, te la encargo mucho- con un último beso, le entregó la niña y la vio con pesar. Sin dejar de acariciar su carita sonriente.- Ella es lo que más quiero. Me moriría si algo le pasa.
- Lo sé. Quiero decir- la chica sonrió con timidez, bajando un poco la mirada- se nota a leguas que usted adora a su hija.
- Lo hago. Más de lo que te imaginas.
Se despidió con una última caricia y se fue hacia la puerta principal, escoltado por la niñera que cargaba a Rei en brazos. “Que tenga un buen viaje” le dijo ella bajo el umbral de la puerta, con esa ligera timidez que la caracterizaba, a lo que Tetsu le sonrió y le dio un beso en la mejilla que la sorprendió por completo.
La chica lo vio alejarse por el jardín hacia el taxi que lo esperaba, casi de forma embelesada.”Es tu jefe, Aoi, que no se te olvide” se regañó mentalmente. Aunque le era imposible frenar los latidos furiosos de su corazón cuando recordaba una y otra vez aquel beso de despedida.
Quizás, en otra vida, un hombre así podría enamorarse de ella.
-¿Por qué tu papi tiene que ser tan guapo?- le preguntó a la niña mientras cerraba la puerta principal y regresaba a la sala. Grande fue su sorpresa cuando se encontró a la señora Ogawa en el pasillo, cerca de las escaleras. Fría y altiva, como una estatua griega.
- ¿Quién era?
- Su hijo, señora- respondió, intimidada por el porte de aquella mujer tan extraña. Demasiado tarde se dio cuenta que debía haber mentido, en cuanto ella arrugó los labios en un gesto de puro descontento.
- Mi nuera te dijo claramente que no debías permitirle la entrada. ¿Por qué será que ni siquiera puedes acatar una orden tan simple, niña?
Había algo totalmente desagradable en la forma en que la llamaba niña, como un insulto. Caminó hacia la sala y dejó a Rei en su sitio inicial, sentada en el sillón, en tanto acomodaba los cojines a su alrededor para que no se cayera, con los labios apretados.
- El señor Ogawa vino a despedirse de su hija porque va a viajar, sólo se quedó por un par de minutos… no pensé que hubiera algo malo en ello.
- Ese es el problema, querida. Tú no tienes que pensar nada. Mi nuera te paga para que acates ordenes, no para que te hagas tus propios juicios- repuso la abuela de Rei de mal talante. Se fue como un vendaval hacia la cocina y Aoi intentó casi no escucharla, mientras desordenaba la vajilla en busca de un vaso.
La señora Ayana siempre había sido muy amable con ella, como si fueran amigas. Pero la madre de su jefe la hacía sentir inferior, como si fuera una empleada y no la niñera de Rei. “Si no fuera porque eres como mi hija” le susurró a la niña, mientras la pequeña se entretenía viendo la tele.
Le dio un beso en la frente y le arregló los moñitos en que había amarrado su escaso cabello negro. Esa era la parte mala del trabajo, quizás. Resultaba prácticamente imposible no encariñarse con los niños.
Escuchó los pasos de vuelta y ahogó un suspiro, en tanto el porte altivo de la señora Ogawa hacía su aparición nuevamente por la sala. Con el vaso de zumo de naranja en sus manos y un humor implacable. Lo de siempre.
- Dijiste que me hijo se va de viaje, ¿no?- repuso de pronto, pensativa. La reflexión en aquel rostro de facciones duras le causó un mal presentimiento.- ¿Te dijo a dónde se va?
- A Osaka.
- Osaka… vaya sorpresa- sonrió.- No creo que vaya a hacerle una visita a la familia, dado como están las cosas… aunque…
Dejó la frase abierta. Se tomó el zumo y luego agregó, enigmática.
- Prepara las cosas de Rei. Vamos a hacer un viaje.
- Pero, la señora Ayana…
- Yo hablaré con Ayana. Y tú, será mejor que obedezcas mis órdenes. No soy tan condescendiente como mi nuera, que no se te olvide.
Sin admitir lugar a réplicas, la mujer se dio la vuelta y caminó hacia las escaleras, haciendo que la tela vaporosa de su bata se agitara a su paso. La niñera estrechó a Rei contra su cuerpo. Más que nunca, tenía un mal, muy mal presentimiento.
***
La primera vez que habían arribado en Tokio era invierno. Un día frío color ceniza de mes de diciembre. Faltaban pocos días para la navidad y la banda tendría su primer concierto en la gran capital, un hecho que emocionaba a todos. A Hyde, de forma distinta.
Desde que había visto los parques cubiertos de nieve del otro lado de una camioneta que transportaba a la banda, Hyde había sentido, cercano a una premonición, que aquélla sería la ciudad en la que viviría el resto de su vida. En Osaka jamás nevaba y el invierno no se desplegaba como lo que era: la época del año que purificaba todo con fuerza, con su clima implacable, con su halo de tristeza y de tormenta. Alba melancolía. Un poco más como Hyde mismo.
Se colocó las gafas oscuras y se sentó en una banca a ver la gente pasar; casi todas mujeres con hijos pequeños de la mano. Ese día no nevaba, aún no era invierno y aún así, sentía la calidez gélida de la época más fría el año envolverlo y ocultarlo, como una madriguera hecha de nieve y viento. Después de que Tetsuya se había ido, no había querido quedarse atrapado en el departamento, lleno de recuerdo. Hacerlo supondría rememorar una y otra vez los acontecimientos de la noche pasada, y eso era algo que el vocalista debía olvidar, si pretendía conservar incólume su cordura.
O lo que quedaba de ella, después de tantas pastillas, encierro y noches en vela.
Cerró los ojos. El viento traía consigo ecos de las risas de los niños y Hyde pensó en su hijo. En cuánto a Hisashi parecía gustarle el invierno, como a él.
No puedes verlo, lo sabes… él estará mejor mientras tú te mantengas lejos.
- ¿Huyendo del trabajo, Takarai?
Abrió los ojos. Reconocía ciertas voces a una velocidad increíble y ésta, sin duda alguna, era tan familiar como si le perteneciera.
Sonrió por inercia.
- ¿Cómo me encontraste?
- Te conozco, no hizo falta pensar demasiado- el baterista se sentó a su lado. Su figura oscura parecía sobresalir entre todo el verde y el gris del parque, y sin esperar invitación, sacó un cigarrillo y lo encendió – En realidad, vengo de una reunión con mis jefes de antaño. Seguro los conoces… trabajan explotando a unos pobres tipos de una banda que nadie conoce. Tienen un nombre estúpido en francés, algo que significa “arcoiris”… sólo a un tarado se le ocurriría escoger un nombre como ése.
Sin poder evitarlo, Hyde dejó escapar una risa suave.
- Creo haber escuchado hablar de ellos- siguió el juego mientras se cruzaba de brazos - Dicen que el vocalista es un enano egocéntrico que parece niña.
- Así dicen- exhalando una nueva calada, Sakura dejó el humo escapar por sus labios y lo observó fijamente, intensamente con sus ojos negros – Aunque no todo lo que dicen es cierto.
Hyde miró alrededor, pensativo, y su rostro retornó a la seriedad con que Sakura lo había encontrado.
- Ya hablando en serio, ¿cómo me encontraste?
- ¿Por qué piensas que te estaba buscando?- Sakura le devolvió la mano y Hyde estuvo tentado a reír: se había estado esperando esa clase de respuesta.- Te lo dije. Conozco donde quieres estar cuando necesitas estar solo.
- Se puede estar solo en cualquier parte- repuso el vocalista y su mirada derrapó por las figuras de los niños jugando- Sólo falta cerrar los ojos e imaginar que todos se han ido al demonio por un buen, buen rato.
- Las personas no suelen desaparecer sólo porque tú lo quieras.
- ¿Sugieres algo mejor?
- Quizás… caminar en un sitio público, un parque, por ejemplo. Lo suficientemente público como para que nadie sospeche que transitarías en un lugar como ese, lo suficientemente común como para que la gente que pase por tu lado te vea, crea que eres tú, pero luego se convenza de que alguien con tanto dinero y tanta fama jamás haría algo tan elemental como pasearse en un parque, en el centro mismo de la ciudad… exactamente lo que estabas haciendo.
El vocalista volvió su mirada a Sakura y se observaron con atención por unos segundos, mientras el viento calaba hasta los huesos.
- Da miedo escuchar cómo analizas mis motivaciones- comentó con algo de hilaridad, aunque cierta verdad en cada una de sus palabras.- El día en que intente suicidarme, estoy seguro que lo sabrás antes que yo mismo.
- Doy por hecho que estás hablando en broma.
- Es una broma- su sonrisa se tornó triste- Te hice una promesa, Sakura. Y la pienso cumplir.
Es lo menos que podría hacer
No hablaban demasiado de ese tema, pero por una vez en tres años, Sakura lo vio con preocupación y Hyde sintió que el peso de sus acciones caía sobre sus hombros, como un manto tejido en hiel y remordimientos.
- No había tenido la oportunidad de disculparme por cómo actué la otra noche- repuso, de pronto, y Sakura entornó los ojos, sorprendido por el abrupto cambio de tema.- Sé que tú y Anis se preocupan por mí, y yo debería estar eternamente agradecido por ello. Pero, si te soy sincero, me sería mucho más fácil si lo hicieras un poco menos. Es decir… al menos así podría equivocarme sin la preocupación de estar preocupándote.
Su vida era un trabalenguas y adoptó un gesto acorde con la ocasión. El batero seguía observándolo de esa forma en que quitaba el aire, como si con una mirada pudiera identificar todo lo bueno y lo malo que ocurría a su alrededor.
Al final, Sakura sonrió. A medias.
- No podrías controlar lo que la gente siente por ti, por más buenas intenciones que tengas.
- Mato a la gente con la imaginación. ¿Te sorprende que pretenda controlar también sus emociones?
- Me sorprendería que no lo hicieras- el batero amplió la sonrisa- Si existe un Dios, él y tú deben sufrir del mismo síndrome. Eso explicaría porqué el mundo está como está ahora.
- Por una vez, trato de hablarte en serio, Sakura.
- ¿Qué te hace pensar que yo no lo hago?
Sonrió por vez incontable. Por más dolores de cabeza, alucinaciones o pesadillas, por más dudas y fantasmas, lo cierto es que Sakura había llegado en el momento adecuado, al lugar adecuado. Sin él, hubiera terminado de perder la cabeza desde hace mucho tiempo.
Considerado desde la base que aún no la había perdido, pese a las evidencias.
- Sakano me dijo que Ogawa había viajado a Osaka- eso era, en parte, una pregunta. Hyde asintió con lentitud. El suspiro se le escapó sin que pudiera controlarlo.
- Estará allí por unos cuantos días. Hiro se está aprovechando de sus derechos en la negociación. Seguro piensa cobrarse todas las que el maldito le hizo en el pasado.
- ¿Te preocupa?
- Para nada. Está trayendo más problemas a su vida, así que Hiroki merece todo mi agradecimiento.
- ¿Qué harás en estos días?- Sakura lo observó serio y se terminó el cigarrillo con dos últimas y largas caladas.
Mientras arrojaba el filtro al piso y lo apagaba con la suela del zapato, Hyde se dio un tiempo para pensar, por primera vez, en las expectativas ante su corta, pero tan ansiada libertad.
- Además de vender mi alma a la compañía, ir a sesiones fotográficas que de seguro serán una pérdida de tiempo, dar algunas entrevistas donde hablaré mucho y no diré absolutamente nada y soportar las escenas que Ken hará cuando te incorpores a los ensayos… pues no lo sé, la verdad. Llevaba tanto tiempo rezando para que Tetsu se fuera, que ahora que está en un avión casi no doy crédito de mi ocasional buena suerte.
Aunque me aterra estar solo
Hizo un esfuerzo por parecer tranquilo, sin embargo, su respiración renqueó ante la perspectiva de sobrevivir todos esos días a base de pesadillas y más alucinaciones. Por supuesto, Sakura no tenía porqué saber eso. Ya le había dado motivos de sobra para preocuparse, no pensaba ser tan egoísta como para contar sus problemas y traspasarlos también al baterista.
Sakura siguió el otrora rumbo de su mirada y dijo, con la vista fija en un par de niños que corrían entre los árboles:
- Estaba pensando que te fueras a mi casa. Ahora que Ogawa no va a estar rumiando cerca.
- Te volviste loco- Sakura arrugó el ceño y Hyde se explicó, esta vez, de forma más detallada.- Sabes que considero tú casa tan mía como mi propio departamento, pero ya te he dado demasiadas molestias como para invadir tu espacio así como así, de buenas a primeras.
- Esto de considerarte una molestia se te está siendo una costumbre rarísima.
- Sólo digo la verdad- hizo una mueca de melancolía y Sakura volvió su mirada a él- Soy un cretino que se está jodiendo la vida con esta estúpida venganza, me lo has dicho hasta el cansancio, pero aún me queda algo de consciencia. Y esa consciencia me dice, todos los días, a todas horas, que es injusto involucrarte en todo esto y lo que es peor… que tampoco puedo evitar hacerlo.
“Él se preocupa demasiado por ti” había dicho Anis Shimada, dos noches atrás. Más que nunca, Hyde entendía la profundidad de esas palabras.
Con algo de fastidio, se llevó una mano a la sien y masajeó con los pulgares. La cabeza seguía doliéndole como si fuera a explotar, producto del episodio de la noche anterior.
No notó que Sakura le enviaba una mirada con disimulada preocupación.
- No trataré hacerte cambiar de opinión, porque eres el tipo más testarudo que he conocido en la vida... Y no lo estoy diciendo como un cumplido- repuso ácidamente, consiguió arrancarle una sonrisa.- De todas formas, recuerda que la oferta seguirá en pie. Mientras Ogawa esté afuera y aún cuando tengas la desgracia de que vuelva.
- Lo tendré en cuenta, te lo aseguro- concluyó con una sonrisa y Sakura la devolvió. Como una sombra del pronto invierno que daba matices a su rostro impasible.
El vocalista miró su reloj y no pudo evitar exhalar un suspiro de hastío.
- Sakano va a matarme cuando me vea llegar tarde al ensayo.
- No vayas. Acabo de estar ahí y te lo aseguro, no hay nada digno de ser visto.
Cansado, Hyde volvió a ahogar un segundo suspiro.
- Me encantaría seguir tus consejos, pero créeme… ayer casi me sacó la cabeza porque se enteró que había estado en el concierto de Monoral. Por el bien de mi salud, no pretendo darle motivos para que me ladre de nuevo.
Antes de que se pusiera en pie, Sakura lo tomó por el brazo, sin demasiada fuerza, y con lentitud le apartó el cabello que se le venía al rostro.
- Estás pálido- dictaminó, Hyde sintió un escalofrío recorrerlo ante la seriedad de esas palabras.
- No he dormido bien estas dos últimas noches- se excusó de inmediato. Apartó la mirada y se deshizo del agarre con sutil maestría- Con unas cuantas horas de sueño y unas vacaciones, estaré como nuevo, te lo aseguro.
Soy yo quien debería preocuparse
Se puso de pie y se arregló la chaqueta. Sabía que el baterista seguía sus movimientos, tal vez sin dar crédito a sus excusas, aunque daba igual. Ya había decidido no alertarlo y pensaba cumplir esa promesa, por más que le costara. No mereces que te haga pasar por esto, no de nuevo, pensó lúgubre, mientras le enviaba una mirada vacua y el viento frío le impactaba las manos y el rostro.
Sentía frías astillas en su mano derecha.
- ¿Qué piensas hacer ahora?
- Presentar excusas, supongo- Sakura siguió los movimientos de sus manos y analizó el rictus en su rostro- ¿Te duelen?
- Un poco- Hyde se encogió de hombros y metió las manos en los bolsillos- Siempre duelen cuando hace frío… ¿Por qué dices que debes presentar excusas?
Cambio de tema abrupto. No le gustaba hablar de ese incidente y Sakura entendió el mensaje, como siempre.
- Había estado en conversaciones con algunas bandas del circuito, pero ya ves… al loco del vocalista de mi ex banda se le ocurrió montar un espectáculo con los antiguos miembros. Así que me toca presentar excusas. Al ver tantos ceros en el contrato que me ofrecían, no pude decir que no.
- ¿A qué idiota se le puede ocurrir una idea como esa?
- No lo culpes. Ya tiene bastante con ser enano, egocéntrico y parecer una niña con el pelo largo.
Esta vez, la risa le nació del fondo del estómago. “Cuídate” le pidió el baterista antes de que se marchara y Hyde asintió como un niño, lo de siempre. La única diferencia estuvo cuando apartó la mirada y avanzó por el camino que lo llevaría hasta donde había aparcado el auto.
Porque entonces, lo sintió.
Por primera vez desde que había jurado vengarse, estando despierto y no bajo la influencia del umbral del sueño. El frío que sintió entonces, con cada paso mientras se alejaba, no tenía nada que ver con el viento, con el fin del otoño o el cambio inclemente de las estaciones. Con las risas infantiles llenando el parque y la perspectiva de toda una tarde de ensayo, con los miembros de la que había sido su banda, su sueño. Fingiendo también ante ellos. Pretendiendo estar bien y extrañar en algo a Tetsu.
Una mentira, naturalmente.
Aquello que sintió en el pecho, con la fuerza de un latido y el dolor de un cáncer, fue puro y llano miedo.
No iba a soportar volver a ese departamento y ver la sombra de sus fantasmas. Los odiaba.
- Ya lo pensé.
Cuando Sakura levantó la mirada y entornó los ojos con cierta sorpresa, Hyde hizo un esfuerzo sobre humano por parecer tranquilo.
- ¿Te parece bien si llego a tu casa por la noche?
El baterista pestañeó un par de veces, entendiendo de inmediato a qué se refería. Se cruzó de brazos y algo en el negro de sus ojos, vertiginoso, como el fondo de una caja de Pandora, le dio a Hyde la pauta de que su claudicación le complacía más de lo que pensaba manifestar.
Asintió, con una expresión impasible bastante propia de él.
- Asegúrate de traer un par de cervezas bien frías. Tú eres mi invitado, así que yo cocino.